miércoles, 6 de enero de 2016

462. Sobre la mentira y los mentirosos

Las huestes mediáticas de la derecha, que controlan los principales medios, se frotan las manos ante el fiasco catalán y hasta dan por definitivamente derrotado al prusés. Lo segundo es una ilusión: el tema continuará, ha llegado demasiado lejos y hay mucha gente realmente ilusionada en convertirse en un nuevo país. En cuanto a lo primero, pues me parece a mí que se adelantan, que están vendiendo la piel del oso antes de cazarlo. De aquí al lunes, aun pueden pasar muchas cosas. La declaración de ayer de Mas, diciendo con gran convicción que el lunes convocará nuevas elecciones, me ha puesto la mosca detrás de la oreja. ¡Ojo! No sé si lo saben, pero, cada vez que el presidente del Real Mandril sale a la palestra y, con ese mismo énfasis, confirma la continuidad del entrenador (Benítez, o quien sea), todos los comentaristas deportivos saben en ese mismo instante que el tipo está sentenciado. Y la capacidad de mentir del señor Mas no es menor que la del Tito Floren. Veremos.

Es curioso esto de la mentira. Los humanos mentimos como bellacos. La gente miente para magnificar las cosas que hacen, para parecer más majos, más listos, más eficientes o más brillantes de lo que en realidad son. El que miente una vez, puede hacerlo ciento. Mentir es algo inicialmente cómodo: el que quiere mejorar su reconocimiento social, triunfar y ser admirado y querido, puede hacer dos cosas. UNO, ponerse a trabajar y redoblar su esfuerzo. DOS, inventarse méritos y proclamarlos como ciertos. Lo segundo, a la larga, es mucho más cansado, porque hay que tener dos versiones de uno mismo, la real y la inventada y tienes que tener cuidado de que no se interfieran, que entonces te pillan en el renuncio y el efecto es el contrario al que pretendías: al que cazan en una mentira se le hunde en el descrédito. Mentir es rentable siempre que no te pillen. Si te pillan, todo el mundo se te echa encima, como los atletas ante un compañero que no supere el control antidoping. Fariseísmo se llama esto.

Es un asunto que puede llevar a casos extremos. Recuerden el del tipo que se camufló de superviviente de un campo de concentración nazi y llegó a ser el presidente de su principal asociación de víctimas. Javier Cercas escribió sobre él un libro magnífico, El Impostor, que ya se ha recomendado en este blog. El libro indaga en el tipo de personalidad fantasiosa de estos mentirosos. Suele tratarse de gente con problemas de autoestima, que quieren agradar a su entorno y toman atajos, ya sea por vagancia, por impaciencia (es mucho más lento ganarse la estima con méritos reales) o incluso por una cualidad innata para la interpretación teatral (componente histriónico). Otro caso bien conocido es el de la mujer que fingió ser una superviviente del desplome de una de las Torres Gemelas.

En este apartado hay que incluir a la legión de personas que tienen aventuras estables a espaldas de su pareja. Algo ciertamente agotador. En casos extremos esta variante lleva a constituir dos familias paralelas, acostumbradas ambas a que el padre pase temporadas fuera, por motivos de trabajo. Este era el argumento de una vieja película italiana llamada Muchas cuerdas para un violín. El protagonista, un genial Ugo Tognazzi, termina muriendo de un infarto por el estrés inherente a la situación. Era ésta una historia inventada por un guionista, pero he de decirles que conozco un caso real, del que no les daré ninguna pista (excepto que se trata de alguien mayor que yo), pero les juro que existe. En el colmo del virtuosismo, este caballero ha logrado contar con la complicidad de su anciana madre (¡qué no hará una madre por ayudar a un hijo en apuros!), de modo que, en Nochebuena, la doña acompaña a su hijo a la cena con una de sus dos familias y, en Nochevieja, con la otra. La presencia de la abuela es una coartada impagable en ambas situaciones. Les parecerá increíble, pero ya saben que si yo fuera capaz de imaginar historias como esta, habría ganado el premio Nobel de Literatura. Como poco.

Una derivada de esto que les voy contando, son los listillos que presuponen que todo lo que decimos los demás es falso. Suelen ser tipos, supongo, que mienten todo el rato y por eso creen que los demás también lo hacen. En mi blog hay lectores convencidos de que todo lo que escribo es inventado. El otro día, un paisano me llamó para contarme que había visto en televisión el partido Getafe-Dépor. Y que, cada vez que enfocaban la cámara a los seguidores coruñeses, se me veía perfectamente en la tribuna, animando al equipo. No me extraña: estábamos cuatro gatos y los demás tenían una media de 40 años menos que yo y el pelo mucho más negro. Pero lo bueno es que este amigo me lo decía con sorpresa. Le sorprendía que fuera verdad lo que había escrito al respecto.

En fin, ya saben que la mixtura verdad-mentira está en el origen y en la esencia de este blog, como un juego con el lector, que le pone un punto más literario y ameno. Y, me creerán o no, pero a estas alturas de la vida yo no tengo demasiados problemas de autoestima. Tras más de 30 años de funcionario municipal, con dos hijos muy majos, diez maratones al cuerpo, una novela publicada y premiada, oficiando de conferenciante ameno en tres idiomas y, encima, manteniendo durante más de tres años un blog cojonudo (aunque lo lea menos gente que la que ve los partidos del Getafe), poco más puedo inventarme. Cualquiera de estos méritos es comprobable. Añadan uno más: no tengo abuela. También constatable. Todos estos logros me han requerido esfuerzos notables, mucho mayores que si me los hubiera inventado.

La moraleja es obvia: si quieres ser apreciado y tener éxito social, es mejor que seas tú mismo, que actúes con naturalidad y que te esfuerces en hacer bien las tareas que acometas, o que te toquen. Lo demás viene solo. El camino de la fabulación, en cambio, acaba siendo mucho más cansado y siempre con el riesgo de que te descubran y te hundan en el descrédito. Lo malo es cuando las circunstancias familiares, o sociales, o tu propia ambición, te empujan a ponerte unas metas demasiado altas, que sabes imposibles de conseguir. Entonces mientes para fingir que las has alcanzado y eso te lleva a una angustia aun mayor que la de los casos anteriores. Por ejemplo, los estudiantes que mienten acerca de sus notas. Es algo muy angustioso. Acabo de leer un libro aterrador, que tiene relación con esto: El adversario, de Emmanuel Carrière.

El adversario cuenta también una historia real. En un pueblo francés cercano a Ginebra, se desata una noche un incendio que devasta una mansión familiar. Los dos hijos pequeños y la madre aparecen carbonizados. El padre es rescatado con vida y trasladado en coma a un hospital. En medio de la conmoción por esa tragedia tremenda, los del pueblo comisionan a un primo de la familia para que dé la terrible noticia a los abuelos paternos. El primo los encuentra muertos en su casa, junto con su perro, abatidos por disparos. Los forenses descubren que los hijos y la madre han muerto también violentamente antes del incendio. Empiezan a investigar al padre y descubren que no era médico, como decía, ni trabajaba en la sede de la OMS en Ginebra, en donde nadie le conoce. El tipo había empezado a mentir en segundo de Medicina, cuando dijo a sus padres que había aprobado todo, tras no presentarse a ninguno de los exámenes finales.

Desde entonces había iniciado una vida falsa, se había casado, tenía hijos y era alguien muy respetado en su núcleo social. Cada día se ponía un traje, se llevaba su maletín como si fuera al trabajo y se pasaba el día vagando por las montañas, o perdiendo el tiempo en algún aparcamiento público de Ginebra. ¿Y de qué vivía? Pues de estafar a parientes y amigos. Les convencía de que le confiaran sus ahorros, para invertirlos en fondos a los que sólo él podía tener acceso desde su puesto de alto funcionario de la OMS. Precisamente, ese asunto era el que había desencadenado la tragedia. Sus deudos empezaban a reclamarle los fondos, que siempre les había prometido que podrían sacar en cualquier momento. Esos fondos ya no existían. Se los había gastado para sostener su tren de vida. Acogotado por la situación, había decidido matar a toda su familia, incapaz de soportar la idea de que lo supieran todo. En fin, es un libro que les recomiendo vivamente.


La mentira está enraizada en nuestra sociedad a todos los niveles. Y, a veces, sucede que una mentira sale a la luz muchos años más tarde. Eso sucedió con la canción que les he puesto arriba. Se llama Ça plane pour moi y fue un bombazo en 1977. El cantante era un belga cuyo nombre real no me sé, pero que se hacía llamar Plastic Bertrand. Tras él un avispado productor llamado Lou Deprijck, autor de la música. Ambos eran belgas y ligados al mundillo del rock local, cuando se marcaron este tanto, logrando por primera vez entrar en las listas de ventas inglesas, con una canción en francés. No volvieron a repetir el éxito. Bertrand siguió cantando y haciendo giras hasta 1982 y luego se retiró, aunque hace unos años ha vuelto a dar conciertos en plan revival. El avispado Lou, un cachondo con ínfulas de playboy, amante de las músicas caribeñas y las camisas de flores, consiguió hacerse de oro con los royalties de una canción que sigue sonando en discotecas de todo el mundo. Continuó produciendo a otros artistas con éxito, se fue al Caribe y otros lugares cálidos, se dedicó a tocar música brasileña, y parece que ahora mismo vive en Thailandia, donde conduce un cadillac blanco. Hace unos años grabó una versión propia del hit y la incluyó en su último disco.

Ante el nuevo éxito y actualidad del tema, los abogados de Bertrand vieron la posibilidad de pillar cacho con los derechos de autor y le denunciaron en los tribunales belgas, por plagio. El asunto tuvo un final sorprendente. Un experto en acentos, estudió ambas grabaciones durante tres meses y presentó sus conclusiones, basadas en mediciones con aparatos muy sofisticados: la voz era exactamente la misma, con casi 30 años de diferencia. La entonación era la típica del picard, el nativo de la zona norte de Francia y la Bélgica valona, de donde es originario Desprijck (recuerden la película Bienvenidos al Norte). Bertrand, nacido en Bruselas, nunca había tenido ese acento. El propio Bertrand se derrumbó en su declaración y admitió que su voz real no aparecía en esa canción, ni en ninguno de los temas incluidos en los cuatro discos que llegó a editar. Caso cerrado.

Desprijck, en entrevistas posteriores, ha desvelado el proceso de creación del hit single. Los Sex Pistols acababan de debutar y estaban arrasando. Una noche, Bert Bertrand, conocido periodista musical amigo suyo, le hizo un comentario al vuelo: quien sea capaz de sacar una canción punk en francés, se forra. Con esa idea en la cabeza, el avispado Lou imaginó la música de ese hipotético tema. Y la compuso entera, incluyendo el falsete homenaje a los Beach Boys, pero le faltaba la letra. En su banda había un percusionista gordo llamado Pipou, muy hábil diciendo tonterías encadenadas, con las que lograba hacer reír a todos sus amigos. Pipou, se encargó de llenar la música con una letra que es una sucesión de frases absurdas. Y la titularon Ça plane pour moi, que podría traducirse como Eso me mola. Pensaron en salir con ella al mercado, pero llegaron a la conclusión de que un tipo tan feo como Desprijck nunca tendría éxito. Necesitaban un guaperas y lo encontraron una noche en una discoteca. El tipo aceptó y le llamaron Plastic (disco de vinilo, en francés) y Bertrand en homenaje al que tuvo la idea. Abajo tienen la versión del bueno de Lou, en un vídeo publicado tras el juicio. Es mi regalo de Reyes para que la bailen esta tarde a toda velocidad. Que pasen un buen resto de semana.



  

13 comentarios:

  1. Curiosa la historia de la canción, escuchada tantas veces en los medios. La verdad es que el autor y cantante original es bastante más feo que el otro, que se limita a hacer un play back infame.

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    1. Los feos son siempre más peligrosos que los guaperas. No obstante, la voz que suena se corresponde más con la cara del feo que con la del otro. Pero eso lo decimos ahora que lo sabemos. Antes nadie se había dado cuenta.

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    2. No sé qué le diga... La voz de las diferentes estrofas si cuadran más con el feo Desprijck. Pero el uh-uh-uh casi parece más propio del guapo Bertrand

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    3. Lo que usted diga. A toro pasado ya se sabe que era todo un fraude, tanto el falsete como la interpretación entera. Lo extraño es que el guaperas se metiera en un juicio 30 años más tarde. A lo mejor se le había olvidado lo que había sucedido en la realidad y se había llegado a creer que él era el que había grabado la voz.

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  2. Al final, nos vas a convencer de que los belgas son tan bolos como nos cuentas...

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    1. El grupo de este señor en los 70 se llamada Two Man Sound. Si busca usted imágenes en el Google con ese nombre, verá las pintas que tenían Desprijck, Pipou y el tercer componente del grupo y se hará una idea precisa de qué tipos de personaje se trata. Yo creo que son un estereotipo transnacional, no sólo belga. Lo sorprendente es que sean capaces de hacerse de oro resaltando su fealdad. Un abrazo, amigo.

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  3. Para ser mentiroso es necesario tener muy buena memoria. Amigo A.

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    1. Ya lo creo. Y ser muy minucioso. Por el más mínimo matiz te pillan en bragas. Ciertamente es algo agotador, a menos que lo frenes a tiempo. Lo que pasa que en esto, como en el juego, hay verdaderos viciosos. Un abrazo y feliz año, amigo A. Me alegra que sigas entrando a ver cuál es la última parida de este foro.

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    2. Aquí hay meigas. Había, hasta hace muy poco, un acertado comentario de un anónimo que hacía amable referencia a mi comentario anterior y ha desaparecido. Amigo A., a pesar de la hora.

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    3. Acabo de verlo de nuevo y, como me imaginaba, no era anónimo. Resultaba un poco extraño. Parece hemos coincidido. Un abrazo y a seguir.

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    4. Como he puesto en la respuesta al de aquí abajo, el programa me había convertido en anónimas un par de respuestas. He entrado a contestar otras y lo he advertido por casualidad. De todas formas, ya veo que estabas tu encima con tu impagable control de calidad. Un abrazo.

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  4. Yo no me sabía la historia de la canción, pero, joder, ¡es un temazo! En las discotecas y en las bodas y en todas partes, llevamos años escuchándolo y bailándolo sin saber lo que tenía detrás. La verdad es que en tu blog uno se entera de cosas muy raras que es difícil encontrar en otros lugares. Muchas gracias y feliz año. Espero que este blog siga muchos años.

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    1. Intentaremos seguir, mientras "puédamos". Por cierto, acabo de descubrir que el programa bloguer me había empezado a poner mis propios comentarios como si fueran de un anónimo. Menos mal que me he dado cuenta.

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