sábado, 7 de noviembre de 2015

445. La M-30 y la deuda de Madrid II

Algunas precisiones. ¿Por qué se produce una discrepancia de cifras como la que mostramos mi compañero y yo a los funcionarios de Oslo? Porque, en el momento del debate ciudadano sobre el proyecto, los datos se manipularon hasta esos extremos. Cuando la presión de la ciudad llegó a límites intolerables, el Ayuntamiento creó una Comisión Ciudadana, a la que entraron todos los sectores opuestos al proyecto, el Colegio y la Escuela de Arquitectura incluidos. Esa comisión alumbró un acuerdo: el señor Gallardón construiría sus túneles, en los que estaba tan empecinado (además, ya habían empezado las obras). Pero la superficie recuperada para la ciudad por el soterramiento del tráfico, se ordenaría de acuerdo con un proceso diseñado por la propia comisión, que incluía un concurso internacional de ideas y la redacción y tramitación de un Plan Especial, con un amplio proceso de información pública conforme a la ley, proceso en el que yo participé en lugar destacado.

El problema es que algunos arquitectos se desmarcaron de este acuerdo y siguieron obcecados en su postura contraria al proyecto. Entre ellos Ramón López de Lucio. He de decir que, de mi paso como alumno por la Escuela de Arquitectura, sólo conservo un sentimiento de admiración por tres de los profesores que tuve. Ramón es uno de ellos. Pero en este asunto no ha dado su brazo a torcer, actitud que me parece muy respetable. El problema es que la palabra de Ramón es dogma para muchos arquitectos de la órbita de la escuela. Yo le he escuchado decir en público que el coste era tres, o quién sabe si cuatro, veces más que lo que dice el Ayuntamiento. Y le he oído sumar todo el coste de la M-30, más el de Madrid Río y dividirlo por la superficie recuperada en Madrid Río: el resultado era el coste de urbanización por metro cuadrado más alto de la historia, en el mundo mundial. No sé si se dan cuenta de la falacia: la M-30 tiene 32 kilómetros, la parte del río sólo 6. He hablado con Ramón unas cuantas veces sobre el tema, pero es inútil tratar de convencerle.

Esto nos lleva a un segundo tema. ¿El proyecto M-30 es defendible desde el punto de vista de la ciudad? Eso podrían haber deducido algunos lectores de la primera parte de este texto. Pero mi opinión no es exactamente esa. Mi opinión es que el proyecto no es defendible en su totalidad. El proyecto tiene tres partes. UNO, la zona del río (aproximadamente 1.900 millones de euros). DOS, el llamado By-pass Sur, doble túnel de 4,2 kms, que no recupera suelo en superficie, sino que duplica la vía y su capacidad (digamos unos 1.300 millones de euros). TRES, el arreglo de una serie de nudos y tramos de la vía en el este y el oeste (los 570 millones restantes). Me parece claro que la parte del río es defendible. Yo la defiendo a muerte. El resto ya no tanto. Obviamente no era una prioridad para la ciudad. El tráfico de la carretera ha mejorado sustancialmente en su conjunto, pero se ha gastado mucho dinero en ello. Que cada uno piense lo que quiera al respecto; yo doy los datos y defiendo sin dudarlo la parte del río. Sólo esa parte.

Otra cosa a tener en cuenta. Este proyecto se diseña en 2003, en los años dorados de la gran burbuja inmobiliaria. Cierto que el señor Gallardón tiene que hacer siempre algo más grande o más llamativo que los demás mortales, si no, no sería Gallardón. Pero no debemos perder de vista que se trata de un proyecto inconcebible en otro momento histórico. Gallardón se aprovechó además de la situación saneada que le dejó su predecesor, un hombre que no gastaba un euro de más, un auténtico roña, dicho esto con el cariño que le debo a un personaje a cuyas órdenes pasé doce años bastante dignamente. Y otra cosa muy importante: en 2003, la ciudadanía estaba dormida y desmotivada, meciéndose en la hamaca de la bonanza económica, que entonces se creía eterna. Ahora, ese proyecto sería inviable. Económica y socialmente. Si a un político se le ocurriera llegar con un proyecto de esas características bajo el brazo, se armaría la mundial. No quedaría indemne una sola cristalera de Banco.

Abajo les pondré el cuadro prometido, pero les pido que esperen todavía un poco. Porque, en 2007, Gallardón es reelegido para un segundo mandato, con muchos más votos que en el primero, después de que los ciudadanos hayan comprobado atónitos que los túneles funcionan y que los tiempos que han de dedicar a sus recorridos diarios en coche se han reducido drásticamente. Pero en la parte del río, los vecinos observan recelosos la superficie de tierra de 110 hectáreas, sobre la que les han prometido construir un jardín lineal a lo largo del río, jardín que brilla por su ausencia. En 2007 la crisis asoma ya por todas partes y los vecinos temen razonablemente que el Ayuntamiento deje la zona así. Y lo cierto es que la situación financiera del Ayuntamiento es desastrosa, tras cuatro años de derroche.

El coste total del ajardinamiento de Madrid Río será finalmente de 370 millones de euros. Una miseria comparado con los gastos del período anterior. Pero hasta para reunir esa cantidad tuvo problemas el municipio. Si usted, querido lector ha suscrito alguna vez una hipoteca o crédito un poco por encima de sus posibilidades, sabrá que los primeros años son terribles. Que luego la cosa va mejorando, porque los intereses se van reduciendo, el valor del dinero decrece, etcétera. En los años finales, incluso si tiene usted la suerte de recibir una herencia o un dinero inesperado en cash, mi consejo es que no lo dedique a pagar la deuda pendiente: emplee el dinero en otra cosa. La segunda legislatura de Gallardón fue, financieramente, como una tortura.

Pero aquí apareció la suerte, en forma de Plan Ê del señor Zapatero. Ya conocen los ingenuos desvelos de este señor en la lucha contra la crisis, que le llevaron a repartir dinero a los Ayuntamientos para financiar sus obras públicas. El proyecto Madrid Río recibió 210 millones del Plan Ê, más otros 12 de fondos europeos FEDER. El resto hasta 370, lo puso la ciudad. Y vamos ya con el cuadro prometido. Es un cuadro cojonudo. Véanlo y lo comentamos abajo.
Para empezar, pueden observarse los ocho últimos años de Álvarez del Manzano. Este señor cambió muchas veces de concejales, pero mantuvo siempre al de Hacienda: don Pedro Bujidos, ya fallecido. Este buen hombre llevaba las cuentas al céntimo y tenía la instrucción de su jefe de que los gastos no se dispararan. Para no dejar a sus sucesores hipotecados. A continuación, los cuatro años de desenfreno de la primera legislatura de Gallardón, en la que la deuda pasa de 1.445 millones a más de 6.000. En la segunda, sin embargo, hay una inflexión, un esfuerzo aparente de contención que fuerza la línea hacia abajo. Pero esto es falso. Simple ingeniería financiera. Trucos contables. La señora Botella recibe oficialmente una deuda de 6.348 millones. Pero cuando hace una auditoría en serio, descubre la cifra real: 7.430. Tal vez usted, querido e incauto lector de mis textos, haya pensado por un momento que ese pico que aparece al principio del mandato de la señora Botella significa que se gastó 1.100 millones en un año. Nada más lejos de la realidad. Ese pico es el resultado de poner las cuentas en negro sobre blanco. Y a partir del pico comienza el recorte de gastos.

Por si ustedes no lo saben, la deuda de las administraciones públicas tiene unos máximos legales. Los fija la Ley de Haciendas Locales mediante un porcentaje del presupuesto de cada municipio o comunidad. Durante sus años de Presidente de la Comunidad de Madrid, Gallardón burló ese máximo, por el procedimiento de mantener una cuenta paralela aparte, la de la empresa Mintra, que gestionaba la ampliación de la red de Metro. Ese truco de la doble contabilidad, por cierto, fue inventado por los alemanes, que ya saben que son tan sinvergüenzas como los demás. Pero Bruselas no lo acepta y no admitió las cuentas separadas de Gallardón, ni en la Comunidad, ni después en el Ayuntamiento (aquí con el agravante de que ya no podía aducir desconocimiento de la norma). Así que, en los años de los trucos contables y la contención aparente del gasto, se vio obligado a sumar la deuda de Madrid Calle 30, con la total del Ayuntamiento. Eso significaba vulnerar los máximos legales.

La Ley de Haciendas Locales prevé un mecanismo para estos casos de incumplimiento. El Ayuntamiento manirroto ha de elaborar un Plan de Convergencia y, tras su aprobación por el Estado, aplicarlo a rajatabla. En caso contrario es tachado de moroso y deja de tener ayudas estatales. Se vuelve prácticamente insolvente. El equipo de Gallardón elaboró su Plan de Convergencia y lo presentó al Estado, que lo aprobó. Y, ya desde su primer año de aplicación, lo incumplió de forma flagrante, porque siguió gastando de más. Eso es lo que motivó que Gallardón acudiera en persona a la Moncloa a pedirle a Zapatero que le diera más crédito. ZP le dijo que naranjas, que cumpliera la ley y su propio plan de convergencia. Y fue ahí cuando compareció ante los medios en el propio jardín de la Moncloa mostrando por primera vez su puchero de despecho, ese que tendría que rescatar años más tarde, cuando se retiró de la política.

La señora Botella se aplicó a recortar la deuda con la determinación de un ama de casa con poca liquidez. Recortó aquí, rebajó allá, se fajó con los bancos y los poderes económicos. Sisó en temas como la limpieza, el asfaltado de las calles, los servicios sociales. Y vendió pisos de la EMV a fondos buitres, con sus inquilinos dentro. Y malvendió edificios municipales con bicho (como nosotros, los rehenes del Campo de las Naciones). No son conductas muy plausibles. Pero lo cierto es que recortó la deuda de manera efectiva y hemos de reconocerle el mérito. Gracias al buen hacer de esta señora, tan denostada por el público, la señora Carmena se ha encontrado las arcas de la ciudad razonablemente saneadas. No tengo información de primera mano, pero me huelo que la Comunidad de Madrid tiene en estos momentos una situación financiera mucho peor, dado que tanto Esperanza, como su sucesor el del ático en Marbella, han pasado de recortar gastos en los años recientes.

Y colorín colorado. Que disfruten ustedes de un fin de semana ciertamente fastuoso. Les repito una consecuencia obvia: no se crean nada de lo que leen. Nada es lo que parece. Ya lo dijo Campoamor hace mucho tiempo: nada es verdad, todo es mentira, etcétera. Y estamos en la era de la manipulación informativa a gran escala. Lo malo no es lo que publican los medios. Lo malo es lo que nos meten dentro de la mente, para que nos creamos lo que no es. Piénsenlo.  
  

No hay comentarios:

Publicar un comentario