sábado, 17 de octubre de 2015

438. Hamburgo III y de cómo usar correctamente el excusado

Bien, les he contado el comienzo de mi viaje a Hamburgo y la primera de las entrevistas en la que tanto Werner como Joachim se hicieron un poco a un lado y yo tuve que asumir el protagonismo, ayudado por el hecho de que el ministro hablaba un portugués brasileiro bastante fácil de entender. Tengo que decir que esa entrevista fue una excepción en la tónica general. Y que, en las demás, el que tuvo que hacerse a un lado fui yo, hasta el punto de sentirme en algunos momentos casi un estorbo o un convidado de piedra. ¿Por qué? Pues por algo que tal vez ustedes ya hayan oído: eso de que todos los alemanes se manejan bien en inglés es un mito.

No sé cómo será con la gente joven, pero yo me he entrevistado en esos dos días frenéticos con una serie de gente entre 40 y 50, competentes, ejecutivos y brillantes. Bueno, pues la mayor parte de ellos sólo hablaba alemán. Y aquí un servidor dependía de los incisos que amablemente hacían Werner y Joachim para traducirme al español e inglés, respectivamente, lo más interesante de lo que se estaba hablando. Así que ya lo saben. Los que hablan un inglés perfecto son holandeses, daneses, suecos y noruegos. Los alemanes ni-rosken-you, pero ni en inglés, ni en francés, ni en español. No voy a hacer un relato detallado de todas las entrevistas, sino que voy a contar algunas de las cosas que he aprendido en este viaje.

La ciudad de Hamburgo tiene cerca de dos millones de habitantes y su población está creciendo, en primer lugar, por la inmigración desde la antigua Alemania Oriental. Ya les dije, cuando anduve por Leipzig, Dresde, etc. que las dos Alemanias seguían siendo territorios muy diferentes. Piensen, por ejemplo, en la antaño poderosa ciudad de Rostock, en la Pomerania occidental, antigua ciudad hanseática y puerto de primer nivel, donde Hitler construía buena parte de su armamento y su flota naval. Más adelante, funcionó como el primer puerto de la Alemania del Este (tal vez recuerden la escena final de Cortina Rasgada de Hitchcock, en la que Paul Newman y Julie Andrews, perseguidos por toda la policía comunista, embarcan camuflados en las grandes cestas del vestuario de una compañía de teatro).

En el momento de la reunificación alemana, en Rostock había una industria naval centralizada totalmente obsoleta e ineficiente, que hubo de ser desmantelada. El Estado Federal se volcó en ayudar a Rostock, como con las otras ciudades del Este. Potentes marcas como BMW radicaron allí nuevas factorías de su cadena de fabricación. Pero estas cosas funcionan a largo plazo. Más de 25 años después, lo cierto es que en Rostock hay paro y que la ciudad sobrevive gracias a las subvenciones federales. Es lo mismo que me contaron de Erfurt. En las otras ciudades del Este que conozco, más o menos van tirando: Berlín, por supuesto, pero también Dresde con el turismo y Leipzig con la Universidad. Weimar es realmente un pueblo pequeño, autosuficiente y feliz, como El Escorial. Invertir la dinámica de Rostock costará todavía un tiempo. Y ya saben que, en estas situaciones, la gente joven no tiene paciencia. No les vale que les digan que su sociedad va a ser muy próspera en 20 años o en 10. Ellos quieren vivir bien ya. Right now. Y ¿qué es lo que hacen? Respuesta: emigrar. ¿A dónde? Respuesta: a Hamburgo.

La población de Hamburgo crece no sólo por eso. También por los estudiantes que acuden a sus prestigiosas universidades en expansión, aunque la vida en esta ciudad es de las más caras de Alemania. Muchos de los que vienen a estudiar, se quedan aquí, porque encuentran un trabajo o una novia. Y, además de ese crecimiento neto, cada vez hay más hogares unipersonales, como en todo occidente. Las necesidades derivadas de la proyección de los datos de población, se han evaluado en unas 6.000 nuevas viviendas anuales. En estos últimos años, no se ha pasado de 3.500, pero intentan progresar, con una planificación estratégica que prevé la densificación de áreas centrales (es una ciudad con mucho suelo libre) y con nuevos barrios. En concreto, la ciudad crece al Este y al sur. El crecimiento del sur ha supuesto saltar al otro lado del río Elba. Para apoyar el nuevo Hamburgo allende el río, se han situado allí diversas dependencias administrativas, como la Consejería de Urbanismo donde está el despacho de Mathias Kock.

Al salir de esta primera entrevista, Joachim quiso que diéramos una vuelta por los nuevos desarrollos, básicamente de vivienda libre. El frío era helador, pero el Tigre Bueno estaba eufórico, había conectado muy bien conmigo, a Werner ya lo conocía de junio y estaba confirmando que lo de organizarnos esta visita y venirse incluso a nuestro hotel, había sido una buena idea. Además, este hombre no parece tener frío. Con su traje impecable y una pequeña bufanda, insistía en ir aun más allá. Yo, con mi abrigo, estaba helado y Werner tiritaba visiblemente. Lo cierto es que los nuevos bloques eran preciosos, como el resultado de un concurso de arquitectura de primer nivel. Tengo algunas fotos que subiré al blog en algún momento. El problema es que las tomé con mi cámara y últimamente he tenido problemas con la publicación de mis propias fotos, por el asunto de la URL. Menos mal que el amigo Alfred está al quite y me avisa de cuando las imágenes no se ven. Abajo sigo con este tema.

Por continuar con el relato cronológico, desde allí cogimos otra vez el Mercedes y nos dirigimos a uno de los mejores restaurantes de Hamburgo: el Tarantella, ejemplo de cocina interétnica, mezcla de elementos italianos, indios, japoneses y autóctonos. Teníamos allí una cena de trabajo con el señor Andreas Breitner, en su doble condición de sucesor de Joachim en la presidencia de la Federación de Cooperativas y antecesor de Mathias Kock en la Consejería de Urbanismo, que dejó en julio para hacerse cargo de la primera. Breitner, joven ejecutivo impecable en su traje gris, dijo de entrada que no se arreglaba bien en inglés y que tendríamos que hablar en alemán. La cita era a las 6 en punto, como certeramente me había anticipado el gran Ricardo en el avión. Werner empezó traduciéndomelo todo, siguió con resúmenes y terminó por dejar de traducir. Así que me dediqué a degustar una excelente comida, sensación acentuada por el hecho de que estaba en ayunas desde por la mañana. Y pagada por la Federación de Cooperativas y Empresas Públicas de Vivienda del Norte de Alemania. Nada menos.

Joachim controlaba el cotarro con autoridad y soltura, igual que sucedería en los encuentros del día siguiente. Ahora ya me conocía y sabía que podía contar conmigo. Además, tuve la impresión de que en todas partes lo recibían como a una celebridad, que le hacían reverencias a su paso. Eso no había sucedido con el ministro, a quien no conocía. Tras haber salvado ese primer escollo, Joachim estaba relajado y feliz. Al final de la cena, manifestó su deseo de fumar uno de los puritos pequeños que llevaba en una cajetilla. Se sumaron a su invitación Werner y el quinto comensal del que no les he hablado y que llegó a media cena. Se trataba del director financiero de la Federación. Andreas se marchó después de pagar la cena y yo acompañé a los tres fumadores al exterior del restaurante, mientras alimentaban su vicio en la noche, en medio de un frío que ya excede de mi capacidad de descripción.

A propósito, aprendí una cosa importante en la cena. En Alemania, cualquier grupo de ciudadanos que tenga la capacidad económica y la voluntad de montar una cooperativa de vivienda (por ejemplo, unos amigos que quieran vivir juntos), puede hacerlo, ajustándose a la legislación de aplicación. Entre las normas que ha de cumplir está la obligación de integrarse en una de las 15 federaciones que hay en el país, normalmente la que le corresponda geográficamente. ¿Por qué? Pues por una cuestión clave: estas federaciones están también obligadas por ley a tener un director financiero, que es independiente, funciona como una especie de interventor y cuida de que los jefes de cada cooperativa no se lleven el dinero a dos manos, como sucedió en España con el señor Carlos Sotos, que en los 80 intentó montar una cooperativa de modelo alemán (la PSV), vinculada a la UGT.

El director financiero de la VNW, por cierto, hablaba perfectamente inglés, así que en cuanto se largó su presidente, pasamos de manera natural a ese idioma. Eso me permitió integrarme en la conversación que se mantuvo entre nosotros a temperatura cercana a los cero grados en el exterior del restaurante Tarantella, uno de los mejores de Hamburgo. Después, cogimos el Mercedes y nos fuimos al hotel a tomar posesión de las tres habitaciones. Pero teníamos que celebrar que estaba saliendo todo de puta madre. Así que los tres soñadores, tras descansar 10 minutos, salimos a disfrutar de la noche hamburguesa. Tomamos un taxi al centro y nos dimos una vuelta por los barrios cercanos a la orilla sur del lago Binnen Alster, lo que yo llamé la milla de oro en mis post del año pasado. Ya nos habíamos abrigado debidamente los tres.

Terminamos en un chiringuito al lado del lago, en una terraza al aire libre, protegidos por estufas de esas que te calientan el cocoroto, con sendos gin-tonics. Habíamos hablado largamente de todas las líneas que íbamos a abrir para el entendimiento entre nuestras ciudades respectivas a partir de este viaje de confraternización. Así que levanté mi copa y brindé: por que se cumplan nuestros sueños. Joachim levantó la suya y dijo: el mío ya se ha cumplido; para mí es un sueño estar aquí con ustedes dos. En fin, ya ven que, diga lo que diga de este señor, siempre me quedaré corto en los halagos. Volvimos en otro taxi, nos acostamos cerca de la una y nos citamos a las 8 en punto para desayunar y seguir nuestras actividades. El día siguiente fue bastante similar y lo resumiré en el siguiente post, con algunas de las fotos que tomé en el viaje. Y aquí enlazo con lo anterior. Como me jode mucho que no se vean las fotos que subo al blog, he intentado evitar que eso suceda, cambiando el mecanismo de subida. Y voy a hacer un test, con la foto que les pongo abajo, la primera del nuevo sistema. Así que, querido Alfred, hazme el favor de decirme si se ve normalmente, o no se ve ni hostia (ya sabes que no hay situaciones intermedias). Si esto funciona, creo que ya no volverá a fallar.

La foto tiene relación con un asunto completamente distinto. Ya saben que una de las diferencias entre hombres y mujeres es la manera de mear, o más bien, la postura en que unos y otras utilizan para ello el inodoro (o, como gusta de llamarlo el amigo Groucho, el excusado). Los tíos solemos mear de pié y ponemos todo perdido. Yo suelo ser cuidadoso pero, desde que mi hijo vive conmigo, el excusado de mi casa está siempre hecho una porquería. Los alemanes, tan innovadores y prácticos para estas cosas, utilizan con frecuencia aseos unisex. En uno de ellos encontré este cartel, y no pude evitar hacerle una foto. En fin, si los muñequitos de algunos semáforos tienen sombrero, estos están dotados de su correspondiente pito y una línea de puntos que señala el pis (no sé si alcanzan a verla).

Sean felices. Y a ver si aprenden de una vez a mear correctamente, coño, no me sean cochinos.





1 comentario:

  1. Mi querido Emilio, en esto de la meada siento diferir profundamente en el sistema alemán. No podemos ni debemos desaprovechar esa gran ventaja que nos dio la madre naturaleza al género masculino que es el de poder miccionar de pie y no contaminarnos con la infinitas miasmas que pululan por un retrete. De hecho ya existen en el mercado multitud de artilugios que permiten a las señoras orinar erguidas.( https://www.belelu.com/2014/08/4-dispositivos-que-permiten-a-las-mujeres-orinar-de-pie/).
    Por mi parte, además, no logro orinar bien ni cómodo sentado, puede que sea la próstata o algo menos grave pero el caso es que no me place.
    Mi hijo Víctor, que vive en Colonia, sabe mucho de esto y lo aplica al pie de la letra: En Alemania mea sentado y aquí en casa mea de pie.
    Como siempre recibe un abrazo fuerte y forza Dépor.

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