martes, 23 de septiembre de 2014

287. La foto de Sofía

Esta es la primera semana que viven como octogenarias dos personas a las que adoro por diferentes motivos. Sofía Loren cumplió 80 años el sábado. Leonard Cohen, el domingo. Ambos conservan estupendamente los valores que los llevaron a la fama: la belleza y la poesía. Estamos ante dos estupendos octogenarios. Cuando yo cumplí los 60, lo celebré con una fiesta en el Honky Tonk (dónde si no) a la que invité a buena parte de mis amigos. En la invitación que les mandé, escribí un pequeño texto donde explicaba que estaba celebrando cuatro cambios: el de año, el de década, el de Edad (de la Segunda a la Tercera) y por último el de sufijo.

Efectivamente, no hay nada que defina mejor el paso del tiempo que los sufijos que hacen referencia a la edad. El primero es añero. Quinceañero, veinteañero, treintañero, son apelativos que sugieren ligereza, agilidad, alegría, flexibilidad, inconsciencia. A partir de los cuarenta, el sufijo se cambia por el aumentativo on. Cuarentón y cincuentón son vocablos que definen a un tipo pesadote, poco ágil, asentado, conservador, tirando a coñazo. Y, a los sesenta, uno ingresa en el reino del tercer sufijo: genario. Sexagenario, septuagenario, octogenario, son adjetivos que remiten a un sujeto próximo a la categoría de los animales antediluvianos, lleno de ruidos y con los engranajes algo oxidados, como los coches viejos.

Sofía y Leonard no han cambiado de sufijo esta vez, pero han entrado en una década decisiva, y me apetece hacerles un pequeño homenaje, así que le dedicaré un post a cada uno. No voy a contar aquí su vida y milagros, eso requeriría más de dos folios. Además, sus historias respectivas las tienen en la Wikipedia. Sólo tienen que entrar y consultarlas. Por mi parte, me parece suficiente centrar mis textos en un pequeño detalle en cada caso, como punto de partida para hacer algunas reflexiones al respecto. En el caso de Sofía, ese detalle es la foto que les pongo aquí abajo.



Impresionante, ¿verdad? La rubia que la acompaña es Jayne Mansfield actriz bastante limitada, aunque de físico exuberante, como puede comprobarse en la imagen. La foto está tomada en un restaurante de Beverly Hills, al comienzo de una cena de artistas de Hollywood en abril de 1957. En ese momento, Loren era ya una actriz consagrada en pleno esplendor; de hecho, la cena era en su honor. Mansfield, en cambio, empezaba su carrera y era prácticamente una desconocida, que posiblemente se autoinvitó al sarao. Esta foto la ayudó a darse a conocer y a pillar algún contrato. Por lo demás, se trata de una de las fotos de estrellas del cine sobre las que más se ha escrito.

Durante años, los foros en que se comentaba esta imagen aparecían llenos de comentarios machistas, como  cualquiera podría imaginarse. La más famosa de las maggiorate italianas encontró la horma de su sujetador en América. La morena atónita: la rubia las tiene aun más grandes. La cena la pagaron a escote. Dobles ganan. Los chistes previsibles. Un ingenioso llegó a bautizar la foto como La Batalla de las Ardenas. Supongo que no ignoran que en Vallecas hay un parque cuyo nombre oficial es Parque del Cerro del Tío Pío, pero todos los vecinos lo conocen como Parque de las Tetas, por la forma de sus montículos. También se han desarrollado aproximaciones menos chuscas, como ESTE divertido análisis gestual, ilustrado con una serie de imitaciones de la escena representadas por parejas de famosas, a las que pueden intentar identificar. 

La cosa sube de nivel cuando Javier Marías reproduce esta foto en el tercer tomo de su novela interminable Tu nombre mañana, el subtitulado Veneno y sombra y adiós. Tal vez fue un intento de divertir un poquito al lector, tan paciente e incondicional del autor como para llegar hasta el tercer tomo (he de confesar que yo lo dejé a la mitad del primero, después de que la fiesta que arranca en la página 1, no hubiera terminado todavía, y eso que soy ferviente admirador de este extraordinario escritor de mi quinta). Digo lo del intento de divertir, porque la conversación que surge en torno a la foto de marras (durante la misma fiesta que, al parecer, no se ha terminado todavía), se centra en la muerte en accidente de la desgraciada Mansfield, en 1967, después de una carrera penosa como actriz. Los contertulios se embarcan en una digresión sobre si las circunstancias de la muerte de una persona pueden llegar a invertir retrospectivamente la valoración sobre la vida del difunto.

Sin llegar a estas honduras, Lorenzo Silva, otro escritor al que admiro, escribió en 2008 una reflexión sobre esta foto, que pueden consultar AQUÍ. Tal vez por un afán típicamente literario de llevar la contraria, Silva se pone plenamente de parte de Mansfield, a la que al parecer adora (él sabrá por qué) y pone a Loren de envidiosa, estrecha, pacata, acomplejada, rencorosa y cuarenta epítetos infamantes más. No comparto en absoluto esta valoración, y me temo que ni siquiera el propio Lorenzo Silva la comparte del todo: sólo pretende llamar la atención del lector haciendo el ejercicio literario de defender algo indefendible.

Que Sofía Loren no ha sido nunca pacata y estrecha es algo proverbial. En el momento de la foto de arriba, acababa de casarse en México con Carlo Ponti, convirtiéndolo en bígamo, por cuanto tenía esposa e hijos en Italia, donde estaba prohibido el divorcio y la bigamia era delito, y adonde no pudieron volver hasta que la cosa fue legalizable. En estas otras fotos pueden ver con que orgullo y naturalidad enseñaba esta señora la anatomía que le había dado para comer desde que descubrió que podía vivir del asunto.




Lejos de los excesos de Marías y Silva, la foto tiene una explicación sencilla, a la que ayudan las otras fotos que se tomaron esa noche y que vemos abajo. Sofía Loren está en 1957 en pleno éxito (ese año rodó cuatro películas), y los magnates de Hollywood organizan una cena en su honor. Y de pronto se cuela una buscona que viene a darse a conocer. De Jayne Mansfield se cuenta que era una maestra en caída de tirantes de sus escotados vestidos, así como al descuido, pero asegurándose primero de que había fotógrafos en el entorno, para que el momento quedara inmortalizado. Se dice que en la cena de la que hablamos entró dos veces, porque en la primera no había paparazzi.










































Como vemos en la secuencia, Loren la recibe y la saluda amablemente, incluso le ríe las gracias a carcajadas, aunque los testigos dicen que por lo bajo hablaba en italiano con sus amigos preguntándoles quién era esa atrevida. Al final no le queda más remedio que invitar a la otra a sentarse a su lado, que es lo que la rubia quería desde el primer momento. Y entonces, Sofía tiene por primera vez una perspectiva adecuada del busto de su competidora y no puede reprimir el asombro ante el panorama. En ese momento entiende el revuelo que se ha montado en torno a una chica desconocida a la que nadie esperaba y por qué los varones llevan un rato sin quitarle ojo. Por cierto, el aspecto de los varones que aparecen en esta secuencia, podría merecer un post exclusivo.

Cuando yo era joven en La Coruña, las dos actrices que nos volvían locos y poblaban nuestros sueños húmedos de adolescentes, eran Brigitte Bardot y Sofía Loren. Siempre tuve predilección por la segunda. Brigitte me parecía una chica frívola, divertida y superficial, con la que era posible pasar una tarde fastuosa. La intensidad de la mirada de Sofía Loren pronosticaba en cambio un rango de placeres mucho más complejos, intensos y duraderos. Con ochenta años, no ha perdido un ápice esa cualidad. Vean como estaba este mismo año cuando recibió el homenaje de todo el mundillo del cine en el Festival de Cannes.

No me digan que han visto alguna vez una octogenaria tan guapa. ¿Qué? ¿Que la cara tiene no se cuantas capas de alicatado? Pero mira que sois ustedes envidiosas. Bueeeeeeeno, pues aquí abajo les pongo su actual cara con muy poquito maquillaje. A mí también me gusta. Soy muy tenaz en mis filias (no tanto en las fobias). Sean felices.




4 comentarios:

  1. Tropiezo por casualidad con esta entrada, por la que te felicito. Una simple aclaración: en el enlace al que remites, sólo soy responsable del texto sobre Sofía Loren, el otro lo hizo otra persona, ahora no recuerdo quién, era una serie en la que dos escritores escribían sobre dos personajes reunidos en una foto, pero se ve que en la versión web omitieron el nombre de la otra persona.

    Lo aclaro por responder sólo de mis delitos, que ya son unos cuantos.

    Abrazos
    Lorenzo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Querido Lorenzo: ¡¡qué sorpresa!! Lo último que esperaba es que entrara por aquí alguien de tu talla, y con un comentario tan cariñoso. Si has echado un vistazo al blog, verás que se trata de un foro modesto, pequeño. Me siguen de manera constante unas 40 personas, creo. A veces alguno de los textos les hace especial gracia y lo pasan a otros, lo que lleva a cifras de 100 o 200 visitas. Esa conciencia de la insignificancia y la invisibilidad me hace escribir con absoluta libertad.
      Si te cuento esto es para asegurarte que, cuando digo que eres un escritor al que admiro, no es por hacerte la pelota, sino porque es cierto. He leído varias de las entregas de Bevilacqua y Chamorro y sigo tus artículos de El Mundo, a los que he puesto enlaces varias veces. Incluso creo haber escrito en alguna ocasión que abro El Mundo exclusivamente por tus artículos y los de Lucía Méndez (en los últimos tiempos tengo que añadir al entrañable Enric González).
      Respecto a tu comentario, ahora entiendo el viejo artículo completamente. Creo recordar que formaba parte de una especie de serie del yin y el yang, en la que se defendían siempre opiniones contrapuestas. Lo que pasa es que creí que las habías escrito tú las dos, como una especie de ejercicio o juego literario para el que te considero sobradamente capacitado. De ahí mis comentarios, que espero no te hayan molestado.
      En fin, tu aparición prestigia este blog, al que eres bien venido y en el que puedes entrar cuando quieras para comentar o hacerme las críticas que estimes oportunas y que escucharé con la atención merecida.
      Un fuerte abrazo

      Eliminar
  2. Emilio, para ser "bastante limitada", Jayne Mansfeld hablaba correctamente cinco idiomas y tenía un cociente intelectual por encima de la genialidad: 163. Además tuvo cinco hijos, detalle que también podría provocar la envidia de la hermosísima italiana. Que sí, que está tan guapa a sus "cuatro veces veinte", como dicen los franceses, que podríamos cambiar el sufijo -genario, tan venerable, por el más risueño -ero. Sofía es una bella ochentera. A mí también me gusta mucho Lorenzo Silva y su Bevilacqua me arrebata.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Querida amiga, repasa el texto y verás que nunca dije que Jayne Mansfield fuera una mujer limitada, sino una actriz limitada, algo que resulta evidente viendo cualquiera de sus películas. Ella, seguramente quería seguir la estela de Marilyn, algo que nunca consiguió. Fue una mujer con muy mala suerte, como otras de las que hemos hablado por aquí recientemente.
      Sofía me sigue pareciendo una mujer admirable. Hoy aparece en la prensa Brigitte, que cumple también los 80 en una semana. En este caso, ni la apariencia física, ni la claridad mental parecen haber resistido el paso de los años.
      Bevilacqua es ciertamente arrebatador, aunque yo me veo a menudo más cerca de los puntos de vista más terrenales de Virginia Chamorro.

      Eliminar