miércoles, 23 de abril de 2014

248. Lunes de Pascua

Día extraño para mí, este Lunes de Pascua, laborable en Madrid, festivo en otros lugares, como Cataluña o Francia. Esto de las fiestas a la carta es un verdadero cachondeo, en unos sitios es fiesta el Jueves Santo, en otros el Lunes de Pascua y en otros los dos, y así no hay quien se aclare. Por cosas como esta, mi anciana tía Lola se acababa haciendo un lío con el refrán ese de “Tres jueves hay en el año, que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christie y el día de la Ascensión”. Ella, que era muy refranera, se daba importancia, tomaba aire, levantaba el dedo índice, se perfilaba y arrancaba: “Tres jueves hay en el año, que relucen más que el sol: Jueves Santo, Viernes Santo…” Ahí se quedaba atascada, porque intuía que algo iba mal, lapsus que aprovechábamos sus sobrinos-nietos para rematar: “¡¡Y Domingo de Resurrección!!” Permanecía entonces un rato pensativa, antes de susurrar: “Pues así será…”

El caso es que, después de unos días de no tener que venir a la cárcel esta en la que nos desenvolvemos (eso sí, en régimen abierto, o sea, con pase pernocta), pues como que venía yo un poco descolocado, más que la mayoría de los lunes, sensación acentuada por el hecho de que tampoco había colegios y el tiempo era desapacible, lo que hacía que tampoco esta vez hubiera nadie fumando en la puerta. Subí a mi despacho-o-lo-que-sea y me apresuré a saludar a unos cuantos colegas, no fuera que, desventurado de mí, me hubiera convertido otra vez en muerto viviente (si no saben de qué hablo, pinchen aquí). Como suele suceder cuando uno está unos días sin aparecer por el trabajo, había un inesperado montoncito de asuntos a resolver con prisa, que no podían dejarse para los días venideros. Así que no tuve un rato de descanso hasta cerca de las dos de la tarde.

Lo primero que hice entonces fue consultar el estado de la prima de riesgo. Ya sé que pensarán que soy un ansioso, pero yo lo miro todos los días (pinchando aquí, tal como me lo enseñó el bueno de Lisardo, hará ya como año y medio), y no respiro tranquilo hasta comprobar que no se ha vuelto a disparar, lo que requeriría una nueva intervención del señor Draghi diciendo alguna obviedad, o tirándose unas cuantas bufas para estabilizar la situación. ¡Ah! ¿Que tampoco saben de que les hablo ahora? Pues muy fácil: no tienen más que pinchar acáacullá. En la página de Infobolsa, las cifras que aparecen sobre los mapitas de cada país de Europa, se actualizan continuamente, durante el tiempo en que los mercados permanecen abiertos. Pero este lunes estaban estancadas en el día 17, Jueves Santo. Horror, otra situación atípica. Volví a saludar a unos cuantos compañeros porque, desde que tuve la terrible experiencia de convertirme temporalmente en ectoplasma, cada vez que constato alguna anomalía en mis rutinas, salgo del cubículo y le pregunto a dos o tres si se encuentran bien, si han dormido lo necesario, si sus hijos progresan adecuadamente. Deben de pensar que me estoy volviendo majareta.

La página de Infobolsa estaba out of office, pero me tranquilicé pensando que seguramente estará gestionada desde Barcelona, así que procedí entonces a colgar mi nuevo post, en el que me choteaba de la supuesta salida de la crisis que nadie nota. Lo había ido escribiendo sin prisas a lo largo de los días de asueto de la Semana Santa, y lo podía haber subido antes, pero lo cierto es que, cada vez que miraba la estadística de visitas al blog, me desanimaba mucho y les imaginaba a todos ustedes desfilando con el capirote del Ku-Klux-Klan bien calado y un cirio encendido de tamaño natural, mientras una gitana con peineta proclamaba desde un balcón su saeta desgarrada, para que no olvidemos que, aunque ya semos europeos, ésta sigue siendo la tierra del ¡vivan las caenas!, la inquisición, la miseria y el atraso secular. Comprendo que a veces hay que cumplir con la familia y regresar por unos días a la España de Paco el Bajo y el Azarías, trabajo ya de por sí arduo, al que hay que sumar los atascos y las caravanas para ir y volver a la periferia. Como para esperar que, encima, se acordasen de entrar en mi blog.

Entre pitos y flautas, me fui de la ofi bastante tarde y, mientras aparcaba el Toyota en mi plaza de residente, recordé que tenía la nevera vacía (modelo Erasmus, según dicen mis hijos) tras cuatro días sin hacer la compra. Mi solución habitual para estas eventualidades: El Brillante. Mi amigo Álvarez estaba, como siempre, al frente de la barra de arriba, vacía de clientes excepto por un tipo con sombrero calado, gafas negras y solapas de su abrigo subidas, que se sentaba en el taburete del fondo. Me pedí un pepito de ternera y una jarra de cerveza de las grandes y esperé. Le pregunté a Álvarez si había salido fuera en Semana Santa y me dijo que no. Que dónde iba a estar mejor que allí, sirviendo bocatas a los guiris.

Sus compañeros me han confesado más de una vez que no entienden por qué no se jubila de una vez (tiene un año más que yo). Pero él no quiere ni oír hablar de retiradas. Álvarez es El Brillante y El Brillante es Álvarez. Me estaba comiendo mi pepito, cuando entró un vendedor de lotería de esos que te meten el décimo delante de los ojos, en la idea de que, una vez que has visto el número, tienes que comprarlo, para que no se te enquiste en la memoria. Pero yo tengo listo mi mecanismo inhibidor, el mismo que uso ante la publicidad de la tele, así que el hombre pasó de largo y fue a darle la murga al tipo con aires de espía. Álvarez mostró cara de escepticismo, mientras limpiaba la barra con su sempiterna bayeta: “A mí, en todos los sorteos del año, me toca el reintegro –dijo. Como no juego…”

Terminada mi colación, pedí la cuenta y Álvarez se dirigió a la caja dándome la espalda. Tras unos movimientos inciertos, se volvió y dijo: “Está usted invitado”. Ante mi gesto de perplejidad, añadió: “El señor del fondo”. Insistí en pagar, pero Álvarez me confió: “Lleva un buen rato esperándole, y no es el primer día que viene”. Así que me acerqué al tipo del taburete del fondo, que mantenía su rostro semioculto. Se dio un cuarto de vuelta y seguí sin reconocerlo. Entonces, su boca marcó el inicio de una sonrisa estilo Clint Eastwood, y ahí si que lo reconocí, un segundo antes de que su boca se abriera para decir: “Qué pasa, don Emilio, que ya no conoce a los amigos de verdad…” Se lo creerán o no, pero allí estaba el gran Lisardo, más de un año después. Era la primera vez que lo veía vestido de calle, sin su uniforme de ordenanza.

Después de los abrazos de rigor, lo convidé a un café asiático, una especialidad de El Brillante, cuya receta pueden consultar pinchando aquí. Le dije que era un cabrón, que era él el que se había enfadado conmigo, que yo no había hecho por buscarlo para no importunarlo, pero que le había echado mucho de menos, como había confesado reiteradamente en el blog. Entonces empezó a regañarme a voces, como solía hacer, con Álvarez a la expectativa por si acaso. Según él, era yo el que había provocado la ruptura, después de desoír todos los consejos técnicos que me daba para el blog, especialmente lo de hacerme una cuenta de Twitter.

Con mucho énfasis proclamó: “Usted tiene una pluma de primera, don Emilio, si me hubiera hecho usted caso, habíamos salido en el Huffington Post y donde quisiéramos, hasta en El País”. Añadió que ya no me iba a insistir más en estos temas, que él había seguido mi blog todo el tiempo y también me echaba de menos y sabía que no íbamos a reencontrarnos hasta que uno de los dos diera el primer paso y, como él sabía que yo no lo iba a dar, porque soy un estirado de mierda, pues lo daba él y ya está, la amistad está por encima de estas minucias. Supongo que tiene su parte de razón. Por cierto, él sí que se ha jubilado y está feliz, porque no tenía ninguna gana de ver cómo se seguía deteriorando el Ayuntamiento. En fin, que me llevé una alegría enorme, que los signos inquietantes que había observado por la mañana, eran en realidad buenas vibraciones que me avisaban de otra resurrección, no la de Dios, sino la de mi personaje más añorado.

Estuvimos toda la tarde por ahí y sólo necesitó 5 minutos para incorporarle a mi blog las mejoras técnicas que yo no sabía añadir. Ustedes, que son tan agudos, ya se habrán dado cuenta de algunas. Ahora sé cómo poner links sin tener que escribir la dirección completa de la Web, sino indicando simplemente “aquí”. Ustedes colocan la flecha del ratón encima del aquí (que se pone azulito del gusto que le da), dan un click y al instante se conectan a la página indicada, que además se abre aparte, por lo que, al terminar de leerla, sólo tienen que cerrarla arriba para volver al post original. Es como mágico. Lisardo me organizó también un sistema de etiquetas por temas, que pueden ver a la derecha, debajo de mi perfil. De modo que, por ejemplo, si ustedes quieren repasar todos los posts relacionados con un tema (Nacionalismo, Rock, Pedos o cualquier otro), pinchan en la etiqueta y les salen todos.

Lisardo me puso sólo una condición para su valiosa ayuda. Que incluyera una etiqueta con su nombre, para enseñárselo a sus nietos. Le confesé que no me esperaba semejante petición, que no le tenía por un tipo tan coqueto. Su respuesta: “Usted no me conoce a mí en la calle”. Una vez aprendido el truco, me tiré media noche poniendo etiquetas. Así que ayer estaba hecho polvo, pero feliz. Comprobé que mi primer leit motiv eran los comentarios sobre las noticias del día, esas que informan de los recortes, la austeridad, la corrupción, los malos políticos y el fin del estado de bienestar en el que los más veteranos hemos vivido toda nuestra vida. Primero pensé en poner a estos posts la etiqueta Actualidad, pero vi que era un nombre inadecuado, porque los temas de hace más de un año, a lo mejor ya no están de actualidad. Así que cambié el nombre por el de La Situación. Todos sabemos a qué se refiere. Como en tiempos de Franco, cuando se decía El Movimiento, o El Partido, y todos sabíamos cuál era.

Que tengan buen día. Y estén atentos, para que no se los coma La Situación. Como dice Dylan: Empiecen a nadar, si no quieren hundirse como una piedra, que los tiempos están cambiando…
   

6 comentarios:

  1. Me estoy leyendo la vida de Juan Belmonte, de Chaves Nogales, que me parece buenísima. Por cierto, no hay ninguna etiqueta de "toros" o similar. Se ve que no te molan. También echo de menos "postureo", "troll" y "coches" o así.

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  2. La biografía de Belmonte, fue una especie de proto-best-seller en los tiempos de la República. Mi padre la tenía; era uno de sus libros de cabecera, junto con el Quijote. Nunca tuve curiosidad por leerla y, ahora, a saber dónde fue a parar ese incunable. He leído dos libros de Chaves, como ya he contado, "A sangre y fuego" (extraordinario) y "El maestro Juan Martínez, que estaba allí" (muy bueno y muy interesante). Tengo intención de recuperar la biografía de Belmonte, para hacerle un hueco en mi larga cola de lecturas pendientes.
    Los toros no me gustan especialmente, como espectáculo. Me resultan muy aburridos. Sí me interesa, en cambio, el mundo del toreo, tal como se explica en mi post #121, el único en el que trato el tema.
    Las etiquetas son una herramienta nueva para mí, que, supongo, iré perfeccionando con la práctica. Hay que ponerles un límite, porque no deben ser demasiadas. Y tienen que estar enfocadas a simplificar los movimientos de lector dentro del blog. Su único objetivo es de orden práctico. Agradezco tus sugerencias aunque, como es lógico, al final haré lo que me dé la gana.
    Me encanta que utilices la expresión "o así". Era algo muy habitual también entre la generación de mi padre. Terminando las frases de esa manera, se introducía un sutil elemento de coña soterrada, que ponía un poco en cuestión la supuesta seriedad del argumento anterior. La he rememorado en el título del post anterior, pero nadie me ha dicho nada al respecto. No sé si tú la has recordado al leerme, o bien la usas habitualmente. Ambas hipótesis remiten a un lector "de edad", disculpa la franqueza.
    Un abrazo, compañero.

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  3. Tú sigue llamando viejos a tus lectores, verás qué solito te vas a quedar.

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    1. Se lo llamo cariñosamente. Sin acritú. Si alguien se pica, eso querrá decir que "ajos come".

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  4. Eso de "La Situación" me suena mucho a una novela de Pérez Reverte (La Reina del Sur) cuando el Güero le dice a Teresa Mendoza: "...prepárate para cuando llegue La Situación..."
    Abrazo amigo.

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    1. Bueno, hace mucho que leí esa novela y no recuerdo si la terminé. De los tres Reverte que pululan por ahí, Arturito es el que peor me cae a nivel personal, aunque reconozco que escribe bien. Es una cuestión visceral, como me pasa con Rosa Díez y otros, y viene de sus tiempos de corresponsal en TVE. La Situación de Reverte era diferente de la mía. Era una situación puntual de emergencia que antes o después llegaría. La Situación de la que yo hablo es un contexto continuado, del que no conseguimos salir desde 2008.
      Abrazos.

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