miércoles, 9 de abril de 2014

244. A perfect weekend

Bueno, ha sido contarles mis aventuras ciclistas del viernes con una guapa rubia quebecoise y generarse una expectación desmedida acerca de cómo terminó la cosa, no sólo por parte de un comentarista cachondo que me vacila al respecto, sino de varios compañeros/ñeras del curro, que dicen descubrir una luz especial en mis ojos esta semana, que me ven inusualmente contento, de lo cual coligen que todo eso que digo de la primavera y la luz de la ciudad son en realidad simples metáforas de una especie de beatitud o plenitud interior, próxima al nirvana, en el que habría entrado tras mi encuentro con la señora Lemieux.

Desde luego, cuidao que sois ustedes cotillas y malpenzao’, joé, cagüen mis muertos. Está bien. Les cuento. La señora Lemieux trabaja en el Área de Cultura del Ayuntamiento de Québec. Lógicamente, su programa incluía El Matadero y otros centros, como La Tabacalera, un lugar alternativo ligado, digamos, a una especie de cultura okupa tolerada. Quería visitarlo por la tarde, después de comer, y yo me ofrecí a llevarla en coche hasta la puerta (a mí no se me ha perdido nada en la Tabacalera). Me dijo que no, que necesitaba caminar, y la entendí perfectamente: se había tomado dos copas de vino blanco helado con la comida, y eso le había inducido que se le viniera encima todo el cansancio del viaje transoceánico, la estancia en Granada y aquella larga mañana de actividades.

Así que buscamos en el Google Maps la ruta a pie a la Tabacalera y salimos a Legazpi. Allí le indiqué dónde arrancaba el Paseo de las Delicias y nos despedimos con un abrazo de colegas. Luego cogí el coche, me fui a casa y me eché una siesta merecida, tras cuatro horas de esforzarme en entender el francés quebecois cerrado de mi guapa interlocutora, que no paraba de hablar ni subida en la bicicleta. Necesitaba también la siesta para coger fuerzas para el weekend de verdad, que empezaba justo después y en el que me lo pasé muy bien y tuve momentos de especial felicidad y alegría, que no les voy a detallar aquí porque corresponden al nivel de intimidad que no se comenta en este foro público (momentos que son el motivo principal de que esté tan contento estos días, y no los que algunos de ustedes se maliciaban, so listos). Como ya he dicho otras veces, el que quiera cotilleos, que se compre el Hola.

Y, para colmo, como si no tuviera bastante con estas cosas, más el estirón del Deportivo hacia la primera división, más el subidón de la primavera y todo lo demás, ayer me entero de los resultados de las elecciones del estado de Québec y la victoria holgada de los partidos que defienden el federalismo, frente a los paletos separatistas que pretendían fragmentar el Canadá. Y no puedo dejar de pensar que, al menos la parte más inteligente y avanzada de nuestro mundo desigual, camina en la dirección correcta. A pesar de lo que está pasando en Ucrania. Los malpensados que siguen mi blog seguro que creen que es mucha casualidad que justo ahora salga este tema, pero les juro que yo no sabía nada de que el domingo hubiera elecciones en el Québec. Por lo que leo, los resultados han sorprendido a todo el mundo.
 
Este tema, y su relación con el llamado conflicto catalán, se merece un post exclusivo que dejo para otro día. Porque algunas de las cosas que he vivido en este bonito fin de semana de primavera, sí que se pueden contar, ya que son atribuibles al personaje protagonista del blog, ese que me esfuerzo en interpretar cada día. Ya saben, ese tipo inasequible a la vejez y al desánimo, que no se arredra ante ninguna dificultad, al que no le pasan putadas, ni se le mueren personas queridas, ni se lleva disgustos de ningún tipo. El sábado noche, por ejemplo, asistí a la presentación de la novela Todo lo que existe, que mi amiga Ángeles Sánchez ha logrado publicar y que desde aquí les recomiendo vivamente. Creo que no es un libro que se venda en todas las librerías; para hacerse con él hay que pedirlo a través del Círculo de Lectores, o por alguna página como ésta que les pongo a continuación y que incluye una reseña bastante precisa de la historia que se narra.

Conocí a Ángeles a través de su marido, mi colega Billy de la Calzada, arquitecto y bluesman de altura y todavía mejor persona, a quien está dedicada la novela. Es una dedicatoria escueta, desnuda, que no requiere otras explicaciones o detalles: uno abre el libro y en el centro de su primera hoja dice “A Billy de la Calzada”. Hace más de un año leí un borrador del texto. Y el otro día le compré cuatro ejemplares, uno para mí y tres para regalar dedicados a personas que creo que sabrán apreciarla. Que una colega haya conseguido el difícil anhelo de ver su primera obra larga en papel, es otro de los motivos por los que estoy tan contento.

Ángeles es una mujer dulce, cariñosa, maternal, próxima, siempre sonriente, y sorprende un montón empezar a leer su libro y encontrarse en medio de una trama angustiosa, descarnada, crispada, de mafiosos agresivos y violentos, de gente que se rige por la ley de la calle, y encima contada desde el punto de vista de un adolescente que intenta orientarse en ese medio difícil, un tipo con la confusión típica de esos años en que uno se ve de pronto encerrado en un cuerpo de adulto, urgido por unas hormonas que no dan tregua y teniendo que descubrir las claves de cómo moverse en el mundo de los mayores sin salir dañado. La autora logra con éxito meterse en la mente de ese personaje, con su típico lenguaje chulesco, de ribetes incluso machistas, en un esfuerzo creativo admirable.

Lo curioso es que Ángeles presentó el libro al concurso del Círculo de Lectores, donde fue seleccionado por el Jurado junto con otras dos novelas, que se colgaron en la Web del club, para que los socios las leyeran y votaran por la que les pareciese más merecedora del premio. No es por pasión de amigo, pero las otras dos novelas eran mucho peores. Sin embargo, el premio fue a caer a uno de esos bodrios, y mi amiga se llevó un disgusto grande. Yo también me enfadé mucho y el fallo me hizo replantearme la validez de estos concursos resueltos por el voto popular. Pero, unas semanas después, los del Jurado telefonearon a Ángeles. Le dijeron que no estaban de acuerdo con el veredicto popular, que no tenían duda de que su novela era la mejor, y que, por primera vez en la historia del premio y en contra de sus propias bases, iban a recomendar la edición de un finalista. A partir de aquí, todo fue sobre ruedas.

Así que no sé a qué esperan para hacerse con la novela. Es un relato con un comienzo demoledor, cuya tensión no cede hasta el final. Ya sé que no hacen demasiado caso de mis recomendaciones, pero yo soy tozudo y siempre les insisto. Por ejemplo, el otro día les hablé de la película El mundo es nuestro y seguro que aun no se la han comprado. Yo sí, el domingo en la FNAC, vale sólo 5€ y les repito que van a tener que verla al menos dos veces, porque en la primera las carcajadas propias y ajenas no les van a permitir entender completamente todos los diálogos. Yo sé lo que les puedo o no recomendar. Por ejemplo, el domingo fui al cine a ver una película cojonuda. Se llama Ida y es polaca. Es en versión original subtitulada, en blanco y negro y en un formato cuadrado bastante pequeño. Quien vaya a verla debe saber estas cosas.

Lo cierto es que, como dice Carlos Boyero, la historia que se narra no podría contarse en color y con una fotografía menos minimalista. La historia es tremenda, habla de dos mujeres, tía y sobrina, en los años sesenta, que se ven en la tesitura de investigar el pasado de su familia, para determinar por qué los jodieron como los jodieron. Eso lleva a una conclusión terrible: que algunos polacos aprovecharon la invasión nazi para delatar a sus vecinos judíos, bien por cobrarse viejas afrentas o por pequeñas desavenencias vecinales, o simplemente para quedarse con sus casas y sus tierras. Es un asunto universal. ¿O acaso creen que no pasó lo mismo en nuestra guerra civil? 

En fin, los demás autores de Blog se mueren de envidia, porque el mío es el mejor, y lo que no entiendo es por qué entran ustedes a otros foros. Me dicen que les han visto entrando en otros blogs y no puedo tolerarlo, la gente se va a reír en mi cara ¡¡¡NO PUEDEN HACER ESO!!! ¡¡¡YOU CAN’T DO THAT!!! ¿Que de qué va este último párrafo enloquecido? Pues seguro que más de uno ya lo ha identificado. Es una transposición de la letra que cantaba John Lennon en You can’t do that, extraordinaria canción incluida en el álbum A hard day’s night. Hoy se cumplen 50 años de su publicación. Y luego dice el amigo Groucho que si vamos velliños… Les dejo con esta melodía estimulante. ¡Ah! Y, por supuesto: ¡¡AUPA ALETI!!


4 comentarios:

  1. He sentido mucho no haber podido ir a la presentación de la novela de Ángeles. Lo tenía programado pero tuve que ir a Vigo por una cuestión familiar.
    Ángeles fue compañera mía en la Comunidad de Madrid y puedo afirmar, con todo conocimiento, que los adjetivos con los que describes su forma de ser se ajustan perfectamente a ella y aún te quedas corto. Lo mismo digo de nuestro amigo Billy.
    De la novela he leído el primer capítulo, que está abierto en internet y ya estoy con el gusanillo de seguir. Voy a comprarla, no sólo porque haya que comprar los libros que publican los amigos, tampoco por haberla recomendado tú, sino por la sensación que me dejó el capítulo que leí.

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    1. Pues ahí queda dicho. No te defraudará la continuación de la novela.

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  2. ¿Conque los cotillas "que se compren el Hola"? Los cotillas harán mucho mejor en leer el blog de cierto funcionario menguante, cuenta cotilleos muchísimo más sustanciosos...
    De acuerdo con tu apreciación sobre la novela de Ángeles, es excelente.

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    1. Desde luego que mis cotilleos son más divertidos que los del Hola, el problema es que no hay garantía de que sean ciertos, con lo que los cotillas sanos, como tú, querida amiga, se lo pasan pipa, mientras que los cotillas insanos no encuentran lo que les gustaría encontrar y acaban jodidos.
      En cuanto a "Todo lo que existe", pues voy a ver si encuentro hueco para releerla en condiciones. Yo creo que me va a gustar incluso más que la primera vez.

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