viernes, 5 de agosto de 2022

1.156. De soledades, amores y conjuntos disjuntos

Nada, que el calor no se va y es una mierda, con lo a gusto que me suelo quedar yo en Madrid en estos días, pero apenas se puede salir a la calle, salvo a primera hora y ya bien entrada la noche. Después de la intensidad de mis viajes de fin de semana a Cazorla, Ciudad Real y Jerez con el encuentro con Samantha Fish y la foto para la historia que tanto ha gustado a mis seguidores, pues he entrado ahora en un tiempo de tranquilidad, básicamente recluido en mi casa, con el aire acondicionado que procuro no poner hasta después de comer y dedicado a leer, tocar la guitarra y sobre todo enredar con el ordenador, que es mi principal pasatiempo, y que he echado de menos mucho en los días en que he debido llevarlo a reparar. Como les conté, tenía dificultades para encenderlo con el botón off/on y lo llevé la semana pasada al servicio donde me lo suelen reparar en la calle Atocha, pero me enteré de que el técnico que me lo ha arreglado otras veces estaba de vacaciones y se reincorporaba esta semana.

Así que esperé, y este lunes por la mañana lo llevé de nuevo y me quedé sin él dos días. No se imaginan cuánto lo he echado de menos. Sin él pierdo las principales posibilidades de entretenimiento, desde el samanthing, hasta los sudokus nivel experto, pasando por las películas de Netflix, los partidos de fútbol y el acceso a la prensa y al Facebook, cuya versión de móvil no me gusta nada. En fin, que me tuve que adaptar. El lunes acudí andando a mi clase de yoga como de costumbre, por la sombra y con cuidado, porque yo trato de seguir mi programa a pesar del calor asfixiante. Volví luego también caminando y comí en La Pitarra, aquí al lado de casa, uno de los pocos restaurantes que siguen abiertos estos días. El martes tuve mi clase de inglés on line, que seguí con el móvil, lo que es bastante incómodo. Luego tuve que hacer unos cuantos recados matutinos de los que no se cuentan en el blog y que me llevaron casi toda la mañana.

Como era tarde y estaba con el coche, decidí acercarme a comer al bar La Dehesa del Partenón, que regentan mis amigos Mon y Sonia, cerca de mi antiguo trabajo, donde solía comer con frecuencia cuando estaba activo y que ahora, finalmente, frecuento ya más que mi antigua oficina. Aparqué en el parque Juan Carlos I y caminé por el asfalto ardiente en dirección al bar. Mon estaba en la puerta y me vio venir de lejos. Inmediatamente entró corriendo en el bar. Cuando llegué, tenía puesta una selección de Spotify con Samantha Fish a todo volumen. Mon sigue mi blog y estaba al tanto de mis últimas aventuras, y de LA FOTO, que me hizo enseñar a todos los contertulios de ese momento, que son siempre los mismos que comen a horas tempranas y me conocen desde hace años. Hice una larga sobremesa, con un chupito de hierbas, invitación de la casa. No tenía prisa en volver, total no tenía ordenador y no les voy a volver a ver hasta septiembre

El miércoles tuve un día bastante completo. Empecé saliendo pronto a correr al Retiro, que por fortuna no estaba esta vez cerrado (ya le daremos leña a Almeida en otro post) y donde, por primera vez desde mi lesión de tobillo, hice el circuito largo de 6,5 kms. sin mayores problemas. Subí a casa y estaba desayunando cuando me llamó mi amiga y ex-compañera Cr. para ver si quería bajar a tomar un café con ella cerca de su oficina de Cibeles. Me duché a toda prisa y bajé, ya saben que no suelo rechazar ofertas como esa. Pasé un rato estupendo con mi amiga y me volví a casa. Mi intención era descansar un poco después de la carrera, pero me volvieron a llamar, esta vez para decirme que el computer estaba arreglado. Y tuve que bajar otra vez.

El software del ordenador está perfecto, pero lo que es la carcasa está mantenida con alfileres, desde que se me cayó al suelo en casa de mi hijo Lucas en Lille, y se descuadró de forma grave. El técnico me lo ha dejado otra vez como nuevo, pero me previno que lo trate con mucho cuidado, que no me lo lleve a la cama ni me lo ponga sobre las rodillas ni lo ande llevando todo el rato de acá para allá. Recomendaciones que, obviamente, no puedo seguir, así que la cosa llegará hasta donde pueda llegar, es un aparato que me compré antes de mi viaje a Birmania en enero de 2016, o sea que tiene cinco años y medio. En fin, comí algo que tenía ya preparado, me eché una siestecilla, pero entonces me llamó mi amiga colombiana Cl. Que si nos veíamos por la noche. Fuimos a cenar a La Llorería, el restaurante de mi amigo José Certucha, que sigue yendo como un tiro. Acompañé luego a mi amiga al metro de Alonso Martínez y volví caminando hasta mi casa a través de la noche tórrida.

No está mal para un día de agosto, puedo asegurarles que dormí luego como un lirón. Pero ahora quiero cortar esta especie de diario, para centrarme en un tema que no viene mal para reflexionar al respecto en estos días neutros de la canícula abrasada por el calor extremo. Me refiero a las ventajas e inconvenientes de la soledad, o su contrario, la pareja. Tema peliagudo. Durante los casi diez años que llevo escribiendo este blog con paciencia de jardinero, pueden creerme si les digo que he pasado por distintas situaciones en ese terreno, pero ya saben que soy un caballero y un dandy coruñés y, como tal, no me parece elegante comentar nada al respecto en el blog. Les reto a que busquen en los más de mil posts una sola referencia que les haya permitido saber si tenía o no pareja sentimental, o estaba tan solo como podía deducirse de algunas de las situaciones que iba relatando.

Llegados a este punto, agosto de 2022, puedo ya revelarles que, en este momento, estoy solo a todos los efectos. Esto sí se lo puedo contar, puesto que no afecta a la intimidad de nadie, nada más que a la mía propia que, con todo lo que cuento en el blog, ya ni intimidad se puede llamar. Es una situación bastante reciente, aunque ustedes puedan pensar lo contrario. Y, como todas, pues tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Lo cierto es que estoy encantado, mentiría si dijera lo contrario. Es una situación que me permite quedar a desayunar con una amiga y a cenar con otra, sin que nadie se sienta molesta o celosa. Y, por ejemplo, dudo que, en otro contexto, me hubiera podido plantear un viaje como el de Jerez: 615 kms de carretera de ida, un día en la ciudad para ver el concierto de Sam y otros 615 kms de carretera de vuelta. Ese es un plan típico de solitarios.

Por cierto, Samantha está de acuerdo conmigo: mucho mejor estar solo, según la canción Better be lonely incluida en su último disco. Sam le dice al chico con el que acaba de ligar que todo muy bien, pero que cada uno a su casa. Que es mucho mejor que esté solo y hambriento de su presencia, así lo pasarán mejor cuando ella venga a por su amor. Ella tiene la llave para encerrarlo, pero no lo quiere hacer, prefiere que sea libre y que ansíe que le venga a ver porque la eche mucho de menos. Es una canción de las más pegadizas del disco, puro rock and roll y les voy a poner un vídeo en directo, donde se puede captar lo bien que se lo monta Sam con la baterista Sarah Tomek. Aquí se ve que hasta comparten vestuario, deben de ser de la misma talla: Sarah lleva la blusa del precioso conjunto de Sam, que ella combina en cambio con una blusa gris transparente para enseñar exactamente lo que quiere enseñar. La batería de Sarah le aporta al grupo de Sam una solidez nueva y además son muy amigas porque son el mismo tipo de mujer. Disfruten del vídeo. Pantalla grande y volumen a tope, please.

Por cierto, Samantha anuncia en redes la publicación de un disco grabado en directo. El disco saldrá a la venta el día 18 de agosto y, por la lista de canciones, me suena que debe corresponder a una grabación anterior a la pandemia, cuando Sam se desempeñaba al frente de una big band que incluía una potente sección de metales. Con esa banda andaba por Europa cuando se desató el terror pandémico y tuvieron que interrumpir la gira y volar a toda prisa para encerrarse en sus casas. Como ya les he contado, estaban en Bélgica, se acercaron al aeropuerto de Ámsterdam y no había vuelos para todos. A Sam le ofrecieron un billete para irse ella sola, pero no quiso. Ella siguió con el grupo y no les quedó otra que volar a Moscú con todos los instrumentos y aparatos y hacer allí una escala de más de doce horas para poder enlazar con un vuelo a los USA.

Pero volvamos al tema de la soledad y la pareja. Como he dicho más arriba, yo estoy encantado con mi situación actual. Bien es cierto que, a veces, me despierto a media noche y echo la mano al costado, donde sólo encuentro el vacío y la ausencia clamorosa de un culo femenino en el que apoyarla. Pero me vuelvo a dormir, en la convicción de que no se puede tener todo en la vida. Pero ahora vamos a la pregunta del millón. ¿Tengo yo seriamente alguna posibilidad de encontrar una media naranja con la que establecer una relación más continuada que ese picoteo constante al que me dedico con gran disfrute? Pues honradamente, creo que no. Me temo que es algo ahora mismo imposible. Es más, es que se trata de una suma de imposibilidades paralelas, que en su conjunto componen una imposibilidad absoluta, intrínseca, esencial, ontológica.

En primer lugar, para que florezca una relación de ese tipo es necesario que haya una chispa y que esa chispa afecte a las dos partes. Y la realidad que yo observo a mi alrededor es que, por un lado, las mujeres que me gustan a mí, me ignoran completamente. No me prestan más atención que la que dedican a los semáforos, las farolas y el resto del mobiliario urbano. Y, de otra parte, las mujeres que, digamos, me hacen ojitos, no me gustan nada, me parecen unos carcamales, dicho esto sin ánimo de ofender a nadie. Yo estudié Álgebra de Conjuntos en primero de carrera en la Escuela de Arquitectura (ahora se estudia en el bachiller). Pues en el álgebra, uno aprende que los conjuntos de elementos, que suelen representarse por círculos, en ocasiones no tienen ningún punto de intersección, ni siquiera de tangencia. Son los llamados conjuntos disjuntos, es decir, conjuntos incompatibles sin ningún elemento en común. Bien, pues por lo que observo sobre las mujeres, me temo que forman dos conjuntos disjuntos: las que me ignoran y las que no me atraen.

¿Puede haber alguna elementa que sea común a ambos conjuntos? Pues hombre, dicen que impossible is nothing. La vida te da sorpresas y ya saben lo que cantaba Julio Iglesias: cuando el amor llega a ti de esa manera, uno no se da ni cuenta. Pero es que hay otras imposibilidades que se superponen a la primera. A ver si consigo explicarlo. Para mí no cabe duda de que la mujer es un ser social, que las mujeres forman grupos de mujeres que hablan por los codos y se lo cuentan todo. Los hombres somos mucho más siesos y escuetos. Me acuerdo, cuando mis hijos eran pequeños, que yo observaba que en el cole los niños y las niñas iban siempre en grupos separados (hablo, antes del florecimiento hormonal de la adolescencia). Yo les preguntaba por qué era así, por qué no aprovechaban las ventajas de la educación mixta, que tanto habíamos echado de menos los de mi generación. Y mi hijo Kike me explicó que es que las niñas cotorreaban todo el rato, se contaban todo y complicaban lo sencillo. Mientras que ellos a veces no necesitaban ni hablar para entenderse. No se puede explicar con más precisión

Bien, sentado esto, una mujer entra a una relación con un hombre de dos maneras: para constituir una pareja con un horizonte a medio/largo plazo, o bien para un polvo esporádico, que también las hay y yo puedo dar fe de ello. En el primer caso, la supuesta novia que yo podría echarme, tendría que contárselo enseguida a su círculo más inmediato, su madre, sus amigas, sus hermanas, sus primas. Y, naturalmente, tendría que presentarme a todas ellas. Y no hace falta ser muy agudo para captar lo que pasaría por la mente de todas: ¿de verdad te vas a liar con ese vejestorio? Tú debes de estar loca, hija. Y, en el caso segundo, es obvio que una mujer que quiera simplemente un revolcón, lo más normal es que se busque alguien modelo Brad Pitt. Yo creo que todo esto que estoy contando es simplemente ser realista.

En ese contexto, sólo alcanzo a imaginar un pequeño resquicio: una relación secreta, por algún motivo que no alcanzo a imaginar. Queda dicho, por si alguien se anima. Mientras tanto, yo me lo estoy pasando lo mejor que puedo, mi encuentro con Samantha Fish no lo cambio por nada y ahora estoy todavía en el relax posterior a ese mes de julio vertiginoso en que tanto me he movido. Ayer, por ejemplo, tuve ya mi clase de inglés con el ordenador arreglado y a mediodía subí al centro para la clase de yoga. Y se dio la circunstancia de que era el único alumno, cosas del agosto madrileño. Mi profesora, Elena, forma parte del primero de los conjuntos disjuntos que les he descrito: es una monada, pero no consigo hablar con ella de otra cosa que no sean sus indicaciones para mejorar mis posturas. De todas formas, es encantadora y una profesora excelente. Les voy a mostrar una imagen que ella suele utilizar como propaganda de la academia, aunque imagino que la recuerdan de su serie de videos En voz alta y pelo largo, que de momento no parece interesada en continuar.

¿Cómo dicen? No, no. Yo todavía no soy capaz de poner los pies de esa manera, soy un cuasi principiante. Lo dicho, que estoy de puta madre como estoy y no quiero más líos, aunque estoy abierto a lo que sea. Mi hijo Lucas, que por cierto vendrá a pasar conmigo la tercera semana de agosto, dice que ninguno de sus amigos y amigas tiene un padre que esté tan contento como yo. Lucas acaba de pasar quince días con su chica en Malawi, el sexto país más pobre del mundo en términos de PIB, muy similar a Madagascar, que es el quinto, por detrás de Burundi, Sudán del Sur, Somalia y Mozambique. En esa semana compararemos nuestras experiencias africanas. Son países en los que la gente está también muy contenta, siempre que no haya guerras, porque tienen otro concepto del tiempo, tema que analizaremos otro día.

Son el caso extremo de este mundo desigual e injusto en el que encima estamos en una situación muy peligrosa, entre Ucrania, Taiwan, la pandemia, la inflación, el cambio climático, la creciente polarización social y, por si fuera poco, la viruela del mono. Para encontrar una noticia positiva hay que mirar la prensa con un candil, como hacía Diógenes por las calles en busca de un hombre honrado. Pero yo uso un candil de ese tipo y la he encontrado en estos días nefastos: el resultado del referéndum en el estado de Kansas en el que el 60% de los votantes se ha pronunciado a favor de mantener la legislación del aborto intacta, a pesar de la campaña para su prohibición, propiciada por la decisión del Supremo.

Comprendo que es un tema difícil pero, para mí, prohibir el aborto es algo tan terrible como sería hacerlo obligatorio. Es lo mismo que con el divorcio. Las leyes progresistas en estas materias no obligan a nadie a divorciarse ni a abortar. Libertad, libertad, libertad, como dice Ayuso (sería bueno saber qué opina esta señora al respecto, aunque su forma de opinar de algo es esperar a que se pronuncie Pedro Sánchez, para a renglón seguido decir justo lo contrario). Libertad, pero con una regulación que piense en primer lugar en las afectadas y el mal trago que de cualquier forma han de pasar y que ofrezca soluciones para toda la casuística, que es amplia.

Bueno, como no quiero terminar con este tema tan poco divertido, les cuento lo que me dijo la semana pasada una amiga que va de experta en nutrición, cuando le hablé de mi dieta precolonoscopia sólo de proteína: uno no se puede alimentar sólo de proteína, lo mejor es una dieta equilibrada, que incluya también las grasas y los hidrocarburos. ¡Toma ya! Creo que es lo más gracioso que he escuchado en los últimos meses. En descargo de la chica, he de reconocer que, nada más pronunciar semejante barbaridad, ella misma se dio cuenta de lo que acababa de decir y le entró una risa floja que compartimos alborozados durante un largo rato, hasta el punto que la gente del bar en el que estábamos nos miraba intrigada: de qué se reirán estos tanto. Sean buenos y aguanten el calor: no les queda otra.

4 comentarios:

  1. Tantas idas y venidas,
    tantas vueltas y revueltas,
    quiero, amigo, que me digas,
    ¿son de alguna utilidad?

    Así rezan estos versos de Don Tomás de Iriarte en su fábula "la ardilla y el caballo", que me han venido a la cabeza a medida que he leído tu apología. A eso yo añadiría que uitilizar tanto circunloquio y tantas reiteraciones para justifcar lo evidente es, cuando menos sospechoso. ¿Para qué tanta insistencia en justificar lo feliz que se es estando solo? ¿No será que estás intentando demostrártelo a ti mismo? ¿No será acaso un malévolo y oculto deseo de convencer a los demás, para encontrarte acompañado por gente semejante que proclame a los cuatro vientos su felicidad en la soledad ?

    Al leerte, me ha venido a la memoria (además de los versos de Don Tomás) una expresión que soltaba mi suegra, en ocasiones, y que yo encontraba muy divertida: "tienes razón, mentiroso."

    Y es que yo, en aplicación del conocido dicho de que "cada cual habla de la guerra según le ha ido", he de reconocer que, después de haber gozado de una compañía que hizo hecho de mí un hombre completo, no estoy de acuerdo contigo. Tras su ausencia, yo necesito querer, y quiero querer, y quiero a la mayoría de las mujeres con las que comparto porciones de mi vida (a unas más que a otras, claro está), a sabiendas de que, en ningún momento lograré, con ninguna de ellas, mi perdida plenitud. Pero, tranquilo; no se trata de una resignación, sino de una asunción. Hay que asumir las nuevas realidades sin estridencias, como quien, en lugar de un exquisito café, se ve obligado, por las circunstancias, a saborear un exquisito nescafé. ¿El secreto? Simplemente, en encontrar exquisito aquello que se nos ofrece. Sin pancartas, sin pregones, sin insistencia, sin propaganda.

    Sé feliz pues, con lo que tienes, que es mucho, y haz felices a quienes te rodean, que también es mucho, pero bástete con eso. Si te quieren, tu felicidad será la suya y, si las quieres, su felicidad será la tuya. ¿Te parece poco?

    Y que salga el Sol por Antequera.

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    1. Mi querido Ateo Piadoso, no sabes cuánto valoro tus sesudos comentarios con los que coincido tanto, que un seguidor del blog me ha dicho "por detrás" que estaba convencido que el Ateo y yo éramos la misma persona, que yo me inventaba esa especie de heterónimo como los de Pessoa, para luego contestarme a mí mismo y reirme desde esa doble personalidad de todos los demás seguidores del blog. Tus comentarios siempre son atinados, oportunos y certeros y dan qué pensar a la gente.
      Por otro lado, en tu primer párrafo me indicas sibilinamente que insisto demasiado en lo bien que estoy solo, etc. En descargo de esta acusación, que imagino cierta, sólo me cabe decir que, en más de 1.100 posts, sólo he utilizado dos (este y el siguiente) para insistir en este matiz. O tal vez en más de manera inconsciente.
      El resto de tu comentario está preñado de buenos consejos, que me apresto a seguir puntualmente, por venir de persona tan sabia y querida por mí y por su valor práctico.
      Y me he permitido usar tu saludo final para titular el post siguiente. Un abrazo fuerte, querido amigo.

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  2. Le sigo de antiguo y recuerdo que antes hacía usted viajes por el mundo adelante en los que sugería que iba acompañado, por lo que suspendía el blog durante dos semanas, aclarando que no le parecía caballeroso dejar de atender a su compañera para ponerse a escribir un post. Eso ha ido poco a poco desapareciendo y ahora sabemos la razón. En relación con ello, le acompaño en el sentimiento, pero no se complique tanto, la cosa es mucho más simple: más vale solo que mal acompañado, que dice el refrán. No cabe duda de que estar bien acompañado es todavía mejor, muy gráfica su descripción de la ausencia de un culo a su lado por las noches. Pero es inútil que se caliente la cabeza con ello, las historias de amor no son racionales, dependen directamente del corazón y todo lo que depende del corazón es imprevisible. Usted disfrute lo que pueda, como le dice el Ateo Piadoso (por cierto, excelente comentario) y deje que las cosas vengan por sí solas, si es que han de venir, que nunca se sabe. Saludos cordiales.

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    1. Pues muchas gracias a usted también, querido comunicante anónimo. Consejos igualmente sabios, como los del Ateo Piadoso. Los asuntos del corazon no se pueden prever. No sabemos nunca lo que nos va a venir y eso hace la vida más apasionante, como ya he proclamado otras veces: menudo aburrimiento sería esta vida si ya supiéramos de antemano todo lo que nos va a suceder en nuestro periplo por el mundo. Procuraré, pues, disfrutar de lo que la vida me va dando.
      Es básico dejar que las cosas vayan viniendo solas, pero también estar con los ojos bien abiertos. No dejar escapar trenes que ya no van a volver a pasar. Tener la fortuna de esquivar malas incidencias. Esta es una ciencia que se desarrolla con la edad. Los viejos sabemos mucho de ello, es una pena que hayamos perdido la energía y la fuerza física de la juventud. Pero es lo que hay. Saludos cordiales, querido amigo desconocido (o no).

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