domingo, 31 de julio de 2022

1.155. La resaca del éxtasis

Cuando yo era pequeñito y le pillaba los periódicos del día a mi padre (que, por cierto, los dejaba completamente desordenados, arrugados y desparejados y yo me pasaba un rato ordenando y alisando las hojas y doblándolas correctamente, para poderlos leer bien), de vez en cuando había un punto álgido en la información, un hecho reseñado muy destacado, una noticia bomba. Luego, en los días sucesivos, los titulares se dedicaban en exclusiva a las repercusiones internacionales de la súper noticia, hasta que se iba perdiendo poco a poco su nivel de actualidad. No cabe duda de que mi encuentro con Samantha Fish en Jerez de la Frontera es, al nivel de este blog, una noticia destacada y un punto de inflexión en la deriva narrativa de este foro. Al menos, así lo viví yo, que me vi sumergido en una sensación similar, imagino, a la que experimentan los ciclistas cuando coronan el Alpe d’Huez.

Ahora viene la bajada de la cumbre, que hay que negociar con cabeza para no escorromoñarse contra el arcén, y en eso ando yo en estos días súper calurosos de encierro casi total en mi casa madrileña. Inicialmente pensaba titular así este post: repercusiones internacionales, pero a última hora he cambiado de opinión. Lo cierto es que, encontrarme con Sam en la trasera del escenario, en mitad de la oscura noche jerezana, mientras esperaba con sus colegas de grupo a que terminara el concierto de A Contra Blues, fue un momento realmente mágico, Dani me avisó de que estaba  detrás de mí, me volví y la vi primero de espaldas, antes de que se diera la vuelta y viniera hacia nosotros con su sonrisa más deliciosa.

Por cierto, una precisión colateral. Según las páginas web que indican la estatura física de los diferentes artistas y famosos, Sam mide 1,70 metros. Y yo, desde que me tallaron para la mili, he medido siempre 1,75. Si Sam llevaba un medio tacón de unos tres centímetros, más lo que pudiera subir el cardado de su pelo rubio, ¿cómo es que era más alta que yo? Les aseguro que la línea de sus ojos estaba ligeramente por encima de la mía. Sólo se me ocurre una explicación científica de este fenómeno paranormal: mi estatura se está reduciendo. Algo que no sería de extrañar con 71 años. Mi madre solía decirlo cuando observaba que ya no llegaba a las baldas superiores de la cocina para alcanzar las fuentes que allí guardaba: me estoy reviniendo. Tal vez yo también me estoy reviniendo.

La cosa es que Sam no estuvo más de dos minutos con nosotros antes de subir al escenario, apenas el tiempo para presentarme como su fan más viejo en España. Pero fue suficiente para advertir que esta mujer tiene una especie de aura, un magnetismo, una presencia que genera buen rollo a su alrededor, porque es una persona que ha logrado ganarse la vida haciendo lo que más le gusta y eso hace que esté siempre muy contenta. Hace poco en una entrevista le preguntaron cómo había empezado en la música y volvió a contar lo que ya se ha reseñado en el blog, que en una fiesta del cole le dijeron que trajera su guitarra por si acaso, pero ella no pensaba actuar porque era muy tímida. Entonces, alguien le dio un empujón, se encontró en el centro del corro y tuvo que improvisar unas canciones que no había ni siquiera preparado.

Pero ese día recibió una ovación general y, lo más importante, decidió que eso era lo que más le gustaba en el mundo, que iba a dedicar el resto de su vida al rock. Ese día enterró para siempre su timidez, aunque ella dice que sigue siendo tímida, lo que pasa es que, cuando se ve en un escenario ante el público entregado, se transfigura y se convierte en otra persona, igual que me pasa a mí cuando oficio de conferenciante. Y, en la entrevista citada, añade que para ella fue muy bueno tener esa visión a los 15 años, porque los chavales se ven obligados a escoger por dónde van a encaminar sus vidas a unas edades en las que no se está preparado para ello, mientras que ella tuvo la suerte de saberlo en ese momento. En Jerez, el grupo al completo salió a comerse el mundo, porque ya estaban rodados de tocar por toda Europa y sabían cómo se las gasta el público español. Y, como de costumbre, les hicieron cientos de fotos. En una de ellas, desde atrás, pueden descubrirnos a Dani y a mí en las filas de delante siguiendo su música con la máxima atención.  

Tras el concierto, Dani y yo fuimos los únicos que pudimos entrar al backstage, gracias a los buenos oficios de Jóse Peinado, el organizador del festival. He encontrado una reseña de prensa previa de un periódico de Cádiz, en la que se informa del acto de presentación del festival en la Diputación provincial, que lo subvencionaba en parte. En el acto hablaron el presidente de la Diputación y el propio Peinado, que dijo que la presencia de Samantha Fish suponía un salto de calidad importante y le daba al festival una altura que no había tenido hasta ahora, en el ánimo de escalar posiciones dentro de los festivales de blues de España. Este hombre, que conocía a Dani y supo que yo había viajado desde Madrid para ver a Sam, nos facilitó el acceso al backstage por amistad, pero también de forma interesada, porque él quiere que el festival tenga cada vez más repercusión y sea conocido fuera de Cádiz.

Pero volvamos al punto anterior. He dicho que a los músicos les hicieron cientos de fotos, igual que en Cazorla, y no exagero. Eso se debe a que Sam, además de todas las cualidades que hemos destacado en este blog, tiene una característica más: es súper fotogénica. Es que sus gestos y sus movimientos piden cámara sin parar. Y otra cosa sorprendente: su fotogenia es contagiosa. Los de su grupo salen muy bien en las fotos, por estar al lado de Sam. Incluso yo me beneficié de esa cualidad y creo que pocas veces he salido tan guapo como en LA FOTO, como la llama Paco Couto, que incluso llegó a creer que era un montaje del Photoshop (les confesaré que es un programa que ni siquiera sé cómo se utiliza). Vean un par de fotos recientes de promoción del grupo, para que comprueben lo que les digo.


La baterista Sarah Tomek es muy vistosa, pero por ejemplo el bajo Ron Johnson era antes un tipo medio taciturno, siempre vestido de negro y muy en segundo plano, que desempeñaba su trabajo con eficiencia y sobriedad en la Allman Betts Band. Desde que está en la banda de Samantha Fish, es como si lo hubieran regado o lo hubieran tocado con una varita mágica. En el rato que pasamos con ellos, hablé bastante con Sam; tenía interés en que le dijera cuál es el disco suyo que más me gusta y qué canciones en especial prefiero entre las suyas y se sorprendió de lo bien que conocía su repertorio y su carrera en general. Luego, cuando se puso a firmar los discos de mi amigo, me preguntó cómo se escribía su nombre. Es fácil le dije: Dani. Sí, pero cómo se deletrea ¿Di-en-ei-ai, o Di-en-ei-uai? Le dije que con i latina. Esta mujer es perfeccionista hasta para eso. Véanla en plena faena firmante.


Podría haber contado muchas más cosas en el post anterior, pero entonces hubiera salido aún más largo. Y no quería dividirlo en dos, porque LA FOTO había que mostrarla ya, no podía esperar. En realidad, he de insistirles una vez más en que este blog es para mí un trabajo eminentemente literario, como ya les he dicho tantas veces. Por recordar, yo empecé a escribir relatos cuando me quedé solo después de romper mi situación familiar anterior. Y empecé a presentarlos a concursos, con buenos resultados; fui finalista en más de uno antes de ganar el Encina de Plata de novela corta en 2009. Entonces, algunos de mis lectores más fieles me soplaron a la oreja que por qué no escribía de una vez una novela larga. Recogí el reto y estuve como tres años elaborando esa novela, que me salió larguísima y no conseguí publicar.

Escribir novelas es un trabajo arduo en el que se sufre mucho. Los autores de novela se pasan dos o tres años escribiendo con esfuerzo y luego la industria editorial tarda otro año más en publicarlo. Yo no sabía lo difícil que era, no pensé que fuera muy distinto de escribir relatos cortos, algo que no se me daba mal. Intentando averiguar qué hacer con el mamotreto que acababa de producir, conecté con Ronaldo Menéndez. Me hablaron de él y me dijeron que era un tipo muy bueno corrigiendo textos, por supuesto cobrando y no poco. Le pasé el tocho y prácticamente me lo destrozó. Y así se ha quedado. Alguno de mis amigos y colegas de empeños literarios, sostiene que Ronaldo tuvo un papel castrador de mi vocación de escritor. Yo no lo veo así, es más, ahora mismo es uno de mis mejores amigos y creo que soy el miembro más antiguo de su taller de lecturas Billar de Letras.

En realidad, de esta experiencia surgió el blog y es algo que ustedes y yo tenemos que agradecerle al bueno de Ronaldo. Si yo era hábil escribiendo textos cortos y no tenía ni la calidad ni las ganas de ponerme a escribir una novela larga, la solución era pasarme a escribir textos aún más cortos. Además, con los medios modernos, yo he encontrado el sistema que me permite saltarme todo el coñazo de la industria editorial y escribir directamente para los que quieran leerme. Porque no otra cosa es la literatura: alguien escribe algo y alguien diferente lo lee y lo disfruta. Con el blog, mis seguidores leen lo que yo escribo el mismo día o al día siguiente de salir de mi ordenador. Es decir, que he descubierto un nuevo tipo de literatura: la literatura instantánea. De acuerdo, el café hecho a la manera tradicional está mucho más rico, pero el café instantáneo (como el nescafé) tiene también un nicho comercial y un papel en el mundo. Lo que yo hago en este blog, digamos, es nesliteratura

Les cuento todo esto porque, detrás de mi último post, hay unos cuantos trucos de manual. Se trataba de enhebrar un texto alrededor de LA FOTO y no es casual que la narración del viaje de ida sea larga y minuciosa, mientras que el de vuelta se solventa en dos renglones, mediante una de las llamadas elipsis, apoyada en un dato tan secundario como las temperaturas exteriores del coche. El viaje de ida debía ser una especie de vía-crucis que precediera a la gloria del encuentro con Sam. Pero en el viaje de vuelta también me sucedieron cosas, por ejemplo, tuve que hacer una tercera parada porque detecté esos mínimos aleteos de párpado que anuncian las subsiguientes cabezadas, algo muy peligroso en carretera, que me decidió a salirme en una gasolinera, aparcar debajo de un sombrajo, recostar el respaldo y tratar de dormir un rato. Es algo que sucedió de verdad, pero que yo no quise contar, porque, una vez mostrado el momento del éxtasis, lo suyo era abreviar con el resto.

Otro truco que me gusta utilizar es citar las cosas colaterales dos veces (no más). Por ejemplo, se habla dos veces de González Byass, se habla dos veces del Tío Pepe, se menciona dos veces que suelo tomar unas cuantas pastillas con el desayuno. Pequeños aderezos para dejar niquelao un texto que yo quería cuidar especialmente. No es cierto que el propio domingo estuviera cansado del viaje. Lo estaba, ciertamente, pero era mayor mi ansiedad por contar lo vivido en el fin de semana. Lo que pasa es que empecé a escribir pero se me hizo de noche antes de que el post estuviera al nivel que yo quería que tuviera. Y el giro final hablando de Athenea está también estudiado y tiene el objeto de cortar con el monotema de Samantha, como cuando se hace la merluza a la gallega y se corta la cocción con un vaso grande de agua fría.

De todas maneras, encontrarme con mi musa y poder estar un rato tranquilamente con ella hablando de temas diversos, es algo que no soñaba conseguir y puede abrir una nueva línea en mi vida. Cuando vaya a verla a París intentaré compartir un rato también con ella, aunque soy consciente de que es posible que no lo consiga, en cuyo caso, esa línea se cortará. Pero una vez que el covid parece vencido, tengo el proyecto de retomar mis viajes por el mundo, simplemente apoyados en alguna circunstancia casual, como visitar a mis amigos around the world o, por qué no, ver otros conciertos de Samantha. El otro día me entró un Whatsapp de mi amiga Shannon Ryan, de Los Ángeles. Únicamente quería decirme hola y recordarme que hacía justo cinco años desde que nos conocimos, en el maravilloso workshop del grupo C40 en Portland (Oregon). Le contesté que con esto del covid, el tiempo pasa despacio y deprisa a la vez. Es una frase que le encantó, si bien no le dije que su autora real es mi amiga indonesia Tantri, a quien también conocí en Portland.

A Shannon la fui a ver a LA en el verano de 2018 y luego volvimos a coincidir en Chicago. No me importaría acercarme otra vez a la costa Oeste para hacerle otra visita y bajarme luego a visitar a Diego Moreno en Tijuana. Únicamente tendría que conseguir un billete barato de ida y vuelta a LA. Esto son sueños, pero los sueños a veces se hacen realidad. Sin ir más lejos, anteanoche yo soñé que se ponía a llover y por la tarde cayó una pequeña tormenta. En estos momentos Samantha descansa en su casa de Nueva Orleans, a la espera de reanudar su gira americana, según su página web, el próximo 12 de agosto en Austin (Texas). Y ya ha empezado a anunciar su tour europeo más largo, que la llevará por tierras británicas y alemanas sobre todo, y también a París. Para anunciarlo, usa una foto de su última visita al UK, antes de la pandemia, hace ya tres años. El texto que acompaña a la foto reza: ¡Pero bueno! ¿Así que usted todavía no tiene entradas para los conciertos de Samantha Fish en el UK?


Algunos de ustedes piensan que chocheo con Samantha, o que estoy fascinado por su figura y su apariencia física. Eso es cierto, pero a la vez estoy convencido de que ahora mismo es la figura emergente del mundo del rock y que nadie toca la guitarra, canta y monta espectáculos como ella. En la entrevista de la que les he hablado antes, el presentador dice que en la última clasificación mundial de guitarristas, un ranking que elabora la revista Guitar World Magazine, Sam aparece en el número 7, desde luego la primera mujer. No confío mucho en este tipo de clasificaciones y no puedo imaginar quiénes son los seis que la superan. Me parecería bien si apareciera ahí Eric Clapton y alguno de los históricos con vida (entre los nuevos, el único que podría superarla, en mi opinión, es el gordo Christone Kingfish Ingram).

Pero hay más datos. La página Web Samantha Fish Fans Official/Fish Army, a la que estoy suscrito, cuenta con 95.700 seguidores. Hace un par de años, mi amigo Dani montó la web Samantha Fish España, a la que yo me sumé como socio número setenta y tantos. Estuvimos un tiempo atascados en la cifra de 99, problema que resolvió Paco Couto apuntándose como socio número 100. Ahora mismo la página cuenta con 487 seguidores y aumenta bastante rápidamente después de los cinco conciertos de Sam en España. Por cierto, tras el concierto de cierre de gira en Pontevedra, un admirador local, llamado Santiago Nosecuantos (no me quedé con el nombre), colgó un comentario y una foto del meets&greets, que les transcribo abajo.

Hace unos años me quedé maravillado con el sonido que se gasta esta chica, pregunté a mi amigo Xel sobre sus amplis no convencionales y lo particular de su sonido… ayer nuevamente los pelos de punta, partiendo de un blues y rock and roll clásico, con un sonido crudo y limpio a la vez, con unas bases rítmicas más que contundentes, en algún momento de las canciones, Samantha nos agarraba de la mano ante el delirio de los armónicos que producen las válvulas bien exprimidas, casi rascando, y nos hizo viajar en trance, por la psicodelia y otros parajes, una cosa es tocar bien y agradar y tal… otra cosa es hacer de uno un pandero que babea ante una mujer poseída, con un absoluto control del caos que ella misma genera… Aun por encima y con la profesionalidad que caracteriza al buen gringo, se pasó más de una hora atendiendo a los fans que, como yo tardaron en digerir tan tremendo talento y bajar del viaje y, aunque no soy muy de selfies y autógrafos, dada su cercanía y humildad, me llevo este precioso recuerdo para mí de una verdadera superstar de este bello e infinito universo musical… Y aunque esta vez no haya tocado descalza (muy habitual), quedo gratamente rendido a sus pies (muy bonitos por cierto)…



Ya ven que el entusiasmo que genera esta mujer no es sólo mío. Por cierto, este mensaje me ha permitido saber que en Pontevedra sí que hubo meets&greets. En esas situaciones, Sam se sienta con una mesa por medio ante la cola de fans que van a que les firme algo. Y, para los que le piden una foto, únicamente acerca un poco la cara y ya (lo mismo me pasó a mí cuando fui a la presentación de la penúltima novela de Leila Slimani El País de los Otros: que acercamos un poco las caras para que mi amigo Alfred que me acompañaba nos sacara la foto que publiqué en el blog). No es lo mismo que entrar en el backstage y estar un rato con ella hablando de esto y lo otro, despidiéndonos con un abrazo (Sam es muy de abrazar, como han visto en muchos de los vídeos de este blog) y posando juntos para LA FOTO.

En fin, que para mí ha sido un subidón y ahora tengo que reanudar mi vida bajo el calor que no termina de aflojar. Continúo con el yoga y el inglés y les diré que el miércoles volví a correr por el Retiro. Fui tempranito por el calor y mi ligamento lesionado se portó bien. Si me preguntan si el tobillo está igual que antes de la lesión, he de reconocer que no, mentiría si dijera lo contrario. Pero no me impide correr y la molestia no se agudiza después de hacerme cinco o seis kilómetros. Sólo me falta un tema en el que debo redoblar mi esfuerzo: la guitarra. Con mis múltiples trajines de los últimos tiempos, la tengo un poco abandonada y las clases con Henry no vuelven hasta el 15 de septiembre. Ese fue el consejo que me dio Dani con el abrazo de despedida: dale a la guitarra, tío, no lo pierdas, que eso es la vida.

El martes, después del inglés, quedé con Henry Guitar para dar una vuelta por el centro. Él quería pasar por la tienda de guitarras de la calle Cedaceros, porque se está fabricando una pedalera o, como la llama Sam, un pedalboard. Estuvimos allí más de una hora. Luego fuimos a tomar un vermú con unas croquetas a Casa Manolo, enfrente del Teatro de la Zarzuela y hablamos largo rato. Me presumo que a Henry le gustaría volver el año que viene a Cazorla, e incluso a Jerez. Tendremos que ver qué programa nos ofrecen. Pero en Cazorla nos lo pasamos genial y yo en Jerez ya han visto que también.

Y, por terminar: ayer sábado salí de nuevo a correr, una vez que el miércoles rompí aguas. Y ¿saben qué me encontré? Pues el Retiro cerrado por alerta roja. El tema Almeida lo vamos a dejar para el post siguiente, pero les adelanto dos cosas. Estoy valorando la posibilidad de iniciar una campaña en change.org para que Almeida deje de cerrar los grandes parques sin un motivo que pueda explicar después. Y la otra: como ya les dije, dentro de unos años ya no se hablará del que asó la manteca, o del que se fue a vendimiar y se llevó uvas de postre; se dirá: eres más tonto que Almeida, que cerraba los parques por el calor. Un vecino de mi barrio se ha sumado al clamor general contra este señor, perpetrando la pintada que les dejo de despedida y que me apresuré a fotografiar antes de que vengan a borrarla. Sean buenos y disfruten todo lo que puedan del verano.




6 comentarios:

  1. Muy buena idea. El dicho me parece perfecto: Breve, ingenioso y exacto. Con tu permiso, incorporo el dicho al conjunto de los que tengo recopilados: "más tonto que Almeida, que cerraba los parques por el calor".
    Un abrazo.

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    1. Pues muchas gracias y a mandar. Es un honor que ese dicho inventado pase a formar parte de tu colección. Un abrazo.

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  2. Buenos brazos tiene su amiga. Y luego no quiere que le digamos que está rolliza. Jajajaja. Es broma, hombre.

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    1. Sí, no anda mal de brazos la chica. Se necesita mucha fuerza para manejar con soltura artefactos como la Gibson Firebird, una guitarra pesada e incómoda que no todo el mundo puede domesticar.

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  3. Intento reprimir mi pensamiento, pero no puedo evitarlo. Me pregunto algo que corresponde a los programas rosa, que por vulgares detesto; pero no deja de venirme a la mente el tamaño de la "tienda de campaña" que emergió en el momento que Samantha se te acercó, algo que está fuera de foco de LA FOTO. Es una curiosidad q

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    1. Bueno, si usted cree que mi fascinación por Samantha Fish se reduce a una "tienda de campaña" es que no ha entendido nada de lo que vengo contando en este blog. Hace bien en camuflarse de Anónimo, su nombre quedaría bastante perjudicado debajo de semejante comentario.

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