domingo, 28 de agosto de 2022

1.162. Un mundo de tramposos

                                                                                          Existen dos medios de refugiarse de las                                                                                           miserias de la vida: la música y los gatos

La frase no es mía, sino del caballero que tienen aquí a la izquierda, el gran Albert Schweitzer, médico, fundador de un hospital en el actual Gabón, en donde ya se quedó a vivir, músico y concertista talentoso de órgano, filósofo y galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 1952. Y con un bigote que deja el mío en una simple pretensión. Estoy de acuerdo con esa frase genial y me gustaría seguir su directriz en lo que me quede de vida, y también en el blog por supuesto. En cuanto a la música, hoy continuaré con los dos vídeos siguientes del concierto de Samantha Fish en Jerez de la Frontera, dos canciones más, esta vez cortitas, para empezar y terminar mi post. Empezamos con Love Letters, cartas de amor. 

Sabemos que Sam gusta de aprenderse algunas palabras en los idiomas de los lugares por donde va tocando. En el anterior post la escuchamos decir con bastante dificultad yo soy Samantha Fish. En esta canción dice gracias al principio y al final. También trata de decir otra cosa, pero no se le entiende: no quiero… Yo no he logrado saber qué es lo que no quiere. También podemos ver que utiliza el cilindro metálico del bottleneck y, como de costumbre, tiene un pincho en el mastil del micro donde dejarlo cuando no lo usa, lo que pasa es que esta vez le han puesto el pincho demasiado abajo y le cuesta atinar. Pero sabemos que nuestra musa no se arredra ante las dificultades técnicas, la hemos visto seguir tocando con una cuerda rota y hasta tirarse al suelo a arreglar las conexiones estropeadas. La forma de cantar y tocar aquí seguía revelando que estaba muy implicada y en buena forma. Pantalla grande, please y que lo disfruten.

El sonido que hace Sam con el bottleneck recuerda en parte al maullido de un gato, algo que ella subraya con algunos gemidos también un tanto felinos. Respecto a los gatos he de decirles que tengo intención de hacerme con uno, son unos animales con los que me entiendo muy bien y hacen mucha compañía. Lo que pasa es que previamente he de hacer un retoque en la casa, para que podamos el gato y yo estar cómodos. Se informará a su tiempo. De momento, lo que tengo es un nuevo vecino felino, en alguna de las casas frente a mi terraza. Los primeros días chillaba todo el rato aterrorizado, desolado, desconsolado, como si lo estuvieran torturando. Era terrible. Estuve a punto de llamar a alguna unidad de prevención del maltrato animal, pero alguien me dijo que podía tratarse de una gata en celo.

El caso es que con el paso de los días, el gato, o gata, no ha dejado de chillar de manera intermitente, pero ha modulado su maullido: ahora ya no parece estar aterrorizado, sino indignado. Es decir, se queja de algo con mucho énfasis y muy cargado de razón. Yo estoy convencido de que tiene toda la razón en su reivindicación y he tratado de llamarlo con distintas artimañas, para expresarle mi total solidaridad y apoyo. Y creo que ya tengo localizada la casa en la que está. Supongo que saben que el amplio y variado surtido de maullidos que emiten los gatos, constituye un lenguaje exclusivamente dirigido a los humanos, entre ellos se entienden con otros sonidos. Ya ven qué listos son estos animalitos, se asocian libremente con el humano y se inventan un código para relacionarse con él.

No sé cuál será el motivo de la reivindicación airada de mi nuevo vecino felino, pero seguro que le sobran motivos, porque los humanos somos unos tramposos, como reza el título de este post y me dispongo a explicarles. Es increíble, pero en cuanto un tipo tiene algo de poder y la oportunidad de sacar ventaja de ello, aún por encima de las normas, pues lo hace. Dicen que el poder corrompe (la segunda parte del dicho, sobre el poder absoluto, no me interesa para lo que quiero exponer) y yo creo que debe de ser verdad. Por ejemplo, la cantidad de ex-presidentes de países y regiones procesados y condenados por corrupción es infinita, he buscado una lista en algún archivo de Internet, pero no la he encontrado. Veamos algunos casos recientes. Les pido que vean un par de fotos.

El caballero bien vestido y atildado que ven arriba es Najib Razak, 69 años, presidente de Malasia desde 2009 hasta 2018. En 2020 se inició su proceso por corrupción. Najib resultó condenado por siete delitos, entre ellos abuso de poder, lavado de dinero y obstrucción a la justicia. Este verano, agotados todos los recursos judiciales, Najib aceptó ingresar en prisión, para una condena de 12 años. La foto, de hace unos días, recoge el momento en que saluda a sus partidarios congregados para apoyarle, antes de subir al coche que lo llevará a la prisión estatal. Pero veamos otra foto.


Otro importante sujeto. Se llama Imran Khan, pakistaní, 69 años también. Durante años se desempeñó como ídolo nacional del cricket y reputado play boy, hasta que se metió en política convirtiéndose en presidente del Pakistán en 2018. En el pasado mes de abril, una serie de acusaciones de corrupción acabaron con su presidencia a través de una moción de censura (les suena algo parecido por aquí, ¿verdad?). Pero este señor, en lugar de seguir el ejemplo de M.Rajoy, ponerse unos pantalones cortos y volver a su vida anterior de play boy, siguió otro ejemplo mucho peor, el de Donald Trump, reuniendo a sus partidarios y lanzándoles un discurso incendiario para que marcharan y tomaran el palacio presidencial.

La policía impidió la intentona y ese discurso ha servido para cargarle con una acusación adicional, basada en la ley antiterrorista del país, lo que implica su detención inmediata. El tipo ha recurrido a un tribunal, que le ha concedido la cautelar hasta el 1 de septiembre, en tres días. Después se quedará desprotegido. Veremos qué pasa. Dirán ustedes que por qué me busco ejemplos tan lejanos. Bueno, porque los de por aquí salen en la prensa todos los días y en este blog yo procuro contarles cosas de las que normalmente no saben ustedes nada. Pero por supuesto que en nuestra piel de toro tenemos toda clase de ejemplos a cual peor. Sin entrar todavía en nuestro país, recuerden al señor Sarkozy, condenado a tres años de cárcel en marzo del año pasado por corrupción y tráfico de influencias. No me consta que haya entrado en la cárcel, imagino que andará todavía con recursos.

En Latinoamérica la cuestión de la corrupción es ya un auténtico aquelarre. En Perú hay ahora mismo seis ex-presidentes encarcelados o procesados por delitos de este tipo. Pero no tienen el record: en Guatemala son nueve los ex-presidentes condenados o en procesos por corrupción. Y casi todos los países tienen casos. En el norte no pueden presumir mucho, ya saben que el FBI entró hace unos días en la mansión de Donald Trump y recuperó nada menos que 300 documentos que se había llevado el tipo así entre los albornoces y las toallas, cuando por fin admitió su derrota a regañadientes y accedió a dejar la Casa Blanca. En España no somos una excepción, desde los casos de Bárcenas o Rodrigo Rato al escándalo repugnante de los EREs de Andalucía, pasando por la millonada hurtada por Jordi Pujol a los ilusos independentistas. No voy a ser exhaustivo, porque estos casos son de todos conocidos (por no hablar del emérito).

Pero es que este tema no se circunscribe a los presidentes, altos cargos y capitostes de la sociedad. Veamos otro asunto. ¿Ustedes entienden por qué es tan complicado hacer la declaración de la renta? ¿No sería mucho más sencillo que nos descontaran ya de cualquier ganancia lo que corresponda a impuestos y nos den el sueldo o el pago correspondiente en neto? Pues no, cada año uno ha de ponerse a hacer logaritmos neperianos para llegar a definir lo que te devuelven o lo que has de pagar. Esto tiene una explicación. Aparte de crear una tarea para que aparezcan los especialistas y te cobren su comisión, es que este tipo de procedimientos abstrusos son perfectos para los corruptos y los enteradillos, que no dejan de ser una subfamilia de los primeros. Yo, casi todos los años, después de haber presentado la declaración me suelo encontrar a algún conocido que me dice: Por supuesto, te habrás desgravado las reparaciones del tirulirulí tirulirulá, o los débitos bancarios del frufrú trastrás. Pues no, resulta que nunca me desgravo ese tipo de cosas, con lo cual, el tipo me mira como a un pringado que no se entera de nada.

La picaresca local es infinita, desde los que se consiguen un grado de minusvalía por cualquier lesión mínima, hasta los que se aprovechan de ofertas o ventajas de las que yo nunca me entero. Es el mundo de los enteradillos, subespecie de los corruptos que, simplemente, se aprovechan de las ventajas sin llegar a contravenir las normas. Luego están los que se pasan las normas por la entrepierna y, entre estos, la minoría de aquellos a los que pillan, por mala suerte, o por haberse excedido en su afán de rapiña. Recuerden lo que decía Urdangarín con aire compungido: yo me he limitado a hacer lo que hace todo el mundo. Siempre me pareció una confesión sincera. Por cierto, el otro día lo pillaron a Urdangarín, parado al volante de su coche, con una llorera inconsolable, casi como la de mi vecino el gato en los primeros días en su nueva casa. ¿No han visto la foto? Claro, es que ustedes, igual que yo, no se enteran de nada. Aquí se la traigo.

A este señor, tal vez le vendría bien hacerse con un gato, ya que la parte musical no se la veo yo muy desarrollada. Pero dejemos a este desolado caballero. Sobre este tema podríamos estar escribiendo un año, pero yo quiero céntrarme en dos noticias recientes, que tal vez se les hayan pasado por alto. La prensa carroñera está tan encelada cagándose en Pedro Sánchez, que a estas cosas no se les da apenas relevancia. En primer lugar, saben ustedes que yo me integré en el equipo técnico que acababa de desarrollar el proyecto M-30, para continuar con el ajardinamiento de superficie que dio lugar al parque Madrid Río. Yo me ocupaba de la participación ciudadana, por lo que debí estudiarme y aprenderme muy bien los proyectos para no meter la pata. Bien, pues los 32 kms de la autovía M-30 se habían dividido en doce sectores y las obras de cada uno se adjudicaron por un concurso específico: doce concursos con sus baremos, su estudio concienzudo de todas las ofertas sin conocer a sus promotores y su resolución final con el acto de apertura de plicas para ver quién era el ganador de cada uno.

Finalizado ese complicado (con-plica-do) proceso, cada uno de los doce sectores se adjudicó a una empresa. Y a mí, que soy gallego, siempre me resultó llamativo que todas las grandes empresas inmobiliarias pillaran cada una un sector. Que ninguna se quedara fuera o se llevara dos porciones del pastel. Qué casualidad, hombre pensaba yo. Era sólo una intuición, pero resulta que se trataba de una intuición certera. Ahora se ha publicado la noticia de la multa millonaria que se les ha puesto a las mayores constructoras nacionales por utilizar durante los últimos 25 años un sistema para amañar las adjudicaciones de todos los concursos patrios. No sé cómo lo hacían, ni lo quiero saber (porque tal vez implicase a ex-compañeros míos) pero la cosa era así de descarada. Lo mejor es que lean la noticia, donde se indican los nombres de las empresas. Por cierto, la multa que les ponen es como una picadura de mosquito a un elefante. Han de pinchar AQUÍ.

En fin, una vergüenza. Pero hay otra noticia que quiero que lean. Yo creo que esto de la corrupción es una pelea continua entre los partidarios de hacer las cosas bien y los mangantes. Algo similar a la lucha contra el doping en el deporte. Se detecta que los deportistas utilizan un producto dopante, se prohíbe, pero enseguida encuentran otro que les funciona hasta que también se descubre y se proscribe. En el mundo financiero, esta lucha ha generado un sector de trabajo nuevo que son las llamadas auditorías. Las empresas especializadas en hacer auditorías han de ser totalmente honestas, aunque el sistema falla por la base: si tú contratas a una de estas empresas para que audite tus cuentas y le vas a pagar por sus servicios, no parece lógico que te saquen los colores, van a decir que está todo muy bien, o sacar algunos defectillos corregibles para salvar la cara.

Lo más parecido a una auditoría que yo he vivido fue cuando una concejala loca se empeñó en que le dieran a nuestra Área de Urbanismo un sello europeo de calidad. Los de la empresa contratada avisaban: ¡eh! que vamos a ir de inspección pasado mañana, tened preparados unos cuantos expedientes inmaculados sin un solo fallo, para que los revisemos a fondo. Venían, acababan tomando un café con nosotros, cobraban y nos hacían el informe favorable que necesitábamos para obtener el sello de calidad. Al frente del tinglado interno pusieron a una funcionaria ligeramente histérica, a la que los delineantes bautizaron como Doña Calidad y que nos traía medio locos. Esta señora, con la que yo me llevaba muy bien, porque era buena gente, solía decirme que, cuando fueran a venir los inspectores, mejor que me escondiera por ahí, que no me vieran mucho, a ver si iba a hablar de más.

Bien, este tinglado de las auditorías ha generado un montón de empresas, entre las que hay cuatro que destacan, las llamadas Big Four: Ernst&Young, KPMG, Deloitte y Price Waterhouse Coopers, pero hay otras menores como Accentur. Entre todas tienen una especie de imperio mundial en el que trabaja mucha gente recién salida de las escuelas de Económicas. Pues muy recientemente se ha destapado un escándalo que las afecta. Resulta que, para entrar en esas empresas una de las pruebas más decisivas era el examen de Ética, que garantizaba la honradez del candidato a auditor. Y se ha descubierto que los chavales copiaban ese examen desde hace años, que había una especie de chuletas que se pasaban unos a otros de un año para otro. Pueden leer la noticia pinchando AQUÍ.

La noticia habla de la multa que le acaban de poner a Ernst&Young, pero dentro se refieren a otra multa que le pusieron a KPMG por lo mismo en 2019. A mí me ha tocado contactar a algunas de estas empresas para tratar de implicarlas en la difusión de Reinventing Cities y les puedo asegurar que ocupan oficinas muy lujosas en lugares como las Torres del Real Madrid y que la gente que me recibía en esos lugares iba perfectamente trajeada, afeitada y peinada. Es el mundo que nos ha tocado vivir. Una puta mierda (si bien yo estoy encantado de no vivir en Rusia, en China ni en otros muchos lugares, no perdamos esto de vista). Estas son las miserias de la vida de las que hablaba Schweitzer. Por cosas como esta, yo estoy encantado de haberme jubilado y poderme dedicar al blues y, si consigo adaptar mi casa, a los gatos. Y por supuesto, a Samantha Fish.

Cerraremos este post con el vídeo siguiente. Las cuatro canciones que hemos escuchado hasta ahora son composiciones de Sam, letra y música. O sea que esta señorita se enfrenta a un folio en blanco y un pentagrama virgen y es capaz de sacar cosas como las que hemos visto y oído. En este caso la canción no es suya, sino que se trata de un olvidado tema de los tiempos gloriosos del soul, que pasó sin pena ni gloria y que ella ha readaptado después de hacerse con los derechos, para convertirla en uno de sus temas más conocidos: Chills and Fever. La canción ironiza sobre los escalofríos y fiebre que le produce la cercanía de su amado y Sam se pone muy sexy para cantarla. El día de Jerez pidió al público que coreáramos el estribillo, después de hacer un solo de guitarra espectacular. Y entramos todos al trapo en uno de los momentos álgidos del concierto. Pantalla grande de nuevo y sean buenos. Y no hagan trampas, coño, que luego si te pillan se pasa un rato muy malo. A ver si les va a dar la llorera como al Urdangarín.

6 comentarios:

  1. Yo creo que LA FOTO le ha dado a usted un plus de brillantez en sus textos, porque desde entonces está sembrado, como suele decirse. Enhorabuena y gracias por seguir compartiendo esas reflexiones a la carrera tan divertidas con sus lectores.

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    1. Gracias, hombre, comentarios como el suyo me animan a seguir.

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  2. Bueno, estaba yo revisando al milímetro los videos de Samantha en Jerez, para ver si se le veía a usted en alguno, y por fin lo he conseguido. En el segundo de los dos que se incluyen en esta entrada, más bien hacia el final, se le distingue perfectamente, más o menos un poco a la derecha del culo de Sam, bailando y haciendo bocina con las dos manos para corear el estribillo, al lado de su amigo Dani, que parece más parado, como en éxtasis. Seguiré atento a los cortes siguientes. En cuanto a Samantha, realmente sensacional, un espectáculo.

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    1. Pues lo cierto es que hasta que leí su comentario, no había caído en ello, en realidad se nos ve bastante en pequeñito y a mí se me van los ojos a la diva todo el rato. Pero en los vídeos que heseguido subiendo hay otros en los que se nos distingue mejor. Samantha estuvo ese día ciertamente espectacular.

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  3. Querido amigo: Me encanta comprobar que, pese a los años transcurridos, conservas un punto de candor. Quizás esa sea una más entre las razones que me hacen apreciarte. Te extrañas (o pareces extrañarte) de los tejemanejes que urden las grandes empresas, y los que arman los grandes emprendedores para crear empresas útiles donde antes no las había. Ese mundo que, tanto a ti como a mí, nos ha tocado vivir de cerca, da tema para crear una biblioteca entera. Olvidas que es más fácil que se pongan de acuerdo diez empresarios con disparidad de criterios que lo logren dos políticos de la misma onda. Cuando se trata de "perras", la colaboración nace sola, sin forzar a nadie. Sólo así se comprende el afianzamiento de los oligopolios que machacan a muchos países (entre los que el nuestro no es una excepción) dadas las posibilidades que ello ofrece a los grandes capitales; por ello, si se es hábil en eso de escarbar, es relativamente fácil encontrar acuerdos bajo la mesa, entre licitadores aparentemente antagónicos, como ocurre con muchos púgiles que se miran con saña antes del combate televisado, pero que después de éste se encuentran en un buen restaurante, para repartir las ganancias previamente acordadas. De forma similar y, cuando la tarta es grande, los grandes antagonistas (que no por eso pierden sus horizontes ni sus Nortes respectivos) se ponen de acuerdo para llevar a cabo un reparto "equitativo", que asegure la permanencia de todos, sin que se dé lugar a la intromisión de ningún espontáneo no invitado al postre.

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    1. Querido Ateo, gracias por tus comentarios como siempre. Lo del candor o, digamos, ingenuidad es algo que va ligado a la capacidad de asombro y estoy encantado de conservarlo todavía. De todas formas, tú has desarrollado tu carrera muy cerca del mundo de las obras y las licitaciones y sabes más que yo, que únicamente me acerqué a ello cuando me encargaba de la participación pública de Madrid Río.
      Y, en cualquier caso, lo que aquí está en juego no es si se hace de forma habitual y cotidiana ese sistema de reparto de obras entre los grandes, sino si es o no ético. Yo creo que no lo es, pero esa es sólo mi opinión.

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