jueves, 21 de julio de 2022

1.153. Asados al horno

Aquí sigo, bajo el calor asfixiante, de víspera del viaje a Jerez de la Frontera, en donde asistiré a mi segundo concierto de Samantha Fish en apenas quince días, bien acompañado por mi amigo Dani, del Puerto de Santa María, con quien me reuniré la misma tarde del sábado para acudir juntos al recinto del concierto, con tiempo como para pillar sitio en primera fila. No otra cosa se ha de esperar de dos groupies como nosotros. En Madrid hemos tenido un ligerísimo alivio térmico este martes y este miércoles, pero hoy vuelve esto a ser un puto horno en el que hay que echarle valor para hacer alguna actividad que no sea el puro vegetar dentro de casa, al menos los que tenemos la suerte de contar con aire acondicionado. Nos estamos asando al horno del cambio climático sin remedio. Los que no tienen aire acondicionado, siempre pueden bajar a refrescarse a Madrid Río, a la instalación gratuita que el Ayuntamiento llama Playa de Madrid y que el saber popular ha rebautizado con el más modesto y ajustado nombre de Los Chorros. Es lo que hizo el otro día la señora del vídeo que les pongo a continuación, que aprovechó los citados chorros para refrescar sus partes más íntimas de los ardores del cambio climático y climatérico.

Además de ese tipo de abluciones, es bueno beber mucha agua y tener a mano un paquete de saladitos (kikos, cacahuetes, etc.). Eso es lo que acostumbran a llevar los montañistas y senderistas extremos, para evitar el golpe de calor, porque el agua sola no es suficiente, a menos que esté enriquecida con Isostar o similar. A pesar de estos calores, yo he seguido haciendo más o menos mi vida normal. El domingo, después de escribir mi post anterior, organicé una cena en mi casa porque llegaban por carretera mi hijo Kike y su chica, a pasar una sola noche en casa. Habían asistido a una boda en Asturias el sábado y no habían encontrado billete de avión directo de vuelta a París. Así que se vinieron con unos amigos y teníamos el plan de cenar juntos con su madre. A la vista del calor que hacía decidimos hacer la cena en mi casa, que resolvimos a base de ensaladas y fruta básicamente.

El lunes Kike estuvo teletrabajando desde aquí, su chica se fue de museos y yo no falté a mi cita con el yoga, a pesar de que caminar veinte minutos por el centro de Madrid a las horas centrales del día (y otros veinte de vuelta) requiere una cierta disposición de ánimo y cabezonería, pero se puede hacer, yendo por la sombra (yo llevaba mi correspondiente paquete de saladitos por si acaso). Después acerqué a la pareja a la T4 con mi coche y aproveché que el calor parecía aflojar un poco para quitar el aire acondicionado por la noche y abrir las ventanas de par en par. El martes me pasé el día en casa. Tuve inglés a primera hora y luego estuve leyendo y haciendo gestiones diversas. Además, a la vista de que me quedaban un montón de tomates Otelo, dulces como el caramelo, que amenazaban con echarse a perder, decidí hacerme un gazpacho. Para ello, bajé un momento al frutero pakistaní del barrio y le compré un pepino y un pimiento verde. Me cobró 63 céntimos. Y el gazpacho me salió riquísimo, es lo que he cenado todos estos días.

Por la noche, mi amigo Dani me avisó de que se podía ver el concierto de Sam en directo en el festival de blues de Brezoi (Rumanía). Ya me iba a acostar, pero me conecté y lo vi entero por el televisor con el cable HDMI, desde las doce de la noche hasta la una y media. Tenía también la ventana abierta, así que todos mis vecinos lo pudieron escuchar (no escuché ni una sola protesta). Es este el último concierto de la banda antes del de Jerez y tengo que decirles que vi a mi chica favorita un poco cansada y no demasiado entregada. La gimnasia gestual de Samantha es un libro abierto para mí y en este concierto estaba con cara de no estar demasiado a gusto, llevaba las uñas a medio despintar, y no se esforzaba especialmente en animar al personal, que se pudo comprobar que era escaso y bastante frío. Sam es una profesional, pero llegar a un pueblo de Rumanía que es como el culo del mundo y encontrarte una audiencia demediada y poco entusiasta, le baja los humos a cualquiera. Había también algunos problemas de sonido.

En Cazorla yo vi a Samantha muy contenta y he podido ver filmaciones de algunos de los conciertos que ha ido dando en esta mini gira europea con la misma sensación. Al día siguiente de Cazorla, tocó en Tenerife y al otro día en Maspalomas, delante del faro, un lugar muy estimulante, donde también se les vio felices a los cuatro del grupo. Después tocó en Odense (Dinamarca) y en Budapest, como telonera de Gary Clark jr. con quien improvisó la batalla de guitarras que pudieron ver en el post anterior. Y en un antiguo castillo de Estonia, donde parece que tuvieron problemas previos con el sonido, hasta que estuvo a su gusto. Ella misma ha colgado una foto en plena guerra sobre este tema del sonido, que les pongo abajo, para que vean cómo es esta mujer cuando no va vestida de concierto.

Poca broma con ella, como ven. Y el domingo pasado dio un concierto en Piacenza (Italia), donde se la volvió a ver pletórica, porque ella necesita recibir el feedback de la energía del público para dar todo lo que tiene. Espero que en Jerez la cosa sea igual. El concierto italiano se llamaba Dal Mississippi al Po y hay un cameraman italiano que ha grabado la mayor parte de las canciones de Sam. Ese día estaba guapísima, con una blusa transparente con corazoncitos rojos, que resaltaba ese cuerpo que un comentarista del blog ha calificado de rollizo. Es cierto que Sam está hermosa desde el parón pandémico, y ya no es más aquella Long Tall Sammy que tanto me gustaba.

Les voy a poner el enlace a la canción que da de propina al final del evento. Después de dos horas de concierto está tan fresca y se monta un final apoteósico con la baterista, con la que se ve que tiene mucho feeling. Después corre a regalarle la púa a alguien de la primera fila, choca la mano con los que se la piden, lanza besos a diestro y siniestro y se lleva un folletito que otro de la primera fila le regala. Es un vídeo de Facebook, ya saben que tienen que ponerse la pantalla más grande que puedan y cortar después los otros vídeos que la página suele enlazar, como cerezas del rabo. Han de pinchar AQUÍ.

El miércoles aproveché que la mañana era menos calurosa para irme tempranito de compras. Pasé primero por el Corte Inglés de Callao a comprarme una cafetera. Recuerden que, en el trance de recoger todas las cosas de mi casa para el pintor y el parquetista, una serie de viejos electrodomésticos históricos acabaron en el Punto Limpio y les acompañó la cafetera de cápsulas que me regaló mi hijo Kike cuando vivía conmigo y que ya empezaba a funcionar mal. Durante todo este tiempo he estado funcionando con una de émbolo, que tengo desde hace mucho, pero tenía yo el antojo de comprarme una de esas de palanca que tienen en las cafeterías, que te hacen dos cafés a la vez y tienen un tubo lateral que aspira el agua o la leche para calentarla, con un ruido característico. Encontré una De Longhi bastante aparente por 399€ y la encargué para que me la lleven a casa la semana que viene.

Luego me pasé por el FNAC para buscar los libros del cuatrimestre de otoño de Billar de Letras, que ya nos los han anunciado. Sólo tenían uno de los cuatro y me dijeron que no me podían encargar los otros, algo insólito, que no sé a qué se debe. Entonces me fui a La Central a por los tres que me faltaban. Tampoco los tenían, pero los encargué, como siempre he hecho en estos casos. Finalmente, me pasé por la tienda de deportes de El Corte Inglés para comprarme unas mallas cortas para el yoga, que con este tiempo paso mucho calor con las de invierno. En este tipo de tiendas hay unas dependientas jovencitas que no se enrollan demasiado, así que yo mismo elegí el modelo, busqué la talla, me lo probé y fui a la caja a pagarlo. Después volví caminando a casa, aunque el calor empezaba ya a apretar.  

Por la tarde/noche tenía el plan de ver el partido decisivo de la selección femenina de fútbol, pero me llamó una amiga por si quería acompañarla al cine y yo tengo claras cuáles son las prioridades. Vimos Mali Twist, una película que me gustó mucho y que les comentaré otro día. Y total, las chicas perdieron de forma cruel, aunque se van de la Eurocopa de Inglaterra con la cabeza alta. No era fácil ganar a la selección inglesa, que es la anfitriona y la principal favorita, pero estuvieron a siete minutos de lograrlo. Ese era el tiempo que faltaba por jugar cuando les empataron. Y luego les marcaron de nuevo en la prórroga. El gol con el que se adelantó España vino de una jugada fabulosa de Athenea del Castillo, que estuvo a un tris de hacer el 0-2 con un centrochut que se envenenó y obligó a la portera inglesa a hacer una buena estirada. Abajo tienen el resumen del partido que ha publicado RTVE, por si les apetece verlo.


Al salir del cine busqué el resultado en el móvil y me alegré de no haberlo visto, porque estas chicas se merecían haber pasado a semifinales. Pero, en fin, culminamos la noche con unos tacos mexicanos y un largo paseo por la noche madrileña, que ya empezaba a recalentarse de nuevo. Y hoy he asistido a la culminación de la rebelión de las máquinas de mi casa. En días pasados me ha empezado a fallar la aspiradora y una licuadora Bosch con la que me intenté hacer el gazpacho, que finalmente elaboré con la minipimer. Y esta mañana, cuando me he levantado era materialmente imposible encender el ordenador. El botón de encendido se estaba hundiendo poco a poco, desde que se me cayó en casa de mi hijo Lucas en Lille, pero el aparato se encendía. Hoy se había terminado de joder.

He tenido que atender la clase de inglés por el móvil, que es bastante coñazo, y, en cuanto se ha terminado, he bajado a la tienda de la calle Atocha donde arreglan este tipo de problemas. Y me han dicho que lo podía dejar allí, pero que no lo iban a empezar a mirar hasta el martes, porque el lunes es fiesta en Madrid. Para dejarlo allí, prefería tenerlo en mi casa. Y entonces, he hecho una cosa que no se debe hacer (como cuando bajé de la azotea por la pared): he cogido un destornillador pequeño de estrella y he procedido a desmontar la tapa inferior del ordenador. No toda, lo suficiente como para subir el botón de encendido a su sitio. Enseguida me he apresurado a colocarla de nuevo y apretar los tornillos. Un efecto positivo: el ordenador se ha encendido, aunque no tengo garantía de que, si lo apago, se vuelva a encender.

Pero dos efectos negativos. Sin querer he tocado la conexión al WiFi, de modo que ahora va como el culo. Y además, hay uno de los tornillitos que ya no entra y lo tengo en una tacita de café. El martes llevaré el estropicio a la tienda y a ver qué pueden hacer. El caso es que el ordenador, una vez encendido, va bien, salvo el tema del WiFi. Un amigo al que le he consultado, me ha dicho cómo evitar hasta el martes el tema del encendido. Cuando lo quiera apagar, simplemente debo bajar la tapa de la pantalla y cerrar el portátil. El aparato entra inmediatamente en modo suspensión. Y al abrirlo se enciende de nuevo. En cualquier caso, he echado parte de la mañana en copiar todos mis archivos en un disco externo, por si los de la tienda me dicen que tengo que llevar el ordenador al Punto Limpio.

Lo he cerrado de la manera que me han dicho y me he ido al yoga, donde he estrenado mis nuevas mallas cortitas. Bien guapo que iba, oigan. Daba gloria verme en medio de las jovencitas de la clase. Y por la tarde, después de picar algo en Casa Revuelta, dar una cabezadita y tomarme un té Earl Grey con miel de flores del Xallas, me he puesto a escribirles a ustedes. Soy consciente de que en verano no tengo demasiada audiencia, porque muchos de mis lectores se van de vacaciones y, como es natural, no se llevan el ordenador. Pero yo tengo que seguir a mi ritmo. Mañana desayunaré sin prisas y me pondré en carretera, donde me esperan unas seis horas de trayecto, que resolveré con dos paradas intermedias. Mi plan es pillar el hotel y salir a tomarme unos pescaditos para cenar, en algún antro que me recomiende Dani.

El sábado tengo la mañana para callejear hasta que empiece el calor, luego comeré algo y me iré a descansar al hotel, que la noche promete emociones fuertes. Ya les contaré. De momento, sean buenos y no se quejen demasiado del calor. Al fin y al cabo, este puede ser el verano más fresco del resto de nuestras vidas. Por si no estuviéramos cargándonos el planeta lo suficiente, viene el Hijo de Putin y la lía parda. Las guerras, aparte de lo terribles que son para la gente, son letales para el medio ambiente. No puedo dejar de mostrarles otra de las fotos del año, que tal vez hayan visto en la prensa. Es una imagen de lo que nos espera. Ya sé que algunos de mis lectores piensan que los ucranianos algo habrán hecho (y los occidentales que les estamos ayudando a defenderse). Pero yo sigo en mis trece. Y esta foto me trae a la cabeza la vieja tonada gallega: a miña casa non quero que veñan. Nuestro mundo no es perfecto, es muy mejorable, pero el de esta banda es mucho peor y no tengo ninguna duda al respecto


4 comentarios:

  1. Pues como este sea el verano más fresco del resto de nuestra vida, estamos apañados. Sobre el Hijoputin, ahora se está frotando las patas de gusto con el embrollo italiano y la perspectiva de que a la vuelta del verano ganen los suyos, la fanática fascista Meloni con los ultraderechistas de la Lega y el nonagenario Berlusconi, todos ellos pro-Putin, por la testosterona homófoba y la religiosidad casposa. Han aburrido al eficiente Draghi y a Mattarella lo tienen hasta el piquito de la boina. Entre los fuegos que arrasan media España y la devastación de la guerra, pido, como Blas de Otero, "la paz y la palabra". Estoy con José Mugica, es imprescindible parar la guerra, cualquier acuerdo es mejor que alargarla enviando armamento a Ucrania, muchas de estas armas están cayendo en manos de grupos nazis, no es buena idea armar a quienes nos van a dar problemas en un futuro cercano.
    Esta guerra es ruinosa para Europa, aunque quizá sea un buen negocio para USA. Y sí, culpable absoluto, el hijoputin. Disfruta de tu Somanta, es lo único fresco de este verano abrasador.

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    1. Querida, respeto totalmente tus sabias opiniones, como siempre. Sin embargo, desde mi punto de vista, la alternativa de no ayudar a los ucranianos a defenderse, llevaría a dejarlos a los pies de los caballos, lo que no me parece justo para ellos, ni conveniente para nosotros, los europeos. Recuerda a Bretch: fueron a por los ucranianos, y yo no me preocupé, porque no soy ucraniano, etc. Mi padre se lamentó toda su vida de que ingleses y franceses no hubieran ayudado a la República. Pero reconozco que tu opinión está muy bien fundamentada y en línea con lo que piensa mucha gente. Un abrazo.

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  2. La baterista de Fish es una mezcla de Massiel y Chrissie Hynde.

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    1. Sí, pero, bajo mi punto de vista, más cerca de Massiel, que estaba siempre sonriente (y pimplaba de lo lindo). Chrissie tenía muy mala leche, aunque era una artista superlativa. A sus Pretenders los he visto al menos tres veces. A Massiel una sola, en la vieja plaza de toros de La Coruña, cuando tendría yo unos quince años.

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