sábado, 13 de febrero de 2021

1.023. La jubilación

La jubilación
Pronto llegará
Yo te cantaré
Y tú me verás

Me viene a la mente esta vieja tonadilla, de la que no recordaba ni el título ni el autor. La he buscado en San Google y resulta que es un éxito de una tal Lolita Garrido, que se llamaba La televisión, no La Jubilación, nada menos que de 1948, tres años antes de que yo naciera, pueden encontrarla en el Youtube. No había televisión entonces, obviamente, yo todavía me acuerdo de cuando mi padre cedió finalmente y compró un viejo armatoste de blanco y negro, bastantes años después. En fin, detecto una expectación indisimulada del público por saber cosas acerca de mi inminente jubilación, dentro de seis días, sobre todo después de que les anunciase mis intenciones de hacer lo posible para prolongar mi vida activa de alguna forma, incluso haciendo lo imposible, si ello fuera posible, según la celebrada frase de mi añorado Rajoy (los dirigentes de ahora son mucho menos divertidos).

El tema de la jubilación y mis investigaciones al respecto, tampoco me parece nada divertido pero, ya que insisten, tendré que dedicarle un post. En realidad, a mí me divierte más hablar de Samantha Fish o de cualquier otro tema. Ya les he contado que mi padre, en sus últimos años, tenía en la mesita de noche el Quijote y no quería que le regaláramos ningún otro libro, decía que él ya no pensaba leer otra cosa que no fuera el Quijote. Tenía ya más de 80. Siendo yo hijo suyo y al borde de cumplir los 70, no les extrañará que no quiera hablar más que de Sam y su guitarra. Un comentarista dice que la última canción que les traje al blog le recuerda a las armonías vocales de Amy Winehouse. Ojo con eso, querido amigo. Me pone usted en un verdadero compromiso.

A nivel personal, ambas son totalmente opuestas. Samantha es una buena chica, de una familia estructurada, llena de sentimientos positivos y con un control total sobre su negocio y sobre su vida en general. Amy fue un desastre, lastrada por sus complejos y su deriva hacia el abismo en el que finalmente sucumbió, empujada por las drogas y un marido que era un personaje verdaderamente tóxico. Y tenía un entorno que no la protegió de la caída. Samantha tiene una familia y muchos amigos que la adoran y no la dejarían caer. A nivel vocal, Sam tiene ciertamente un registro más amplio, llega a unos agudos inverosímiles y tiene una voz más cultivada (aunque tal vez no sabe lo que dice cuando se define como soprano), no fuma y hace media hora de ejercicios de calentamiento vocal antes de cada concierto. Amy se murió antes de quedarse como Sabina, para lo que tenía todos los números.

Sentado esto, diré que Samantha a mí me fascina por su talento como guitarrista, su personalidad y su forma de salir cada vez al escenario a comerse el mundo, y en segundo lugar por su forma de cantar y de componer. Pero lo que hacía Amy con la voz mientras estuvo en forma, es inigualable. La voz de Amy era un instrumento de jazz completamente libre, al albedrío de su creatividad, algo que nadie ha conseguido emular. Al César lo que es del César. Pero, ya que hemos dicho que Sam es una buena chica, valiente, divertida, vitalista y con su complejidad, pero sin dejar de ser una buena chica de Kansas City, les voy a destacar un aspecto en el que tal vez no se han fijado: no tiene en su cuerpo un solo tatuaje, ni otros agujeros artificiales que los de las orejas donde sujeta los amplios aros que tanto le gustan.

¿Cómo dicen? ¿Que cómo lo sé? Pero mira que son ustedes chinches. Obviamente yo no conozco las partes de su cuerpo que ella no haya querido mostrar en público. Pero la gente que se hace tatuajes o piercings, se los hace para enseñarlos. Una chica que se tatúa por ejemplo un pececito en un hombro, ya está obligada a llevar siempre camisetas sin mangas, aunque pase un frío de la hostia. Pondría la mano en el fuego de que Sam no se ha hecho nunca un tatuaje. Y esto, en una persona famosa del entorno de los 30 años, es algo verdaderamente excepcional en estos momentos. Vean a cualquier futbolista de fama. Las chicas de Larkin Poe tienen tatuajes (los de mi adorada Megan son súper discretos), artistas como Lana del Rey o Lenny Kravitz están llenos de ellos y hasta Amanda Fish, si se fijaron, tenía uno al menos, en el brazo.

¿Y saben por qué Sam no se hace tatuajes? Pues yo lo tengo claro: porque no le da la gana. ¿Qué dicen ahora? ¿Que si soy anti-tatuajes? Para nada. Mis dos hijos están apuntados a la tendencia y tengo muchos amigos y amigas con tatuajes y piercings por todos lados. En fin, nunca les he hablado de mi amiga S. (¿o sí?). Mi amiga S. es una de mis colegas del mundo del running. Juntos hemos corrido unas cuantas carreras (no todas las que yo hubiera querido) y estamos ahora sufriendo esto de estar en el dique seco. Antes de comenzar una prueba de 5 kms. de las que yo solía correr en los últimos tiempos, nos hicimos un selfie para la posteridad. Aquí lo tienen.  

Vale, que sí, que ya les hablo de la jubilación, aunque sea un coñazo. Es un tema en el que he ido dando sucesivos bandazos. Allá por el mes de noviembre, mi jefa me comentó por el pasillo, así como de pasada, que menuda putada eso de que me fuera, que por qué no pensaba en alguna solución para poder seguir después de la fecha fatídica. Le prometí enterarme de las posibilidades, pensarlo con calma y hablarlo con ella cuando tuviera una decisión tomada. Pregunté a una amiga que sabe de estas cosas y me contó que para mayores de 70 había en el Ayuntamiento de Madrid dos posibilidades. Una, que me dieran una plaza de asesor político, que no tienen límite de edad, Carmena tenía varios asesores de su quinta. La otra, que me contrataran como asistencia técnica para trabajos concretos, para lo que tal vez podría considerar la conveniencia de darme de alta como autónomo.

La primera posibilidad la tengo vetada. Ahora mismo no tengo ningún conocido lo suficientemente íntimo en ninguno de los partidos con representación en el Pleno, como para pedirle que me contrate en una de sus plazas de asesor, pero no para trabajar para su partido sino para seguir trabajando para mi jefa. Totalmente inviable. Quedaba la segunda. Consulté con mi hijo Kike que sabe mucho de esto por su trabajo como auditor de empresas. Su consejo fue que, si pensaba seguir de alguna manera activo, era imprescindible que me diera de alta como autónomo en cualquier caso, por un tema de protección de datos. Tiene un sentido: si yo, por ejemplo participo en el próximo Jurado de Reinventing CIties, donde se eligen las propuestas ganadoras, ya sé que los perdedores se van a cabrear muchísimo y se van a poner a buscar fallos en el asunto para impugnar el resultado del concurso. Y el hecho de que yo esté en ese fregado tan sólo en calidad de amiguete, es ponérselo a huevo.

Con estos datos me lo pensé y decidí que me apetecía seguir: mientras dure la pandemia, no puedo viajar y, si tengo que seguir encerrado, puedo perfectamente continuar teletrabajando, algo que me resulta muy cómodo. Siempre que se me considere útil. Con esta decisión, le pedí hora a mi jefa, que me recibió en su despacho el 22 de diciembre, día de la lotería, con esta frase de bienvenida: Emilio, ¿vienes con malas noticias? Le dije que para nada. Que ya había tomado una decisión. Que esto era un acuerdo entre dos partes y por la mía estaba seguro de que quería seguir, en principio. Que lo que ya no tenía tan claro es que el tema le conviniera a ella y al Ayuntamiento, porque –añadí– entendería que ahora me dijera que no. No es lo mismo –continué– que tú tengas aquí a una vieja gloria a la que no puedes echar porque es funcionario y, ya que lo tienes, lo aprovechas y, si encima se enrolla y se porta bien y ayuda, pues hasta le coges cariño. Es muy diferente que yo esté fuera y tú me quieras contratar para que venga a aquí a ayudar. 

Mi jefa me escuchó pacientemente y luego me dijo que estaba segura de que quería que continuara. Que lo demás eran elucubraciones mías. Era lo que quería comprobar, y me parecía de justicia hacer esa primera gestión. Yo no quiero convertirme en un incordio para mi equipo, con lo bien que me han acogido en estos últimos cinco años. Les diré que salí de esta primera gestión con el ego bastante reconstruido, en unos momentos en los que estoy a punto de entrar en una fase de mi vida diferente, por mucho que me empeñe en no darme por enterado.

Entonces hice la segunda gestión. Pedí hora en la Seguridad Social y me atendió una señora por teléfono. Lo que yo quería saber es: si yo estoy un año más cotizando (en ningún momento he pensado en alargar más la cosa, sólo hasta que se acabe la pandemia) y voy a ganar menos dinero que los años anteriores, ¿eso puede afectar negativamente al cálculo de mi pensión? No me contestó en términos de blanco o negro, pero yo entendí entre líneas de su respuesta, que por supuesto que me podía afectar, que había un riesgo cierto de que hiciera el canelo siguiendo activo. Además, se cruza el tema de que están pensando en cambiar el sistema de cálculo de la pensión, pasando de los 25 años actuales de cotización a 35, lo cual me puede perjudicar también. Así que su consejo era claramente que me jubile ya, asegure la pensión a la que tengo derecho ahora y luego ya puedo ver que es lo que hago.

Sabio consejo. Además, me dijo que había dos modalidades para lo que yo quiero. UNO, la jubilación compatible: yo sigo cobrando mi pensión, pero puedo hacer trabajos siempre que no gane más de 9 o 10.000€ al año, la cantidad máxima exacta depende de la cuantía de mi pensión. DOS, la jubilación activa, para trabajos concretos sin límite de pago. Esta modalidad es a petición del interesado. Tú te diriges a la Seguridad Social y le comunicas que quieres hacer jubilación activa dos meses, o cuatro, a la carta, porque te han contratado para un trabajo. Durante el tiempo que solicites, te pagan la mitad de la pensión, que luego recupera su cuantía anterior. Eso se pide y te lo conceden siempre, porque se ahorran dinero.

Tercera gestión. Llamé a mi amigo Manolo, del sindicato al que estoy afiliado. Es este un tipo peculiar, de aire rural, gafas de pasta, barba entrecana, zamarras de borrego, pitillo en mano, voz aguardentosa y labia desbocada. La última vez que le había llamado fue para que me explicara por qué tenía que agotar las vacaciones. Me explicó que en caso contrario yo podría reclamar una compensación económica. Mi pregunta: ¿y si yo firmo un papel comprometiéndome a no reclamar? Su respuesta: Emilio, ¿sabes qué te digo? vete a tomar por culo. Así quedó consignado en el blog. Esta vez, le llamé unos días después de la Filomena. Se le oía así como si estuviera al otro lado de la Tierra. Me dijo que estaba aislado en su pueblo y no podía bajar a currar a Madrid como siempre, con todo el trabajo pendiente que tenía.

Su consejo: pilla la pensión ya. Y, si luego te hacen una oferta concreta, vienes a verme y la estudiamos juntos. Porque piensa que tu jefa te quiere contratar, sí, pero luego se lo pueden negar desde arriba o recortarle el presupuesto. Y, en cualquier caso, no pierdas de vista que la única forma que va a tener el Ayuntamiento para contratarte es como asistencia técnica. Consejos requetesabios. Pero me costaba mucho oírle, sonaba como si estuviera dentro de un pozo. Le pregunté: –Manolo, pero ¿dónde coño estás que apenas te oigo? Respuesta: es que he salido aquí a darle de comer a unos borregos que tengo, que como no les dé algo se van a helar. Esa fue la conversación.

Cuarta gestión. Si sólo se me puede contratar como asistencia técnica, bueno sería consultar a los de contratación del Área de Urbanismo. También tengo allí una amiga, que me dio un dato muy interesante: la máxima cantidad que se puede contratar sin concurso y sin tener que presentar tres ofertas, son 15.000€. Es lo que se llama un contrato menor, o como suele decirse, un menor. El asunto se iba acotando. No me van a poder pagar más de 15.000 y, si no me paso de 9.000, sigo cobrando la pensión. Es verde y con asas. O blanco y en botella, que no blanco y en aznar. Una amiga más, que es muy rápida con los cálculos, escuchó mis dudas y me dijo: 9.000€ por un año de trabajo, no te conviene para nada. 9.000€ por seis meses, sí que podría ser interesante para ti. Una opinión a tener en cuenta.

Hechas todas estas averiguaciones, procedí a rumiar toda la información recibida y comparé las distintas posibilidades que se me presentaban. Y llegué a una decisión. Me jubilo, y sigo ayudando a mi jefa, por ahora, de gratis. Cuando tenga asegurada la pensión, seguiré así en principio. Si en algún momento vemos que la cosa excede de esta ayuda gratuita y me compensa hacer todo el papeleo que se necesita para que me hagan un contrato, pues lo estudiaremos conjuntamente. Ya les adelanto que mi olfato me dice que eso no sucederá. No lo veo probable. Lo más normal es que siga de gratis y que la cosa vaya languideciendo de manera natural. Y, en una de estas, hasta puede que llegue el señor Vacunin, que no Bakunin, se pueda volver a viajar por el mundo y yo le diga a mi jefa ciao, bambina.

Pero no se sabe lo que está por venir, nunca se sabe y eso es lo que le da la gracia a la vida: si supiéramos de antemano lo que nos va a pasar, sería aburridísimo. De momento, me están saliendo bolos por un tubo. Después de mi clase de dos horas en inglés para el máster de Smart Cities de la Universidad de Lille, ahora tengo otros cuatro confirmados. El día 18 hablaré para la clase de mi amigo Darío Rivera en la escuela de Arquitectura, contando el tema del chabolismo, que ya desarrollé en el blog en una serie de cuatro posts no consecutivos. El 1 de marzo repito esa clase para otro grupo, el de mi amiga Sonia de Gregorio.

El 10 de marzo participaré en nombre del Ayuntamiento en un encuentro con varias ciudades, entre ellas Bogotá y San Francisco, presentando el Madrid Río. Y el 15, hablaré para un tercer grupo de la escuela, el del máster que dirige mi también amiga Ester Higueras. Allí contaré la historia de Madrid y su relación con el agua, una clase que ya he dado en ese máster otros años y que parece que gustó. Por cierto, esta clase está programada como presencial, en la confianza de que la situación sanitaria haya ido aflojando. Como ven, no me faltan entretenimientos. Yo no retiro el pie del acelerador y mi idea es continuar a toda pastilla hasta donde llegue. Ayer comí con mi peña de tres amigas en la terraza del Anel, al lado de la Puerta de Alcalá. Tengo entradas para ver a José María Pou en su monólogo sobre Cicerón, el próximo día 5, con la peña del teatro, que poco a poco va recuperando su ritmo.

Y, por supuesto, sigo con mis entrenamientos. Mi nueva rodillera atómica, es tan buena que, cuando acabo de correr mis 50 minutos, me duele todo el cuerpo, menos la rodilla protegida (no se olviden de que tengo prácticamente 70 tacos). Hay que ver lo que es la tecnología punta de los chinos. Lo que sí les digo es que el tema de las elecciones catalanas me interesa entre cero y nada. Cataluña lleva diez años poniendo la gobernabilidad de la región en manos de unos impresentables que les están engañando, porque no gobiernan sino que se aprovechan del dinero público para vivir como curas y cebar sus ensoñaciones de independencia. Todo el mundo lo ha visto. Si después de eso, siguen empecinados en lo mismo, merecido tendrán lo que les pase. En realidad, lo único que me ha hecho gracia de la campaña es lo sucedido en Vich.

Como quizá sepan, Vich es el lugar donde se cuece el independentismo cerril más incandescente. Hasta el punto de que la alcaldesa pidió hace no mucho que por favor no se les hablara en castellano a los desconocidos, aunque por su pinta se tuviera claro que eran españoles (supongo que alude a los cuernos y el rabo). Que aún en ese caso se les hablara en catalán. Bueno pues en este lugar tan radicalizado (donde por cierto hay un gótico espectacular, por no hablar del famoso salchichón de Vich), los policías locales llevan mucho tiempo de reivindicación de unas mejores condiciones laborales. Recientemente, se han roto las negociaciones para el convenio colectivo y los portavoces del sindicato policial han anunciado que, a partir de ahora, todas las gestiones que hagan las desarrollarán en castellano, idioma en el que también se dirigirán a los viandantes que incumplan alguna norma o les pidan ayuda. Es una medida de presión a la japonesa, que me parece cojonuda. Por si se creen que me lo he inventado, pueden leer la noticia pinchando AQUÍ 

Y de lo demás, qué quieren que les cuente. Tampoco me interesan nada las desafortunadas declaraciones del señor Iglesias que, cada vez que habla, pierde votos. No me interesará nunca nada de lo que diga este señor, mientras no haga autocrítica y admita que la culpa de que perdiera la izquierda en Madrid, ciudad y comunidad, fue enteramente suya. También sigo pensando que un partido serio como el PP, el que más militantes tiene de España, no puede estar en manos de un petimetre como el fraCasado. Dice un amigo mío que este señor, a fuerza de moverse todo el rato entre las malas compañías de los negacionistas de todo tipo, ahora niega la existencia de Bárcenas. Mi querida Birmania, que visité hace ya cuatro años, está pasando un mal trago, que no sabemos cómo acabará. Tiempo habrá para hablar de todo ello. Así que, como hemos hablado arriba de tatuajes y piercings, les voy a dejar de propina un tema al respecto del gran Rory Gallagher: Tattoo’d Lady. Este blog tiene lagunas importantes en el tema del rock y que no hayamos hablado nada de este guitarrista estratosférico irlandés, ya fallecido, es una de ellas. Es un tema bueno para bailar en esta por fin soleada mañana de sábado. Sean felices y que no decaiga. 


8 comentarios:

  1. Yo conocí un señor de Vich educadísimo. La alcaldesa debe ser maleducada, pero no todo el mundo es tan plasta en Vich.

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    1. Mari, gente educada la hay en todas partes, pero en la zona de Vich hay una presión sobre el personal similar a la que se vivió en el País Vasco en los años de plomo, sólo que sin atentados. Pero el salchichón y el gótico están por encima de toda esa miseria.

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  2. Muy bien por recordar a Rory Gallagher. Soy fan y creo que mi hijo mayor también, supongo que desde antes de nacer. Lo digo porque Marieta embarazadísima y yo fuimos al concierto que dió en el pabellón del Real Madrid en 1979, el sonido estaba al máximo y mi hijo en la barriga no paraba de moverse, supongo que bailando.

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    1. Estupendo apunte. Yo no lo llegué a ver en directo, pero entiendo que fuera capaz de hacer bailar a un bebé en la barriga de su madre. Rory Gallagher, uno de los grandes.

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  3. Ten cuidado, querido amigo: En un país en el que se cobra sólo por ser amiguete de alguien, y en el que quien más cobra es el que menos trabaja, trabajar "de gratis" puede resultar, si no arriesgado, cuando menos, sospechoso

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    1. Efectivamente, puede ser sospechoso para los envidiosos y amargados, pero son estos dos colectivos que me interesan cero. Llevo trabajando de gratis muchos años y no voy a cambiar ahora.
      Un abrazo, amigo.

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  4. Muy atractiva tu amiga, uno imagina a una auténtica Tattooed Lady. Pero, ¿es esta tan buena chica como Samantha? Se me suscitan dudas al respecto.

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    1. Mi amiga S. es una buena chica, desde cualquier ángulo que se la juzgue. Le gusta cultivar unos looks rompedores, pero es todo corazón. Puedes desterrar tus dudas.

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