viernes, 10 de abril de 2020

930. CC11. De Geografía comparada

Miren por dónde, afrontamos hoy el día vigesimonoveno de cautiverio en nuestras jaulas de oro, bien pertrechados de viandas, lecturas, buena señal de TV, WiFi de banda ancha y, por supuesto, papel higiénico en abundancia. Y cervezas. No sé de qué se quejan algunos; como dicen en mi tierra: estades millor que queredes. Es increíble cómo ha podido alterar nuestro mundo un organismo enano, que ni siquiera es un bicho: nos ha dejado sin bares, sin fútbol, sin cines, sin teatros, sin trabajo presencial, sin conciertos de rock, sin ópera, sin verbenas, sin colegios y sin universidad. Y aquí estamos todos, acojonados en nuestras guaridas, como astronautas en la luna o en Marte. Tengo en mi memoria la imagen del primer tipo que llega a la luna y pisa con mucho cuidado. Pues así me siento yo cada vez que salgo a la calle una vez por semana. Pero tengo varios amigos afectados que siguen este blog desde sus hospitales o sus habitaciones aisladas en su casa, así que vamos a la tarea.

La verdad es que a mí no me va mal esto del encierro; si fuera ya para siempre, sería una angustia pero, desde el convencimiento de que se acabará un día, pues no queda otra que aguantar y tratar de estar lo más animado que se pueda, que si encima estás de mala leche, pues todavía es peor. La imaginación humana es un arma poderosa y, lo mismo que mi tocayo Emilio Salgari escribió un montón de novelas en lejanos ambientes tropicales sin salir de su despacho, pues lo mismo vamos a hacer hoy, para ver si nos entretenemos un poco. Y primero viajaremos a través de la música hasta Londres, en concreto a la Baker Street. Esta calle ya era famosa, por ser donde vivía Sherlock Holmes, en concreto, en el número 221 B, pero el empujón se lo dio un músico escocés llamado Gerry Rafferty, fallecido en 2011 a los 63 años.

En 1978, Rafferty incluyó en su disco de reaparición, tras una serie de problemas de todo tipo, una canción dedicada a la Baker Street donde se hospedaba cada vez que venía de su Glasgow natal, una balada no muy potente que hubiera pasado sin pena ni gloria, de no haber sido por su ocurrencia de incorporarle un riff de saxo potentísimo, grandioso, inolvidable, que le da otra dimensión y que catapultó a Rafferty al mayor éxito de su carrera. Para interpretarlo contrató a un saxo también escocés, llamado Raphael Ravenscroft, colaborador habitual de Marvin Gaye y Pink Floyd entre otros.

Por cierto, ambos músicos acabaron mal entre ellos, porque, como buenos escoceses, eran un par de agarrados, unos roñas. Ravenscroft reveló que el otro le había pagado sólo 27 libras por su trabajo y que le había costado mucho cobrar esa miseria, cuando él era el alma del elemento que hace buena la canción. Rafferty argumentaba que la idea de sustituir el estribillo por un riff de saxo había sido suya y también la composición. Que el otro se había limitado a interpretarlo y 27 libras era el sueldo que habían acordado. Cosas de escoceses. Escúchenla (seguro que les suena conocida, aunque no se supieran la historia). Por cierto, se la traigo con un vídeo con fotos muy sugerentes, algún bonito culo incluido, así que pónganselo en pantalla grande.


Bueno, después de esta música y estas imágenes, casi que podíamos dejarlo ya, salirnos del blog y ocuparnos de otros asuntos, de esos tan interesantes a los que dedicamos nuestro tiempo de encierro. Pero parece obligado hablar del coronavirus (de los cojones), aunque no quiero repetir las informaciones que ya pueden ustedes encontrar en cualquiera de los medios más difundidos. Una de las características de este virus es que llega a todas partes y ya saben que yo me considero ciudadano del mundo y me interesa lo que sucede en los rincones más lejanos y recónditos de la Tierra. Así que voy a continuar, mostrándoles unas fotos curiosas de escenas que se suscitan en estos tiempos que corren. Empiezo por la habitualmente súper concurrida galería comercial Vittorio Emanuele II de Milán, tal como se puede ver estos días.


Se habrán fijado en las barreras dispuestas para evitar un atentado suicida con autobús arrollando a las masas. Hoy en día, un islamista loco que viniera, no atropellaría a nadie. Abajo, una imagen desolada de la capital finlandesa Helsinki. Su famosa Estatua de los Tres Smiths, está en una esquina de la Mannerheimintie, la avenida que estructura todo el centro de la ciudad y que yo recorrí cuando la visité. La estatua se erige ahora solitaria. Los ciudadanos les han puesto mascarillas a los tres Smiths y han rodeado la peana con una pancarta que reza: mantente fuerte.  
                            

Ahora vamos a ver a una pareja de brasileños que fueron a casarse a Maldivas, algo que está muy de moda entre ciertos estratos sociales con más dinero que cultura. Allí les pilló la alarma mundial y ya no han podido volver, Están confinados en su resort, donde no pueden contagiar a nadie y tienen todo el espacio para ellos. Pueden ver que están felices: las circunstancias les han llevado a esta endless honeymoon, una luna de miel sin final.


Por último, otros que también están felices. El primer contingente de trabajadoras sanitarias chinas que fueron reclutadas en todo el país para ayudar a combatir la epidemia en Wuhan, se dispone a volver a sus ciudades, una vez que la cuarentena ha finalizado y el bloqueo de la ciudad es sólo historia. Ven que van uniformadas, con mascarillas homologadas y su correspondiente ramo de flores. Y agitan la bandera china en alto.



¿Cuándo llegará ese momento en Madrid? Pues no quiero desanimarles, pero nos queda mili de la hostia. Estamos, como quien dice, en primero de carrera. Vuelvo a insistir en la fecha del 15 de mayo, como una opción optimista de levantamiento de las medidas de confinamiento. Así que hay que buscarse entretenimientos. Ya saben por este blog que una de las cosas que más me gustan es la Geografía, el conocimiento sobre los países lejanos y las diferentes culturas del mundo. Es por eso que me encanta viajar y una de mis incertidumbres actuales es no saber cuándo voy a poder moverme otra vez libremente por el mundo. Como con las cifras de contagiados y victimas del coronavirus (de los cojones) hay un cachondeo notable, yo suelo consultar la página de la Johns Hopkins, la prestigiosa Universidad de Medicina de Baltimore, que mantiene un GIS actualizado en tiempo real, que pueden consultar AQUÍ. Por cierto, se trata de un sistema de información georreferenciada, basado en una tecnología ArcGis y gestionado por la empresa ESRI. Es decir, el mismo software que utilizamos en la Dirección General de Planificación Estratégica en la que yo trabajo. Es que no se lo creen, pero somos unos modernos.

Si entran en la página, verán que abajo hablan de 185 países o entidades afectadas por el virus. Como tengo curiosidad por saber qué lugares están todavía libres de contagio, he buscado la lista de países que forman la ONU. Son 194. Habría, pues, nueve países aun vírgenes de Covid-19. Pero la cosa no es tan sencilla y me he puesto a investigarla (un pasatiempo no muy diferente al de hacer un castillo de naipes de ocho pisos, pero es lo que tiene esta situación). La ONU no admite a determinados países autoproclamados independientes. Por ejemplo, Taiwan y Hong Kong, a cuyo reconocimiento se opone China. Y Palestina (Cisjordania y la Franja de Gaza), por la inquina de Israel. En Europa, el Kosovo, no reconocido por muchos países, entre ellos España. Y en África el Sahara (vetado por Marruecos) y Somalilandia (vetada por Somalia) dos territorios no reconocidos por nadie.

Repasando la lista de la Johns Hopkins, me encuentro que incluye dos cruceros, imagino que a la deriva porque no les dejan recalar en ningún puerto. Y cuatro de estos territorios no reconocidos por la ONU: Sahara, Kosovo, Palestina y Taiwan. Así que el total real de países afectados es de 179. Y los países no contagiados son entonces 15. ¿Cuáles son estos paraísos? Pues once de ellos son territorios insulares en medio del océano. Uno de ellos Comoras, formado por tres islas muy cerca del extremo norte de Madagascar. Los demás, forman parte de la Polinesia, en Oceanía. Se trata de 10 países enanos, que responden a los nombres de Federación de la Micronesia, Palaos, Samoa, Islas Salomon, Islas Marshall, Tuvalu, Nauru, Vanuatu, Tonga y Kiribati. Todos ellos han sido colonias occidentales, pero han sufrido movimientos nacionalistas que han luchado por su independencia y la han conseguido. Y desde entonces viven fatal, porque carecen de recursos propios de los que vivir.

Otras islas de la Polinesia, en cambio, han optado por seguir bajo la soberanía de la metrópoli correspondiente: Hawai, Guam, Islas Marianas y Samoa Americana (USA), Tahiti, Wallis y Futuna, Nueva Caledonia y la llamada Polinesia Francesa (Francia), Islas Cook y Niue (Nueva Zelanda), Pitcairn (Reino Unido) e Isla de Pascua (Chile). En todos estos lugares se vive de la subvención anual de la administración metropolitana, igual que las Azores viven de la ayuda portuguesa. La población de estas colonias supervivientes le ha visto las orejas al lobo y no quieren independizarse. Si en cualquiera de estos lugares se organizara un referéndum de autodeterminación, se perdería (por eso no lo reclaman). En la Isla de Pascua, donde yo estuve, los locales quieren autonomía, pero con la boca pequeña. El estado chileno les ha incluido en la región de Valparaíso. Y a ellos les gustaría seguir dentro de Chile, pero como región autónoma, para que no les mangoneen la subvención los de Valparaíso. Aquí pueden ver un mapa político de la zona, para que se hagan una idea.



De todos estos territorios, el único que tiene una historia curiosa es Kiribati, un archipiélago atravesado por la línea de cambio de hora, lo que hace que uno pueda cogerse un barquito de una isla a otra y llegar el día anterior, pero esto ya se lo cuento otro día. El caso es que hemos hablado de diez estados de Oceanía libres del virus, y en la lista de estados de la ONU en Oceanía hay 14. ¿Cuáles son los otros cuatro? Es una pregunta facilita: Australia, Nueva Zelanda, Papúa-Nueva Guinea e Islas Fiji. Los cuatro tienen casos de coronavirus (de los cojones), debido a su tamaño. De Australia y Nueva Zelanda, tal vez mi amiga África pueda aportar algo más que yo, porque ha pasado allí el mes de enero. Las islas Fiji se bautizaron así en inglés, porque en el idioma local se llaman las islas Viti. Es un archipiélago de más de 300 islas, la mayor Viti Levu, que es con Hawai la más grande de Polinesia. Su tamaño le da la posibilidad de ser un paraíso del turismo y vivir de ello más o menos holgadamente.

Pero el territorio más curioso de toda esta zona es Papúa-Nueva Guinea, país que ocupa la mitad oriental de la isla de Nueva Guinea, la segunda isla más grande del mundo después de Groenlandia, dado que Australia se considera continente. Esta isla, estuvo todo el período colonial dividida por el meridiano 141: al oeste era colonia holandesa y al este británica y alemana. Tras la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial, todo el este pasa a Gran Bretaña. Y, más adelante, la parte occidental se incorpora a Indonesia y la oriental a Australia. Curiosamente, Indonesia se incluye en Asia y Papúa-Nueva Guinea en Oceanía.

Pero en esta tierra hay indígenas que llevan allí 20.000 años y tienen fuertes sentimientos identitarios. En 1975 Papúa-Nueva Guinea consigue la independencia de Australia, mientras la parte occidental continúa como una región autónoma indonesia. Pero en Papúa, hay como 800 pueblos distintos, con sus culturas vernáculas y sus lenguas propias y no todos se sienten a gusto con el actual estado, mangoneado a su conveniencia por unas cuantas de estas etnias. Recientemente se celebró en su capital Port Moresby un juicio contra dos líderes tribales muy populares. Y ambos se presentaron en el juicio vestidos con su atuendo tradicional, como se ve en la foto. 

Sí, ya lo ven. El traje típico de estos activistas indígenas está formado por unas chanclas del Todo a Cien y un fastuoso estuche peniano, sin parangón en el resto del mundo. Esta es una peculiaridad que hace que Papúa-Nueva Guinea sea una meca del turismo gay. Una pareja de amigos míos que estuvieron no hace mucho, me cuentan que ya en el mismo aeropuerto te reciben un par de maromos ataviados de esa guisa, que te ponen al cuello una guirnalda de flores (esta última, una práctica común en toda la Polinesia, aunque te la suelen poner mujeres, ataviadas con falditas también del Todo a Cien y cara de media luna sonriente). En fin, queridos seguidores, que si a alguno de ustedes se le ocurre visitar tan remoto y curioso lugar, y tiene el detalle de traerme de recuerdo uno de esos fabulosos estuches penianos, prometo hacerme un selfie para el blog vestido a la manera papú.

En Papúa-Nueva Guinea se han detectado ya dos casos de coronavirus de los cojones, cifra ridícula, como las que registran lugares como Yemen, o Sudán del Sur, territorios con tantos problemas que, si hay más casos, ni lo van a notar. Pero hemos hablado de 15 países de la ONU no afectados, 11 de ellos insulares. ¿Cuáles son los cuatro continentales? Vamos con ellos. El primero es Corea del Norte. Comprimidos como están entre China y Corea del Sur, no es creíble que no tengan contagiados. Así que imagino que el gordo Kim Jong-un los ha prohibido por decreto ley. El que tenga fiebre y tos seca, que se joda y se vaya a su casa, que será un constipadillo de nada. Por otro lado, nadie se cree las cifras que están dando los chinos. Mienten como bellacos, igual que los rusos.

El segundo territorio sin casos de Covid-19 es Lesoto un cuadradito en medio de Sudáfrica gobernado desde 1996 por el rey Letsie III, hijo del legendario Mosthoehoe (pronúnciese Mochuchu) que consiguió la independencia de Sudáfrica en 1966. Mochuchu era el rey de los basutos, un pueblo orgulloso, que presume de no haber sido sometido nunca: resistieron históricamente a los zulúes, luego a todos los colonos blancos y por último a la propia Sudáfrica. Durante el apartheid, los líderes antigubernamentales sudafricanos tenían allí su refugio y el rey salía frecuentemente en el Hola con su consorte la reina Mamohato, recuerdo que a mi madre, de quien he heredado la curiosidad por estas cosas, le hacían mucha gracia estos personajes y sus nombres.

Y quedan otros dos territorios libres del Covid-19: Tajikistán y Turkmenistán. Son dos de las antiguas repúblicas soviéticas, abandonadas entre Rusia e Irán. Estos lugares, están gobernados por una élite familiar (el presidente suele ser el hijo del anterior), estructura política ancestral a la que la URSS no le hizo ni cosquillas. Con esa base, por ejemplo, el actual presidente de Turkmenistan ha promulgado una ley por la que se prohíbe siquiera hablar del coronavirus (de los cojones) bajo pena de cárcel. El virus no existe y ni siquiera se puede pronunciar su nombre por la calle, que te dan con una porra y te llevan a rastras al calabozo. Al otro lado de Rusia, otra de estas antiguas repúblicas satélites de la URSS ha dado un mensaje similar: el presidente de Bielorrusia ha dicho en un discurso que el mejor remedio contra el virus es lavarse las manos con vodka y luego echarse un buen trago.

Sobre esa base, es el único país del mundo donde se sigue jugando la liga de fútbol (y la de hockey sobre hielo, el deporte nacional). Algunos futbolistas españoles, enrolados como soldados de fortuna en equipos bielorrusos, han contado que antes y después de los partidos les hacen unos controles cutres de temperatura. Y que están acojonados, pero tampoco pueden romper su contrato y escaparse a España, sin contar con que ahora mismo parece más fácil contagiarse en España que en Bielorrusia.

Acabaremos este viaje virtual en mi querida Galicia. Un artículo reciente de El Faro de Vigo sostiene la teoría de que la población mayor de Galicia está resistiendo mejor el embate del virus, lo que podría atribuirse a que estén en posesión de anticuerpos generados por la ingesta continuada de aguardiente de orujo y licor-café, teoría no muy diferente de la del líder de Bielorrusia. El conocido dibujante de tiras del Faro de Vigo, O Gogue, ha dado en llamar al virus con un nombre mucho más sintético que el mío: o conavirus. Les dejo con la viñeta que publicó cuando el coordinador del Plan Antivirus, Fernando Simón, hubo de retirarse del primer plano de la actualidad, tras dar positivo él mismo por conavirus, en una versión actualizada del famoso alguacil alguacilado. Cuídense y tengan paciencia.


2 comentarios:

  1. Para geografía, la del indígena ese. ¡Madre mía! Eso sí que son picos escarpados. Y los dibujos del gallego, buenísimos. Siga cuidándose, que necesitamos que siga publicando cosas como esta.

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    1. Gracias, amigo, cuente con ello mientras no me pille el "conavirus". Abrazos.

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