lunes, 25 de noviembre de 2019

888. El cumpledécadas de la reina

En el día internacional contra la violencia de género, empezaré contando que ayer corrí una carrera de 5 kms. precisamente en favor de las víctimas de violencia de género, dentro de los actos que culminan hoy en todo el mundo. La carrera fue en Valdebebas, empezó a las 9 de la mañana y hacía un frío que pelaba. Corrí con una amiga que al terminar accedió a hacerse una foto conmigo en el podio. Por lo abrigada que va mi amiga pueden hacerse idea del frío que hacía. Pero yo suelo decir en estas situaciones que el frío es una cuestión psicológica: si tú decides que no hace frío, pues no tienes frío. Por lo demás, hice una marca ligeramente por debajo de los 30 minutos, lo cual está muy bien. Es la primera vez que bajo de 30 minutos en estos últimos años. Si logro mantener el nivel en mis próximos entrenamientos, tal vez me plantee volver a correr alguna carrera de 10 kms.

Por lo demás, que yo corra contra la violencia de género, no significa que esté de acuerdo con el término; recuerden que hace dos años corrí por el orgullo gay y saben ustedes que no soy gay. La violencia de género es un término acuñado por la izquierda, los rojos de mierda que siempre están dándole la vuelta a todo. Es mucho más lógico hablar de violencia intrafamiliar, como dice Abascal, porque, si no, qué pasa con los crímenes entre primos ¿eh? a ver. Un primo mata a otro primo y, como no es un crimen de género, no sale en los periódicos ni nada. Ni tampoco tiene la policía una unidad de asesoramiento para saber qué tiene uno que hacer ante un primo acosador. ¡Hombre, por Dios! ¡Gibraltar español! Lo que dice Abascal evitaría incluso la violencia entre primos segundos, que también existe, se lo crean o no. Por no hablar de los hermanos mayores que les zurran a los pequeños.

Y ¿qué decir de los cuñados? La violencia entre cuñaos es algo horroroso, sobre todo ahora que vienen las cenas de Navidad. No me diga usted, querido lector, que nunca le han entrado ganas de sacudirle una media bofetada, asín del revés, al cuñao ese que no sabe beber y empieza a decir tonterías en los convites navideños. La violencia cuñadil es algo muy serio y requiere tanta prevención como la de género. En fin, discúlpenme esta digresión, ya sé que es del género idiota y lo realmente increíble es que Vox haya sacado 52 diputados con argumentos como estos. En realidad, yo quería hoy hablarles de otra cosa. Porque mañana es un día muy señalado en el mundo del rock’n roll. Mañana cumple nada menos que 80 años una mujer que lo ha sido todo en ese universo. Este es el aspecto que tiene ahora esta señora, no sé si serán capaces de reconocerla.


Se llama Anna Mae Bullock, pero todo el mundo la conoce por el nombre artístico que le puso el jefe de su primera banda de blues (Ike Turner, que luego se convertiría en su marido) allá por los primeros cincuenta: Tina Turner, toda una leyenda del rock. Que celebra mañana su octavo cumpledécadas. Las biografías que pueden consultarse en Internet la caracterizan como cantante, compositora, bailarina, actriz, escritora y coreógrafa. Tina nació, tal día como mañana, en el año del Señor de 1939, en una zona rural de Tennessee, no muy lejos del río Mississippi. Con su hermana mayor, dio numerosos tumbos en una infancia difícil; ambas fueron criadas mayormente por sus abuelos. Tina iba a la escuela y le interesaba mucho la literatura y la música. Sus tumbos acabaron en Saint Louis-Missouri, en donde terminó el bachillerato y empezó a salir con su hermana a ver el blues que se tocaba por los tugurios de la ciudad. Entre las bandas, destacaba una: Ike Turner y los Reyes del Ritmo. Un día, los músicos las invitaron a subir a cantar al escenario. Su hermana pasó del tema, pero Anna Mae subió y dejó a todo el mundo maravillado. Y su vida cambió para siempre.

Tina fue siempre fogosa y apasionada, le gustaba el blues, la danza, el sexo y la cerveza (y a quién no). Era todavía una adolescente cuando se quedó embarazada. El padre de la criatura era el trompetista de los Reyes del Ritmo, un tipo que, poco después, con motivo de una pequeña lesión de tobillo, se volvió a su pueblo a recuperarse y ya nunca regresó. Como los que se van a por tabaco. A Tina, la familia la echó de casa con motivo de su embarazo y ¿saben quién se apiadó de ella y de su pequeño y permitió que ambos se instalaran en su propia casa? Pues el bueno de Ike Turner. El problema es que el tipo era un verdadero cabrón con pintas. Machista, violento, bebedor, acosador. Le venía muy bien tener una mujer joven en su casa, que se hiciera cargo de sus dos hijos anteriores, preparara comida para todos y encima le apoyara en el grupo musical como cantante, y más todavía si luego se la podía beneficiar por las noches. A cambio de todo eso, es cierto que reconoció como propio al hijo de Tina con el trompetista. La vida de la pareja era un desastre, pero en cambio su éxito musical no paraba de crecer. Escuchemos un tema de ese tiempo, con un título significativo: el blues de las tres de la mañana.


En octubre de 1960 nació su segundo hijo, este ya de Ike. Tina insistió en que se quería casar y consiguió que Ike la llevara a Tijuana, para una ceremonia que luego él defendió que no era válida, el muy canalla. Dice la leyenda que el día de la boda, Ike la llevó a celebrarlo a un puticlub de frontera, en donde ella pudo observar que todas las putas lo conocían, lo que da idea de la catadura del sujeto. Pero su carrera seguía y, mientras Tina debía de cuidar de cuatro niños y llevar la casa, el dúo Ike & Tina Turner empezaba a ser conocido en todo USA y lo cierto es que Ike, aun siendo un impresentable, tocaba la guitarra como los mismos ángeles. Escuchen otro tema de la misma época, sobre unas cuantas fotos de la pareja.


Ambas derivas, la musical y la vital, continuaron evolucionando, pero la voz de Tina no pasaba desapercibida y los cazatalentos cayeron sobre el grupo y empezaron a decirle a ella que debía continuar su carrera sola para explotar adecuadamente su voz y su talento natural. Ike se debatía entre los celos, el despecho y la posibilidad de forrarse con una mujer de la que todo el mundo decía que era un portento. El superfamoso productor Phil Spector le propuso grabar un tema que la catapultaría definitivamente a la fama y hasta le compuso la letra, él en persona. Ike aceptó con la condición de seguir figurando en los créditos. Lo cierto es que es en los créditos en el único sitio en el que aparece Ike, porque no se le escucha por ninguna parte. Las producciones de Spector son reconocibles, lograba crear un ambiente como si la grabación estuviera hecha en una sala enorme, o en una catedral; arropaba las voces con unos arreglos sinfónicos impresionantes. El resultado de esta colaboración, que nunca se repetiría, es este tema, que sólo podemos calificar de grandioso: River deep, mountain high. Les traigo una versión remasterizada, que se hizo para el disco recopilatorio de 1991 Simply the best.


Como les digo, esta versión que han escuchado es la remasterizada de 1991, pero la original se publicó en 1966 y fue un auténtico bombazo. Se escuchó en todo el mundo (hasta en La Coruña, donde yo vivía por entonces, se lo juro). La pareja hizo un buen negocio e ingresó unos dinerillos que nunca vienen mal. Pero la semilla de la discordia estaba sembrada. Tina había visto que podía volar sola, a Ike esto le mortificaba y empezaron las palizas. El maltrato iba in crescendo, mientras la carrera de la pareja declinaba porque Ike quería continuar en los registros del blues clásico y eso ya no estaba de moda. A primeros de los setenta, las ventas de la pareja habían bajado notablemente, hasta el punto que apenas tenían bolos y únicamente les contrataban para hacer de teloneros de algunas bandas que adoraban a Tina, como los Stones, o el propio David Bowie, en la cima del éxito. Y llegó la ruptura. A primeros de 1976, un Ike totalmente borracho y pasado de rosca le pegó una paliza soberana a su mujer, a la que incluso partió la nariz. Fue el final. Tina pidió el divorcio y se fue. Había aguantado su tortura nada menos que 16 años, hasta con algún intento de suicidio.

Tina hubo de operarse la nariz rota. Pero es que además estaba devastada anímicamente y eso es más difícil de recuperar. En sus momentos bajos, la ayudaron algunos colegas de la profesión, sobre todo Cher, que sabía mucho de maltrato de pareja también y no dejó de invitarla a su show de televisión. Y el de siempre: David Bowie, el tipo que ayudaba a todo el mundo. Se cuenta que el Duque canceló uno de sus conciertos, con las entradas ya vendidas, porque dijo que tenía que ir a ver cantar a Tina Turner, que era su cantante favorita. Y sus fans se preguntaban ¿Tina queeee? Las ventas de sus discos subieron algo con esta historia. Pero antes que nada tenía la necesidad imperiosa de contar lo que había sufrido y lo hizo en un primer libro de memorias, que se llamó I, Tina, Yo, Tina, y fue un best seller. Allí ajustaba cuentas con Ike, detallando todo lo que le había hecho sufrir. Ike fue entrevistado en una televisión poco después de la publicación del libro y, abrumado, confesó que le pegaba a su mujer, pero no más de lo que los hombres suelen hacer. El mundo del disco le dio la espalda hasta su muerte en 2007, solo y bastante hecho polvo.

Tina continuó su carrera, un poco al ralentí, mientras terminaba de reconstruirse anímicamente. Participó como actriz en algunas películas, como Tommy en donde interpretaba el personaje The Acid Queen. Recibió buenas críticas y hasta se animó con el teatro. No quería saber nada de los hombres, como es natural, era una mujer con el corazón roto, pero tenía muchos entretenimientos a los que agarrarse, como la lectura, el ejercicio físico, sus giras y la cerveza. Estaba mejorando, pero necesitaba un disco estratosférico, un punto y aparte que le permitiera dejar atrás su pasado. Y ese disco llegó en 1984 y se llamó Private Dancer, el mayor éxito de su vida.

Los mejores compositores escribieron para ella, como Mark Knopfler, que firmó el tema que le da título. Pero tal vez la canción que más repercusión tuvo es esta que les voy a poner a continuación: What’s love got to do with it que podemos traducir por Qué tiene que ver el amor con eso. Se la compusieron un par de músicos profesionales, pero la letra es como si la hubiera escrito ella: el tacto de tu mano me hace vibrar, es la emoción de un chico que conoce a una chica, polos opuestos que se atraen, pero (aquí el tremendo estribillo) ¿qué tiene que ver el amor con eso? ¿qué es el amor, más que una emoción de segunda mano? ¿Quién necesita un corazón si vienen y te lo rompen? Nadie podía cantar una canción como esta de manera más vívida que Tina Turner. Le prepararon un vídeo precioso por las calles de Nueva York. Pónganselo en pantalla grande y disfruten de él. Merece la pena.


Tina era ya una estrella mundial, con una imagen renovada muy cuidada, incluyendo el famoso pelucón rubio. La invitaban a galas por todo el mundo, sus giras eran interminables. Llevaba un grupo de dancers con una coreografía de la que se ocupaba personalmente y exhibía sus legendarias piernas en conciertos intensos de enorme éxito. Algunas leyendas la acompañaban, como esa que dice que fue ella la que le enseñó a moverse a Mick Jagger (la verdad es que en sus vídeos más antiguos, el líder de los Stones es un armario). Tocó en estadios y en festivales, estaba en la cresta de la ola. Y, a veces, invitaba al escenario a alguno de sus fieles amigos, como hizo con David Bowie en este concierto de esos años.


Por fin había logrado el éxito que buscaba. En 1985, en la cumbre de su carrera le ofrecieron interpretar a la Tía Ama en la tercera película de la saga Mad Max. Y obtuvo unas críticas excelentes. Era feliz, estaba sola, pero para qué necesitaba a un hombre, con lo que había sufrido en su pasado. Esta es la imagen más conocida de Tina, en la cumbre de la ola. 46 años. Guapísima. Y conservando las mejores piernas del rock.


Lo que pasa es que, cuando uno está feliz y radiante, las relaciones te vienen solas. Y Tina estaba ya lista para ello. En una fiesta de celebración de sus éxitos en 1985, conoció a Erwin Bach, un productor discográfico alemán, dieciséis años más joven, quien le confesó que estaba fascinado por ella y enamorado como un crío. Tina, digamos que se dejó querer. Y muy pronto se encontró compartiendo su vida con un tipo súper amable, atento con ella al máximo y que estaba ciertamente enamorado. Y se fueron a vivir juntos a un castillo de la familia de él, a orillas del lago Zurich. Erwin le pidió que se casara con él y ella no quiso. Las viejas cicatrices. Vean aquí una foto de los primeros años de la pareja.


La vida de Tina continuó llena de felicidad. Alternando giras con períodos de descanso en la mansión de la pareja al lado del lago Zurich. Erwin la acompañaba en sus viajes y la cuidaba en casa, en donde la diva se dedicaba a leer y a cuidar su jardín. Sus dos hijos venían a verla y Erwin los atendía con la misma amabilidad. Y fueron envejeciendo, juntos y felices. Aquí una imagen más reciente de la pareja.


Y llegó el cambio de siglo. Tina cumplió los sesenta, pero siguió con su tren de vida, disfrutando de los conciertos, manteniendo sus piernas magníficas y descansando entre giras con su pareja. Es increíble, pero Tina continuó en activo hasta su última gira, que empezó en 2008 y terminó en 2009. Tenía ya 70 años y estaba espléndida cuando decidió retirarse. Erwin le volvió a pedir que se casara con él y esta vez aceptó. Pero antes hizo otra cosa: renunciar a su nacionalidad norteamericana y nacionalizarse suiza. Aquí una imagen de la boda, en 2013.


Tina era feliz y había comprobado que en el mundo hay hombres que no son como Ike Turner. Pero el destino le reservaba aun otra vuelta de tuerca. En 2016 le diagnosticaron un cáncer intestinal. Le dieron quimioterapia y, para paliar sus efectos, utilizó unos remedios homeopáticos que le hicieron polvo los riñones. El cáncer estaba curado, pero su capacidad renal estaba al 35% por un proceso degenerativo irreversible. Sólo había dos soluciones: un trasplante, o conectarse el resto de su vida a una máquina de diálisis. Tina estima que ya ha sufrido bastante en su vida y de ninguna manera querría atarse a una máquina, así que optó por el trasplante. El problema es que Tina vive en Suiza y los suizos son muy suyos. Entre ustedes y yo, son más raros que la puñeta. No me extraña nada saber que es uno de los países donde menos trasplantes se efectúan. Si usted, querido lector, es catalán, o tiene algún otro tipo de circunstancia que le lleva a estar acomplejado por el hecho de ser español, pues sepa que vivimos en la meca de los trasplantes, con todo lo que eso revela acerca de nuestra generosidad. Coño, que tiene usted una suerte tremenda de no ser suizo, porque, si un día necesita un trasplante de lo que sea, seguro que va a poder elegir entre varios donantes.

Pasaba el tiempo y no aparecía un puto donante suizo. La capacidad de los riñones de Tina había bajado ya a un 20%. Entonces tomó una decisión. Reafirmada en su idea de que no quería conectarse de por vida a una máquina de diálisis, entró en contacto con la organización Exit, que se ocupa de facilitar la eutanasia a los que la solicitan, algo que es legal en Suiza. Llegó a ir a sus reuniones, pero aquí emergió la figura de Erwin Bach. Enterado de lo que planeaba su mujer, le dijo que él no concebía la vida sin ella, que la seguía queriendo como el primer día y que estaba dispuesto a lo que fuera con tal de no perderla. Incluso donarle uno de sus riñones. Tina estaba estupefacta, era algo que no se esperaba. Se hicieron los análisis pertinentes, que revelaron que eran compatibles. Y la operación se hizo en abril de 2017. Con total éxito. Tina se ha recuperado y está otra vez fenomenal, dentro de lo que cabe a su edad. 

Y ¿cómo es que sé yo todo esto? Pues porque Tina entendió que lo que le había sucedido era algo extraordinario y otra vez tenía que escribir sobre ello y compartir sus reflexiones. Hasta el gesto de su marido, con el que lleva 34 años, pensaba que había una mayoría de hombres buenos y unos pocos impresentables. Y ahora había averiguado que también hay otra minoría de seres extraordinarios, que están en posesión de una generosidad superior a la normal, y compensan a los que no llegan a la media. Todo esto lo contó en su segundo libro de memorias, publicado en 2018, que se titula My love story. Allí precisó que el error de confiar en la homeopatía había sido exclusivamente suyo, por ignorancia, algo por lo que su marido no le había hecho el menor reproche.

El año pasado, Tina tuvo que pasar por otro mal trago: el suicidio de su hijo mayor, que siempre fue un tipo depresivo. Pero es una mujer muy fuerte y, después de sus últimas vivencias, se ha galvanizado. Además, el pequeño (que tiene casi 60 años) la visita con frecuencia en su casa del lago Zurich, está muy unido a su madre y pasa largas temporadas con la pareja. Tina está tan bien que hasta le dejan beber (moderadamente) cerveza. Les dejo con una foto tomada en alguna reciente Oktoberfest de Munich, supongo que antes de sus problemas médicos más graves. En fin, este post, junto con la carrera de ayer, es mi pequeña contribución al día mundial contra la violencia machista. Sean buenos. 





5 comentarios:

  1. No se me olvide usted de la versión en español de "River deep, mountain high" que hicieron los HH.

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    1. Querido amigo, he buscado esa versión en el Youtube y así de primeras no la encontraba. Pero tengo una confianza absoluta en su memoria prodigiosa, así que he seguido buscando y ya lo he encontrado. Hay un vídeo en Youtube que corresponde a un programa de TVE que se llamaba Tele-Ritmo, de 1967. La canción la retitularon "Río sin Fin" y por eso no la encontraba. Los HH simbolizan una época, eran un grupo bastante moñas en mi opinión, de los que se recuerdan sobre todo sus gorgoritos en aquella canción "a-a-a-a-aquel amanecer de mayo".
      Sublime su aportación, como de costumbre. Mil gracias.

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    2. Y, leyendo un poco más sobre ellos, descubro que en 2004 fueron premiados con el Giraldillo de Oro a toda su trayectoria, un galardón que concede el Real Círculo de Labradores. Sin comentarios.

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  2. Precioso texto, amigo. Es increíble su capacidad de empatizar con los personajes que describe, es que hasta llega uno a entender (que no a disculpar) al miserable de Ike Turner. Había oído mil veces las canciones de Tina, pero no había reparado en las letras. Esa estrofa demoledora: what's love but a second hand emotion... Cuando habla de rock, se supera, recuerdo sus textos sobre Bob Marley, Prince y otros. Tal vez debería dedicar su blog en exclusiva al rock. Mi enhorabuena.

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    1. Gracias, hombre. Si siguiera su consejo y hablara sólo de rock, este blog sería muy diferente, e imagino que aburriría hasta a los semáforos.

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