miércoles, 17 de abril de 2019

827. Menos mal que nos queda Portugal

La semana pasada asistí a la inauguración del congreso anual del GRI Club, en los salones del Hotel Palace. Es este un club muy exclusivo que agrupa a los mayores inversores inmobiliarios del mundo (Global Real-state Investors). El año pasado tuve que participar en una de sus mesas redondas sustituyendo apresuradamente a última hora a un capitoste político de mi área, repentinamente indispuesto, como ya se contó en el blog. Viendo el cartel que confeccionaron los anti-sistema para protestar contra aquel evento (lo tienen a la izquierda), tal vez se hagan una idea sobre los motivos de la repentina indisposición (¿digestiva?), de la que les hablo. Podría haberme negado a ir, pero ya saben que a mí me va la marcha, me gusta apuntarme a todos los bombardeos, estaba por aquel entonces buscando desesperadamente inversores para Reinventing Cities y además, me encanta infiltrarme en las tropas enemigas, para observar y sacar mis propias conclusiones. Y luego contarlo en el blog. 

Por esos mismos motivos había ido al MIPIM de Cannes, como se contó en el post correspondiente, en el que les describí cómo era esa especie de parque temático gigante donde los ejecutivos de las grandes multinacionales del ladrillo se mueven como peces en el agua. Encima, ya saben que en estos saraos hago de la necesidad virtud y me lo paso fenomenal. El congreso anual del GRI es también un parque temático, pero de menos envergadura. El año pasado, para entrar en el Palace, hube de traspasar la barrera del escrache de los anti-sistema, bastante patética, por cierto (había más policías que indignados). Luego intervine en la mesa redonda, respondí a las preguntas que me hicieron sin medias tintas ni respuestas evasivas, estuve simpático, me manejé aceptablemente en inglés y terminé haciendo networking lobbying y repartiendo tarjetas de visita a tutiplén, mientras me ponía ciego de canapés. No obtuve ningún inversor para Reinventing, pero me di a conocer y hasta hice algunos medio amigos. Total, que este año ya me tenían en el mailing y han tenido a bien hacerme llegar una inscripción gratuita al congreso, decirme que era bienvenido en ese foro e invitarme a que fuera por allí cuando quisiera (al de la cagalera, en cambio, no parece que le hayan invitado; alguna ventaja tenemos que tener los que gozamos de una buena salud digestiva).

Estudié el programa y decidí que me acercaría a escuchar la keynote lecture, la conferencia inaugural, a cargo de una joven economista catalana del Caixa Bank, cuyo nombre no viene a cuento. Este año no había escrache ni contestación alguna; llegué, me acredité y me dispuse a escuchar a la conferenciante. Era una chica agradable, con fuerte acento catalán, que empezó hablando en inglés, pero luego dijo que prefería seguir en castellano, ya que la sala disponía de traducción simultánea y ella se expresaba mejor en su lengua. Empezó contando las previsiones reales de crecimiento del PIB, tanto a nivel mundial como en las diferentes regiones. Todas las cifras presentaban una tendencia decreciente, pero no pasa nada, escolti, esto que está pasando es una desaceleración controlada, en realidad entramos en una fase de crecimiento maduro (sic) después de unos años de euforia por el efecto pendular tras tocar fondo con la crisis, no hay por qué alarmarse ni ser agoreros. España, por ejemplo, creció un 2,6 el año pasado, este año un 2,1 y crecerá el que viene un 1,9.

Los elementos que explican esa baja a corto y medio plazo, son de orden geopolítico y macro-financiero. Las tensiones comerciales USA-China, el Brexit, la política fiscal italiana, las turbulencias emergentes, las tensiones de la propia burbuja china y la elevada deuda de los países. Más la incertidumbre derivada de tener al frente de la primera economía a un personaje que gobierna por Twitter. Todos estos temas se iban desglosando en diferentes gráficos, de los que yo no sacaba ninguna conclusión tranquilizadora, a pesar de la sonrisa profidén de la conferenciante y su discurso terapéutico. Después se centró en el negocio inmobiliario. Mostró en una curva el discurrir de los visados de obra nueva, el pico de 2007 resultado de la burbuja, el derrumbe posterior y el incipiente movimiento de subida en estos últimos años, hasta niveles en torno a la décima parte del pico de 2007. Pero no se preocupen, todo va muy bien, los que dicen que viene una nueva crisis cuando aún no hemos salido de la anterior son los típicos cenizos, de mentalidad paranoide y conspirativa.

Le hicieron preguntas y respondió a todas en el mismo tono tranquilizador. ¿Cómo influye lo que está pasando en Cataluña, su tierra? Nada, sin problemas, hubo un cierto pánico en torno al 1-0, cuando la fuga masiva de empresas, pero ya están volviendo y la economía catalana va como un tiro. Etcétera. No les canso con más cuestiones técnicas. Yo tenía dos preguntas concretas que hacerle a esta señorita, pero no me pareció oportuno formulárselas en público: era consciente de que jugaba fuera de casa y tenía que ser precavido, a pesar de que me había puesto una de mis mejores corbatas y una buena chaqueta, eso sí, sobre unos vaqueros, que para algo represento al Ayuntamiento de Ahora Madrid. La abordé después, en medio de los vinitos y los canapés. Le dije que me había gustado mucho su intervención y no mentí: una cosa es que no comparta sus argumentos y otra que no aprecie su aplomo y la solidez y coherencia de su discurso.

Hablamos un rato, pero les sintetizo nuestra conversación. Mi primera pregunta. ¿Es cierto que Portugal está saliendo mejor de la crisis con una receta opuesta a la de la austeridad que estamos aplicando los demás? Respuesta: nooooo, precisamente Portugal es el alumno aventajado, el que mejor ha entendido las recomendaciones de las autoridades monetarias internacionales. Segunda pregunta. ¿Crees que se está produciendo una brecha en el centro de la clase media, que se está dividiendo en dos mitades, una que va tirando y otra que está pasando verdaderas dificultades? Respuesta: cierto, pero eso se debe a la brecha entre la gente que se ha adaptado a los nuevos tiempos, a las nuevas tecnologías, a los cambios en el mercado de trabajo, y los que no han sabido ponerse al día y se están quedando rezagados. En este punto, agarré mis canapés y me fui con ellos a la otra punta del salón; ya no tenía ganas de escuchar más estupideces. En realidad yo ya tenía mi propia teoría de ambos temas, sólo quería saber la opinión de la conferenciante. A lo mejor es que me tomó por tonto. 

Lo cuento en sentido inverso. Lo de la brecha en el centro de la clase media no es una idea mía. Se lo escuché a Saskia Sassen en su reciente conferencia. Un asistente le preguntó muy escandalizado por el uno por ciento de los habitantes de la Tierra que está en posesión de la mitad del patrimonio económico mundial. Saskia dijo que eso no era relevante, que se trataba de algo estructural para que el sistema capitalista funcione y que siempre ha existido. Que lo que realmente es nuevo y grave es la polarización social, que está tensionando a la clase media llevándola a una fragmentación que induce fuertes obstáculos a la permeabilidad entre clases, todo ello resultado de la crisis de 2008 y su resolución a base de recetas de austeridad. No hace falta que nos lo diga Saskia Sassen. Todos lo estamos viendo (los que lo queramos ver). Hay una clase media que va tirando, una vez pasados los momentos malos de incertidumbre y volatilidad de la gran crisis. Esta gente sigue viviendo bien, vuelve a salir de vacaciones, recupera los niveles de consumo previos, viaja por el mundo.

Pero hay otra parte de la clase media original que las está pasando canutas. Que tiene que hacer economías, que no puede mantener el tren de vida, que tiene hipotecas o deudas, que llega mal a fin de mes, que empieza a verle las orejas al lobo de la pobreza energética. Yo tengo amigos que lo están pasando realmente mal. Además hay un componente de vergüenza que les impide contarlo y pedir ayuda. La vida no es sencilla para esta gente, que se ha quedado por debajo de la brecha, muchas veces por circunstancias fortuitas, porque han perdido el trabajo, o se han separado o tienen un problema médico que ha acabado con sus ahorros. Yo, por ahora, voy teniendo suerte, pero toco madera, porque el sistema es despiadado. Y mucho peor en USA, como evidencian las hordas de gente sin hogar en San Francisco y en toda la Costa Oeste. Que una supuesta lumbrera de la Banca privada confunda esto con la llamada brecha digital, es de juzgado de guardia.

Y lo mismo con el tema portugués. En mi querido país vecino han sucedido varias cosas asombrosas. La primera, que toda la izquierda se ha unido. Un auténtico portento. Una vez unidos (de verdad, no de nombre), se han hecho con el poder, como pasaría en España si un día se unieran las izquierdas. Bajo la dirección de un tipo pragmático, moderado y sonriente, el honorable Don António Luis Santos da Costa, más conocido por António Costa, alcalde de Lisboa los anteriores 8 años. Aquí al lado tienen su imagen. Poco después de formar gobierno con el apoyo de todos los grupos y grupúsculos a su izquierda, este señor se plantó en Bruselas y, ante las órdenes de austeridad del Banco Central Europeo, Draghi y la señora Merkel, respondió imperturbable: preferiría no hacerlo

Con esa base, Costa incrementó la inversión pública y fomentó la privada, recortó gastos superfluos, subió las pensiones y el salario mínimo, subió moderadamente impuestos a los ricos y relajó la presión sobre las pymesY poco a poco fue mejorando la confianza de los inversores, se recuperó el consumo, aumentaron las importaciones y se mejoró la productividad. Es como la cuadratura del círculo. Portugal está saliendo de la crisis sin aumento de la polarización social, con una economía más sólida y algo muy importante: con un paro que se acerca ya al 7%. En estos momentos, Portugal tiene una prima de riesgo en torno a los 110 puntos y está a punto de alcanzarnos a nosotros, que andamos por los 105, tras haber superado de largo a Italia, que no consigue bajar de los 250 puntos. Hace unos años, Portugal se situaba segundo por la cola, sólo superado por el colista Grecia.

Pero de esto no dicen nada nuestros periódicos. Es mejor hablar de Pablo Casado, de Abascal y del prusés. Abajo les pondré un artículo que he escogido para ustedes, para que vean que no les engaño. Además, es algo que viene de antes. Porque las recetas del BCE, que el señor Rajoy aplicó sin piedad, son las mismas que hace unos años recomendaban el FMI y el Banco Mundial para las economías emergentes. Los llamados tigres asiáticos pasaron de la austeridad. Y dieron el empujón definitivo, al rebufo de China. En cambio, en Sudamérica se ajustaron a esas directrices. Y así les va. Las sociedades latinoamericanas ostentan las mayores tasas de desigualdad social del mundo. Porque en África todos están jodidos y las diferencias son menores. 

Los políticos portugueses han sido y siguen siendo valientes. Y un viento de optimismo recorre este país tradicionalmente melancólico, de gente con saudade mirando al océano infinito. Su selección de fútbol gana La Eurocopa. Y un portugués gana Eurovisión. Los vientos corren favorables. Una muestra de este optimismo y esta valentía: el Ayuntamiento de Lisboa, en el que Costa cambió la cultura municipal de décadas, ha diagnosticado que una de las lacras que impiden el desarrollo de la ciudad es la cantidad de pisos vacíos que hay. Y, en consecuencia, han acordado multiplicar por seis el IBI de los pisos vacíos. Con dos cojones. Algo que nadie se ha atrevido a hacer aquí. Les dejo ya con el articulo prometido. Pinchen AQUÍ para leerlo. Lo dicho: menos mal que nos queda Portugal.

Y discúlpenme una postdata. Si la chica del Caixa Bank cree que Portugal es el alumno aventajado de Bruselas, que el declive de una buena parte de nuestra clase media se debe a la brecha digital, y que el prusés de Cataluña no tiene ningún efecto negativo sobre la economía regional, ¿qué debemos pensar de su discurso general tranquilizador? Si hacen ustedes memoria, esto de la desaceleración controlada es lo mismo que decía el señor Zapatero antes de que le arrasara la gran ola (más tarde, a punto de ahogarse, asomó un poquito del agua, para anunciar que veía brotes verdes). Yo tengo que confesarles que, después de escuchar a esta mujer anunciando que no pasa nada, ahora es cuando estoy de verdad acojonado. La crisis viene otra vez, numerosos estudiosos lo afirman con total seguridad. Tal vez no sea tan radical como la última, pero no tardará en llegar. Que nos pillen confesados. Pero no era mi intención fastidiarles la Semana Santa. Así que no se preocupen y sigan disfrutando de sus vacaciones. Ya veremos cómo salimos.

2 comentarios:

  1. En Portugal tienen la gran fortuna de carecer de autonomías, querido amigo.

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    1. Muy cierto, amigo, no había caído yo en el matiz. Es clave. Las autonomías han sido un cierto desastre. Se hicieron por aplicar un "todos café" para ver si los vascos y los catalanes dejaban de dar el coñazo. Pero ha sido peor el remedio que la enfermedad.
      Un abrazo.

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