jueves, 13 de diciembre de 2018

793. Un espacio para la poesía

Al promediar la tarde de aquel día,
cuando iba mi habitual adiós a darte,
fue una vaga congoja de dejarte
lo que me hizo saber que te quería.

Hoy vamos a hablar de los poetas y de la poesía, un arte mayor que se disfruta con los sentidos, como la música, y del que obviamente no soy un experto. Lo mío es la narrativa, el rock, la autoficción, el humor y el análisis sociopolítico ligerito, sin entrar en mayores profundidades, siempre tan aburridas. No obstante, sí que leo poesía y tengo en mi mesita de noche algunos poemarios que de vez en cuando ojeo, como la antología de dos tomos con todas las letras de Bob Dylan, premio Nobel de Literatura largamente merecido aunque concedido con retraso, o Mujer lenta, de José Ovejero, o Danza de la Muerte, de Leopoldo María Panero. Incluso el libro de cuentos Lo llamaré frontera, de mi amiga María José Beltrán, está más cerca del mundo de la poesía que del de la narrativa. No soy un experto, como digo, pero a este blog hay que darle aire, si no queremos que languidezca, y la variedad de temas es uno de sus puntos fuertes, por lo que me dicen. Aunque yo tengo la impresión de que siempre escribo sobre lo mismo, que mis textos no hacen más que dar vueltas y vueltas sobre los tres o cuatro asuntos que me preocupan o me interesan.

Los versos que encabezan este post salieron de la pluma del gran Leopoldo Lugones, uno de los mejores poetas clásicos de Argentina, y constituyen el primer cuarteto del soneto titulado Alma venturosa, donde se describe con precisión esa primera emoción del amor que surge. El soneto habla luego del rubor de la chica y cómo ese tono rosado leve, casi imperceptible, expresa la duda, la atracción-temor de la inexperiencia. Cosas como ésta sólo se pueden explicar con un poema. Lugones fue un gigante de la poesía modernista latinoamericana, a la altura de Rubén Darío. Pero entiendo que ustedes prefieran estilos más actuales. Por ejemplo el de otro grande de la poesía argentina como es Juan Gelman. Abajo pueden ver cómo expresa este genial autor el anhelo y la tortura de la ausencia, la compulsión de poseer y ser poseído por el ser amado, otra de esas emociones que sólo pueden describirse en un poema. El título es Ausencia de amor.

Cómo será pregunto.
Cómo será tocarte a mi costado.
Ando de loco por el aire
que ando que no ando.

Cómo será acostarme 
en tu país de pechos tan lejano.
Ando de pobre cristo a tu recuerdo
clavado, reclavado.

Será ya como sea.
Tal vez me estalle el cuerpo todo lo que he esperado.
Me comerás entonces dulcemente
pedazo por pedazo.

Seré lo que debiera.
Tu pie. Tu mano.


La poesía es un arte de larga tradición en el cono sur americano. En mis reseñas chilenas ya hice referencia de pasada al hecho de que Pablo Neruda, poeta aclamado unánimemente en todo el mundo, sea un personaje bastante más controvertido en su tierra. Han podido comprobar que no les mentía, si leyeron la información de que el proyecto gubernamental de renombrar el aeropuerto internacional de Santiago de Chile como Aeropuerto Pablo Neruda está levantando ronchas en el país. Desde ciertos sectores se acusa incluso al poeta de machista ajqueroso y maltratador de mujeres. Si no lo han leído, pueden hacerlo AQUÍ. A este respecto, les transcribo lo que me contaron algunos chilenos.

En el universo de la poesía chilena, hay tres gigantes reconocidos por todo el mundo literario: Vicente Huidobro, Gabriela Mistral y Pablo Neruda. Neruda es sin duda el más popular a nivel internacional pero, en Chile, la persona más conocida y más querida de los tres es sin discusión Gabriela Mistral. De hecho, su nombre se propone como alternativa para el aeropuerto. ¿Se debe esto al hecho de ser mujer y provenir la indignación de sectores feministas? No exactamente. En realidad, Huidobro y Neruda fueron algo más que poetas. Fueron hombres públicos cuyas opiniones se seguían y respetaban y que tuvieron una participación activa en la vida política de su país. Desde esa condición más integral, ambos se decantaron por opciones políticas opuestas y extremas. Huidobro, tal vez el más dotado de los tres para la poesía, terminó en las filas de la extrema derecha. Y Neruda en el Partido Comunista. Como se pueden imaginar, ambos se odiaban a muerte.

A Neruda lo mataron a los pocos días del golpe de Pinochet. Durante los siguientes 17 años sus libros estuvieron prohibidos en Chile. Mientras tanto, los libros de Huidobro y las descalificaciones que le lanzaba a Neruda, se difundieron libremente. Las nuevas generaciones de chilenos crecieron en la ignorancia de Neruda (como las nuestras con Alberti o Hernández), incluso algunos se han enterado de su existencia a través de determinadas películas, como la exitosa del cartero. Ahora se acaba de editar su obra completa y va teniendo un poco más de repercusión. De todas formas, las cosas que decía Huidobro tenían su fundamento. A Huidobro le hacía gracia que su enemigo mortal se las diera de progre y de desinteresado. Huidobro pertenecía a la clase alta y consideraba a Neruda un arribista social. Como prueba de su afirmación, argumentaba el hecho cierto de que Neruda se casó tres veces y todas ellas con damas adineradas, que le permitían vivir como un cura y poderse dedicar a la poesía y a vender su imagen. ¡Así soy yo también de izquierdas! –exclamaba el ultra Huidobro.

Como les conté, Neruda fue candidato a las primarias de la Unidad Popular por el Partido Comunista y se retiró para dejar paso a Allende. Según Huidobro y sus partidarios, ello se debió a que le había llegado el soplo de que casi tenía en la mano el Nobel de Literatura, que ganaría finalmente ese año. Frente a esta disputa un tanto pueril y ridícula, no es de extrañar que la gente imparcial, la clase media urbana de Santiago y Valparaíso, se decantara por Gabriela Mistral, una mujer entrañable y próxima, desprovista de orgullos absurdos, que siempre permaneció junto a los suyos, el pueblo del que se nutría su poesía, con los que compartió una existencia modesta que no le impedía componer unos poemas de una hondura sorprendente.

Pero habíamos quedado en hablar de poesía y no sólo de los poetas y sus egos. Tal vez ustedes crean que este es un arte sólo al alcance de ciertas élites exquisitas, paladares selectos, gentes que mean colonia y levantan el meñique al sorber de sus tazas de té. Para conjurar ese prejuicio e intentar engancharles a la poesía, les voy a poner un par de fragmentos, sin salirme de los libros de cabecera que pueblan mi mesita de noche. En el poemario de José Ovejero Mujer lenta (Pre-textos, 2018), se contiene el poema Escribir, que les transcribo aquí entero.

Escribir es idéntico a lamer tu coño;
paseo la punta de la lengua por cada pliegue,
por tus susurros y tus gritos, por el eco
cada vez más lejano del nombre
que me has dado
como quien pone un collar a un perro,
para que te pertenezca y me distinga
de todos los perros y perras
del barrio.
Muerdo y me alegro de que a pesar de todo
no brote la sangre, muerdo, lamo como escribo,
el mundo no es que esté ausente, lo llevo dentro,
no lo olvido pero lo contengo en mis venas
y en el vientre,
la saliva es tinta que no emborrona ni se corre
sobre tus rasgos,
aclara, permite el descenso de mis manos,
entrar en el núcleo de las cosas sin que duela tanto,
tanto, tanto
esa rabia con la que te deletreo
ese instante en el que podría afirmar que lo he visto todo,
ese penar y alegrarme,
para, al final, que no es el final, llegar
y haber creado un personaje salido del barro
y la trama infinita
de un pasado que cuento en presente
en tu oído, en tus labios, en tu coño,
y es un cuento antiguo, contado por otros,
y a la vez nuevo, una red de posibilidades
un bosque

en el que perderme.

No me dirán que este tipo de cosas puede expresarse por otro vehículo que no sea la poesía. Ovejero hace aquí un canto a la vida, a la sensualidad, a los sentimientos más intensos y un paralelismo entre la vida y el proceso de creación literaria, tan similares en su opinión. En el otro extremo del espectro anímico está Leopoldo María Panero, un tipo realmente loco de encerrar, como tuve ocasión de comprobar un par de veces en que estuve tomando cañas con él por los antros más infectos de Malasaña. Sucedió esto en la prehistoria de mi vida, porque teníamos un amigo común compañero de farras. Para Panero, la creación literaria es un proceso doloroso, de esos que te dejan exhausto. Leopoldo expresa todo el horror de una vida mirando a la mierda y al infierno de la propia existencia. El libro Danza de la Muerte (Igitur, 2004) no es ciertamente muy recomendable para los días de bajón. De aquí les he extraído este fragmento sin título.

Sólo soy un fantasma
a una piedra atado, porque ningún hombre quiere saber
el secreto oscuro de la vida
de la vida que apesta, como mujer vencida
como derrota que soy yo, como silencio
estruendoso de la vida
que apesta más que un pedo
el silencioso pedo de existir
aun frente a los hombres, en pugna por la vida
y con el secreto
cruel de la existencia
donde como un marino holandés borracho me tambaleo
y sobre el papel hago eses
para olvidar que soy una serpiente
y sobre el papel sólo me veo,
como un papel que estruja una doncella,
menos que un hombre y menos que doncella
menos aun que un árbol y menos que la nada

He de decirles que tengo también una amiga que hace poesía, la estupenda Valeria Correa Fiz, una exuberante argentina que vive entre Madrid y Milán, heredera de la mejor tradición poética de su tierra y muy buena también como narradora, como ha demostrado en su excelente libro de cuentos La condición animal, ya comentado en el blog. Valeria estuvo en la última Feria del Libro de Guadalajara, en donde le tocó participar en una mesa redonda con Leonardo Padura. Al final, se hicieron esta foto que ella colgó en su perfil de Facebook al que estoy suscrito.


Este post es, digamos, un respiro que me he tomado antes de que el ambiente prenavideño nos invada. Ayer hizo una niebla de la hostia y en mi curre vamos a la carrera para dejar los deberes lo más avanzados que se pueda, antes del día 21, en que iniciaremos esa interrupción anual del mundo durante tres semanas, en las que hemos de dedicar el tiempo a martirizarnos con villancicos y petardos, tocar la zambomba, comprar compulsivamente regalos y poner cara de felicidad. Espero que estos poemas les animen a comprarse algún libro de poesía, un arte que ayuda mucho a pasar el trago de las fiestas. La poesía es en cierta manera una forma de vivir, hay gente que hace poesía cada día, aunque no escriban nada. Y algunos letreros callejeros pueden resultar decididamente poéticos, como este que pueden ver abajo y que me mandó la propia Valeria.









Para los que tengan dudas sobre si iniciarse o no en la poesía, les dejo de regalo un poema maravilloso. Se debe a la pluma de un ya anciano Czeslaw Milosz, premio Nobel de Literatura 1980, fallecido en 2004. No cabe mayor sinceridad que la de este hombre, con cuyos sentimientos me identifico plenamente. Sean felices.

Honesta descripción de mí mismo bebiendo un trago de whisky en un aeropuerto, digamos que en Minneapolis

Mis oídos cada vez captan menos las conversaciones y mis ojos se han debilitado, pero son insaciables.
Veo sus piernas en minifaldas, en pantalones, en telas onduladas
Miro a cada una de ellas, sus nalgas y sus muslos, arrullado por las fantasías del porno.
Viejo libidinoso, ya es hora de que te vayas a la tumba, no de andar con juegos y diversiones de muchachos.
Pero hago lo que siempre he hecho: concebir escenas de esta tierra bajo las órdenes de mi imaginación erótica.
No es que desee a estas criaturas en particular; lo deseo todo y ellas son como un signo de la unión extática.
No es mi culpa que estemos hechos así: la mitad de contemplación desinteresada, la mitad de apetito.
Si algún día fuera al cielo, tiene que ser como aquí, salvo que me liberaré de mis torpes sentidos, de mis pesados huesos. 
Transformado en mirar puro, absorberé, como antes, las proporciones de los cuerpos humanos, el color de los lirios, una calle de París en un amanecer de junio, todo ello incomprensible, incomprensible la multitud de cosas visibles.

4 comentarios:

  1. Muy buena selección. Sorprendente Ovejero y extraordinario Milosz. Gracias por el regalo navideño.

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  2. A Neruda no le mataron, aunque sí asaltaron su casa tras el golpe de estado. Y no creo que Vicente Huidobro pueda compararse en fama a Pablo Neruda y Gabriela Mistral. En temas de calidad lírica ya no entro.

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    1. Gracias, Elena, por tu comentario. Es obvio que tú tienes más información que yo sobre Chile. Yo he estado tres semanas por allí, me encantó, hablé con mucha gente y con eso ya me sirve para enhebrar algunas reflexiones a la carrera de las mías. De Huidobro, te diré que no sabía ni que existía. Pero me hablaron de la rivalidad entre ambos y del cariño que le tenía la gente a Gabriela Mistral. Neruda fuera de Chile es el más famoso de largo y está menos cuestionado que dentro. En una plaza cerca de la Casa-Museo de Neruda en Valparaiso encontré un conjunto escultórico que los representa a los tres a tamaño natural, en sus poses más típicas
      Lo de que a Neruda lo mataron, me lo contó alguien en Santiago. En febrero de ese año había renunciado a su puesto de embajador en Francia, para el que le había nombrado Allende, después de que se le diagnosticara un cáncer de próstata. Cuando el golpe, estaba ingresado en una clínica y parece que no estaba para morirse. Sus familiares contaron que la noche antes de su muerte habían visto salir de su habitación a un extraño médico con bata blanca, al que nunca antes habían visto. Esto alimentó el rumor que, sin embargo, nunca se ha dado por demostrado. El que me lo contó, gran admirador y nostálgico de Allende y de Neruda, me dijo que estaba seguro de que a los dos los habían matado.
      No pretendo rebatir lo que comentas, sólo lo comento; en esta página entra quien quiere y expresa sus opiniones, que siempre se dejan ahí.
      Un abrazo virtual. Y feliz Navidad.

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