martes, 23 de octubre de 2018

781. La Cruz del Sur

Aquí me tienen otra vez en capilla; mañana cojo un vuelo a tierras lejanas a las 9.30 de la mañana, y he de estar en el aeropuerto dos horas antes, así que me voy a poner el despertador a las 5.45. Que sí, que sí, que ya les voy a decir a dónde, un poco de paciencia. Mi post anterior tiene una continuación en el excelente artículo de Javier Cercas en el Dominical de anteayer de El País, cuyo descubrimiento y lectura debo al amigo Alfred, que puntualmente me avisó de él a través del blog. AQUÍ el artículo. Es extraordinaria la forma de escribir de este señor y me conforta ver que mis puntos de vista coinciden al 100% con los suyos. Efectivamente, el momento actual se asemeja mucho a la situación previa a la Primera Guerra Mundial y esperemos que el desenlace no sea tan dramático. Observen también cómo, para este señor y sus fuentes, el movimiento catalán comparte costado ideológico con el Brexit, el señor Trump o los ínclitos Bolsonaro, Putin, Erdogan o Duterte. Un paso atrás de todos ellos, se sitúa el caballero Mohamed bin Salmán, príncipe heredero saudí, todavía en la Edad Media.

Que suceda un caso como el del asesinado Kashoggi, indica lo desconectado del mundo real que está el régimen de este señor. ¿De verdad pensaban que iban a poder hacer eso sin que se armara la mundial? Les recuerdo el caso. Un periodista crítico, que no disidente ni opositor, vinculado además con las familias dominantes del país, se va voluntariamente a Estados Unidos y empieza a escribir en el Washington Post unos artículos en los que de forma difusa pide una mayor libertad de expresión en el mundo árabe. Nada muy radical que justificara un odio africano tan letal como el que parece haber generado. En esas conoce a una señora turca, muy creyente y veinte años más joven, que le aborda tras una de sus conferencias en Occidente. Se enamoran y deciden casarse para hacerlo todo correctamente, dentro de los principios del Islam.

Y resulta que el tipo ha estado casado antes, por lo que necesita un certificado de soltería que debe pedir en su país, pero puede conseguir también en cualquiera de sus embajadas. Elige la de Estambul, donde vive la familia de su prometida. Acude un día, lo tratan con amabilidad, pero le dicen que le falta una póliza (es un decir), por lo que lo citan para una fecha fija posterior. El día de esta segunda cita, Kashoggi acude a la puerta de la embajada con su novia. Antes de entrar, visiblemente nervioso, le da sus dos teléfonos a la mujer y se despide de ella, supongo que con un beso. Y le dice que, si no ha salido en una hora, avise a todos sus conocidos y dé la alarma. Ese día, han llegado a la ciudad 15 altos funcionarios saudíes en dos aviones y han entrado en la embajada antes que Kashoggi, entre ellos un siniestro forense encargado de supervisar o perpetrar su descuartizamiento, no se sabe si todavía vivo o ya muerto. Vienen provistos de los necesarios serruchos, baldes para la sangre y hasta un equipo de música, para que no se oigan los alaridos del pobre hombre. También se han cuidado de darles el día libre a todos los empleados turcos.

La novia, que ya tenía organizada toda la parafernalia de una boda por todo lo alto, da la alarma, se monta el pollo que se ha montado y el régimen dice sucesivamente lo siguiente. Que Kashoggi salió al rato por su propio pie. Que no saben qué pasó, ni tienen idea de dónde está Kashoggi. Que está muerto pero como consecuencia de una pelea que generó el propio fiambre al abalanzarse sin motivo contra los funcionarios de la Embajada. Que murió accidentalmente al resistirse a que lo secuestraran. Y, lo último: que fue un funesto error, que sólo habían mandado a un tipo a que le hiciera cosquillas y al hombre se le fue la mano. Por Dios, no sé en que mundo vive esta gente si cree que la opinión pública occidental se va a creer cualquiera de esta bolas. Ahora podemos entender que bombardearan autobuses escolares en el Yemen. En fin, voy a callarme, no sea que la próxima vez que tenga que ir a renovar el carné de conducir me pille un escuadrón de la muerte y me saque por la trasera de la DGT convertido en pincho moruno.

El mundo, atónito frente a una crueldad no vista en décadas, ha sido largamente informado de esta atrocidad, así que no hay que insistir más en ello. Yo solamente quiero subrayar el hecho de que esta gente vive en un universo tan cerrado que creen que un asesinato con premeditación y alevosía como ese puede colar más allá de las fronteras de Arabia. Los mundos cerrados son muy tóxicos y te llevan a perder la noción de la realidad. Algo así pasa en Cataluña y, por favor, nada más lejos de mi intención que comparar ambos universos. Me estoy refiriendo a lo que sucedió hace unas semanas en el teatro de la Ópera de Madrid y se lo recuerdo. Se abre la temporada de ópera de este año con presencia del Rey y con una versión de Fausto que dirige un miembro de La Fura dels Baus. Éxito apoteósico. Al final, todo el mundo puesto en pie aplaudiendo a rabiar. Hasta el punto de que los artistas hacen salir al estrado a los técnicos responsables de que todo haya salido de maravilla.

Y entonces los aplausos viran a un abucheo masivo. ¿Por qué? Pues porque dos de los técnicos han salido al escenario con sendos lazos amarillos en la camisa. ¿Qué explicación le damos a esto? Pues yo estoy convencido que estos dos buenos señores no pretendían molestar ni provocar a nadie. Llevaban el lazo porque muchos de estos afectados por la ameba comecerebros del independentismo sólo se quitan el lazo amarillo para ducharse y algunos ni eso (yo creo que duermen con él y todo). Simplemente, están tan aislados en su mundo irreal que no son conscientes de la irritación que produce fuera de su tierra el lazo amarillo o el hecho de que hablen catalán a voces y no te contesten si les preguntas algo en castellano. La desconexión que pretenden los movimientos retrógrados enumerados en este y el anterior post, busca ensalzar las señas de identidad de cada cuadradito de tierra y es una reacción contra el vértigo de la interconexión total que comporta la globalización.

El artículo de Cercas nos presenta un futuro amenazado por negros nubarrones. Ya saben que yo soy un optimista crónico, pero creo que debemos estar vigilantes. Porque nos acechan otros peligros globales, como los desafíos climáticos, que sólo vamos a poder combatir si estamos todos unidos. Si nos olvidamos de las puñetas locales y los paletismos excluyentes que sólo sirven para hacernos perder tiempo y energía mental. Y lo dice un forofo del Deportivo, la cerveza Estrella Galicia, el lacón con grelos y el caldo gallego. Lo uno no quita lo otro.

A modo de punto y aparte, les voy a poner un vídeo que más o menos ilustra estos conceptos. La iniciativa Playing for Change, tocando por el cambio, se dedica a descubrir músicos callejeros, vagabundos y correcaminos con sentido musical. Pone a su servicio equipos de sonido y grabación muy potentes y les propone interpretar una misma canción muy conocida. Luego mezcla las pistas de sonido e imagen y consigue unos productos muy vistosos. El vídeo del archiconocido Stand by Me es maravilloso. Una metáfora de este mundo global unido, cantando y tocando por el cambio. Por un cambio político, social y de mentalidad. Por cierto, el músico que inicia la ronda, lo hace en la calle Tercera de Santa Mónica, por donde yo anduve hace poco escuchando a juglares como él y viendo cómo la gente se lanzaba a bailar (se contó en el blog). Les recomiendo que lo pongan en pantalla grande y lo sigan con atención antes de seguir leyendo: es emocionante. Viendo esto no tengo ninguna duda de que ganaremos.



Bien, este era un punto y aparte, porque ya les voy a desvelar a dónde me voy. Mañana, a las 7.30 de la mañana me encontraré con mis cinco socios de Ciudad Real en el mostrador de Avianca de la T-4, donde dos horas después tomaremos un vuelo a Bogotá de diez horas. Allí haremos una escala de otras dos, para tomar un segundo vuelo de la misma compañía, esta vez de unas cinco horas y media. ¿A dónde? Pues a Santiago de Chile. Vamos pues a territorios del hemisferio sur, en donde no es posible ver la Osa Mayor por las noches, sino la fastuosa Cruz del Sur. Y vamos a hacer también una gigantesca cruz sobre el mapa, que recorremos a lo largo de tres semanas de aventuras. Para desplazarnos recurriremos a vuelos interiores, si bien también alquilaremos algún coche grande para movernos los seis en algunas etapas. El primer brazo de la cruz es, obviamente, el viaje Madrid-Santiago. A continuación volaremos al norte para visitar San Pedro de Atacama, el desierto y varias zonas situadas a gran altura sobre el nivel del mar.

De vuelta en Santiago nos dirigiremos ahora hacia el sur, para visitar Chiloé, Punta Arenas, Puerto Mont y las Torres del Payne, entre otros lugares, incluyendo la visita a un glaciar austral. Así que ya tienen ustedes el enigma descifrado. ¿Cómo? ¿Que les he dado pistas falsas? No, no. Recuerden: cruzando amplios mares, escalando altas montañas, descendiendo los glaciares. ¿No es suficiente referencia? Vale, me rindo. Es que todavía me falta por contarles el cuarto brazo de la cruz: la misteriosa Isla de Pascua, a 3.000 kilómetros de la costa de Chile, exactamente en medio de la nada. Esa era la pista correcta. El regreso está previsto para el 13 de noviembre. Intentaré irles contando algunas cosas, pero ya saben que voy en grupo, que he de compartir habitación y que mis compañeros, a los que conozco de Birmania, son incansables y no sé si podré encontrar algún instante de privacidad como para poder cumplir adecuadamente con ustedes, mis queridos lectores.

Así que esto es lo que hay. Tal vez no cargue nuevos contenidos hasta la vuelta. Así descansan un poco de esta  presión a la que les tengo sometidos. Pórtense bien. Y no descuiden la guardia. Hay que estar muy atentos para defenderse y no dejarse avasallar. Si estamos todos en línea, codo con codo, podremos afrontar mejor los retos del futuro. Vean si no la foto que me mandan mis colegas de Ciudad Real. Esta pancarta salió a la calle hace unos días en esa ciudad, que aparentemente está también en medio de la nada. La globalización económica, cultural y anímica es imparable.


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