martes, 6 de marzo de 2018

710. De la muerte y las canciones de redención

Hace unos días se murió Forges y, en la vorágine en que vivo, no fui capaz de escribir ni una mínima necrológica, a pesar del asombro infinito que, desde ese día, nos produce a todos levantarnos cada mañana en un mundo ya para siempre sin Forges. Mi fallo no tiene enmienda posible y, además, he encontrado lo que yo debería haber escrito, en la pluma de otro: mi reciente amigo Carlos Santos, el autor del libro sobre el bar El Avión. Salió ayer en el 20 minutos y, si no la han leído, AQUÍ pueden consultarla.

Hace unos quince días terminé mi Post #706 con el link a un emotivo vídeo en el que un puñado de amigos americanos de Joe Strummer le dedicaban un sentido homenaje al poco de su fallecimiento repentino a finales del año 2002. En el vídeo se veía la actuación de unos grafiteros que confeccionaban un mural en honor al músico muerto, sobre el sonido de su propia versión de una canción mítica: el Redemption Song, que muchos años antes compusiera Bob Marley, el gigante de la música jamaicana cuya desaparición nos dejó tan huérfanos como la de Forges. La muerte es algo con lo que nunca se cuenta, en esta civilización urbana en la que todo lo feo se esconde detrás de un muro de buenismo, pseudo-optimismo y falsos oropeles. Pero la muerte es algo natural, con lo que más nos valdría acostumbrarnos a convivir.

Porque nadie tiene la posibilidad de elegir un final alternativo. Los finales felices suceden sólo en las películas de Hollywood. La vida es una película que siempre acaba mal. Pero la muerte no tiene por qué ser percibida como algo negativo; es el contrapunto de la vida y lo que la hace tan maravillosa: si fuéramos inmortales, esto se convertiría en un coñazo insufrible. A mis 67 años recién cumplidos, supongo que ya es hora de que empiece a aprender a mirar cara a cara a la muerte. A mí la muerte no me da miedo. Me dan miedo (mucho) otras cosas: la enfermedad, el dolor, la miseria, la maldad, la traición, el abandono, la pena, la desolación, la guerra. Y la muerte de los seres queridos, por supuesto. Disculpen que hoy mi pluma se deslice por estos vericuetos, pero es que varios de mis lectores habituales me han pedido más información sobre el vídeo de Strummer y en esa información la muerte ocupa un lugar destacado. De todas formas, la he incluido en el título del post, para que no me digan que les pillo a traición.

Redemption Song es probablemente la última canción que compuso Bob Marley y voy con la primera parte de la historia. Marley nació en 1945, en un pueblo de Jamaica, hijo de una chica de 18 años y un inglés blanco bastante mayor, que nunca quiso saber nada de ellos, aunque parece que sí les mandaba dinero. Bob y su madre no tenían agua ni electricidad en su casa. Tampoco se podía pensar en una escolarización adecuada para un chico nacido en ese escenario de pobreza extrema. Es importante dejar esto sentado, porque explica muchas cosas de su comportamiento posterior. Bob tenía un talento natural para la música y, con unos amigos, empezó a montar grupos y se fabricó una carrera que llegó a ser un fenómeno mundial. Pero era alguien con una cultura bastante limitada. Y cayó en las redes de la Iglesia Rastafari, que fundaron diversos prohombres jamaicanos sobre la figura del reverendo Marcus Garvey.

Garvey fue un político y empresario jamaicano de los años 30 que en sus discursos solía mencionar que el pueblo jamaicano venía de unos antepasados a los que habían capturado por la fuerza en sus tierras africanas para venderlos luego como esclavos. Y proclamaba que estaba a punto de llegar un Mesías negro que los llevaría de vuelta a su Arcadia original, en donde volverían a ser dueños de su destino. Cuando Haile Selassie es nombrado Emperador de Etiopía y Rey de Reyes, algunos creen ver en él al Salvador del que hablaba Garvey. Y fundan una iglesia, de la que Garvey sería el nuevo Juan el Bautista, y Selassie su Jesucristo. Por cierto, Haile Selassie adoptó ese nombre al ser coronado. Antes era conocido como el Ras (Príncipe) Tafari, que era su nombre verdadero. En los 50, el niño Marley se toma en serio esas teorías y se integra en el mundo rastafari, del que son parte esencial la ganjah (marihuana) y los dread lockers, trenzas amasadas con barro que simulan la cabellera del león, el símbolo imperial. En España se las llamó rastas.

Hay que decir que Selassie, a quien ven a la izquierda como personaje del año de la revista Time, se sintió halagado por este ingenuo culto. Que llegó a ceder tierras en el sur del país para que las explotara un grupo de pioneros rastafaris. Que viajó incluso a Jamaica donde fue recibido como un héroe (por cierto, allí pidió a los rastafaris que no siguieran viniendo a Etiopía de momento; que primero lucharan por liberar a su propio país de la opresión y luego ya se vería). Selassie era un dictador, que mantenía a parte de su pueblo pasando un hambre de la hostia, mientras alimentaba a sus leones con cuartos de ternera. En 1975 es derrocado por el teniente coronel Mengistu, un autócrata sanguinario que se perpetuará en el poder durante décadas. En la actualidad, Mengistu, ya un anciano, vive refugiado en Zimbabue bajo la protección de Robert Mugabe, de donde no puede salir, porque está condenado en su país por genocidio. Llegado al poder, Mengistu se apresuró a proclamar que, como se les ocurriera a los rastafaris aparecer por su país, los recibiría con ráfagas de ametralladora.

En los 70, Bob Marley es una referencia de ámbito mundial, el gran difusor del reggae, la música jamaicana por excelencia, por delante de otros músicos de nivel artístico parejo, como Jimmy Cliff o Desmond Decker. Vive en las afueras de Kingston en una mansión llena de colgados y fumetas, donde todo el mundo hace lo que le da la gana. Entre las nubes de la ganjah, compone canciones fastuosas, que se convierten en éxitos mundiales. Un dato significativo: Marley, que murió a la edad de 36 años, tuvo nada menos que trece hijos; cuatro de su mujer, Rita, con la que se casó cuando ambos no tenían ni veinte años, y otros nueve con diferentes compañeras ocasionales. Después de su muerte, Rita escribió un libro, titulado No woman, no cry, en el que ajustaba cuentas con su promiscuo difunto esposo.

Pero, a lo que íbamos. En 1977, a este hombre en la cumbre de su fama y poseedor de una cultura más bien escasa, le sale un grano en el dedo gordo de un pié. Va a ver al médico, le hacen unas biopsias y le diagnostican: es un melanoma de la peor clase. Hay que extirpárselo, someterle a duras sesiones de quimioterapia y radioterapia y luego tocar madera. Nada de eso hace Marley. Piensa que le están engañando y continúa con su vida. Conciertos, grabaciones, ganjah a saco, sexo sin freno. A finales de 1979, se empieza a encontrar de verdad muy mal. Vuelve a los médicos, que le dicen que el cáncer está ya extendido por todo el cuerpo y que le queda menos de un año de vida.

Y comprende entonces que su sueño ha terminado, que nunca podrá volver a su tierra prometida africana, que se acabó la diversión. Y, tal como lo cuenta Rita, se sumerge en una depresión demoledora. Y es en medio de ese bajón cuando compone Redemption Song, una especie de testamento musical y vital. Aquí tienen un vídeo de la canción, verdaderamente estremecedor. Marley toca con su guitarra una versión acústica, en medio del silencio reverencial y las miradas de funeral de sus compañeros de grupo. Estaba ciertamente muy mal. Abajo les he puesto la letra de la canción y su traducción al español, para que la vayan siguiendo. 


Old pirates yes they rob I                                                             Viejos piratas, sí, ellos me robaron
sold I to the merchant ships                                                        y me vendieron a barcos mercantes
minutes after they took I                                                             y al poco me sacaron
from the bottom less pit                                                              de aquel agujero despiadado
but my hand was made strong                                                   pero mis manos se hicieron fuertes
by the hand of the almighty                                                        con la ayuda del todopoderoso
we forward in this generation                                                    y nos levantamos en esta generación
triumphantly                                                                                  triunfalmente                                             
won´t you help to sing these songs of freedom                      ¿querrías ayudarme a cantar estas canciones de libertad?
cause all I ever had: redemption songs                                     porque es todo lo que tengo: canciones de redención

Emancipate yourselves from mental slavery                           Emancipaos  de vuestra esclavitud mental
none but ourselves can free our minds                                    Nadie excepto nosotros puede liberar nuestras mentes
have no fear for atomic energy                                                  no tengas miedo de la energía atómica
cause none of them can stop the time                                     que ninguno de ellos puede detener el tiempo
how long shall they kill our prophets                                        cuánto tiempo seguirán matando a nuestros profetas
while we stand aside and look                                                    mientras permanecemos mirando para otro lado
some say it´s just a part of it                                                       alguien dijo: esto es sólo una parte de ello
we´ve got to fulfill the book                                                        también nosotros hemos de escribir en el libro
won´t you help to sing, these songs of freedom                     ¿querrías ayudarme a cantar estas canciones de libertad?

cause all I ever had: redemption songs                                     porque es todo lo que tengo: canciones de redención



En fin, les he maquetado la letra para que se vea bien en un ordenador. A los que me lean con un Ipad o con su móvil, tal vez se les desencuaderne, pero no tengo solución para eso. Hay que decir que Marley recuperó el ánimo y cumplió con los contratos que tenía. Redemption Song salió en el álbum Uprising, de comienzos de 1980, su último trabajo en un estudio de grabación, y Marley participó en su promoción por toda Europa, con conciertos legendarios. Aquí pueden ver que hasta le daba un poco de ritmillo a una canción tan triste como Redemption. El vídeo corresponde a su concierto en Dortmund, donde se le vio bastante recompuesto.


Pero el cáncer no perdona. De vuelta en Estados Unidos, donde dio dos conciertos memorables en el Madison Square Garden de Nueva York, su estado de salud cayó en picado. Consintió entonces en viajar a Alemania donde ingresó en una clínica homeopática de esas que pretenden curar el cáncer con alimentación a base de frutas y mucha meditación. Ocho meses después comprendió que se moría y quiso volver a su tierra. Pero, al hacer escala en Miami, estaba tan mal que lo ingresaron en un hospital y murió allí mismo, sin conseguir pisar suelo jamaicano, en mayo de 1981. El gobierno jamaicano le organizó unas exequias fastuosas y un auténtico funeral de Estado, como correspondía a la persona de mayor relevancia internacional de Jamaica. Y Redemption Song se convirtió en un auténtico himno. Una de las canciones que más veces ha sido versioneada del rock. Aquí tienen una interpretación muy buena, la que hace Eddie Vedder, el cantante de Pearl Jam, uno de los genios surgidos de la ola grunge de Seattle, en el Global Cities Festival de 2015. A la segunda voz, nada menos que la simpar Beyoncé. Intercaladas, las palabras de un discurso de Nelson Mandela.


Pero tal vez la mejor versión de la canción es la que hizo Joe Strummer, el antiguo líder del grupo londinense The Clash. Después de muchos tumbos por la vida, Strummer había logrado la paz y la felicidad personal, sin perder su vitola de luchador urbano. Y plasmaba esa serenidad en las grabaciones que hacía con su nuevo grupo, The Mezcaleros. A finales de 2002, la banda había publicado ya dos álbumes no demasiado exitosos, acababa de terminar un tour europeo y tenía grabado mucho material nuevo para preparar un tercero. Joe se había retirado a su casa de campo en Somerset, al oeste de Londres, a pasar las Navidades. El 22 de diciembre salió por la mañana a pasear a sus perros por el campo. A la vuelta, cayo fulminado por un ataque al corazón. Tenía 50 años. En la autopsia le descubrieron una malformación cardíaca congénita, nunca diagnosticada. Las canciones que habían quedado grabadas con The Mezcaleros se editaron en octubre de 2003, en un disco póstumo, el tercero y último de la banda.

Este disco, contenía entre sus canciones su versión de Redemption Song. Ese año, sus amigos neoyorkinos decidieron hacerle un homenaje, pintando un mural en la pared exterior del bar Niágara, en el 132 Este de la calle 7, casi esquina con la Avenida A. Es decir, en la antes peligrosa Alphabet City, en el East Village. El propietario del bar era Jess Malin, uno de los amigos de Strummer. Rodaron el vídeo que les puse el otro día y que pueden repasar AQUÍ. Se puede identificar a varios de los que prestan sus rostros a este homenaje. En primer lugar, el grupo Rancid al completo. Después Tim Armstrong él solo, con su sombrero característico (hace poco les puse un vídeo suyo: Let’s get moving into action). También aparecen el gran actor Steve Buscemi, el director de cine Jim Jarmush (también hablamos este verano de su película Paterson). Y Cara Seymour, inolvidable intérprete de Gangs of New York. En fin, que todo queda en familia.

Pero yo estuve por esa zona en 2010, en mi penúltimo viaje a Nueva York, y vi el mural bastante deteriorado. Al descubrir el vídeo sobre su confección, busqué fotos actuales y me vino a la cabeza que algo no cuadraba. Ya he descubierto lo que es. Resulta que en 2013, el bar original fue demolido por el Ayuntamiento, por encontrarse en situación de ruina inminente. Tiraron abajo el muro y parece que incluso vino gente que se llevó ladrillos con fragmentos del mural original, como en Berlín. AQUÍ pueden leer la noticia. Jess Malin convocó entonces a los artistas grafiteros originales que, diez años después, reconstruyeron el mural. Con algunas pequeñas diferencias. Abajo tienen las dos versiones. A la izquierda el original, el que yo vi. A la derecha el reconstruido. Pueden comprobar su situación actual pinchando AQUÍ. Es una captura de la Street View del Google Maps. Esto último es la primera vez que lo incorporo al blog. Espero que (1) funcione, y (2) no me busque un lío al hacerlo. No creo que sea algo incorrecto, si tenemos en cuenta que cito fuente y procedencia.














Queda una cuestión obvia: qué muerte es la mejor, la de Marley o la de Strummer. Yo no tengo duda de la respuesta, pero lo dejo en el aire. Sean buenos. Y mucho ánimo. Si Bob Marley fue capaz de superar la tristeza y ponerse a dar brincos en Dortmund, nosotros no nos vamos a quedar a la zaga.


6 comentarios:

  1. Muy bueno, tío. De principio a final. Enhorabuena. Algunas de las cosas que cuentas, ya las sabía. Otras no, pero son creíbles y ayudan a entender mejor a estos personajes únicos. Gracias por el blog.

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    1. Pues gracias a ti por leerme, man, quien quiera que seas. Yo creo que la gente en general no sabe mucho del movimiento rastafari. Tal vez mi texto sea una ayudita en ese sentido. Un abrazo redentor.

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  2. Por supuesto, mejor la muerte de Strummer, al menos desde el punto de vista del interesado o interfecto. Para los demás las dos formas son malas.
    La reacción de Marley al saber que tenía una enfermedad fatal es bastante frecuente, incluso en personas de mayor nivel educativo y cultural. Simplemente, no te lo quieres creer y, al final, no te lo crees

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    1. Tienes razón. Una amiga mía tuvo una serie de molestias nerviosas. Le dijeron que seguramente fuera una ELA. Para confirmarlo o descartarlo tenía que hacerse una punción lumbar. Decidió no hacérsela y negar esa historia. Nunca se hizo la punción lumbar y los síntomas remitieron. Era muy joven, ha pasado mucho tiempo y yo creo que ella se llegó a convencer de que nunca le había sucedido eso y lo olvidó por completo.
      Años después, se casó y tuvo dos hijos que ya son mayorcitos. Apostaría a que ni su marido ni sus hijos saben nada de esta historia. No lo sé a ciencia cierta, porque nunca le he vuelto a mencionar el asunto.
      Un abrazo para ti también.

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  3. En cierta ocasión un periodista preguntó a Paco Buyo, el legendario portero gallego, de Betanzo, La Coruña, que fue del Sevilla y luego del Madrid: "A usted, ¿de qué muerte le gustaría morir?" Después de un rato pensativo, Buyo, mirando serio al periodista, contestó: "De ninguna muerte". Auténtico.

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    1. Querido paisano, no sé quién eres, pero está claro que eres coruñés: nadie que no sea de allí diría "La" Coruña, ni probablemente sabría quién es Paco Buyo. Por cierto, coincidí con él en un sarao que no recuerdo con precisión; estuvimos en el mismo corrillo, cerveza Estrella Galicia en mano. Y recuerdo que me sorprendió que fuera exactamente de mi misma estatura. En la televisión me parecía más bien chaparro, aunque tapaba toda la portería como un gato.
      Y recuerdo también una infausta noche del Madrí en Tenerife, cuando se precipitó a despejar un balón que iba fuera y le hizo una asistencia de libro al delantero del Tenerife que, estupefacto, se limitó a empujar el balón a gol.
      Yo tampoco quisiera morirme de ninguna muerte.
      Mientras tanto, pues otro fuerte abrazo para ti.

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