miércoles, 24 de agosto de 2016

547. ¿Quién es DJ Stalingrad?

Bueno, si alguno de ustedes, queridos lectores, no ha podido resistir la curiosidad por este personaje (cosa que dudo), ya sabrán que su identidad hace tiempo que fue desvelada. Se trata del periodista, músico y activista Piotr Silaiev, cuya imagen más actual tienen a la izquierda, nacido en Moscú en 1985 y, por tanto, un niño cuando se produce el derrumbe de la Unión Soviética, del que les he hablado en los posts anteriores. Desde finales de 2010 vive tranquilamente en Finlandia, ejerciendo de periodista, incluso como corresponsal de ciertos medios escritos alternativos de su país natal. En marzo de 2012 obtuvo el estatus de refugiado político. Tan seguro se sintió entonces que, ese mismo verano, hasta se apuntó a una costumbre tan pequeñoburguesa como la de irse de vacaciones a España. Unas vacaciones accidentadas, como veremos, que le obligaron a prolongar su estancia en nuestro país, lo que le brindó la oportunidad de ser entrevistado bastantes veces.

Pueden encontrar estas entrevistas en Internet sin mucha dificultad. Alguien capaz de escribir Éxodo, es una especie de ídolo, héroe o icono para los medios anarco sindicalistas y antisistema. Hay, por ejemplo, una chica de Barcelona, seguramente de las CUP por lo menos, que le entrevista en un café de las Ramblas. En la introducción, de forma muy sibilina, deja caer que le parece raro que un tipo tan educado, repeinado y tranquilo como Silaiev sea el protagonista de las salvajadas que escribe en primera persona en su novela. Es curiosa esta mitificación de la violencia (y más en una mujer). ¿Qué se esperaba esta señorita, que fuera un animal de pezuña de dos metros apestando a vodka, como los hooligans que se pegaron con los ingleses en Marsella? Tanto en esa, como en las demás entrevistas, hay una pregunta que, invariablemente, todo el mundo le hace: ¿la novela es autobiográfica? Su respuesta es cautelosa: la novela no narra sus propias vivencias, pero todo lo que se cuenta en ella es cierto. Eso alimenta las dudas de la chica de las CUP que parece pensar: este tío es un escuchimizado, que simplemente andaba por allí sin meterse en el grueso de los líos, y luego se hizo el duro contándolo en primera persona. Tal vez esa chica no había visto fotos como esta otra.

















Yo, más bien creo que esa respuesta calculadamente ambigua se debe a que quiere protegerse de los problemas que le supondría admitir determinados comportamientos delictivos en su juventud. Es que hasta podría poner en riesgo su condición de refugiado político, un estatus que se concede a gente perseguida por sus ideas, pero siempre con comportamientos pacíficos. Yo tiendo a creerme la versión de este señor, y más viendo algunas fotos de sus tiempos juveniles, como la que les he puesto arriba, probablemente en un concierto de hardcore music o acontecimiento similar de los que se narran en su libro. Así que, si admitimos que lo que cuenta este hombre es cierto, pues hemos de creer que nació en un medio acomodado y que no entendía por qué su abuelo, catedrático de universidad, era tan pobre; por qué los chicos de su edad esnifaban pegamento por las calles y querían ser gangsters de mayores, o por qué la generación de sus padres se convierte de pronto en una especie de legión de autistas taciturnos, que no quieren participar en una vida pública culturalmente empobrecida y degradada.

Siguiendo el relato de Silaiev, entre 2003 y 2008 se une a un grupo de gente violenta, que se dedican a lo que les describí al final del post anterior, acosados por la policía de Putin, cada vez mejor preparada y con más medios. En 2008, un diputado proclama en el parlamento ruso que hay que acabar de una vez con esa lacra de la violencia callejera. Más o menos por ese tiempo, mueren violentamente dos amigos de Silaiev tal como relata el libro. Entonces el grupo decide disolverse y escapar de Rusia antes de que les pillen y les metan en la cárcel. La mayoría se van a Ucrania, pero Silaiev decide recalar en Grecia, concretamente en Tesalónica, donde tiene un contacto por su actividad como periodista alternativo (el verdadero Silaiev no se dedicaba sólo a zurrarse con neonazis, también desempeñaba otras actividades). En Tesalónica le pillan los tremendos disturbios de finales de año, resultantes de la crisis económica. La gente de la ciudad está en armas y el resplandor de las barricadas incendiadas ilumina las aguas del Egeo. Refugiado en casa de su amigo, percibe como una revelación que la lucha es la misma en todas partes y que él tiene algo que contar al respecto. Es entonces cuando se pone al ordenador y escribe Exodo, así de un tirón.

De vuelta en su tierra, donde no parece tener cuentas pendientes, vuelve a sus actividades más tranquilas, mientras va publicando Éxodo en Internet, manteniendo rigurosamente el anonimato tras su seudónimo, por lo que pueda pasar. El éxito del libro le sorprende, pero no revela su autoría. Ahora su vida de activista ha derivado de manera natural a los terrenos del ecologismo. En 2010, se hace público el proyecto de construir una autopista San Petersburgo-Moscú, un elemento imprescindible para un sistema capitalista que se precie. El problema es que su trazado atraviesa el bosque de Khimki, un paraje de gran valor medioambiental, cercano a Moscú. Se organiza una gran manifestación contra este proyecto y, según la policía, los manifestantes intentan tomar el Ayuntamiento de Khimki por la fuerza. Hay muchos detenidos y Silaiev, que logra escapar, es identificado como uno de los cabecillas que han organizado y dirigido el alboroto, por lo que se dicta una orden de busca y captura contra él. Es entonces cuando escapa a Finlandia, a través de Bielorrusia. La ONG Fair Trial (Juicio justo), radicada en Londres, le ayuda en el proceso de obtención de su estatus de refugiado.

Y en el verano de 2012, se viene de vacaciones a España y se instala en un hostal en Granada, sin saber que hay una orden internacional de busca y captura contra él, a través de Interpol. A la mañana siguiente, la policía española echa la puerta abajo y se lo llevan esposado a Soto del Real, en donde estará 8 días. Los de Fair Trial se mueven, le consiguen un abogado y lo sacan de la cárcel, con prohibición de abandonar el país y obligación de presentarse todas las semanas en un juzgado, hasta que tenga lugar el juicio en el que se decidirá sobre la petición de extradición por hooliganismo (sic). Un juicio que se demora seis meses, durante los cuales nuestro hombre concede entrevistas a diestro y siniestro. Exodo se ha traducido ya al inglés, al francés y al alemán y es valorado en todas partes (más como testimonio que por su calidad literaria, al menos en mi opinión). La Audiencia Nacional deniega finalmente su extradición a Rusia, inclinándose a favor de los argumentos de Fair Trial y nuestro hombre puede regresar a su aburrida vida finlandesa. Por si no han hecho la cuenta, Silaiev tenía en ese momento 27 años (ahora tiene 31).

En España Éxodo no se traduce y publica hasta febrero de 2015, gracias al entusiasmo de la Editorial Automática, que dirige mi amigo Darío Ochoa. Yo escuché hablar de este libro en alguna de las ocasiones en que Darío acudió a nuestro club de lectura, y un día fui a la Feria del Libro del Retiro exclusivamente a saludarle y comprarme un ejemplar, tal como conté en un post. Abajo tienen el vídeo elaborado por la organización Fair Trail sobre el caso. Está en inglés, pero se entiende bastante bien su sentido general. Esta ONG proclama su intención fundacional de colaborar con Interpol, ayudando a evitar que se persiga injustamente a personas pacíficas, de forma que las policías unificadas del mundo puedan concentrar sus esfuerzos en perseguir el gran crimen internacional. Encabezar una manifestación pacífica con un megáfono no puede de ninguna forma calificarse como hooliganismo, dicen. En las imágenes, se pueden ver escenas de la manifestación de Khimki, en donde se reconoce perfectamente a Silaiev con su megáfono. Esto viene a sumarse a la foto de arriba para desmontar la versión de la entrevistadora catalana.

En mi opinión, Piotr Silaiev es un hombre muy listo, que tradujo la insatisfacción por el derrumbe de la URSS en una respuesta violenta en sus años jóvenes, que probablemente no causó daño a nadie, que supo arriar velas cuando se hizo mayor y que luego ha logrado vivir de su facilidad para escribir, sin dejar de luchar por las causas que él entiende justas y saliendo de los diversos apuros en que se ha ido viendo con habilidad, serenidad y suerte. Sólo por eso tiene mi admiración y espero que haya encontrado la paz en la aburrida y ordenada Finlandia. El libro no sé si recomendárselo. No es agradable de leer, pero es bastante impactante. Ustedes mismos. Silaiev logró huir a tiempo del caos, el nihilismo y el absurdo de esa guerra de bandas, ese peregrinar constante a Piter y las demás ciudades rusas para pegarse con grupúsculos neonazis. Otros no tuvieron tanta suerte y acabaron muertos o alcoholizados. Un daño colateral de esos tiempos convulsos que Rusia sufrió hasta que aprendió a organizarse socialmente sobre las bases del capitalismo. Aquí el vídeo citado.



4 comentarios:

  1. Los comportamientos violentos resultan muy atractivos para la gente joven, especialmente varones. Se exhiben, se hacen los machos y receban su autoestima. No todo el mundo vale para eso, los hay más apocados. El Silaiev este parece un tipo con una energía sobrante que necesitaba canalizar hacia algún sitio. No olvidemos que los fanáticos islamistas también creen estar haciendo lo correcto. A mí lo que más me ha impresionado de este señor es la voz grave y convincente, la serenidad que destila en el vídeo de Fair Trial. Tal vez es la sabiduría que le han dado sus años de angry young man.

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    1. Reflexión muy interesante. Cierto lo de la voz. Debe de ser un buen orador.

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  2. Súper interesante el caso de este señor. Estas son las cosas que me gusta encontrar en su blog, las que no aparecen en la prensa generalista. Como usted, creo en la sinceridad de este hombre, que cuenta su caso con tanta tranquilidad. Entiendo que sus intervenciones en el vídeo están grabadas antes de la resolución de la Audiencia Nacional.
    De todas formas, el desmantelamiento del estado soviético debió de ser algo tremendo.

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    1. Pues debió de ser como para salir huyendo, el que pudiera. Pies pa' que os quiero. Pero este chico debería escribir más, si no quiere quedarse en un "one hit wonder"

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