lunes, 1 de agosto de 2016

538. Cuidado con los rusos

¡Cómo se lo tiene que estar pasando el señor Putin! Primero, con el Brexit y ahora con el señor Trump en cabeza de las encuestas. Frente a eso, qué más da que hayan desenmascarado el sistema masivo de dopaje de atletas, levantadores de pesas y similares, alentado directamente desde el estado, y que les va a impedir participar adecuadamente en las Olimpiadas de Río, esas que el señor Lula nos birló en la última votación, a pesar de que estaba claro que era imposible que llegaran a tener en plazo las instalaciones acabadas, las aguas de la bahía limpias y las calles de la ciudad en condiciones de seguridad como las que ofrece Madrid, una de las ciudades en las que se puede pasear de forma más segura en el mundo.

De lo del señor Trump ya hablaremos otro día, que tiempo habrá en este largo mes de agosto que tenemos por delante. Por ahora, un solo dato, para que nadie se llame a engaño. En la convención del Partido Republicano, los representantes europeos se limitaron a Nigel Farage, el exlíder del UKIP, algún miembro del Partido Conservador inglés a título personal, Geert Wilders, líder de los ultras holandeses y algunos adláteres de Marine Le Pene. No había nadie del PP. Por el contrario, a la Convención Demócrata de Philadelphia sí que acudió una delegación del PP español, encabezada por Esteban González Pons, que dejó claro su apoyo público a Hillary Clinton. Me parece que es un dato bastante significativo de lo que nos estamos jugando en las elecciones americanas de noviembre.

Pero volvamos a Rusia. La Historia nos cuenta que Rusia ha sido siempre un país duro de pelar. Allí fracasó el hasta entonces triunfante Napoleón y lo mismo le sucedió a Hitler. En la Segunda Guerra Mundial, Rusia fue el país que más muertos sufrió, estimados en más de 25 millones. Pero resistieron. Los rusos han tenido únicamente un instante de debilidad, en los años de Gorbachov, que todos los países satélites del régimen soviético aprovecharon para salirse de debajo del telón de acero, entrar en la Unión Europea y alistarse inmediatamente en la OTAN, es decir, rodear a Rusia de un cinturón de países hostiles, lo mismo que en menor escala había intentado Kruschev mucho antes, instalando plataformas de lanzamiento de misiles en Cuba, en las mismas barbas de USA. Ese cinturón de hierro se cierra al sur con Grecia y Turquía. Pero, ¡amigos! Ahora está el señor Putin al frente y, con este señor, poquitas bromas.

Putin se formó en el KGB, en cuya delegación en Dresde trabajó muchos años, hasta que se empezó a dedicar a la política. Yo no me quiero meter mucho con el señor Putin, por lo que les contaré más abajo, pero, en mi lugar lo hace el diario ABC en un artículo de ayer mismo, que pueden consultar AQUÍ. Es un poquito largo, tal vez baste con que lo lean en diagonal. Pero yo destacaría un par de cosas, aparte de su afinidad con Trump, ya conocida y suficientemente proclamada por ambos. Una es su concepto de democracia soberana, que recuerda a la democracia orgánica de Franco, como ya saben, consistente en que Franco hacía lo que le salía de los órganos, según el clásico chiste (y manda carallo que un diario tan de derechas como el ABC haga esa comparación). La segunda cosa que me llama la atención es cómo se descojona este personaje del resultado del Brexit. Parece ser que dice: qué gilipollas tiene que ser un gobierno para organizar una consulta sobre un asunto tan trascendente y perderla. Pues aquí creo que tiene toda la razón.

Desde que está Putin al mando, se acabó ese cachondeo de instaurar en todos los países de la órbita soviética regímenes democráticos, que se integren en la Unión Europea y en la OTAN. Ucrania lo intentó y acabó como saben: con Crimea conquistada por los rusos y las regiones orientales de Donetsk y Lugansk ejerciendo el derecho a decidir pistola en mano. Los demás, es decir, Bielorrusia, los pequeños países del Cáucaso y las repúblicas asiáticas como Kazakhstan, gozan de regímenes autocráticos, perdón, regulados por sendas democracias soberanas. Ahora que Erdogán está organizando Turquía por ese mismo sistema, parece que también se está acercando a Rusia. Y siento decir una cosa: puede que este tipo de regímenes sean más eficaces a la hora de luchar contra el islamismo radical, que es el enemigo común que tenemos, ellos y nosotros. Ahí lo dejo.

No he estado nunca en Rusia, pero me gustaría mucho visitarla. Incluso diría que tengo una especial debilidad por el pueblo ruso, que tanto ha sufrido. Y sus gigantes de la literatura, con Tolstói y Dostoievski a la cabeza. Y Anton Chejov que, al alimón con Edgar Allan Poe, son los padres del cuento moderno, que años más tarde desarrollaría Cortázar. Y hasta tengo un reciente amigo ruso, que se llama Андро Лихман, en cristiano: Alexander. Esta es una de esas cosas que cuento y nunca se creen, así que se la explicaré con más detalle. En mi reciente excursión a visitar determinados humedales, como ya les conté, íbamos dos grupos, mi club de senderistas y un amplio grupo de profesores y alumnos de Alcalá de Henares. En medio de todos, iba un elemento que cada grupo entendió que era miembro del otro colectivo. Luego resultó que se había apuntado porque había visto un grupo grande, al que se había sumado, porque era sábado y no tenía mejor cosas que hacer.

El chaval apenas hablaba con nadie, pero en este blog ya ha quedado acreditado que todos los frikis se me pegan, es algo innato. En nuestro almuerzo en la trasera del festival de música indie, el tipo se sentó a mi lado, les juro que yo no le busqué. Y empezamos a hablar. Me dijo que era ruso, de la ciudad de Yaroslavl, una de las que forman el cinturón alrededor de Moscú. Que llevaba tres años en España, concretamente en Sigüenza, desempeñando pequeñas tareas con las que sacaba para comer y a la espera de legalizar su situación, algo para lo que le faltaban apenas unos meses y que le permitiría acceder a mejores condiciones laborales. A pesar de llevar tres años aquí, hablaba como los indios de las películas. Me contó que se había marchado de Rusia por dos razones, el clima y el hecho de que una cosa eran Moscú y San Petersburgo, que estaban muy  bien, y otra cosa el resto de Rusia que (en su opinión) estaba mucho peor para un joven inquieto como él. Como a los de mi grupo les hace mucha gracia mi capacidad de atraer frikis, nos hicieron algunas fotos, que aquí les pongo.






















Diré que era un tipo encantador. Hablamos largo rato, mientras comíamos, de lo divino y lo humano. Le conté que acababa de leer un libro llamado Exodo, sobre los nuevos jóvenes antisistema de Rusia, publicado bajo el seudónimo D.J.Stalingrad. Me dijo que lo que contaba ese libro era cierto, pero que él era una persona pacífica, que lo único que quería era trabajar. De ninguna forma se planteaba la posibilidad de volver a su tierra, estaba muy a gusto aquí, un lugar donde todo el mundo era muy amable con él. Como vio que nos hacían fotos, me dio su correo electrónico para que se las mandase. Luego, el fotógrafo se retrasó bastante en enviarlas, así que, en el correo, le pedí disculpas por el retraso. Su respuesta: Muchas gracias. Retraso no es un problema. No estoy en un apuro. Un cielo, el bueno de Alexander.

Bueno, la otra cosa que les quiero contar de Rusia, tiene que ver con un ciberataque que está sufriendo este blog, que deja en mantillas los que han afectado a Hillary Clinton (y que han puesto al descubierto las trampas del partido contra Sanders). Desde hace una semana, más o menos, el contador del blog registra un número inusitado de visitas de Rusia. Siempre son 21, o un múltiplo: 42, 63, etc. Cuando lo pillo reciente, descubro que han visitado tres entradas consecutivas. Si detrás de esto hay una persona física, que se dedica a mandar mis escritos a otras seis, le pido disculpas y no me importaría incluso que ganara dinero con ello. Si es así, le ruego que haga un comentario y me lo explique. Pero mucho me temo que no es una persona, sino una especie de virus que se ha quedado enganchado (o un Pokemon sedicente). El caso es que, para solucionarlo, no se me ha ocurrido otro remedio que cambiar mis posts a modo borrador y tenerlos unos días en hibernación.

Es una tarea ardua (hay que hacerlo de uno en uno). Así que, si alguno de mis seguidores busca un texto antiguo y no lo encuentra, esa es la razón. No creo que mi tarea me lleve más de una semana, pero ya les aviso que tendré que estar al menos un par de días con los últimos posts borrados (voy de atrás a adelante). Cosas del mundo virtual. Por eso no me quería meter mucho con Putin, no sea que me tenga controlado (¡Que tal, Vladimir, cómo estás!) En cualquier caso he de reconocer que me parece un tipo muy inteligente, mucho más que Trump, Cameron, Hollande o Rajoy, y no es por hacerle la pelota. Veremos si mi remedio es eficaz y dejo de recibir visitas rusas en números múltiplos de 21. Que lo pasen bien en la playa, los que tengan esa suerte.

2 comentarios:

  1. Pero, el virus ruso y el amigo ídem. No tienen ninguna relación.
    Comparto tu amor por el pueblo ruso.
    Y no da un poco de canguelo todo. Yo presiento fabricantes de arma frotándose las pezuñas...
    En otro orden de cosas, y el sombrero de tu novela? Dado tu nivel de sofisticación en ese terreno...

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    1. No hay mucha relación, excepto que todo va de rusos. La situación da bastante miedo. Es increíble que tengamos puestas todas nuestras esperanzas en la victoria de Hillary, reconocida hawk (halcón), que votó a favor de la guerra de Irak y a la que no le temblaría la mano a la hora de desencadenar otra igual. Pero es que Trump es grotesco. Y repito: Putin observa desde las bambalinas y se debe de estar divirtiendo de lo lindo.
      Un abrazo, amiga, y cuidado con el calor. Para protegerse "el cartón" no hay nada mejor que un sombrero de paja.

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