lunes, 18 de julio de 2016

533. El discurso de Bruce Springsteen

En medio de estos tiempos convulsos, es difícil encontrar noticias como ésta, que te levantan el ánimo, finalidad principal de este blog próximo a cumplir cuatro años. Si conocen Nueva York, tal vez hayan visitado la isla Ellis, cerca de la Estatua de la Libertad. Por allí entraban todos los inmigrantes a principios del Siglo XX y allí habían de pasar en condiciones de hacinamiento y miseria la cuarentena que se les imponía hasta que, algunos, eran autorizados a entrar en el país, y otros eran deportados de vuelta. Muchas películas han mostrado lo que allí sucedía, desde América, América, de Elia Kazan, hasta la reciente y excelente El sueño de Ellis, protagonizada por Marion Cotillard. La isla alberga ahora un museo y suele formar parte del tour que incluye la subida a la Estatua de la Libertad.

La fundación que gestiona este museo y el patrimonio histórico y documental que atesora, concede cada año varios premios a personalidades famosas, americanos prominentes que descienden de aquellos inmigrantes que entraron por la isla. Este año, uno de los premiados ha sido Bruce Springsteen. El Boss ha aceptado el premio, con la condición de que le acompañaran su madre (a quién ya conocen en este blog, Post #339) y sus dos tías, hermanas mayores de su madre. En una escueta ceremonia, Bruce ha aceptado el premio y ha hecho un corto y emotivo discurso, para el que se ha ayudado de unos papeles, para que no se le olvidara mencionar nada que fuera importante. Como hago últimamente, me he tomado el trabajo de traducírselo (este es más corto que el de Bernie Sanders). Así que aquí tienen el vídeo y abajo la traducción, que he perpetrado de oído, de forma que, si alguien quiere mejorarla o precisar alguna cosa, es bienvenido. 


Gracias, gracias, eeh, Brian, mira que tú nunca estás cansado, esta noche tengo una novedad para ti, aquí mismo te ofrezco trabajo como relaciones públicas para mí, je, je. Mmm, bien, la isla de Ellis es un lugar importante y estoy muy contento de estar aquí hoy con mis compañeros homenajeados. Para mí la isla de Ellis significa que no podemos realmente saber quiénes somos y a dónde vamos, a menos que sepamos quiénes éramos y de dónde vinimos. Realmente no podemos saber lo que significa o puede significar ser americano, a menos que sepamos lo que en su día significó ser un americano.

Así que estoy muy contento de participar en esta ceremonia, no solo en honor de mi abuelo Anthony, que entró realmente por la isla Ellis a principios de siglo, sin saber leer ni escribir. Más adelante consiguió entrar en la Universidad de Nueva York, donde se convirtió en abogado y hasta hizo una corta parada en la prisión de Sing Sing… pero esa es otra historia, dentro de su vida. Y él se convirtió en un tipo muy inspirador; era muy locuaz, de voz tronante, un pequeño italiano, a mí me parecía como una rockstar, cuando yo era un crío, ya saben.

Y también quiero recordar a Adelina Sorrentino, mi abuela, que llegó en el 28, tendría ahora cien años. Llegó a Freehold (New Jersey) y nunca habló una palabra de inglés, demasiado para asimilarlo. También necesito agradecer a vuestros Farrell y vuestros Hagens, que eran mis clanes irlandeses, que fabricaban collares; ellos me criaron como un niño de Freehold (New Jersey). Y, a mi adorable esposa Patty, siciliana y escocesa-irlandesa, juntos seguimos con la costumbre de mezclar las tradiciones irlandesas e italianas en medio de New Jersey. Pero, específicamente, quiero darles las gracias a tres mujeres y voy a pedirles que suban aquí al estrado. Pido a mi madre y a mis tías que suban, están ahí entre la gente, je, je.

Así que yo he crecido con estas tres mujeres, ellas eran las tres hijas de Anthony, mi madre vivió y maduró en esa zona y ella representó para mí el máximo del optimismo y el trabajo ético de la primera generación nacida en America, ciudadanos que levantaron mi espíritu. Creo que ellas pusieron en mí el rock and roll. Y todo ello me encaminó hacia una experiencia que impregnó a mi familia y a todo mi trabajo de un gran, gran significado. Mi tía Dora tiene 90 años. Ella todavía le hace a la gente la declaración de la renta, así que si alguno de ustedes necesita ayuda con sus impuestos, ahora es un poco tarde, pero al año que viene ella estará disponible. Ella se graduó en el colegio con honores, a los 67 años.

Mi tía Ida, tiene 87 años, todavía trabaja, fue miembro del sindicato internacional de trabajadores del sector textil, trabajadora en una fábrica de abrigos durante veinte años y lleva cortando el pelo en el mismo local de la ciudad de Eaton durante los últimos cincuenta años. Ustedes pueden aun hacerse un buen corte de pelo los miércoles y viernes en el Macy’s de Eaton.

Y mi madre, que cumplirá 85 la semana que viene, trabajó de secretaria de un bufete durante 47 años, mientras estaba casada con un turbulento irlandés, tengo que darle también las gracias a mi padre Douglas, que, gracias a que tuvo un hijo afortunado, puede ahora vivir con un lujo modesto en un lugar no revelado, ja, ja, ja. Pero ella mantuvo a la familia unida en circunstancias de gran, gran, gran dificultad, saben, ella hizo una cosa muy inusual, sus padres estaban en una situación relativamente acomodada, pero ella se casó en la pobreza y se supo valer allí como una buena compañera para toda la vida y realmente nos ayudó a todos juntos. Gracias, madre, te quiero mucho. Esas fabulosas mujeres que están ahí, son la conexión viviente con mi herencia de la isla Ellis, y para mí eso significa venir aquí como un inmigrante, así que os quiero y os admiro a las tres, muchas gracias.

Bueno, me tengo que ir ya. Así que ¡ea! ¡arriba! Aprovechad el momento, disfrutad, estas cosas sólo suceden una vez, no sé, así que ¡arriba! De todas formas, mientras haya un solo inmigrante que esté fuera, es bueno recordar que somos una nación de inmigrantes y vagabundos esperanzados. Y no podemos saber quién está hoy cruzando nuestras fronteras, cuya historia puede añadir una página significativa a la historia americana, quién trabajará en el arte, quién criará una familia, cuya sangre nueva reforzará el buen tejido que sostiene a nuestra nación en su conjunto. Así que yo estoy muy orgulloso de estar aquí hoy, como otro vagabundo esperanzado, el hijo de Italia y de Irlanda, y de Holanda, y les deseo que, con la gracia de Dios, encuentren un paso seguro, a todos los que hoy están cruzando nuestras fronteras y doy también las gracias a los que las cruzaron antes, aquellos cuyo viaje, cuyo valor y sacrificio, hicieron de mí un americano. Muchas gracias.

Bueno, luego me dicen que exagero cuando le llamo a este hombre San Bruce Springsteen. La verdad es que le estoy cogiendo gusto a esto de traducir discursos del inglés. El de Bernie Sanders del otro día me pareció sensacional, pero ahora tengo una información adicional, que me remiten mis amigos de Estados Unidos. Y que me reafirman en las malas vibraciones que me transmite la señora Hillary Clinton (no sé si a ustedes les pasa lo mismo). Hombre, mejor que Donald Trump, es pero, al final, los americanos van a tener únicamente la opción de elegir entre dos propuestas de derechas, una neoliberal al servicio de los grandes poderes económicos y otra encabezada por un payaso, del estilo Berlusconi. A mí me gustaba la propuesta de Sanders y confío en que la revolución que encabeza siga adelante tras las elecciones de noviembre.

Según me cuentan, Hillary exigió un pronunciamiento público conjunto antes de la convención de Philadelphia y amenazó a Sanders con votar en contra de las propuestas que ya habían acordado incorporar a su programa. Parte de los miembros del equipo de Sanders eran partidarios de no ceder al chantaje, lo que hubiera desembocado tal vez en disturbios graves durante la convención, y no está el horno para bollos. Sanders tomó personalmente la decisión de aceptar las condiciones de Clinton, sobre todo, según explicó a su equipo, porque un Partido Demócrata dividido podría perder con Trump y eso sería una tragedia. Mis amigos dicen que Sanders tomó esa importante decisión para salvar a su movimiento y para salvar a su país. Un signo más de grandeza de un político capaz de ganar perdiendo. Porque su discurso fue un catálogo de sus propias ideas y propuestas, como si las dijera Hillary.

Les cuento esto para que entiendan completamente el discurso y por qué Sanders dice todo el rato “Hillary dice”, “Hillary piensa que”. Y también para que no se lleven sorpresas más adelante con las decisiones de la nueva presidenta (esperemos que gane, el otro es aun peor). Sanders y Springsteen representan la Norteamérica que yo amo. Así que, para compensarles de las dos horteradas musicales con que les castigué el último día, les voy a poner un par de muestras de buen country. Ya saben que éste, con el blues y el jazz, es el género más específicamente americano. La primera es el Lovesick blues (el blues del enfermo de amor). Nadie ha igualado nunca los gorgoritos con que el gran Hank Williams escenifica la enfermedad que le aflige.


En fin, en el mundo del country no ha habido nadie tan gamberro como Ray Stevens, autor de este desternillante Gitarzan, juego de palabras entre Guitar man y Tarzán. Les recomiendo que se lo pongan en pantalla grande. Esta gansada es nada menos que de 1969. Que la disfruten.



7 comentarios:

  1. Permiteme que abuse de tu tribuna, ya has visto que la acabo de usar para hacer patria chiquita por Ribadavia en su vino.
    Pero ahora tengo que felicitar a tres personas. Me has llevado a ello con tus recientes escritos. Son: Sanders, Sprinsteen y tú, mi querido amigo.
    Un abrazo.

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    1. Bueno, pues gracias a los dos. Tal vez merezca una felicitación, pero eso no quiere decir que esté a la altura de esos dos gigantes a quiénes tanto admiro. Yo sólo soy alguien que escribe de manera torrencial, con algunos momentos buenos y otros no tanto. Me encanta que os divirtáis con mis historietas. De eso se trata. Abrazos a tutiplén.

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  3. Bueno, hacía tiempo que no me reía tanto como con el Tarzán ese, yo no sé de dónde sacas esos vídeos. Y lo de Springsteen, espectacular, casi lloro. Supongo que habrá sido hace poco. Ese hombre es realmente un buenazo. Y con una sensibilidad especial. Siento no haberle ido a ver al Bernabeu. La próxima vez no se me pasa.

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    1. De Springsteen está todo dicho. El que es un personaje curioso es Ray Stevens, un tipo bastante popular en Estados Unidos, oriundo de Nashville y que sigue dando conciertos por todo el país, aunque tiene 77 años. El Gitarzan es uno de sus éxitos más delirantes.

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    2. Yo le quiero felicitar también, porque es realmente de mérito continuar enviando un mensaje optimista en los jodidos tiempos que corren. Hoy por la mañana me he duchado con el Tarzán ese a todo volumen. Se acababa y lo volvía a poner otra vez. Mi mujer me ha mírado como si estuviera loco. Bendita locura.

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    3. Pues me alegro un montón. Si mi blog sirve para amenizar la ducha mañanera de mis seguidores, tiene una utilidad adicional que nunca sospeché. Enhorabuena.

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