miércoles, 30 de septiembre de 2015

433. Más tonto que Emilio: un punto y aparte

Sí, señor. Esto es un punto y aparte, porque ya no tengo tiempo de escribir en el blog al ritmo que he llevado hasta hoy. Mira que me hacía ilusión esto de escribir 12 posts al mes durante 12 meses. Hubiera sido un hito digno de entrar en el Libro Guiness de los Records: el blog dodecapóstico al cuadrado. Pero es que ya no puedo más. Hace no sé cuánto tiempo, el amigo Alfred dedujo de mis comentarios que yo cultivaba mi blog en horas de trabajo, algo que le rebatí encarnizadamente, porque algunos compañeros del curre me habían advertido muy seriamente: a ver qué vas a decir en tu blog, que los funcionarios ya estamos suficientemente desprestigiados como para que ahora vengas tú a tocarnos aun más los cojones.

El amigo Alfred estaba en lo cierto. Yo escribía mis textos en el trabajo y ya no me importa reconocerlo. Al comienzo de este infausto período, que he dado en llamar El Trienio Negro, me vi defenestrado, después de siete años de desempeñar sucesivos cargos directivos. Nadie me dio una explicación y sigo convencido de que no lo había hecho tan mal. Pero, de pronto, me vi humillado y aherrojado a unas tinieblas laborales, en las que no tenía prácticamente nada que hacer, y sin embargo estaba obligado a acudir cada día a pasar siete horas y media encerrado en una oficina, en la que una carcelera nazi vigilaba que cumpliera el horario al segundo. Todo eso se vio agravado con el destierro a que nos condenaron colectivamente, tras el desahucio de nuestra sede histórica. El blog fue mi remedio para no volverme loco. El blog y el recurso de seguir con una parte de mis actividades de relaciones internacionales y venta de la denostada Marca Madrid all over the world. Esto segundo vino rodado. Algunas personas a las que había recibido en mis años de gloria querían expresamente que los atendiera otra vez yo; no querían ver a ningún otro.

En esa progresiva adaptación a unas circunstancias difíciles y nuevas para mí, fui rompiendo algunas barreras: participar en congresos en el extranjero utilizando mis días de vacaciones, pagarme yo los billetes de tren y avión. Descubrí que el placer del que disfrutaba, por ejemplo, alojándome en un Colegio Mayor cercano a Washington Square y levantándome cada mañana para salir caminando con mi traje de verano y mi maletín de ejecutivo, hasta la sede donde se celebraban las sucesivas sesiones del Greater and Greener Congress 2012, organizado por la City Parks Alliance, me compensaba sobradamente del hecho de que eso sucediera en mis vacaciones y además me hubiera pagado yo la mitad del billete a New York. Debo de ser un poco raro, porque algunos de mis compañeros a los que he contado mis aventuras, rápidamente me han contestado proclamando solemnemente: –Ah, no, no, no; yo, si no me lo pagan todo, no voy a un viaje de trabajo. Queridos lectores: no les sorprenderá saber que esos compañeros, eran precisamente los mismos que me advirtieron de que a ver si iba a hablar demasiado en mi blog (van atando cabos, ¿verdad?).

Por lo demás, los responsables de mi defenestración fueron, obviamente personajillos de esos que aterrizaron en el Ayuntamiento al conjuro del señor Gallardón. Pero hay algo que todavía me duele: contaron con la cooperación necesaria de compañeros míos, a los que tenía por amigos y que aún siguen por allí, incluso han prosperado bastante. A este respecto, yo podría sentirme magnánimo y decir que pelillos a la mar y todo eso. Pero creo que este tipo de actitudes nos vienen inducidas por la educación que hemos recibido, una educación de corte cristiano, que nos enseña que el pobre Job sufría, una tras otra, humillaciones mucho mayores y nunca se quejaba. Al hilo de esta línea ideológica y moral, entre nosotros se dan por hechos algunos lugares comunes, que yo no comparto (lo siento, ya saben que soy un poco raro). Les pongo unos ejemplos.

En primer lugar esa ñoñez de poner la otra mejilla. No cuenten conmigo para eso. A mí, si alguien me da una hostia, si puedo, se la devuelvo. Y, si no, se la guardo. Otro lugar común: la venganza es un plato que se sirve frío. Falso. La venganza es un plato de cuchara. Hace falta cocinarlo a fuego lento, marcando los tiempos sin prisas. Pero luego se come calentito y les puedo jurar que está tan bueno como unas lentejas recién guisadas. El último lugar común (otra ñoñez): yo perdono, pero no olvido. Discúlpenme, pero a mí me pasa al revés: yo olvido (porque estoy mayor y tampoco quiero estar todo el día pensando en los que me jodieron). Pero no les perdono. Quiero decir, en los escasos momentos en que recuerdo el pasado y rescato del olvido las humillaciones vividas. Así que, si alguno de mis lectores se siente aludido (por algo será), que sepa que si no se la he devuelto es porque aun no he tenido ocasión. Pero hará bien en no descuidarse.

Digo todo esto desde mi euforia de resucitado para la causa, que sólo mi amigo X ha advertido, porque él compartía conmigo la condición de walking dead. La historia de mi resurrección pueden rastrearla en mis posts sucesivos de este verano. Cuando la candidatura Ahora Madrid se hizo con la Alcaldía, expresé mi alegría en un post en el que les animaba a ustedes a bailar, a la par que les desvelaba mi lado hortera y mi gusto por cierta música disco. Luego me fui a Alemania a hablar en tres universidades (con el formato habitual: en mis días de vacaciones y corriendo a cargo de todos los gastos). Al volver, mi situación seguía en stand-by. Me fui a Polonia y regresé para pasar una segunda quincena de agosto en la que hasta tuve tiempo de recuperar mi cifra de 12 posts mensuales en sólo quince días. Esos días generaron en mí un desánimo que se mostró de manera bastante evidente, en cuanto se me agotó el tema polaco.

Entonces tuve una especie de revelación. De las profundidades de mi mente rescaté esa máxima sobre aprender a bailar bajo la lluvia, que había descartado por provenir de una experta yanqui en técnicas de autoestima y toda esa gaita. Y llegué a una conclusión. Las cosas no iban a cambiar, pero a la vez ya habían cambiado (lo dice también una letra de JJ Cale). Yo tenía que seguir mi camino, siempre adelante y sin perder el ánimo. Lo peor que me podía pasar era seguir siendo invisible. Así lo he hecho y parece que ya hay determinada gente que va descubriendo que existo. Eso hace que esté muy ocupado por las mañanas. Y ya saben que las tardes las tengo también llenas de entretenimientos diversos. Ahora mismo, entre otras actividades, he conectado con la red de la ONU Hábitat, y me han nombrado miembro del Comité Nacional, en representación del Ayuntamiento. Y el día 12 me voy a Hamburgo por dos días para entrevistarme con el Concejal de Urbanismo, el presidente de la Asociación de Cooperativas de Vivienda Social de Alemania y otras autoridades.

Emprendo estas aventuras con conocimiento y autorización de mis jefes. Además, he recibido en estos días (desde el 1 de septiembre) a varias delegaciones: 27 miembros de la Fédération Suisse d’Urbanisme, 40 alcaldes de pequeñas ciudades de Centroamérica, 6 urbanistas chinos encabezados por el presidente del Lincoln Institute de Pekín y 10 munícipes de diferentes ciudades de Chile. Los que dirigen el Área de Urbanismo me han llamado para que les enseñe mis presentaciones y me han dado indicaciones sobre los nuevos mensajes que debo difundir, de acuerdo con su Programa de Gobierno. Y me han pedido material para sus propias presentaciones. Esto de que revisen mi discurso oficial a las delegaciones extranjeras, me parece algo básico, que me tomo como una muestra de respeto hacia mi trabajo. Sin embargo, lo crean o no, es algo que no conseguí ni una sola vez, a lo largo de los 26 años de gobiernos de la derecha. Incluso, en una ocasión en que insistí repetidamente en ello, las secretarias del impresentable de turno, encargadas de transmitirle mi petición, me revelaron su reacción a voz en grito: lo que Emilio haga, bien hecho estará pero, por favor, que no me lo cuente. Resulta que este sujeto no tenía tiempo de atenderme, de tan ocupado como estaba realizando actividades diversas que pagaba con su tarjeta black y que toda España puede conocer ahora (yo traje el cuadro de todos los gastos de estos inmorales a mi blog). Para que luego digan eso del plato que se sirve frío.

Además de todo esto, Annette Menting, la organizadora de la Jornada sobre Participación Ciudadana en la que intervine en Leipzig, me pidió un texto en inglés con mi discurso, no inferior a cinco folios, para incluirlo en una publicación que van a editar sobre dicha jornada. Ya saben que acostumbro a improvisar sobre las imágenes de un power point, así que lo he tenido que escribir a partir de un folio en blanco (ya se lo he mandado). La directora del Máster de Ciudades Creativas en el que di una clase de 4 horas en julio, me ha pedido también un texto, este en español, pero no inferior a quince folios (estoy en ello). Si además quiero seguir corriendo y nadando, asistir a mi Club de Lectura, continuar con el Taller de Conversación Inglesa y ocuparme de hacerle la cena a mi hijo (lo que incluye hacer la compra y recoger la cocina), pues entenderán que ya no tenga tiempo material para continuar con esta graforragia creativa que he mantenido durante los últimos nueve meses (un embarazo).

He de confesarles una cosa. El lunes pasado, me salté mi carrera de 6,5 kilómetros por el Retiro. No salí a correr para poder escribir mi post sobre el batistot catalán. He reflexionado sobre ello y he decidido que eso no puede ser. Ya saben el viejo dicho castellano: ese es más tonto que Abundio, que vendió el coche para poder comprar gasolina. Yo no quiero que en el futuro ese refrán se sustituya por éste otro: eres más tonto que Emilio, que tuvo que dejar de vivir para tener tiempo de contar su vida. En fin, les diré que hoy he empezado a trabajar en algo que no les voy a desvelar, pero que me ha llevado todo el día, excepto un ratito en el que he bajado a comerme un bocata. He salido de mi oficina a las 17.30, algo que no sucedía hace tiempo (no piensen que me estoy quejando: sería incongruente que, después de tres años de lamentarme por la falta de trabajo, ahora me quejase del exceso). He cogido mi Auris híbrido, me he ido a casa, he descansado un rato y luego he salido a correr.

Tras ducharme y cenar (mi hijo está viendo al Aleti en el Estadio Vicente Calderón), me he puesto a escribir este post. Un último esfuerzo para cerrar mi embarazo dodecafónico. A partir de mañana, mis posts serán esporádicos. Escribiré cuando pueda. No teman, no voy a cerrar el blog. Y alegren esa cara, hombre. Ya sé que estoy escribiendo el epitafio de un tiempo que ha tenido su encanto. Pero lo que viene no tiene por qué ser peor. Eso sí, la disminución de la cantidad no va a aumentar la calidad de mis textos: unas auténticas reflexiones a la carrera han de hacerse así, de prisa y corriendo, sin esperar a cerrar un texto redondo. Entiendo que algunos de ustedes estén un poco tristes, pero han de valorar que yo estoy contento y que estos cambios son para bien. Así que, como dijo Lola Flores: si me queréis, irse. Irse a tomar por culo, quiero decir. Ya saben que, en la línea de los argumentos aportados por el Barça en el escrito de recurso contra el castigo a Piqué por insultar a un linier, la frase váyanse a tomar por culo ha de entenderse como una expresión típicamente catalana, de intención más afectuosa que ofensiva.

Duerman bien.


4 comentarios:

  1. Me alegra mucho el cambio producido en tus actividades laborables, era de esperar tras el vuelco político sufrido en la sede municipal. No se si tienes relación directa con la sra. jueza, digo alcaldesa, pero estoy seguro de que sabrá apreciar tu dedicación y amor por lo que haces, tu experiencia y prestigio y, si no es ella, otros en su nombre sabrán hacerlo. Tampoco se cómo puedes con esa actividad frenética, agotadora para mí, sólo de conocerla.
    Los imprudentes comentarios que en su día hice sentiría enormemente que pudieran haber perjudicado a nadie y mucho menos a tí. Los hice de forma espontánea, amistosa y coloquial, como si estuviera hablando contigo en ese momento. Y no era así. Todavía no me he acostumbrado a recordar que en estos medios electrónicos, en todos ellos, todo queda grabado y puede usarse en mi contra o en la de otros. Espero que ya entonces habrás disculpado mi inocencia.
    Que va a ser ahora de tus fieles seguidores en el blog¡. Para mí es un bálsamo, un divertimento y aprendizaje sobre tan variados motivos a estas horas de la madrugada. En fín que no abandones demasiado tus reflexiones, aunque sean a la carrera.
    Cuídate y un abrazo. Tu amigo A.

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    1. Amigo Alfred, aquello es un asunto del pasado. Si lo he traído a colación es solamente para disculparme debidamente contigo, por haber negado de forma insistente algo que era verdad y que tú habías dicho de forma más rotunda que yo, que también lo daba a entender, aunque de forma más sibilina. Te debía una disculpa y aquí está.
      Por lo demás, no te preocupes. De momento no tengo tiempo de escribir doce posts mensuales, pero sí de seguir colgando cosas en el blog a ritmo más bajo. Así que, si puedo, seguiré amenizando tus deshoras de la madrugada. Además, el Dépor va viento en popa. Un abrazo.

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  2. Dos apuntes. Dice usted que no va a mejorar la calidad de sus textos. No va a mejorar, porque es imposible, como dice cada día nuestro querido Wyoming (esa es la parte pelota, aunque de corazón, de mi comentario). Otra: creo entrever un componente de rencor en parte de su post, que no me gusta. Sea deportivo, hombre. A veces se gana y a veces se pierde. Las derrotas pueden ser injustas, los palos que uno recibe pueden ser muy injustos, pero hay que pasar página, porque el rencor es algo muy perjudicial para la salud.
    Por otro lado, particularmente, yo soy de los que estaba un poco agobiado por lo que usted llama graforragia. a veces no me daba tiempo a leer toda su extensa producción. Así que, recibo el anuncio de levanta usted el pie del acelerador hasta con un cierto alivio. Pero no deje de cultivar este blog. ya sabe que las plantas hay que regarlas, al menos un poquito. Si se dejan secar ya no hay remedio.

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    1. Gracias por la parte pelota y también por sus sabios consejos. En cuanto a lo del rencor, no se crea que ocupa mucho territorio en mi mente. Lo tengo en un pequeño repositorio. Lo que pasa es que me gusta jugar a crear un personaje de mí mismo un poco mosqueón y con un cierto pronto. El Emilio real es más tranquilo y pacífico. El otro día me encontré a una de las personas que más me había jodido (una señora) y le di dos besos. Eso sí, me preguntó qué tal estaba (de forma protocolaria) y no pude evitar una sonrisa de oreja a oreja cuando le dije: AHORA, fenomenal. Supongo que entendió mi mensaje: ahora que os habéis ido unos cuantos cabrones como tú. Esto no podría pasarme con la carcelera nazi ni con la concejala inane: nunca nos hemos llegado a dirigir la palabra. Ciertamente no saben quién soy.

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