martes, 30 de julio de 2013

156. Éramos pocos y parió la Merkel

Título impactante, para que entren a leerme, que casi un año después de inaugurar este Blog, uno ya ha desarrollado ciertas mañas y sabe cómo debe titularse un post para generarle cierta curiosidad al personal. En fin, que con toda la avalancha de noticias tristes, catástrofes, viajes y afanes diversos, se nos ha pasado comentar el disparate (en mi opinión) de la admisión de Croacia en la Unión Europea, que justifica el susodicho título. Les remito al post #124 “Qué está pasando”. Allí, entre otros asuntos, se contaba la historia de las sucesivas ampliaciones de la UE, enriquecida con los comentarios de un ex funcionario europeo amigo mío.

Por si no se lo quieren repasar, en el post citado exponía yo la teoría de que la comunidad de los países europeos había funcionado más o menos correctamente hasta 2004, con quince estados miembros y un proceso ordenado de convergencia económica, fiscal, educativa, judicial, social y política. Cierto que Grecia era una bomba de relojería, como después se ha evidenciado, y que había sido admitida prematuramente por intereses económicos espurios, principalmente de los Bancos alemanes. Pero Grecia era un país pequeño, su peso específico en la Unión era mínimo y se confiaba en irla reciclando poco a poco.

Entonces, en 2004, los de la Comisión Europea tienen la brillante idea de admitir nada menos que a otros diez países de golpe. Se pasa de 15 a 25. Y la cosa se vuelve ingobernable. Y, en cuanto se dan cuenta de que la han cagado, empiezan a ralentizar los avances proyectados, a circular a menos velocidad porque, con semejante batiburrillo es imposible acelerar los procesos de convergencia. Y para ese ritmo cansino, nada mejor que poner al frente a un portugués. También les contaba que, tres años más tarde, se admite por inercia a Rumania y Bulgaria, dos países que se limitan a decir: “Hola ya semos europeos”, para seguir exactamente como estaban, con sus estructuras estatales heredadas de los tiempos soviéticos y controladas por lobbies pseudomafiosos, que siguen manteniendo a sus pueblos en el atraso y la miseria.

En esa situación llega la crisis económica mundial y nos pilla con las bragas en la mano, por decir una bastez contrastada, es decir, con unos tremendos desajustes estructurales supranacionales, que imposibilitan una salida más ágil de la recesión, como la que están intentando USA y Japón. Los fundamentos de la Unión Europea se tambalearon peligrosamente hace un año. Ahora dicen que ya estamos algo más firmes, aunque los de a pie no lo acabamos de sentir en nuestras economías (por cierto, esa mejora se generó a partir de la declaración del señor Draghi que está en el origen de la creación de este Blog porque, como ya he contado, el post #2 es el primero que escribí, y luego me tuve que inventar el #1, porque me pareció muy brusco salir directamente con los pedos y todo los demás).

Y, en la actual situación de fragilidad, admitimos a Croacia. ¡¡¡Ele!!!  ¡¡¡To`r mundo e’ güeno!!! Que bien nos lo vamos a pasar ahora que somos 28. Es que 27 era un número muy soso. Seamos serios, por favor. No haría falta que lo dijera, pero lo voy a decir, por si acaso: no tengo nada contra los croatas. Me caen fenomenal, como cualquier otro pueblo. Les he visitado y me encantan sus ciudades: Zagreb, Split y Dubrovnik, cada una maravillosa a su manera. ¿Por qué pienso entonces que su entrada en Europa no es, en este momento, buena?

Bien, para empezar, el señor Artur Menos ha saludado alborozado la entrada de Croacia, que demuestra que (sic) “los países pequeñitos también tenemos sitio en Europa”. De entrada, una cosa que le guste al señor Menos, ya me pone a mí la mosca detrás de la oreja. Digo yo: ¿Y en España no tienen sitio? No sigamos por aquí, ya le daremos su caña al señor Menos cuando toque. Veamos algunas características del estado croata. Población: 4,3 millones de habitantes. ¡Joder! Y tan pequeñito. Más que la Comunidad de Madrid. Van a tener en la UE un peso similar al de Chipre (que ya han visto cómo la tratan) o Eslovenia, de la que siempre se habla como del próximo Estado a rescatar.

Croacia pidió su adhesión en 2004. Eran otros tiempos. Años de abundancia. Años en los que algunos como yo pronosticábamos horrorizados que aquello no era sostenible, que era un burbujón peligroso que acabaría por estallar. Y nos decían: “cállate, tira p’alante y pilla lo que puedas, no seas cenizo, que los tristes no van a ninguna parte”. A partir de 2008, todo eso se fue al carajo. En 2004, yo proponía que se grabara un vídeo de 5 minutos para difusión de los proyectos municipales y me decían “Estupendo, busca una buena productora, el dinero no es problema”. Ahora, mis tarjetas de visita, las que repartí ayer entre el séquito del Gobernador de Guangdong, me las imprimen en la casa de fotocopias de un amigo, que me hace rebaja.

Los tiempos han cambiado, pero la Unión Europea no se ha enterado y, como un viejo animal antediluviano, sigue a su tran tran y, casi 10 años después de la petición de ingreso, da la bienvenida a los croatas. Un país que lleva desde 2009 en recesión, es decir, cinco años reduciendo minuciosamente el PIB, trimestre a trimestre. ¿No habrá que rescatarlos en dos días como a Chipre? Los defensores del ingreso dicen que Europa ha aprendido la lección de Rumania y Bulgaria y ha sometido al país aspirante a rígidos controles y ajustes y por eso se ha tardado tanto en admitirlo.

Por lo que yo sé, esos ajustes se han centrado en aspectos políticos, propios de la situación post-bélica de un país creado en una secesión sangrienta (15.000 muertos): seguridad, plena cooperación con el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, respeto a la minoría serbia, garantía de retorno de los desplazados, reconciliación y cooperación regional con Serbia y Bosnia. Pero nada se les ha dicho en relación con la depauperada economía del país, que de momento seguirá fuera del euro (la moneda local es la kuna; 1 euro: 7,3 kunas).

También se ha mirado a otra parte en relación con su alto grado de corrupción. El informe de 2013 de la ONG Transparencia Internacional sitúa a Croacia en este aspecto por detrás de Bulgaria y Rumania, los países hasta ahora menos fiables de la Unión. De hecho, el propio primer ministro que pidió el ingreso en 2004, Ivo Sanader, está ahora mismo en la cárcel, por haberse embolsado 10,5 millones de euros en sobornos. El año que viene nosotros vamos a bajar bastante en esta clasificación, gracias al señor Bárcenas.

Croacia se autoproclamó Estado independiente mediante unas elecciones plebiscitarias, como las que sueña en convocar el señor Menos. Eso sucedió en 1990 y dio comienzo a cinco años de guerra con Serbia. Pero, en cuanto se declararon independientes, Alemania se apresuró a reconocer al nuevo Estado. Aquí está la clave. Alemania también estuvo en el centro de la decisión de admitir precipitadamente a Grecia en su día, a pesar de que ni siquiera tenía continuidad geográfica con los nueve miembros que entonces formaban la Unión. Ahora también ve con buenos ojos la admisión de Croacia. Aunque, para guardar las formas, ha aceptado que se hiciera al tran tran portugués, de forma que se eliminara en el aspirante todo resto de agresividad post-bélica.

Ojalá no nos tengamos que arrepentir de haber admitido en nuestra maltrecha e ingobernable Europa a este socio poco solvente. Si no, habrá que revisar la lista de viejos dichos: eres más tonto que el que asó la manteca; eres más tonto que el que vendió el coche para comprar gasolina. Y añadir este otro: eres más tonto que el que autorizó la entrada de Croacia en la UE.

Puede ser que el que me equivoque sea yo, pero creo que estos portentos de la Comisión Europea harían bien en revisar a Bob Dylan y “admit that the waters/Around you have grown/And accept that soon/You’ll be drenched to the bone. Y, una vez admitido que el agua les llega al cuello y pronto van a estar empapados hasta los huesos, escuchar al maestro: Then you better start swimmin’/Or you’ll sink like a stone/‘Cause  the times they are a-changin.

Empiecen ya a nadar, coño, que nos estamos hundiendo como una piedra. Queda dicho.

4 comentarios:

  1. Emilio, vamos a la Europa de los Barrios. Cada uno con su sardana particular, que viste mucho. Ya vendrá Atila a poner orden. El Perpi

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    1. Tony!!! Joder, qué alegría. Bienvenido al Blog. Aquí puedes entrar cuando quieras, comentar lo que te dé la gana, ponerme verde (siempre será merecidamente). Tu sentido común siempre sera bien recibido. Espero que mis paridas te resulten entretenidas y te ayuden a pasar el tiempo de convalecencia o recuperación, o lo que sea que estés atravesando. Espero que vuelvas pronto de la tierra del señor Menos. No sé si entre tus objetivos está el de volver a montar en bici. Si es así te invito a una excursión por Madrid Río. En caso contrario podemos hacerla andando. Y sumando al amigo Daniel, si se apunta.
      Un abrazo fuerte.

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    2. Emilio, me han escondido la bici y creo que han hecho bien; al menos hasta que encuentre al ángel de la guarda, que con el tortazo no sé donde se ha escondido. Que valiente: un blog y a esperar que te zurren. Yo de momento me conformo en mandar correos electrónicos por la madrugada a mis familiares y amigos; supongo que estoy en la carpeta spam (que suena a portazo). Menos mal que me invitas a ir andando y no has mencionado el maratón. Será en octubre. Un fuerte abrazo. Toni

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    3. Querido amigo, seguiremos en contacto. En general, procuro no entrar en temas personales, que para eso está el correo electrónico, pero hoy me ha podido la emoción de reconocerte detrás de tu comentario anónimo. Te deseo una pronta recuperación total. Los tiempos están cambiando muy rápidamente y hay que adaptarse. No queda otra. Y disculpa que haya puesto tu nombre con Y griega, ha sido un lapsus.

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