lunes, 22 de noviembre de 2021

1.101. ¡Leña a los antivacunas!

Vous vous avez la montre, nous on a le temps

Proverbio africano

Escribo desde Lille, noreste de Francia pegadito a la frontera belga, en donde he decidido no continuar adelante dada la situación pandémica en Bélgica y Holanda, que no aconseja cruzar la línea, total para encontrarme en Ámsterdam con toque de queda a las ocho de la tarde, más los disturbios que están montando los antivacunas. La casa de mi hijo Lucas es muy acogedora y me voy a quedar aquí hasta el miércoles en que regreso a París, a la casa de mi otro hijo, igualmente hogareña y cálida, para atender diversos compromisos que tengo con amigos de la capital francesa. Esto de los antivacunas está lejos de ser un fenómeno marginal, para convertirse en el indicativo de una cierta manera de abordar el mundo bastante extendida en nuestro tiempo. Es un caso extremo de creencias como los terraplanistas, los conspiranoicos que dicen que la llegada a la luna fue una película de Kubrick filmada en Hollywood, o los adventistas del séptimo día, que están convencidos de que Dios resucitará y los salvará sólo a ellos, porque los demás somos incrédulos y pecadores. Variantes más o menos burdas de lo que podemos llamar el pensamiento mágico.

En el fondo es lo que ya les he dicho otras veces: los incultos, los patanes, la gente sin formación, tienen acceso a unos medios de difusión masiva, como el Facebook y demás redes y son carne de cañón para creerse cualquier cosa que circule por allí y que se aleje un poco de la versión oficial del poder y de los periódicos generalistas. Y estoy hablando de gente muy concreta: los garrulos de Arkansas, los rednecks del Michigan profundo, los gañanes del Ampurdán, los hooligans de la Inglaterra rural, los bolos proverbiales de Bélgica o los palurdos de las grandes llanuras holandesas, además de toda esa gente marginal de las ciudades que dan suelta a su rencor haciendo grafitis cutres por todas las paredes, destrozando las bicis del sistema público y practicando toda clase de vandalismos.

Yo he estado en estadios de fútbol, en donde gradas enteras estaban desentendidas del juego en curso, mirando todo el rato a los de la grada rival para insultarlos o tirarles cosas, hasta el punto que no veían ni los goles a favor, de los que se enteraban cuando oían el grito alborozado de la mayoría. Sólo entonces giraban la vista y prestaban un rato atención al césped para celebrar brevemente el gol y volver enseguida a su gresca anterior. Este personal, que en el fondo exteriorizan sus miedos, sus inseguridades y su desconfianza hacia los estratos más cultos, se buscan argumentos que alimenten sus paranoias y los encuentran en las redes, a cuyas informaciones dan más crédito que a las oficiales.

Por ejemplo, ahora los antivacunas dicen: vale, hay muchos de nosotros que están contrayendo el virus, pero los que se han vacunado se contagian igual. Y, por ejemplo, en España se cuenta que el 60% de los actuales contagios afectan a gente con la pauta completa, dato que alimenta a todos estos ignorantes, que se refuerzan en sus creencias. Bien, dejando a un lado que quien se contagia con su doble dosis de vacuna ARNm, sufre la enfermedad en un grado muy atenuado (no hay muertos entre estos casos, salvo alguno que tenía patologías previas coadyuvantes), les voy a explicar el tema con un par de gráficos que creo que los entiende hasta un niño. Están en inglés, pero qué problema es ese para unos lectores políglotas como son ustedes, después de años de seguir mi blog. Veamos primero uno de estos gráficos. Vean, vean.

Este es un gráfico muy claro. Los puntos rosa son vacunados hospitalizados y los verdes no vacunados en la misma situación. Son más los vacunados enfermos y eso hace que los antivacunas clamen: ꟷ¿Veis? ¿veis? Vacunarse no sirve para nada y además no se conocen los efectos a largo plazo de estas vacunas que no han sido debidamente testeadas por la prisa en comercializarlas y que las farmacéuticas se forren; los que os estáis vacunando sois unos pringados, os están usando de conejillos de indias, nosotros somos más listos. Pero, miren ustedes por dónde, resulta que este gráfico es sólo un fragmento de otro más amplio que les voy a poner abajo y que les va a aclarar este asunto definitivamente. Véanlo.

No hace falta ningún comentario. Yo lo siento mucho pero: hay que ser muy corto para caer en estas creencias. Sin contar con que todos estos cenutrios se conectan cada día a sus redes e, invariablemente, aceptan todas las cookies que les proponen sin leerse la letra pequeña de las condiciones. Es decir: yo acepto cookies a diestro y siniestro, le abro la puerta de mi intimidad a todas las multinacionales del big data para que luego con sus algoritmos sepan qué tipo de mierda ideológica me pueden seguir vendiendo, pero yo no me vacuno, porque soy un figura, un hacha, a mí no me engañan estos cabrones de las multinacionales farmacéuticas, soy un tío grande, cómo molo.

Disculpen que sea tan radical con este tema, pero es que creo que el actual repunte de contagios viene forzado por estos antivacunas, como lo prueba la grave situación de países como Bulgaria, donde sólo se ha vacunado un 22% de la población, o Rumanía con un 35%. Me cuesta mucho meterme en la mente de estas personas y eso que he conocido algunas. Una amiga mía, a la que le dije por teléfono que me acababa de poner la primera dosis, me pidió que hiciera una prueba, consistente en coger un imán de la nevera y ponérmelo en la zona donde me habían pinchado, porque se decía que se quedaba pegado y eso probaba que me habían puesto un chip para que Bill Gates y demás contertulios de la conspiración planetaria pudieran tenerme bien controlado. Le pregunté: ꟷ¿De verdad pretendes que haga semejante tontería?, a lo que ella respondió implorando: ꟷSí, sí, porfa, porfa, que estoy muy preocupada. En fin, que hice lo que me pedía, el imán se cayó al suelo y así se lo dije. Me contestó con alivio manifiesto: ꟷUf, no sabes qué peso me has quitado de la cabeza.

Me resulta arduo intentar meterme en la mente de estas personas, vean por ejemplo la interpretación que hace de ello un experto en psicología que tiene un punto de vista al menos original (han de pinchar AQUÍ) En alguna parte he leído también que en Centroeuropa hay una vieja tradición de desconfianza hacia la medicina convencional, que son muy dados a las medicinas alternativas y a los curanderos. Tal vez lo da también el paisaje, esas zonas boscosas pobladas de duendes y trasgos, que explican también la pervivencia de los manciñeiros en Galicia. Por ejemplo, toda la homeopatía y sus versiones colaterales provienen de Alemania, donde los homeópatas son muy respetados y se ganan bien la vida con su ciencia o lo que sea. Y la cosa se entremezcla también con la fortaleza de los movimientos de ultraderecha que han surgido en toda esta zona, desde AfD (Alternative for Deutchland), hasta los líderes que han surgido en los antiguos países de la Unión Soviética.

Por ejemplo, el principal convocante de la macromanifestación de los antivacunas en Viena del otro día (imagen de arriba), era el ultraderechista FPÖ, cuyo líder, que se llama Herbert Kickl, ha defendido públicamente que el Covid se puede combatir con un desparasitador de animales, combinado con ibuprofeno y vitamina C. Curiosamente, este pollo no pudo acudir a la marcha precisamente porque está en cuarentena por haberse contagiado del Covid, una forma indudable de justicia poética. No quiero ser revanchista, pero estos movimientos están surgiendo en los llamados países frugales, como Holanda y Austria, que se permitieron ponernos a los del sur el ominoso mote de PIGS (Acrónimo de Portugal, Italia, Grecia and Spain), diciendo más o menos que éramos todos unos vagos y unos manirrotos, que queríamos vivir de los fondos que nos daban ellos para gastárnoslos en beber, follar y darle al tiriti-tran-tran-tran. Pues ahora resulta que los supuestos PIGS somos los más disciplinados y cívicos, con Portugal a la cabeza en el porcentaje de vacunaciones, como no podía ser de otra manera.

Vaya, me he puesto a escribir de este tema, que me ha impedido acercarme a Ámsterdam como pretendía, y ya se me va comiendo el espacio de todo el post. Pero se ve que estaba escrito que sucediera así y yo voy ahora a distribuir mi primera salida post-Covid entre Lille y París. En general, los occidentales tendemos a planificarlo todo y nos estresamos mucho si no cumplimos lo planificado. En el otro extremo están los africanos, que tienen ese proverbio que les he puesto al principio, una frase que nos suelen lanzar a los blancos cuando les vamos con prisas o con exigencias de puntualidad: vosotros tenéis los relojes, pero nosotros tenemos el tiempo. Pues yo ahora tengo mucho tiempo, desde que me jubilé, y estoy aprendiendo a disfrutarlo por todo lo alto. Mañana, a pesar de estar en Lille, tendré mi clase de inglés por la mañana y el Billar de Letras por la tarde. Mi hijo ha decidido quedarse en casa y teletrabajar hoy y mañana para que estemos juntos los dos días.

¿Cómo dicen? ¿Que qué tal me salió mi clase en la Paris-Huit Université? Pues fenomenal, no sé ni cómo lo dudan. De eso iba a escribirles hoy, pero se me ha ido el santo al cielo de los antivacunas y ya lo dejaré para otro día, porque el tema tiene enjundia. Entre mis próximos compromisos parisinos, tengo planeado cenar el miércoles con Alain, con quien el otro día no pude apenas hablar, ya que estábamos todo el tiempo con Rainer, sus alumnos y los demás profesores. Me encantaría que este hombre me facilitara más contactos para continuar mi tarea de conferenciante accidental, que me proporciona una disculpa perfecta para seguir viajando y visitando países, una vez que la Covid vaya aflojando.

Así que nada, protéjanse ustedes del frío que me cuentan que ha caído sobre toda España y sigan atentos a la pantalla, que en unos días les contaré el contenido de mi charla parisina y otros asuntos relacionados. Para que luego no digan, les dejo con un vídeo que he encontrado de los inicios en el show-biz de Samantha Fish. Precisamente su actuación en la entrega de premios del blues en Tennessee en 2012, cuando fue proclamada mejor figura debutante del blues y acudió desde su Kansas natal, con toda su familia. Llevaba un vestido horroroso, provinciano, en mi opinión, y estaba muy nerviosa y emocionada. Pero, cuando pilló la guitarra, los nervios se evaporaron y sacó a relucir su potente personalidad y su arte. Una curiosidad: tanto la chica del bajo como el segundo guitarra que le ponen son zurdos. Sean felices.

2 comentarios:

  1. Hombre, tampoco es tan feo el vestido de Sam, es una especie de traje de faralaes al estilo texano, apropiado para bodas y bautizos, que además le permite enseñar pierna, algo que sabemos que le encanta a nuestra heroínas del blog.

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    1. Usted lo ha dicho, es el típico traje que se ponen las adolescentes cuando van de boda. Para gustos, colores, pero a mí me gusta más su imagen con chaquetas de cuero o con esos trajes de tela de pantera.

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