jueves, 11 de noviembre de 2021

1.098. Leyendas del rock y del blues

A las puertas de mi anhelado viaje a París, se me juntan en la mente algunos temas relacionados con personajes legendarios del mundo del rock. Les diré que ya tengo más o menos enhebrada una presentación en power point con unas 70 imágenes, que no está nada mal, una colección completada esta misma mañana con algunas fotos que he salido a tomar a determinados puntos de interés de los que voy a hablar. Tal vez en mi próximo post les cuente algo del contenido de mi charla en la Paris-8 Université, para practicar un poco el discurso y ayudarme a memorizarlo. Lo cierto es que tengo ya ganas de viajar un poco fuera de España, porque este foro se está volviendo casi claustrofóbico a fuerza de mirarme yo el ombligo y contarles las minucias cotidianas de mi pequeño mundo alrededor de la plaza de Atocha.

Tengo ya mi equipo de música a todo trapo, salvo un zumbido continuo que emite el ampli y que queda tapado cuando rompe a sonar un disco. Les diré que, entre los vinilos históricos que llevaban sin sonar más de veinte años, he encontrado algunos que están perfectamente y no necesito ni limpiarlos. Cuando vuelva de París, he de hacer una selección y dedicarme a limpiar los que suenen mal, a ver si los recupero. Pero, por ejemplo, el Pin ups (David Bowie, 1973) suena de puta madre. Es este un disco que Bowie hizo con versiones de las canciones que le gustaban más cuando era joven, creo que es el único disco de versiones de toda su extensa carrera. Entre ellas, algunas que mejoraban claramente el original, como esta del Sorrow de los McCoys, un grupo olvidado que apenas tuvo éxito con esta maravilla, que ellos publicaron en el 65. Ya la he traído al blog, pero la repetimos de nuevo. Por cierto, por si no la reconocen, la chica que comparte portada con Bowie es la archifamosa modelo Twiggy.

Bowie se murió en enero de 2016, como se consignó en el blog, va a hacer ya seis años, hay que ver cómo pasa el tiempo. Los músicos legendarios del rock que van quedando mantienen una hiperactividad más o menos como la mía. Por ejemplo, el gran Paul McCartney, que tiene ya nada menos que 79 tacos, en el último año ha sacado dos discos, el primero llamado McCartney III, en diciembre y otro llamado McCartney III Imagined, a mediados de este año, que incluye nuevas versiones de las canciones del anterior cantadas a dúo con diversos artistas como Beck o St. Vincent. Por su parte Mick Jagger y sus dos colegas supervivientes de los Stones continúan con su gira americana en la que están abarrotando los estadios donde tocan y mostrándose en bastante buena forma musical y, en el caso de Jagger, también física.

En el mundo del blues, queda con vida y en perfecta forma el gran Buddy Guy, el bluesman de Chicago que recibió en directo las enseñanzas de Muddy Waters, B.B.King y otros. Buddy Guy tiene ahora mismo 85 años y está también de gira, moderadamente, que a esas edades no se puede apretar el acelerador. Dicen las malas lenguas que se ayuda de vez en cuando con un lingotazo de coñac al final de los conciertos. Buddy Guy tiene nada menos que ocho premios Grammy y, a lo largo de su carrera, se ha permitido incluso componer algunas canciones históricas, como este Skin Deep de toques góspel y letra un poco mística en torno a la igualdad de razas: en lo profundo de nuestras diferentes pieles (skin deep), todos somos exactamente iguales. El vídeo más hermoso de este tema que he encontrado, es el que el propio Guy comandó dentro de la plataforma Playing for Change, con unos cuantos músicos a lo largo y ancho de los USA. Un auténtico himno contra el racismo, que les pido que vean.

Buddy Guy conoce hace muchos años a Samantha Fish, desde que ella acudió a perfeccionar su estilo en la escuela de blues que Guy dirige en Chicago. Por eso, a comienzos de este mes la invitó a hacer de telonera con su banda en dos conciertos y tocar luego un par de canciones juntos. Fueron los días 5 y 6 de noviembre en dos salas de conciertos cercanas, una en las afueras de Boston y otra en el estado de New Hampshire. Samantha tocó primero con su banda 45 minutos a toda pastilla, luego de un descanso de 30 minutos salió Guy con su veterana banda, con la que tocó cerca de una hora. Y al final tocaron juntos. Les voy a documentar con imágenes este acontecimiento, para que vean que no les miento. Vean primero el cartel anunciador del concierto cerca de Boston y luego una instantánea de cada uno de los dos eventos. Buddy Guy tiene una gran colección de camisas de topitos, que le encantan.


Tengo también un vídeo, de esos que toma la gente con un móvil, del encuentro entre estas dos leyendas, una consolidada y otra en ciernes. La imagen no es muy buena, pero el sonido sí y merece la pena comprobar el cariño y el respeto mutuo que se profesan ambos músicos. Guy bromea preguntando al público: ¿creen ustedes que una mujer no puede tocar blues? Pues vean y escuchen. Es un chiste un poco casposo, en medio de una parrafada un poco de abuelo cebolleta, pero se lo podemos perdonar todo, porque es un octogenario con alma de quinceañero como la mía. Si no lo quieren ver entero, pueden cortar cuando quieran, esto ya saben que es así con este blog: nadie está obligado a llevarse coñazos, aquí se viene a disfrutar. Yo lo he visto entero varias veces, pero es que a mí me va mucho todo este rollo y más desde que hago mis pinitos con la guitarra, a la espera de un ampli que me permita introducirme en la eléctrica.

El bueno de Buddy Guy está feliz como una perdiz tocando al lado de una mujer tan joven y tan blanca y se nota en todos sus gestos. Sam se ha ganado con su talento el respeto de todo el mundo del blues. Un universo que, hasta su llegada y la de Larkin Poe y otras chicas, era patrimonio de negros mayores y, en algunos casos, malhumorados y un tanto exclusivistas. Sam, por así decirlo, ha derribado de una patada la puerta de ese mundillo un tanto enclaustrado, haciendo que entre aire fresco. Por cierto, si ustedes se encuentran un día en la tesitura de tener que derribar una puerta cerrada con llave, harán bien de seguir las instrucciones del gráfico que les adjunto. Está en inglés, pero se ve muy bien lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer. 

Samantha, ahora mismo, es el rock y yo lo he intuido antes de que lo empiecen a decir en el Icon o en el Babelia de El País. Hace muchos años tuve un pálpito similar con Bruce Springsteen, me compré sus discos tercero y cuarto (los dos primeros no estaban a la venta en España) y empecé a darle la paliza a todos mis amigos, igual que hago ahora con Sam. Y, en eso, se anunció que venía a tocar a Barcelona y yo me cogí el tren del rock (fuerte olor a porro todo el trayecto) para ver en directo al portento. Y me tocó dormir en un sofá de casa de mi amigo Jordi-que-no-se-llama-Jordi. Viajé solo, porque ninguno de mis amigos madrileños de entonces quiso venir conmigo. Me miraban con la típica condescendencia. Hasta que los Diego A. Manrique de turno empezaron a decir que era el más grande, nadie me tomó en serio.

Siempre he tenido la convicción de que ese fue el mejor concierto de rock que he visto jamás. Sucedió el 21 de abril de 1981 en el Palacio Municipal de Deportes de Barcelona y fueron dos horas de rock a toda velocidad. Apenas año y medio antes, El Boss había apabullado a todos sus seguidores con dos conciertos también legendarios en el Madison Squere Garden de Nueva York, dentro del ciclo No Nukes que organizaba el también rockero Jackson Brownie para pedir la desaparición de la energía nuclear. Esos conciertos se filmaron pero nunca han salido a la luz. Hasta ahora. El 19 de noviembre saldrá a la venta en todo el mundo un pack con dos CDs y un DVD de esos conciertos, además de un álbum de fotos inéditas, por el módico precio de 19,90€. Yo estaré por entonces en París, pero ya los tengo encargados.

Como adelanto de este acontecimiento, han salido a la luz dos vídeos de esos conciertos que se han colgado en Youtube. Estos sí que les pido encarecidamente que los vean. Bruce Springsteen en estado puro, a punto de cumplir 30 años. Un grupo de músicos capaz de tocar así durante más d 7the dos horas es algo que pocas veces se ve. Con estos vídeos tal vez entiendan qué fue lo que yo vi en este señor allá por finales de los setenta. Que pasen ustedes un feliz fin de semana a pesar del frío.  


4 comentarios:

  1. Pues sí, no fui al concierto de Bruce Springsteen en Barcelona y no me explico por qué. Lo mío con Springsteen fue amor a primera vista, perdón, a primera escucha. Oí Born to Run y me dije ¡¿esto qué es?! Así que desde el año setenta y cinco, que creo que fue cuando salió en España, estoy en ello y recuerdo que en el setenta y nueve en Londres y Nueva York ya se vendían cintas piratas de sus conciertos.
    Sigo sin saber que avatar de mi vida me impidió ir a Barcelona si, por ejemplo, en fecha anterior fui a Badalona a ver a Eric Clapton.

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    1. Ya ves, yo sin embargo nunca he visto a Clapton en directo ni creo que lo vea ya, porque se rumorea que está bastante sordo, como muchos de los viejos músicos del rock que no se ponían tapones en los oídos.

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  2. Apoteósico Bruce, qué bien que se publique el vídeo de ese concierto, yo también lo he encargado, gracias por avisarnos. Buscando información al respecto, he leído que el Boss venía de estar encerrado varios meses grabando su disco doble The River y que fue en ese concierto cuando cantó por primera vez en público la canción que da nombre a dicho disco. Y se cuenta que, en medio del público, estaba su hermana, que no tenía ni idea de que Bruce hubiera compuesto una canción contando su peripecia. Parece que se enfadó mucho con él, aunque luego, con el paso de los años supo comprenderlo y perdonarlo. No sé si esto es cierto o se trata de una leyenda más, ya que estamos con personajes legendarios.

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    1. Pues no conocía esa historia y no tengo elementos de juicio para decidir si es creíble o no. Verosímil sí es.

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