sábado, 20 de marzo de 2021

1.033. La primavera que la sangre altera

Ya llegó la primavera, envuelta en vientos helados del norte, último coletazo del invierno antes de iniciar su retirada. Llegó la primavera y aquí me tienen a mí con mi vida hell for leather, expresión inglesa que acabo de descubrir. La traducción literal, la del Google Translator, sería con el infierno por pellejo. Una aproximación más precisa: como alma que lleva el diablo. Pero la traducción que más se acerca al sentido de esta expresión coloquial inglesa es a toda pastilla o a toda hostia. Pues así es como voy yo desde que me he jubilado: a toda pastilla o hell for leather. Esta noche pasada he trasnochado para ver la transmisión en directo desde Nueva Orleans de la primera jornada del Samantha Fish Cigar Box Guitar Festival, que empezó a la una de la madrugada y terminó a las tres en punto. Esta noche se completa el programa con la segunda jornada y ya les haré una valoración global en el próximo post, si es que antes no se cruza algún otro tema que se desencadene en esta actualidad enloquecida en que cada día te despiertas con un susto.

Si les contara cuál es mi programa para las próximas semanas, a más de uno le entraría el soroche, así que se lo iré desvelando a medida que se vaya desarrollando. De momento les diré que anteayer jueves subí a Callao a comprarme los libros del siguiente trimestre de Billar de Letras. Comprobé que la Casa del Libro que había frente a las traseras del Corte Inglés, al lado de las Descalzas Reales, ha cerrado y te remiten a la de Gran Vía. Cosas de la crisis. Pero encontré los libros que buscaba en La Central y en el FNAC. De vuelta a casa, estuve un rato en el taller de mi amigo Juanmi el Guitarrero, el luthier del barrio, a quien yo prefiero llamar Guitar Man Juanmi. Quería comprarme una cejilla y un afinador electrónico, como esos que se pone Samantha en el extremo del mástil de sus guitarras acústicas. Salí de allí además con los teléfonos de dos profesores de guitarra entre los que elegiré a uno para dar unas clases de mejora. Eso les dará idea de que voy en serio con este tema. Y, cuando yo voy en serio en un asunto, ya saben ustedes lo que pasa: así empecé con el blog y ya llevo más de ocho años sin quitar el pie del acelerador ni desfallecer en el esfuerzo de mantener un nivel de calidad.

También tengo pensado, como les dije, conectar con mi amigo Ed para incorporarme a un grupo de mejora del inglés. Ahora mismo tengo muchas cosas que hacer, pero no estoy todavía estresado o agobiado; aún cuento con margen para más actividades. Mi máxima es la del tipo que tienen a la izquierda (mira que era guapo el jodío): sueña como si fueras eterno, vive como si fueras a morir hoy. En realidad, lo que hizo James Dean fue adaptar una frase de Ghandi, que decía: vive cada día como si fuera el último, pero sigue aprendiendo como si fueras eterno. Y yo quiero seguir mejorando mi inglés y mi técnica guitarrera, lo que me llevará a tener unos hitos fijos en mi calendario semanal, algo que tampoco me viene mal.

En fin, mis seguidores más expertos en el mundo del rock entienden perfectamente mi fascinación por Samantha Fish, pero muchos de los no entendidos me miran con una cierta condescendencia, alimentada por el hecho cierto de que los medios generalistas de nuestro país no la mencionan en absoluto, es como si no existiera. Estos seguidores míos más escépticos piensan que estoy chocheando o que estoy colgadito-colgadito de Sam porque es rubia y tiene un aire Marilyn (que también). Pero, en el mundillo del blues, está considerada unánimemente como la reina, le han dado todos los premios posibles y todo el mundo cree que tiene que dar el salto más allá del universo cerrado del blues. Vamos, que esta mujer le da cien vueltas (musicalmente) a las Dua Lipa, Taylor Swift, Beyoncé y demás habituales de los Grammy. Para convencer a los escépticos, les pongo abajo una serie de portadas de revistas del mundo del blues americano que muestran a nuestra Sam en lugar destacado, desde una de 2014 hasta una italiana. 



Pero tengo otra imagen más, esta ya definitiva. La revista Guitar Player, el mítico magazine que leen todos los guitarristas del mundo desde su fundación en 1967, sacó el pasado mes de agosto un ejemplar específico dedicado al blues, sólo en papel, edición especial para coleccionistas, que titula: La gran explosión del blues. Cómo el blues hizo boom. Los 37 héroes de la guitarra que encendieron la mecha de la explosión del blues. Cada uno de estos 37 héroes de la guitarra tiene un pequeño reportaje en el interior, pero entre ellos han seleccionado 9 nombres que aparecen en el lado de la derecha de la portada. Ahí tienen a Sam y a Larkin Poe, al lado de gente tan grande como Rory Gallagher, Johnny Winter, Jimmy Page o el genial B.B. King, cuya imagen muestra la portada. Véanlo y a ver si se van enterando, coño.

En realidad, a mí lo que me gusta es anticiparme a las noticias, contárselas antes de que aparezcan en la prensa diaria, porque eso es lo que le da a mi blog un plus de interés, lo que hace que la gente entre a leerme. Y estoy seguro que de Samantha se va a hablar y mucho. Denle tiempo. Otros ejemplos. Hace unos cuantos posts les hablé de Bryan Gil, futbolista del Sevilla cedido en el Eibar, el chico a una nariz pegado, el de la nariz superlativa, como el próximo fenómeno del fútbol patrio. Ayer salió la lista de los elegidos para los próximos partidos de la Selección Española, y todo el mundo se refiere a Bryan como la gran sorpresa de la lista. Es una sorpresa grande para todo el mundo. Menos para los lectores de este blog, a los que ya les avisé hace más de un mes de que este chico tiene olfato de gol. Otra más. Mi adorada Athenea del Castillo, la estrella del Dépor femenino de la que les vengo informando y que, si el equipo baja a segunda, probablemente sea fichada por el Real Madrid, ha sido seleccionada en el Futbol Draft, la lista que cada año se confecciona con las principales promesas del fútbol masculino y femenino, como la mejor interior izquierda de España. Tampoco es una sorpresa para ustedes. Sólo lo es para el resto del mundo.

En esa línea, en mi post anterior, en plena paranoia contra la vacuna de Astra Zeneca, yo me mojé y dije que todo eso era una mierda, una campaña orquestada por las grandes farmacéuticas contra una vacuna cojonuda, barata y que se conserva en una nevera como las de nuestras casas. ¿Qué  se creen, que yo decía eso para llamar la atención, ser original o parecer enterado? No señor. Yo me informé bien, me enteré de que había tres afectados por trombos en Noruega y algún caso esporádico en Alemania y otros países. Entonces se habló de tres casos detectados en España, uno de ellos una señora de Marbella que se murió por un trombo cerebral después de vacunarse. Aún en el caso de que esas patologías hubieran sido causadas por la vacuna, serían tres casos entre cerca de un millón que se han vacunado ya en España. ¿Por qué no seguir adelante con la vacunación? Tres casos de trombosis cerebral entre un millón son menos de los que se producen entre la gente sana. 

Pero es que yo, además de enterarme bien, entré en alguna revista científica a corroborar esta opinión y hablé con mi hijo Lucas, flamante doctor en Química, que trabaja en los laboratorios de la universidad de Lille en tareas de investigación bioquímica. Por eso fui tan rotundo en mis opiniones. Ahora ya han visto las noticias: la OMS y la Agencia Europea del Medicamento han pedido oficialmente que se siga con la vacunación. Y la autopsia de la señora de Marbella ha revelado sin sombra de duda alguna que su muerte no tuvo nada que ver con su vacunación. Pero el proceso ya ha sufrido un retraso irreversible que va a hacer que la cuarta ola nos pille en bragas. Lo de que ya viene la cuarta ola lo llevo anunciando también desde hace un tiempo. Hoy publica El País un artículo de Paul Krugman en el que analiza lo que ha pasado en Europa con las vacunaciones y por qué el proceso va más lento que en USA y en Gran Bretaña. Krugman es siempre más profundo, pero yo fui el que lo proclamó primero. Les recomiendo que lo lean, para lo que han de pinchar AQUÍ.

Háganme caso, que este blog es de fiar. Yo no estoy en posesión de la verdad, porque no soy el Papa, pero, cuando me pronuncio sobre un tema a debate con la seguridad que lo hice en este caso, no es en absoluto de manera frívola o gratuita. Me molesta que desconfíen y que en cambio estén dispuestos a tragarse las bolas que se distribuyen por ahí a través de las mal llamadas redes sociales. Es increíble la cantidad de gente que se apunta a las teorías negacionistas del cambio climático, o a pensar que la Tierra es plana, que las grandes democracias occidentales están manejadas por una red de progres pedófilos, que Trump ganó las Elecciones USA, o que no te pueden hacer una transfusión de sangre porque es pecado contra Jehová. En ese guirigay no es de extrañar que haya personas que se crean que esto de la vacunación contra el Covid tiene por finalidad implantarnos un chip para que luego nos pueda seguir Bill Gates o el Comité Central del Partido Comunista Chino.

Es lamentable, pero a mí me ha tocado ya escuchar a tres personas renuentes a vacunarse, por argumentos de ese estilo. En este asunto, yo estoy sin reservas a favor del llamado Pasaporte Covid-19, que acaba de lanzar la Unión Europea. Se trata de una especie de carta verde, con un código QR que se llevará en el móvil y te permitirá viajar, ir al teatro o adonde tengas que mezclarte con mucha gente. Con la mierda del retraso de la vacunación por la paranoia de las trombosis, a mí no me van a vacunar hasta el verano, y toco madera para que este retraso no tenga consecuencias fatales para mí, porque entonces sí que me voy a acordar de todos los muertos de los negacionistas diversos. Pero, si finalmente libro, yo, una vez vacunado y con mi pasaporte Covid en el bolsillo, no quiero subirme en un avión o entrar en un teatro donde no me garanticen que todos los demás viajeros o espectadores cuentan con el pasaporte citado. Vean aquí una imagen del anuncio de dicho pasaporte, que acaba de publicar la UE.


Este asunto del covid ha de solucionarse a nivel global. Y la solución no puede depender de las paranoias más o menos fundamentadas de los negacionistas de todo tipo. Muchos de ellos acabarán por ceder cuando llegue el momento. Se tragarán su aprensión, por otro lado lógica, pero se vacunarán. En cuanto a los recalcitrantes, se convertirán en una especie de apestados, que no serán admitidos en ningún lado. Esto de las comeduras de tarro es algo muy peligroso y le puede pillar a cualquiera, han de estar ustedes vigilantes. Uno empieza por poner en duda la llegada del hombre a la luna, sigue por creerse que las Torres Gemelas se las tiraron los americanos ellos mismos, que las elecciones USA fueron el resultado de un gigantesco amaño, o que Sánchez nos quiere tener confinados para implantar un Estado social-comunista, y termina saliendo al balcón con la bandera del pollo a gritar ¡¡¡Libertad Libertad Libertad!!! Ya están avisados.

A partir de planteamientos negacionistas como esos, la gestión de la pandemia que se hizo en USA en tiempos de Trump fue desastrosa y la que está haciendo Bolsonaro en Brasil, otro tanto. El presidente de Turkmenistán ha prohibido que se hable del tema, como el de Corea del Norte, el pequeño hombre-cohete. Y ahora se ha sabido el caso del presidente de Tanzania, recientemente fallecido, que dijo que todo esto del covid era mentira y se podía resolver con unos tratamientos con hierbas, cánticos tribales y muchas oraciones a los diferentes dioses. Y, para chotearse de la versión más generalizada en occidente, dijo que le había hecho una pcr a una cabra y otra a una papaya, saliendo ambas positivas. Humor africano genuino. Los datos reales de contagios en su país no se conocen, como tampoco los de Corea del Norte o Turkmenistán. Pero el tipo se ha muerto y muchos rumores apuntan a que ha sido por culpa del covid, algo que sería una forma de justicia poética. Si quieren leer algo más detallado sobre este curioso caso, pinchen AQUÍ.

Esto de los negacionismos paranoides no es, sin embargo, de ahora. Cuando yo estaba estudiando en la ETSAM, algunos amigos de la Escuela de Ingenieros de Telecomunicaciones, me contaban que tenían un catedrático que negaba la existencia de los semiconductores, unos elementos químicos cuyas propiedades se estaban descubriendo por entonces (años 70) y que serían clave para el desarrollo de los circuitos integrados, en los que se basa buena parte de la electrónica moderna. De explicar a los alumnos los semiconductores, se encargaba un adjunto, al que se le reservaba el primer trimestre para ello. Porque el cátedro decía que eso de los semiconductores era arte de brujería (sic) y él no lo explicaría jamás. Hubo que esperar a que se jubilara el tipo para que los estudiantes de teleco tuvieran una formación puesta al día.

Si me van conociendo, sabrán que mi forma de razonar y analizar los temas huye de cualquier forma de pensamiento mágico. Eso no quita para que crea en el poder mental, en las energías que se generan cuando entre todo un grupo se desea algo con fuerza. Yo estoy ahora centrado en que el Dépor se enganche al tren del ascenso, pero reconozco y agradezco el esfuerzo colectivo de mis seguidores para resucitar a mi querida buganvilla. Así que les voy a poner un par de fotos, para que vean el resultado de su empeño. La llegada de la primavera ha sido saludada por mi consentida con una deliciosa sinfonía de brotes que crecen gozosos en espera de los calorcitos futuros. Y una cosa ha quedado clara: si mi buganvilla ha sobrevivido a Filomena sin ninguna precaución adicional, está claro que es también eterna.


También les hable de la pequeña begonia de flor, que quedó gravemente afectada por Filomena, por lo que decidí cortarla a ras de tierra. Recuerdan que les dije que rebrotaría indestructible, como una hidra mitológica. Pues vean en esta foto que no exageraba. Hasta miedo da.


Bueno, como estamos en pleno puente de San José, día del Padre, les voy a dejar con algo muy tranquilo. Mi admirada Khatia Buniatishvili, la genial pianista georgiana que vive en París, fue invitada por la televisión de su país a grabar una actuación en el salon acristalado que corona el Palacio de Gobierno de Tbilisi, la capital de Georgia. Hemos comprobado la energía que pone esta mujer con Tchaikowsky y otros autores románticos. Hoy comprobaremos su delicadeza con Chopin sobrevolando los tejados de Tbilisi. En su país hay graves tensiones entre los pro-rusos y los pro-occidentales. Bien harían unos y otros en escuchar la música de esta mujer y tranquilizarse un poco. Hale, sean buenos. Y que sigan pasando un buen puente.

4 comentarios:

  1. Khatia Buniatishvili y tu buganvilla me recuerdan a Ghandi. Salud.

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    1. Mari, que grande eres. De primeras no entendía tu comentario, hasta que se me hizo la luz. Efectivamente, tanto Khatia como mi buganvilla viven cada día como si fuera a ser el último y sueñan como si fueran eternas. Y nosotros que lo veamos. Un abrazo.

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  2. Pues a mí lo que me han entrado son unas ganas locas de visitar Tblisi que, cuando yo estudiaba en el colegio, se solía llamar Tiflis. En cuanto se abra la veda de viajar me voy allí de cabeza.

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    1. Pues nada, me avisa y me voy con usted. Tendría que desvelar su anonimato, pero qué es eso frente a la posibilidad de ver la mítica ciudad de Tblisi. Hace años recibí a una delegación de su ayuntamiento y me dejaron de regalo un pen drive con un pequeño clip turístico. Me impresionó bastante. Lo que pasa es que no sé dónde lo tengo, anda por ahí revuelto con el Libro de Familia y otros portentos.

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