miércoles, 21 de octubre de 2020

987. Contra la pobredumbre

En fin, les diré que esta mañana he hecho mi entrenamiento dentro de casa, o indoor, que decimos los políglotas, por varios motivos que ahora les detallo. Es sin duda un retroceso, pero únicamente refleja el retroceso general de la lucha contra el virus, en la que vamos perdiendo por goleada y no me refiero a España, sino globalmente a la Humanidad, con pequeñas excepciones como Nueva Zelanda o Uruguay. Lo cierto es que estamos sufriendo el paso de la tormenta semi tropical Bárbara, que lleva dos o tres días lloviendo sin parar (una bendición para el campo y cero inconvenientes para un coruñés, de hecho, ayer fui a mi oficina, fui y volví en coche sin problemas y aparqué en el parque Juan Carlos I, sólo por el gusto de caminar de ida y vuelta hasta el edificio bajo esa lluvia reparadora). Pero eso hace que el Retiro esté seguramente lleno de charcos y posiblemente cerrado por los vientos fuertes que ha habido la noche pasada y que derribaron un par de tiestos de mi terraza.

Así que esa es razón suficiente para correr en casa, un plan B que siempre tendré en la recámara. Además, ahora empiezan a decir que si el virus anda por ahí suelto, que se transmite por el aire a muchos metros, que los corredores deberíamos salir con mascarilla (conmigo que no cuenten). Además, hay por ahí fuera otro virus suelto, el del fascismo. Les recuerdo que, según el Google Maps, vivo exactamente a 1.100 metros (14 minutos a pie) del Palacio de las Cortes, donde se está debatiendo la moción de censura presentada por Vox. Igual que otros dicen que el coronavirus fue un germen creado en un laboratorio de Wuhan, que se escapó de control y se esparció por el entorno, también es posible que el virus del fascismo, liberado de forma experimental dentro de las Cortes, se salga fuera y contamine el aire de mi barrio, ese aire que hoy está limpio por la lluvia. De forma que, si hubiera salido al Retiro me hubiera encontrado charcos, posibilidad de que se me cayera un árbol encima, casi seguridad de que el parque estuviese cerrado, y dos clases de virus potencialmente letales pululando por el aire del parque. Quita, quita.

Cuando salgo afuera, vengo haciendo unos 39 minutos de carrera útil. En casa hago 50, para compensar la ausencia de cuestas, el suelo más regular y el no tener que dar algunos acelerones por incidencias sobrevenidas. En resumidas cuentas, que esto es lo que nos viene. El mundo ha cambiado, aún no sabemos hasta dónde, pero hay que hacerse a las nuevas rutinas. A mí me va bien ir a la oficina a hacer trabajo presencial un día por semana. Ya sé que la cosa tiene sus riesgos, pero es que esto es como volver durante unas horas al pasado feliz, a pesar de las mascarillas y el no poderles dar achuchones a las chicas que más quiero. Pero hay que adaptarse. Otra cosa que ha cambiado, por ejemplo, son las reuniones culturales o de ocio. Ahora hay que hacerlas a través de una pantalla dividida en celditas. Vean, por ejemplo, la foto que Ronaldo subió a las redes de nuestro último Billar de Letras.

¿Cómo dicen? ¿Que por qué llevo sombrerito? Pues no lo duden: por coquetería; ya ven que es un foro lleno de mujeres. Salvo el director, el traductor del alemán Fortea y yo, sólo hay un barbas que se acaba de incorporar al foro, en el que antes Ronaldo y yo éramos los únicos que meábamos de pie. Así que tengo que ponerme guapo, que las mujeres se fijan mucho en los detalles. Además, hasta esta sesión he procurado seguirlas desde la terraza y no me viene mal abrigarme la calva un poco. Hablando de la terraza, el otro día se pasó a verla uno de los dos floristas que me diseñaron el acondicionamiento vegetal, con el que he hecho bastante amistad. Me dijo que la veía espectacular. Únicamente me hizo una recomendación: procura retirar las hojas muertas que caen dentro de los tiestos. Yo solía barrer las que caen fuera y dejaba las otras pensando en que se convirtieran en abono natural. Pero dice mi amigo que no, que sólo son un foco de gérmenes y que generan lo que una señora de su pueblo llamaba la pobredumbre.

Como el término me parece genial, hasta lo he incorporado al título de este post. Queridos lectores y amigos: hemos de guardarnos de la pobredumbre, física y mental. Esto de vivir aislado es muy malo, las almas generan verdín, el ánimo corre el riesgo de llenarse de mugre y eso es peligroso. No debemos descuidarnos, que la soledad es mala consejera y, a edades como la mía, hay que mantener en forma el cuerpo y la mente. Yo llevo desde mediados de marzo entrenando cada tres días sin falta. Bueno, ahora, como tengo que ir a trabajar los martes, he pasado a correr dos veces por semana: miércoles y domingos. Pero esto se acabará y el ritmo de un entrenamiento cada tres días es muy bueno. En cuanto a la mente, pues esto de escribir para el blog (también un día de cada tres) es un masaje mental que me va estupendamente. 

He dicho desde mediados de marzo. Claro, desde el momento en que el virus apareció e hizo pedazos todas nuestras rutinas y nuestros planes. Por ejemplo, teníamos programado hacer una exposición sobre Reinventing Cities, teníamos reservado el lugar (el Museo de la Ciudad, en Tribunal) y preparado el presupuesto para el gran sarao de inauguración, con vino, cerveza y canapés en abundancia. Todo eso ha habido que cancelarlo (menos la propia exposición que, dentro de las circunstancias, está siendo exitosa). Hace una semana la visité con mi amigo X y dos de mis antiguos jefes de la Oficina del Plan. Aquí pueden ver la foto que me hizo X en plena explicación. 

¿Cómo? ¿Que cuánto me gusta salir en las fotos? Están ustedes pesaditos hoy. Ya no sabe uno que hacer. Si subo fotos de Samanta Fish me dicen que soy un pelma. Y si pongo de las mías, que soy un narciso. ¿Qué quieren, que les ponga fotos de Abascal? Pues se van a quedar con las ganas, porque no me sale de los cataplines. Bueno, el día que estuve en la Expo con mis amigos, no nos fijamos en que había una pantalla grande con un vídeo en sinfín. O tal vez lo tenían apagado. Después fui otra vez con un equipo de los ganadores de la primera edición que querían hacer un vídeo y les interesaba que saliera hablando alguien del Ayuntamiento. Ese día, nada más llegar, los del equipo de filmación desconectaron la pantalla del vídeo en sinfín, para que no hubiera interferencias. Así que tampoco lo vi.

Tuvo que ser mi amigo César, que visitó la Expo este lunes, quien me advirtiera de que el vídeo tiene una extensa parte de reportaje sobre el Meet Up, el último sarao que hicimos antes de encerrarnos, en el que ejercí de presentador y parece ser que estoy todo el rato en pantalla. Para demostrármelo, me mandó esta otra foto que pueden ver abajo. Ahí me tienen en plena faena, ese era yo antes de la llegada del virus. Detrás de mí esperan sentados el concejal de urbanismo, que parece divertido de escucharme y mi jefa y nuestra amiga italiana Costanza, del C40, departiendo amigablemente. Eran los tres oradores del primer bloque del acto.

Cualquier tiempo pasado fue mejor, se suele decir. En este caso es literal: antes del virus vivíamos como curas. Pero bueno, a mí me queda dar gracias de haber vivido 69 años sin guerras ni epidemias. Antes, eso era muy difícil. Ahora veremos qué pasa. De momento, lo prioritario es que pierda el señor Trump. Después ya nos podremos dedicar a buscar algo contra el virus. Pero de momento, la prioridad es esa. Les recuerdo que, en el primer debate, Biden aguantó el tipo, lo que ya es bastante en un abuelo como él. En el de los candidatos a vicepresidente, hubo empate: Pence recuperó mucho del terreno que pierde Trump a todas horas, dando una imagen firme pero moderada, lejos del circo de su compañero de ticket. Y Kamala se moderó también, supongo que aconsejada por su equipo, a la vista de que van por delante en las encuestas. El tercer debate se suspendió por el contagio del presidente y su negativa a hacerlo telemático. Y el cuarto será mañana. Cruzo los dedos para que Biden no meta la pata. Trump va a estar muy agresivo, porque no tiene nada que perder y además le encanta dejar fluir sus instintos ante las cámaras de TV.

Las encuestas dan resultados claros a favor de Biden en ambas costas, y también en lugares como Illinois o Colorado, estados tradicionalmente progresistas. Trump vence holgadamente en todos los estados del sur profundo. Y la cosa se juega en los llamados swing states. De estos, yo veo ganador a Trump en Texas (el más grande de los swing) y también en Iowa. Biden parece claro ganador en Florida y Arizona. La cosa está ya más justa en Carolina del Norte y en claro empate en Ohio y Georgia, que pueden ser determinantes para el resultado. No sé ustedes, pero yo me estoy empezando a poner muy nervioso. Va a ser una cita clave para todos. Estamos en un dilema entre dos futuros y todo el mundo contiene la respiración. La Unión Europea prefiere que gane Biden. En cambio, la Gran Bretaña post-Brexit/post-covid, sueña con que Trump revalide; si no, se va a quedar muy sola.

Y en cuanto a las estrellas del blues en las que estoy tan interesado últimamente, les diré que la gira de Samantha Fish sigue viento en popa, con el letrero de sold-out, que dice que se han agotado las entradas presenciales, colgado a la puerta de todos sus conciertos hasta ahora. Tab Benoit no empieza su Social Distance Tour hasta después de las elecciones. Arrancará el viernes 6 de noviembre, con un concierto en Nashville (Tennessee), la ciudad donde viven Sheryl Crow y las chicas de Larkin Poe, entre otros muchos músicos. Después sale casi a concierto diario, como hasta marzo. Para este primer concierto, ha invitado precisamente a Samantha Fish a que suba al escenario con él, a cantar algunas canciones juntos. Tab gusta de cuidar los aspectos simbólicos de su actividad profesional. Y este concierto se podrá ver en streaming. Aun no tengo la entrada (son a 12 dólares) pero creo que también me apuntaré a trasnochar para verlo en directo.

Samantha también cuida sus simbolismos. Por eso termina todos sus conciertos de esta gira, en la que se ha adelantado a todo el mundo, con el tema Don’t let it bring you down de Neil Young, a quien seguramente le habrá tenido que pagar algo por la utilización de esta canción de mensaje tan oportuno en estos momentos: No dejen que esto les deprima. Samantha, como ya les conté, ha vuelto a sus orígenes, ha recuperado el formato power trío y ha contratado para su banda a dos músicos negros cincuentones de reconocido prestigio: el batería Terence Higgins, que ha trabajado para el Doctor John, Tab Benoit y muchas otras bandas de New Orleans, y el bajo Ron Johnson, durante años miembro de la banda de Greg Allman. Abajo tienen sus fotos.









Esto de levantarme a las 3 de la mañana para ver un concierto de rock de 3 a 5 y luego acostarme otra vez, no es sino otra forma de evitar que me arrase la pobredumbre, o la carcoma esta que se está comiendo nuestro mundo. Mañana volveré a la Expo para enseñársela a mis amigas colombianas y después comeremos juntos. Y el viernes iré al teatro del Matadero a ver Las Criadas de Jean Genet. No puedo parar mi vida, aunque procure protegerme. Por cierto, Jean Genet estaba muy loco, como quizá sepan, pero esto de los artistas locos lo voy a reservar para un post específico. De momento, les dejaré con una imagen para la esperanza.

Mi terraza, de la que les he hablado en estos últimos textos, es un lugar que me está ayudando mucho a pasar este trance de encierro y miedo al mundo exterior. Tuve la suerte de hacer unas obras de acondicionamiento hace algo menos de un año, cuando no imaginábamos que nos aguardaba un futuro tan negro. Y ahora está espectacular, como sentenció mi amigo el florista. Una de las plantas que tengo, es una dipladenia, planta de origen peruano, que aparenta estar muy contenta. Tanto que ha ido a crecer hasta un punto mucho más arriba del tiesto y marcar allí, como una pica en Flandes, su hazaña con una de sus preciosas flores rojas. Esto es lo que nosotros necesitamos. Esfuerzo y confianza para llegar al otro lado de este túnel y dejar allí florecer nuestros anhelos. Hace rato que me he desentendido de la actualidad y de la moción de Vox. Me importa un rábano. Cuando me ha entrado el hambre me he frito unas alitas, con sal y romero, acompañadas con pimientos de padrón, que en esta época pican bastante. Luego, una pequeña siestecita y a trabajar hasta la noche, que tengo tarea pendiente. Que lo pasen bien.

4 comentarios:

  1. Preciosa tu exuberante terraza. Y tú estás increíble en la explicación de la expo, Fernando y Luis (el caballero inolvidable) parecen dos alumnos muy aplicados. También estás muy interesante en la imagen del vídeo, el concejal parece divertirse y las chicas cotillean sobre tu discurso, seguro, pena que no se vea la bonita cara de Silvia. Me viene muy bien tu don't let it bring you down, he dejado que me hunda la maldita pandemia, me está paralizando el terror. De la ridícula moción de Abascal, lo mejor ha sido la réplica de Aitor Esteban: para enmarcarla.

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    1. Arriba ese ánimo, amiga, al final ganaremos esta guerra. Que va a ser larga. Pero el bicho no podrá con nosotros si resistimos. Tenemos que ser prudentes dentro de un orden y cuidarnos también del otro virus, el del miedo y el aislamiento. Ya te he dedicado un post después de este, compartiendo reflexiones, consejos y remedios.
      Un abrazo.

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  2. No, por favor, no nos ponga fotos de Abascal, todos preferimos las de Samantha. Entiendo que se quisiera abstraer de la gilimoción de censura, pero me gustaría que valorase el discurso de Casado, convertido en estrella inesperada del show.

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    1. Pues mis valoraciones del discurso de Casado están dos posts más adelante.

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