viernes, 9 de octubre de 2020

983. No dejen que esto les deprima

Escribo mientras hago tiempo para asistir esta noche al segundo concierto de Samantha Fish en el Knuckleheads Saloon de Kansas City, que será a las tres de la madrugada, como el de anoche. A Samantha la pilló la crisis del coronavirus en Bélgica, al mando de una big band con sección de viento, pianista, etcétera y tuvieron que volverse precipitadamente a Nueva Orleans a confinarse. Según dijo ayer, después de más de 200 días en su casa, ha empezado a volver. Yo vi en diferido su reaparición, sola con su guitarra acústica, sentada, interpretando tres canciones, en el acto organizado por el aniversario de la emisora de radio local WWOZ. Después hizo una actuación sólo para televidentes en streaming, en el Tipitina Saloon de New Orleans, que pude ver en directo a cambio de una entrada de 12 dólares. 

Ese día apareció acompañada por dos negrotes veteranos muy sólidos, íntegramente vestidos de negro, con gafas y sombreros del mismo color y sin desperdiciar una mínima sonrisa. Samantha ha recuperado el formato power trío que tanto me gusta, no sé si por gusto o por la necesidad de reducir gastos. Ayer era su primer concierto con público y se presentó con sus mismos dos colegas veteranos al bajo y la batería. El concierto fue muy bueno, aunque están ustedes en su derecho de pensar que la mía no es una opinión imparcial. La gira que ha iniciado Samantha se anuncia como Social Distance Tour. En el concierto pude ver lo que significa. La peña asistía sentada, en columnas alineadas, seguramente separadas por mesas alargadas. No son las mejores condiciones para un concierto de rock, pero menos es nada.

Samantha cantó y tocó ininterrumpidamente dos horas justas, con la propina incluida. A mitad de concierto dejó descansar a los dos negros para tocar un par de canciones sola con su guitarra acústica. Según mis cuentas fueron 18 canciones, haciendo un repaso de toda su carrera, apenas tres del último y premiado disco, que la gente siguió con entusiasmo matizado, porque esta situación postCovid es muy rara. Pero sí que gritaron ¡otra, otra! Salieron los tres músicos y dieron una sola propina, la canción número 19, la única no compuesta por Samantha. Un tema lleno de simbolismo: Don’t let it bring you down, es decir: No dejes que esto te deprima. Se trata de una de las canciones más gélidas y apocalípticas salidas de la pluma del gran Neil Young. Escuchémosla y luego les digo algo de la letra.


Esta canción apareció por primera vez en un disco en 1971, aunque este vídeo es de 2007. O sea, en plena era del hippismo, el amor, el to’er mundo e’ güeno, Young que siempre ha ido a su bola, se descuelga con esta sombría letra, que habla de ancianos tirados al lado de la carretera sin que nadie les auxilie, de ciegos corriendo en la luz de la noche con una respuesta en la mano, de vientos helados rasgando los callejones al amanecer, de luces rojas parpadeando tras las ventanas y sonidos de sirenas en la bruma. Y el estribillo que machaca: no dejes que esto te deprima, sólo son castillos ardiendo, encuentra a alguien que esté girando y súmate a su danza. Aterrador, pero con un mensaje que puede ser finalmente positivo. Samantha tiene mucha cultura rockera y quiso terminar con esta canción histórica.

Por lo demás, estuvo simpática, como siempre, trató de animar a sus paisanos, un poco fríos con la que está cayendo y con cortos parlamentos entre canción y canción, contando cómo se siente, cuánto le gusta volver a Kansas City y cómo disfruta de los paisajes de su tierra. En un momento dado preguntó: ¿vais a volver mañana? Deberíais, porque tengo preparada una sorpresa. Yo desde luego, no me lo pienso perder. En algo se tiene uno que entretener, una vez que ya nos han confinado otra vez en nuestras casitas. El espectáculo de los políticos dándose por culo mutuamente sin pensar ni un segundo en los ciudadanos ha sido dantesco, con Lollypop Ayuso siempre unos cuerpos por delante en el disparate.

No sé si alguno de ustedes entiende su movimiento: yo cierro unos cuantos barrios (casualmente los más pobres y depauperados). Luego viene Sánchez y cierra toda la ciudad. Entonces, voy yo y abro los barrios que había cerrado antes. ¿Ustedes le ven alguna lógica? La única posible es que haya dicho: A tomar por culo, que se contagie todo el mundo y así le podré echar la culpa al Gobierno. Así que, por hache o por be, estamos otra vez in the ghetto, como los judíos de Varsovia. Supongo que recuerdan esta hermosa canción de Elvis Presley (1969). En España se escuchó mucho pero ¿saben ustedes qué decía en la letra? ¿A que no? Pues les voy a poner un vídeo en el que aparece abajo la letra traducida al español. Disfrútenla.


Así que aquí estamos, en el gueto de Madrid, aunque a mí me trae sin cuidado, de momento yo sigo haciendo la misma vida que hacía desde que llegó el virus. He leído en la BBC News que en Gran Bretaña han hecho una encuesta macro para averiguar cómo han cambiado los hábitos de vida. Y resulta que, en cuanto a lo de hacer ejercicio, parece que la gente joven hace más o menos lo mismo que antes, los cuarentones/cincuentones han disminuido su entrenamiento y se detecta un pico de gente que hace ahora mucho más deporte que antes, especialmente en los mayores de 65. Incluso los de más de 70 ya son la leche. El estudio dice que la causa puede radicar en que los de edades intermedias tienen menos tiempo libre, han de hacerse cargo de sus trabajos, sus hijos, su familia en general y sus negocios. En cambio, los ancianos como yo tenemos todo el tiempo del mundo y no paramos.

Por ejemplo, yo esta semana empecé yendo a la oficina lunes y martes. He alcanzado un acuerdo con mis jefes para no tener que hacer trabajo presencial de aquí a mi jubilación dentro de cuatro meses y medio, pero eso lleva aparejadas dos cosas: me van a dar bastante tarea para hacer en casa (ya contaba con ello) y tengo que dejar mi despacho para que lo ocupe otra persona que deba trabajar de forma presencial. Así que, aparte una reunión que tuve el martes para repartirnos los trabajos, los dos días estuve levantando el despacho. Fue una tarea no exenta de emotividad: después de 38 años de funcionario, había acumulado un montón de libros y objetos de oficina de todo tipo. Hice tres bloques: lo que tiré a la basura, lo que regalé a mis compañeros y lo que me traje a casa, cinco cajas de libros y cuatro bolsas de tela con mis cosas de la mesa y los cajones. La suerte está echada y el miércoles me levanté con la sensación de estar amaneciendo a una nueva etapa de mi vida.

Ayer jueves, mi actividad fue la siguiente. Me levanté y bajé a correr mis 6,5 kms por el Retiro, comprobando que mantengo mis marcas, lo que es la mejor PCR. Luego estuve teletrabajando hasta el mediodía. A las tres bajé a comer con tres amigas con las que había quedado en la cafetería del Jardín Botánico. Lo pasamos muy bien e hicimos una larga sobremesa. A las cinco subí a echarme una siesta. Después de un café de tarde, me concentré de nuevo en el trabajo, tengo una serie de temas que revisar y ya voy retrasado. A las 9 lo dejé, cené algo ligero y me tumbé a leer el libro que analizaremos en el próximo Billar de Letras, que me está gustando menos que el anterior, hasta que me dio el sueño. Me acosté, pero con el despertador a las 2.45. Ahí me levanté y asistí al concierto de Samantha Fish hasta las 5. Luego me acosté otra vez.

Esta mañana me había puesto el despertador a las 12 (tenía cita con el notario a las 13.30), pero a las 9 ya me llamó mi compañera M. para una serie de tareas nuevas que tenían que estar listas antes del puente. Así que me vestí, desayuné y me puse manos a la obra. Conseguí terminarlo todo antes de la una, fui al notario y ya me quedé a comer por la zona con mis compañeros de trámite. Después una siesta larga, me he puesto a escribir para ustedes, por cumplir y también por descansar un poco la mente. Como ayer, cenaré, me echaré un rato, veré de nuevo a Samantha y mañana pondré el móvil en modo avión: siendo sábado, no me tiene que llamar nadie. Y afrontaré los tres días de puente encerrado, dedicado a adelantar mi trabajo pendiente, únicamente distraído por mi carrera del domingo, mi post del lunes y los ratos que descanse leyendo mi libro. Y mañana que me haré un potaje para tener comida para los tres días.

Esto del virus es un coñazo, pero no veo por qué no nos podemos animar y pasar el trance con dignidad. Entretenimientos tenemos a montones. Por ejemplo, la campaña presidencial USA, que ha entrado en su último mes, qué nervios. Las últimas payasadas de Trump al salir del hospital han bajado aún más sus perspectivas en los sondeos, aunque ya saben lo fiables que resultan a veces estas encuestas previas. La página que yo sigo mantiene que Biden va por delante en Florida, Arizona, Carolina del Norte y Ohio, y Trump domina Georgia y Iowa, por citar los estados en que parece que hay más igualdad. El debate de los candidatos a vicepresidente fue bastante soporífero, dicen, ambos estuvieron contenidos para no meter la pata y mantener posiciones. Los próximos debates están en el aire, yo repito que a Trump deberían llevarlo al set de televisión en jaula como a King Kong. Por Estados Unidos ha circulado estos días un vídeo que les pongo abajo. El tres de noviembre, tira de la cadena: ¡Vota!       


Algunos republicanos de toda la vida han anunciado ya que no van a votar a Trump, como el ex-presidente George Bush o el general Colin Powell. Incluso hay una agrupación de políticos republicanos contra Trump, que se llama The Lincoln Project, cuya página Web pueden consultar AQUÍ. El presidente dice que simplemente son unos perdedores. Yo creo que hay mucha de la gente que votó a este energúmeno hace cuatro años, que no está por la labor de repetir su voto. Y muchos demócratas que se abstuvieron porque Hillary les resultaba muy antipática, que ahora tal vez se movilicen. El voto por correo ya ha empezado, la gente lleva unas semanas votando y esto es lo que quiere boicotear Trump. Por ejemplo, Sheryl Crow y dos de sus músicos dijeron el otro día en mitad de su concierto del rancho que ya habían votado.

Por cierto, Sheryl ha retirado el vídeo de su concierto de Youtube, así que los que no lo vieran en su día cuando yo lo publiqué en el blog, ya no tienen modo de verlo. Aquí hay que espabilar, que los vídeos de mis posts a veces se desvanecen y ya no vuelven. Como hoy estamos escuchando canciones históricas con un punto melancólico, bueno será que cerremos con otra en esa línea. Mis admiradas chicas de Larkin Poe, el grupo de las hermanas Rebecca y Megan Lovell, anuncian para finales de mes la publicación de un disco de versiones acústicas de grandes temas. Empiezan a publicar ya algunos vídeos anticipados. Entre ellos, esta fabulosa versión del clásico Nights in White Satin. Joder, este sí era un tema de los de arrimar cebolleta, la de veces que lo habré bailado yo... Anímense. Como dice Neil Young, sólo hay que encontrar a alguien que esté girando para sumarse a su danza. Buen puente. Y tengan paciencia. 


4 comentarios:

  1. Jesus, de Villarcayo. Ya es la tercera de tus aportaciones que leo y no me resisto a saludarte y darte las gracias por compartir tu mente. Un abrazote con todo mi cariño.

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    1. Querido Chus, no sabes qué alegría me da que hayas entrado en este foro y que tengas ganas de leer las paridas que se me van ocurriendo. Te sumé al mailing por iniciativa de Lucas, pero no estaba seguro de si me leerías o te echaría para atrás el tamaño de mis textos, como les pasa a muchos, entre ellos mis hijos.
      Eres bienvenido aquí y creo que además puedes aportar un punto más rural que no le vendrá mal a este blog tan urbano.
      Un abrazo.

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  2. Joder con la letra de In the ghetto. No me imaginaba una historia tan precisa y completa. Es la vida misma. Incluso sin ser de uno de esos ghettos, sólo por el color de tu piel, te puede pasar lo que a George Floyd, un ciudadano integrado, que no imaginaba que le pudiera pasar lo que le pasó.
    Y lo de Neil Young, pues excede de todo lo imaginable. Hace 50 años escribía cosas como esa y ahora vive rodeado de pollos, como nos has mostrado. Samantha hace bien de acabar sus conciertos con esa maravilla.

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    1. Gracias, estamos hablando de primeros espadas del rock, como Elvis o Neil Young. Samantha, como Larkin Poe y otros, son la llama de la nueva generación del rock, gente con muy buena técnica y una cultura rockera bien cultivada.

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