viernes, 25 de septiembre de 2020

979. Ganemos a los garrulos

Una cosa que me gusta es empezar un post en donde acabé el anterior. Como el otro día concluí con la noticia de que Estrella Galicia había sido elegida la mejor cerveza del mundo, les voy a completar esta información con el mapa de preferencias de cerveza por comunidades autónomas, recientemente publicado en el ABC, después de un sondeo encargado a una empresa colaboradora habitual de ese provecto, monárquico y tradicional diario. El mapa es espectacular, y no se trata de que la cervecera de mi tierra esté haciendo unas campañas de marketing especialmente certeras: es que de todas las cervezas nacionales es la más rica con diferencia y los españoles empiezan a saber de cervezas (los gallegos ya sabíamos hace mucho). Vean, vean y asómbrense.

Pasan los días y estamos otra vez encerrados. Esta semana, la rentrée de Billar de Letras fue finalmente telemática, igual que las dos reuniones que teníamos programadas, inicialmente como presenciales, con equipos finalistas de Reinventing Cities, a las que me sumé a pesar de estar de vacaciones. Para cuando tenga que reincorporarme formalmente al curre tras estas supuestas vacaciones, es posible que ya hayan desistido de que vayamos a la ofi dos días por semana y un viernes de cada dos. La semana anterior la tuve llena de actividades sociales, culminadas con una salida al teatro con cerveza posterior, pero esta está siendo de encierro total. ¿Total? Bueno, les confesaré que el miércoles hice una escapada a Casa Tomás, a comer con mi amigo Ramón, como anuncié. Pasamos un buen rato, comimos fenomenal y, al final, mi amiga Jo, colega de muchas carreras que lleva la barra del lugar, quiso hacerse una foto con los dos, que les muestro abajo. 

Sin duda, Ramón es mucho más guapo y más famoso que yo, pero ya ven que Jo, por si las dudas, se acerca más a mí y parece señalar con quién se quedaría, si se viera forzada a elegir entre ambos. El caso es que estos son días de encierro, a la espera de empezar mi Curso Intensivo de Iniciación a la Novela, que he pedido hacer de forma presencial, porque nos han dado la opción de elegir modalidad. Como ya he contado, se trata de cinco sesiones de tres horas, de 19.00 a 22.00. Si finalmente es presencial, tengo el plan de ir y volver caminando a Malasaña, donde está Billar de Letras. No sé si mi producción bloguera se resentirá con esta carga adicional, pero ustedes sabrán entenderlo. De momento, en esta especie de calma chicha a la espera de días más movidos, es buen momento de pararse a pensar en las elecciones USA.

Veamos. Según los principales sondeos, Biden mantiene una ventaja holgada sobre Trump. Pero todo el mundo contiene la respiración a la espera de los debates, el primero dentro de cuatro días en Cleveland. Biden es hombre de larga experiencia política, pero está mayor y nunca se le han dado bien los debates. Pudiera ser que la elección la pierda él solito, si no da la talla en estos duelos. Porque ya está claro que Trump está haciendo todo lo posible para que haya un nivel de abstención y votos nulos alto, su mejor opción. Parece que el presidente sólo contempla dos posibilidades: ganar, o perder por muy poco, en cuyo caso ya ha proclamado que no aceptará el resultado, denunciará a Biden por pucherazo y puede llevar a su país a una situación realmente peligrosa, tal como están las revueltas callejeras contra el racismo.

El otro día leí una entrevista con Laurie Anderson, neoyorkina de pro y artista total, que fue la mujer de Lou Reed hasta su muerte. La entrevista era telemática desde su encierro en su casa de Long Island. Preguntada por las elecciones, contestó primero con ironía: Los chinos y los rusos tienen tan grandes intereses en mi país, que deberían poder votar. Y a continuación concluyó: Pero sobre todo hay que dejar clara una cosa: la Administración Trump no es de derechas, es fascista. Nos encontramos en una situación política que va más allá de la emergencia. No podemos seguir repitiéndonos: “¿cómo ha podido ocurrir esto?”. Ya no cabe ninguna duda de que ha ocurrido y está siendo una experiencia que le ha bajado los humos a muchos de mis paisanos. Es una apreciación bastante certera.

En general todos los intelectuales americanos están igualmente horrorizados. Lo de Trump es una cosa nunca vista. Ya no es una cuestión de que sea de derechas o de izquierdas. Es que es el fascismo, cruzado con el mundo de la telerrealidad. El tipo no se ha tomado apenas en serio su puesto, sigue haciendo el payaso sin gracia, como si tuviera una audiencia televisiva a su alrededor, manifestándose a través de Twitter. Es maleducado, basto, grosero. Mosqueón, prepotente, destemplado. Yo creo que mucha gente de bien que le votó, ha de estar asqueada. Un ejemplo. ¿Saben que este señor se plantea modificar una Ley que limita el volumen de agua que sale por los grifos y las duchas (por motivos de ahorro ambiental), porque dice que no se puede lavar bien la cabeza y él necesita llevar el pelo impecable? Parece una noticia de El Mundo Today. No lo es. Yo la leí hace un mes en el ABC. Pueden comprobarlo pinchando AQUÍ

Podríamos pensar que el descrédito de este señor decantaría claramente la elección del próximo 3 de noviembre, pero lo cierto es que va a estar reñida. ¿Por qué? Pues porque hay dos Américas. La gente que conocemos, los que salen en las series yanquis, los que pasean por Nueva York, Chicago o San Francisco, los guionistas de Hollywood, los profesores de Harvard, mis amigos de la red C40, todos estos son los americanos urbanos. Pero luego están los americanos rurales. La América profunda está formada por un montón de estados básicamente dedicados a la agricultura y la ganadería. Y las gentes de estos estados son tradicionales, ignorantes, puritanas, individualistas, obtusas y sin más horizonte que el que se ve desde sus ranchos. En una palabra: unos garrulos. Y estos garrulos, mayoritariamente blancos, descendientes de colonos europeos, miembros de comunidades religiosas retrógradas y partidarios del libre uso de armas, votan en masa a Trump.

Por ejemplo, en todos los estados sureños, como Louisiana, Missouri, Mississippi, Arkansas, la zona por donde se mueve Samantha Fish, los sondeos muestran a Trump por delante. Desde luego que Nueva Orleans es una urbe importante, cosmopolita, culta, abierta al mar y con un alto porcentaje de población negra. Pero Louisiana no es sólo Nueva Orleans. Además incluye grandes extensiones de campos de cultivo y zonas rurales. Y en estas zonas viven los cajun, de los que ya les hablé, descendientes de colonos franceses que fueron expulsados del Canadá y se instalaron en la región. Constituyen una comunidad cerrada, impermeable a la cultura, a cualquier evolución, a cualquier cambio en su cotidianeidad de licenciados en escardar cebollinos. Tienen su propia cocina, sus propias vestimentas y su propia música. Vean este ejemplo, que no es de hace cincuenta años, sino de ahora mismo.

¿Lo han visto entero? ¡Joder, qué paciencia! Yo no soy capaz. Y ahora, díganme: ¿Creen que uno solo de los que salen en el vídeo dejará de votar a Trump? Y esto es sólo un ejemplo local. En fin, este es un tema en el que reconozco que no soy imparcial. Yo soy de asfalto, como saben, odio el modo de vida y la forma de pensar de la gente del campo, a mí me darían los siete males si tuviera que vivir en una comunidad agrícola o ganadera, las veo como lugares con un control social agobiante, en los que, si te sales un poco de la vereda, al día siguiente todo el mundo te hace bromas al respecto: así que ayer, ¿eh?, que ya me he enterado. La ciudad es cultura, es progreso y es anonimato. Yo me siento libre en las ciudades, a pesar de la contaminación. Y ya me han visto llegar a urbes, como Hamburgo, San Francisco o San Petersburgo, que no había pisado en mi vida y orientarme perfectamente desde el primer momento. En cambio, si a mí me sueltan en paracaídas en una pradera de Arkansas, creo que me volvería loco.

Pero volvamos a un tema que hemos mencionado de pasada. Lo de que Trump, si pierde, no lo va a aceptar. ¡Joder, es que esto sí que es el fascismo! Esto es ponerse al nivel de Putin y otros autócratas vitalicios. Es increíble, e impresentable, pero suponiendo que sucediera, ¿cómo se soluciona? Pues está previsto en la Constitución. El Tribunal Supremo tiene la competencia para solucionar el conflicto jurídico creado, con una decisión en un sentido o en otro, contra la que no cabe recurso. Y debe hacerlo antes del 1 de febrero, día en que toma posesión el presidente que sea. Esto explica el follón que se ha montado con motivo de la muerte de la juez progresista Ruth Bader. Resulta que Trump se ha apresurado a decir que va a proponer a una juez conservadora, con lo que la proporción de jueces conservadores sería de seis a tres, frente a los progresistas. Una proporción muy interesante para Trump, si decide no aceptar los resultados electorales.

Los jueces del Supremo, que son vitalicios, los propone el presidente y los nombra el Senado. Y el jefe de la mayoría republicana del Senado ya ha dicho que hará el nombramiento antes del cambio de presidente. Resulta que este jefe de la mayoría republicana, es el mismo que, en situación similar, le negó esa misma deferencia a Obama. Obama se iba y propuso a un juez progresista para sustituir a uno que se acababa de morir. Y este señor ni siquiera permitió que el Senado lo discutiera. Directamente dijo que era más lógico esperar a que el nuevo juez lo nombrara el presidente entrante, que finalmente fue Trump. Jugada redonda. ¿Y quién es ese señor modelo de coherencia? Pues se llama Mitch McConnell y tiene el aspecto que ven aquí abajo (ya saben que la cara es el espejo del alma). No, no. No se le está cayendo la cara de vergüenza, es que la tiene así. La forma de actuar de este caballero sólo puede calificarse con un nombre: desfachatez. Des-facha-tez.

Pero el problema no es de una sola persona; es más de fondo. En realidad, el Senado USA ha estado casi siempre en manos de los republicanos, con excepciones contadas. ¿Saben por qué? Pues es sencillo. En el Senado tiene el mismo número de representantes Wyoming (580.000 habitantes) que California (39,5 millones). Naturalmente, la proporción de red-necks (o, dicho en cristiano: garrulos blancos con sombrero de cowboy y pistola al cinto) es abrumadora frente a los que provienen de las zonas urbanas de los grandes estados. Y ese sesgo rural del Senado, incide directamente en la composición del Tribunal Supremo. Eso es algo que está estudiado estadísticamente. De hecho, los demócratas, cuando han estado en el poder, se han planteado añadir como estados nuevos a Puerto Rico y Washington DC, además de dividir California en dos estados, para disminuir su desventaja de base, pero nunca se han atrevido a hacerlo.

Además de los estados sureños que hemos enumerado arriba, Trump domina en Alabama, Idaho, Oklahoma o Kentucky, cuyos mismos nombres tienen resonancias rurales míticas. En cambio, los demócratas van por delante en los estados de la costa Oeste: Washington, Oregón y California. También en Illinois y Minnesota. Y, por supuesto, en toda la zona Este: Nueva York, New Jersey, Massachusetts, Maryland, Pennsylvania. La elección puede que se juegue en estados dudosos, como Florida, Ohio, Georgia o hasta la misma Arizona. Arizona, tradicionalmente republicana, ha tenido una gran entrada de población inmigrante hispana, incluso tienen una potente emisora de TV en castellano, de la que ya les he puesto más de un vídeo. Además, curiosamente, en Arizona los hispanos son de origen mexicano. Y los que vienen de México son emigrantes económicos, de tendencia natural demócrata. Al contrario que los cubanos de Florida, emigrantes políticos, tirando a fachas y automáticamente inclinados a votar republicano.

La contienda que viene va a ser reñida y apasionante. Nos jugamos mucho. La anterior elección de Trump fue la culminación de una serie de movimientos en contra del progreso de la Humanidad, como el Brexit, los nacionalismos identitarios y los neofascismos en Europa, por no hablar del acceso al poder de personajes como Putin o Bolsonaro. Todos estos hechos suponen el triunfo de la ignorancia sobre la cultura, del autoritarismo frente a la democracia, de los localismos contra la hermandad mundial, de los garrulos frente a la población urbana. Los garrulos británicos inclinaron la balanza del Brexit y los del Ampurdán han llevado en volandas a los Puigdemont y Torra. Si ahora los electores americanos le dieran a Trump una patada en el culo, sería quebrar una tendencia regresiva mundial. Es una batalla entre la población urbana más culta y la masa rural inculta. Por eso es importantísimo ganarla. Vamos, que, si eso sucede, yo lo pienso celebrar por todo lo alto. Hasta con unos percebes.

El mundo de la cultura USA se ha pronunciado de forma unánime. Y, dentro del mundo de la cultura, también el del rock. Neil Young, Bruce Springsteen, Sheryl Crow, los Stones y tantos otros, han dejado clara su postura. En relación con Bruce Springsteen, he de decirles que anteayer cumplió 71 años. Y que sigue colgando en Youtube vídeos de los temas de su nuevo álbum, a punto de ponerse a la venta. El otro día vimos el correspondiente a la canción que da título al álbum: Letter to you. Ayer mismo colgó esta maravilla que les dejo de despedida. El Boss grita a todo pulmón que está vivo y que vuelve a casa. Está en plena forma física y creativa. Es una canción maravillosa y el video intercala imágenes actuales con antiguas escenas del joven Springsteen, todo lo cual compone un conjunto verdaderamente grandioso, impresionante, emocionante. Disfrútenlo. Y cuídense, que el virus está por todas partes y nos acecha en cada esquina. Que pasen un buen finde.


6 comentarios:

  1. Según dice usted, cuando una cosa se repite al menos una vez, ya es tendencia. Ya que cita dos veces al ABC, ¿debemos entender que se ha pasado a ese periódico provecto y no sé qué más calificativos que le otorga?

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    1. Es una casualidad, siempre he consultado, el ABC, el inMundo y La sinRazón. Antes leía mucho El País, ahora ya no me fío ni un pelo de él. La prensa, en general, es muy poco de fiar. Hay que aprender a leer entre líneas, como en tiempos de Franco.

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  2. Muy aclaratorio en lo que se refiere a la contienda americana. De aquí a entonces pueden cambiar mucho las cosas, pero es muy inquietante que Trump diga que no va a aceptar el resultado si no gana. Creo que sería la primera vez en la historia de los Estados Unidos que sucede algo así.

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    1. Sí, creo que nunca ha sucedido. Pero este Trump es un fanfarrón y amaga para asustar. Tampoco ha dicho que no vaya a aceptar el resultado de las urnas. Preguntado al respecto, lo más que ha dicho es "ya veremos". Por si las moscas, sería bueno que Biden ganara por un margen amplio, indiscutible. Ese es mi sueño.

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  3. La cara del tipo del Senado es alucinante, por todo lo que expresa,
    Una pregunta ¿Por qué no incluye a Samantha Fish entre los rockers contrarios a Trump?

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    1. Pues no la incluyo, porque no tengo ni idea de cuál es su tendencia política. Me sorprendería que fuera partidaria de Trump, pero no lo descarto, se lleva uno muchas sorpresas en estas cosas. Tampoco descarto que no vote en absoluto, más del 50% de los yanquis tienen por costumbre no votar, salvo en las elecciones de cada estado.

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