jueves, 3 de septiembre de 2020

972. What the fuck's going on?

O dicho en cristiano: qué cojones está pasando. Pues eso digo yo. No se sabe qué pasa con el virus, no nos podemos fiar de la prensa, aun menos de los políticos. Queda poco por hacer: esperar y ver. Ya saben que yo no me quejo, sigo aquí a mi teletrabajo, a mis lecturas, a mis series, a mis cervezas con amigos, a mis carreras por el parque del Retiro, a mis ensueños diversos. Y a mi blog, desde luego. Hace unos días, rebuscando entre mis viejos vinilos encontré este que ven en la foto de abajo, un disco ciertamente histórico: el Electric Warrior de T.Rex, publicado en 1971, hace casi 50 años. Un tesoro que aún conservo.


Por cierto, observarán que la camiseta que llevo acredita mi participación en su día en el Medio Maratón de Fuenlabrada. Esto es para los que dicen que le tengo manía a los de ese pueblo, cuyo equipo ha causado la ruina del Dépor. Falso, falso, yo no les tengo ninguna manía, pobrecitos, bastante tienen con ser de semejante lugar. En cuanto a T.Rex, fueron la banda que acuñó el concepto de glam rock en los 70 y la más brillante de esa tendencia. Y este es su mejor disco, en mi modesta opinión. Empezaron, cuando la moda era ponerles a los grupos nombres largos y pomposos, bajo la denominación Tyrannosaurus Rex, que supieron abreviar a tiempo. El artista barcelonés Loquillo tiene una canción que se llama El Rey del Glam, cuyo estribillo dice: te has quedado en el 73, con Bowie y T.Rex. Es exactamente el punto en el que yo me quedé. ¿Cómo dicen? ¿Que todo esto se la bufa, que lo que quieren es oír la música? No hay problema. Vean como sonaba este vinilo emblemático. Hacer eso en 1971 tiene bastante mérito.


Bien, hecha esta introducción, voy a seguir hablando de mí mismo. ¿Cómo? ¿Que es lo que hago todo el rato? No, no, eso es un infundio, cómo pueden pensar que me gusta hablar de mí mismo, si yo soy un tímido, por favor… Además, en este caso es sólo para mostrarles un ejemplo que les va a ayudar a entender lo que voy a explicarles después. Bueno, va, váyanse a paseo. El caso es que, con motivo de los períodos de confinamiento y desescalada, llevo seis meses seguidos entrenando, primero haciendo 50 minutos en mi casa y luego recorriendo mi circuito de 6,5 kms. por el Retiro. Un día de cada tres, con puntualidad kantiana. No había fallado un solo día. Hasta ahora. El miércoles 26 de agosto terminé mi carrera con un dolor importante en la planta del pié izquierdo. A lo largo de mi carrera de corredor he tenido diversas molestias en rodillas y espalda, que es lo que más procuro cuidar ahora, pero nunca un problema plantar.

Revisé la zona dañada y no me pareció que hubiera ningún callo o dureza de los que suelen llamarse un clavo. Era más adentro. Una contusión en el hueso, o una tendinitis o algo similar. ¿Remedio? Obviamente, lo primero, dejar de correr. Reposo y bien de Traumel, aplicado con el secador de pelo, para que entre más profundamente. ¿Cómo dicen? ¿Que por qué no fui a un médico? Vamos a ver, que yo tengo muchos trucos de veterano, que sé cómo tengo que actuar. Además, los médicos en este momento no están para tonterías. Vale, con el Traumel me mejoró, lo que venía a indicar que la cosa no era demasiado grave. Reposo y a esperar. Me tocaba volver a correr el sábado 29, pero me salté ese entrenamiento. Iban pasando los días y la molestia iba remitiendo muy lentamente. Y ahora van a ver por qué les cuento esto.

El lunes por la noche, me acosté con un dilema en la cabeza. El martes me tocaba correr otra vez. Y la planta me seguía cantando aunque cada vez menos. El dilema es el siguiente. Yo puedo seguir descansando hasta que la molestia haya desaparecido del todo. A lo mejor eso sucede en un mes (si es una tendinitis, más). Dentro de un mes habré perdido la forma (joder, que tengo casi 70 años, no es como si tuviera 30). Es decir, todo este entrenamiento no habrá servido de nada, porque partiré de nuevo prácticamente de cero. Y aquí aparece la otra posibilidad a contemplar. Recuperar el entrenamiento aunque me duela e ir viendo qué pasa. Como hacen los deportistas profesionales, los futbolistas, los tenistas. Es algo que tiene sus riesgos, uno puede hacerse una avería más seria y lo sé, pero ahí entran la veteranía y la intuición.

Decidí que el martes correría otra vez. Antes de salir, me di otra vez bien de Traumel, con mucho masaje y el secador, y me puse enseguida el calcetín, para que no se evaporara. Salí con cautela. Durante el calentamiento hasta el lugar donde hago estiramientos, he de admitir que me dolía bastante, iba prácticamente cojo, pero llegué. Hice mis quince minutos de estiramiento y arranqué. Y ya me dolía menos (buena señal). La zona dañada había entrado en calor y la cosa iba mejor. Un riesgo suplementario de hacer lo que hice es que te lesiones en la pierna contraria, por pisar protegiendo la zona que te duele. Nada de esto sucedió. Completé bien el recorrido (por fallar un día no se pierde forma), llegué a casa, me di una larga ducha y mantuve un rato la cebolla apuntando directamente a la planta dañada, al máximo de temperatura que soportaba. Luego, con el pie aun en caliente, repetí la operación del Traumel. Y, con el desayuno, me tomé un ibuprofeno que es anti-inflamatorio.

Ahora, la dolencia sigue su curso, continúa mejorando lentamente, pero ya he recuperado el ritmo de entrenamiento. Arriesgué, y me ha salido bien. Por cierto, si yo hubiera visto que con esa carrera la lesión empeoraba, entonces hubiera pasado al plan B: parar del todo y probablemente hablar con algún médico. Pero mi remedio funcionó. Y les cuento todo esto para que comparemos con lo que está pasando con el virus. El período de encierro severo fue muy eficaz para frenarlo. Si llegamos a estar un año encerrados así, a lo mejor el virus desaparece del todo Pero, en ese caso, la economía se habría venido aún más abajo, la sociedad se hubiera ido a la mierda, habríamos acabado pasando hambre y a hostias entre nosotros. Por eso había que ir abriendo la mano, arriesgando y haciendo un seguimiento estrecho de lo que iba sucediendo. Así se ha hecho en todos los países. Salvo que ciertos políticos a veces han manejado además otros conceptos, digamos, de oportunidad.

¿Y qué está pasando en España? Pues eso me gustaría saber a mí, y de ahí el título del post. A quién creer. Circulan fake news a cientos, mensajes alarmistas firmados, por ejemplo, por el Jefe del Servicio de Inmunología de la Clínica Puerta de Hierro, por decir algo. Consultas el organigrama de dicho Hospital y resulta que ese señor no existe. A lo mejor ni siquiera existe el servicio. Yo, que por naturaleza soy más dado a los mensajes optimistas, me creo más gráficos como este que les pongo abajo. Es un cuadro comparativo oficial de la Comunidad de Madrid, del número de ingresos por Covid en los hospitales de la provincia en marzo y agosto. Creo que habla por sí solo. 

Que sí, que después del 25 de agosto ha seguido subiendo y todo lo que quieran. No es mi intención entrar en una polémica de cifras con ustedes, queridos lectores, muchos seguro que infinitamente mejor informados que yo. Lo que quiero decir es sólo que no sabemos nada, que no hay de dónde sacar una información fiable. ¿Revisamos la prensa? ¿Para qué? El inMundo, el ABC y la sinRazón exagerarán todo lo que puedan el drama, porque lo que quieren es que se vaya Sánchez, por definición; haga lo que haga estará mal, porque es un okupa de La Moncloa y además se ha aliado con Iglesias, a quién le huele mal la coleta, signo inequívoco de que es un chavista y un bolivariano. Si tienen que mentir, mienten, no pasa nada. El País, tres cuartos de lo mismo, ha caído en manos de la otra banda del PSOE, los felipistas, susanistas y similares, bien conectados con el poder económico, y ya no se puede creer lo que diga.

Un inciso. Todo esto es lamentable. Y lo que produce es que desde el extranjero se nos vea como un país bananero, al que no hay que darle ni agua. Los suizos, los austriacos, los nórdicos y ya no digamos los holandeses, piensan que somos una panda de vagos e imprudentes y encima que estamos todo el día dándonos abrazos y besos, bebiendo y bailando el tirititran-tran-tran. Y luego, a la hora de las ayudas nos las regatean para ahorrarse el dinero, porque son unos usureros y unos roñas. El perverso cainismo patrio alimenta la famosa leyenda negra, hagamos lo que hagamos los de a pie. No digo que no estemos mal con el virus, pero en todas partes cuecen habas. En Francia también, aunque las llamen cassoulet. Pero en Francia no hay unos políticos tan nefastos como los nuestros, ni una prensa tal mala.

Y lo mismo sucede en el resto de países de Europa. Por cierto, los que las van a pasar canutas son los británicos, porque al covid tienen que sumarle otro virus horroroso: el del Brexit. Se acordarán siempre de cómo dejaron que una decisión tan importante se adoptara a partir de un 51% de votos favorables en un referéndum con trampa. Y, también por cierto, en Alemania hubo el otro día una manifestación monstruosa de negacionistas pedorros, sin que los demás países miren a los alemanes en su conjunto como apestados. Algo parecido hubo en Madrid, pero no fue ni el Tato. Ni siquiera fue Miguel Bosé. Aaaaayyyy, cómo se le ha ido la olla a este hombre ¿verdá-usté payo? Con lo sensato y lo leído que parecía. Porque el Bumbury ya era tonto de origen... ¿pero el Bosé? Qué pena, qué pena.

Pero volvamos a la línea por la que íbamos. ¿Es posible saber algo de lo que está pasando de verdad? Pues, como ya saben que soy un proyanqui de mierda, me he acercado a ver qué dice el New York Times, que siempre es una referencia. Y que por la lejanía no tiene interés concreto de jodernos o regatearnos ayudas. Que conste que a mí no me gusta Pedro Sánchez, como he escrito muchas veces en el blog, lo único que digo es que las críticas que se le hacen desde la derecha, desde los nacionalismos y desde la prensa local no me valen. Así que me he acercado al New York Times, limpio de prejuicios, con la sana intención de ver qué dicen y contárselo a ustedes. Les resumo el reportaje que publicaron el martes.

Titular del artículo: Una segunda ola de coronavirus azota España. Subtítulo: Si Italia fue la avanzadilla de la primera ola de la pandemia, España parece serlo de la segunda. Datos: España es uno de los países más afectados de Europa. La semana pasada se registraron 53.000 nuevos casos y se alcanzó un ratio de 114 nuevas infecciones por cada 100.000 habitantes. El virus se está expandiendo ahora mismo algo más rápido que en los USA, unas ocho veces más rápido que en Francia o en Italia y diez veces más que en Alemania. Hasta aquí la información con los datos de la última semana, piensen que esto cambia por días. Pero lo más importante: ¿Por qué España está peor que los otros países de nuestro entorno? Pues el diario aventura cuatro posibles causas principales.

1.- Una desescalada prematura y quizá precipitada. 2.- La proliferación de reuniones familiares grandes: familias extensas, mucha afectividad, carácter latino, etc. 3.- La apertura al turismo. Y 4.- Las malas condiciones de vivienda y sanidad de la población inmigrante, de los que trabajan en el campo como temporeros. Sólo después de estas cuatro causas principales sitúa como un motivo adicional la vuelta de la vida nocturna, el botellón, etc. que no considera tan significativo.  Muy bien. Todo esto nos lo podemos creer, pero no porque lo vocifere el fraCasado, lo escupa Abascal, lo eructe Rufián o lo magnifiquen los panfletos de la derechona y de Cebrián y Felipe. Sino porque lo dice un periódico serio del extranjero, sin interés de jodernos como algunos europeos.

¿Tiene la culpa de esto el gobierno? Pues sí, en buena parte, por no aplicar unas normas más estrictas y vigilar su cumplimiento. Y también la gente que se cree que el problema ha pasado y ya podemos vivir como antes. Pero recuerden: a Sánchez se le sometió a una verdadera tortura con las prórrogas del estado de alarma, sólo por joderle (no sé si lo saben, pero en Italia el estado de alarma se mantiene, hoy, ahora, mientras ustedes leen este post). Le atacaron por todos los lados los de siempre: la derecha y los nacionalistas de todo signo, haciendo pinza. Que si quería tenernos encerrados para crear una sociedad comunista, que si quería recentralizar el estado (mejor nos iría sin duda con una sanidad y una enseñanza centralizadas). Con esto no quiero exculparlo de haberse precipitado con el desconfinamiento (si es que se dictamina que así ha sido). Si tuviera un poco más de talla política y de fondo ideológico hubiera resistido las presiones. ¿No tiene un libro que se llama Manual de resistencia? Pues resista, coño.

Por ejemplo, al alcalde de Madrid lo estuvieron presionando de todas las formas imaginables para que abriera los grandes parques. La presión venía de su propio partido, de Vox  y de los revoltosos de Núñez de Balboa, que pedían a gritos libertad. Pues el tipo aguantó la presión, y no abrió el Retiro hasta que el gobierno central cambió de fase, a pesar de que uno de estos energúmenos que querían correr por el parque o tomarse el vermú en una terraza, lo denunció en un juzgado por prevaricación. Es lo mínimo que se pide a un político. Por cierto, como yo no soy igual que el fraCasado, no estoy predispuesto a que me tenga que parecer mal todo lo que hace. Así que, sin ningún problema, aplaudo que le haya dado una patada en el culo a Cayetana y haya mejorado la posición de Ana Pastor y de Almeida. A ver si ahora empieza a hacer caso de sus consejos. 

En cualquier caso, igual que con mi dolencia plantar, había que arriesgar. Lo están haciendo todos los países. Si nos quedamos un año encerrados, nos vamos a la mierda, el virus y nosotros. Todavía no se sabe si la hemos cagado o no del todo. Según el New York Times, ahora vamos de farolillo rojo. Pero esto del virus cambia de un día para otro. Nos movemos sobre un delgado filo. Y otra cosa en que todos los agoreros están de acuerdo: el sitio más horrible del país es Madrid. ¡Hala, a por nosotros! Esa es otra variante del cainismo hispano, el odio a la capital. Pues aquí me tienen a mí, en el puto centro de la ciudad más horrible del país más lamentable, y tan contento. Haciendo la misma vida desde que se acabó el confinamiento severo. Salgo a hacer los recados que tengo que hacer, me tomo mis cervezas con amigos y corro por el parque. Salvo para correr, me pongo siempre mascarilla. Y doy abrazos con cuidado a quien se los tengo que dar.

Y procuro ventilar bien mi casa y relajarme leyendo o escuchando música. Sigo enganchado a Samantha Fish, pero no me olvido de Sheryl Crow, ya saben que soy partidario acérrimo del poliamor. Sheryl continúa con su producción de nuevos vídeos rescatando sus canciones de más claro mensaje político. Las suele publicar en dos versiones, una de animación y otra con sus músicos en multipantalla. Yo, en general prefiero verla en persona. Esta nueva actividad frenética, claramente enfocada a la carrera hacia las elecciones presidenciales, parece haber revivido a esta mujer espléndida de 58 años, que ya no tiene la cara de mala uva de alguno de sus vídeos intermedios del encierro. Les dejo su última producción. Cuídense y procuren ser felices. Y no tengan miedo. El miedo es un virus más letal que el Covid 19.



10 comentarios:

  1. El cuadro que nos muestra es real, pero el mensaje es un poco engañoso. Es cierto que hay menos ingresados, pero los contagios están subiendo como la espuma. Lo que pasa es que esta vez los contagiados son por ahora gente más joven, hay más rastreos y eso hace que se incluyan muchos casos asintomáticos o leves, que no requieren ingreso.
    Sus mensajes son de un optimismo admirable y se lo agradecemos, pero no hay que perder de vista que tenemos que seguir teniendo mucho cuidado, y que la luz al final del túnel no se ve todavía, ni se verá en mucho tiempo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estoy totalmente de acuerdo con usted. Lo que pasa es que este foro está predeterminado para el optimismo y no voy a abdicar de eso ahora. Pero, como usted, creo que nos queda una larga travesía del desierto. Si textos optimistas como este ayudan a mis lectores a pasarla mejor, habré cubierto objetivos.

      Eliminar
  2. No es por fastidiarle su historieta, pero ¿no sería mejor haberse puesto hielo en el pie al volver de su carrera en la que se lesionó?. Por lo demás, enhorabuena por su entereza, a esas edades es algo muy meritorio.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, sin duda, pero lo del hielo es cuando tienes una lesión por una mala pisada o un golpe. Entonces hay que llegar a casa y ponerse hielo enseguida, antes de que empiece a enfriar. Mi problema ya venía amagando, pero no llegaba a concretarse. El día de autos, llegué con una pequeña molestia, pero al rato me empezó a cantar. Estaba ya en reposo y el hielo ya no era recomendable. Mejor el reposo, el Traumel, el masaje, el calor y contarlo en el blog.
      En cuanto a su segundo párrafo, se lo podía haber ahorrado, no necesito su condescendencia. Dicho esto sin acritú.

      Eliminar
  3. Es de agradecer que se moje, como siempre en este blog. Dicho esto, le detallo mis discrepancias. Si nos fijamos en Italia, las causas 2, 3 y 4 de las que dice el NYT, son exactamente iguales allí. Sin embargo van mejor. O sea que la diferencia la marca la causa 1 (tal vez también la actitud de la gente, aunque no creo). Y la causa 1 es responsabilidad directa del gobierno. Es muy fácil decirlo ahora, todos somos "capitanes Aposteriori". Yo no creo que la desescalada haya sido precipitada ni prematura. Tal vez la decisión fue mal explicada y tomada sin las debidas medidas de control preparadas. Eliminar el estado de alarma fue una decisión forzada por la presión de los demás partidos, pero eso no le exculpa a Sánchez, como usted dice. Usted arriesgó con su pie y le salió bien. Sánchez arriesgó y parece que no le salió tan bien.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Uf, no sé qué decirle. A mí me sorprende que Italia y Francia vayan mejor que nosotros. Mis hijos han estado este verano en ambos lugares y me cuentan que la gente llevaba la mascarilla en el brazo y sólo se la ponía al entrar en locales cerrados. Mi hijo Kike, de vuelta en París, se ha encontrado que la mascarilla se ha vuelto ahora obligatoria para ir por la calle, una medida que aquí impusimos hace mucho. A lo mejor los gobiernos central y autonómicos tiene parte de culpa, las medidas hay que tomarlas con anticipación, después ya no valen.
      Confío en esas auditorías independientes que un día analizarán la actuación de todas las administraciones. Y eso será lo que pase a la Historia.

      Eliminar
  4. Emilio, tu admirado NYT esta vez evidencia una miopía lamentable: El turismo no puede ser causa de la expansión del virus, porque es prácticamente inexistente, Madrid y Barcelona no han recibido más del 10% de los turistas de años anteriores y la mayoría de ellos son nacionales. Y, entretenidos con topicazos como el de nuestro afable carácter latino y nuestra afición a las celebraciones familiares, no han reparado en que el verdadero caladero del virus es el transporte público: el metro y los trenes de cercanías mueven a diario millones de viajeros hacinados, que no van precisamente a una fiesta. ¡Ah, claro! Eso no se toca: Los que se hacinan en los transportes públicos son gente que va a trabajar. Y ya sabemos que para todo neolib que se precie, cuando se trata de economía, la salud es lo de menos. Sobre todo, la salud de los otros.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Querida, no te sulfures de esa forma, a ver si te va a dar un yuyu. Yo lo único que digo es que no nos podemos fiar de la información que nos llega, que entre lo que se desconoce del virus y lo que se sabe y nos ocultan, no nos enteramos de nada. Por eso me parece de interés escuchar lo que se dice de nosotros desde un lugar lejano. No he dicho que eso sea la Biblia, ni siquiera que esté de acuerdo. Tu opinión es tan válida como la de ellos, pero también hablas de oídas, porque dudo que te hayas subido en el Metro o el Cercanías hace muchos meses. Yo sí me he subido y no he tenido sensación de agobio, ahora, es posible que a primera hora vaya un poco más atestado. La señora que viene a limpiar a casa viene siempre en Metro, y yo hablo con ella todo el rato, con nuestra mascarilla calada. Turismo ha habido poco, comparado con otros años, pero ha habido, sobre todo nacional. Y quizá no es una buena idea irse a la playa en estas circunstancias. Yo no me voy a mover.
      Pero lo dicho: que es tu opinión y yo le doy tanto valor como a la del NYT. Y que te calmes, que no es bueno agarrarse esos sofocones. Un abrazo (con mascarilla).

      Eliminar
  5. ¡Qué bárbaro, menudo rapapolvo, Emilio! No te preocupes, que no me va a dar un derrame cerebral por indignarme ante la mediocridad y la incompetencia de nuestra clase dirigente (más o menos a la altura de la ciudadanía que la elige). No he viajado en metro desde julio, en horas valle y con el vagón casi vacío. Pero he visto unas imágenes muy preocupantes del metro de Madrid en agosto y en horas punta; comprobé que no eran falsas: Todo el mundo con su mascarilla, apelotonado, tanto en el andén como en el interior de los coches. Y también he oído las quejas de la gente, muy cabreada por la escasa frecuencia de los trenes; incluso he oído al consejero de transportes anunciar un incremento de vehículos... Así que, mi argumento sigue pareciéndome más plausible que algunos de los que "aventura" el NYT (acierta en otros). La mala calidad de nuestros políticos y de nuestra prensa es deprimente, pero la ciudadanía tampoco se lo toma en serio: Entre los de las cacerolas y los que usan la misma mascarilla desde que empezó la pandemia... ¡apaga y vámonos! Yo también te abrazo, irreductible galo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cuando hablas de rapapolvo, supongo que te refieres al que me echas tú a mí en el primer comentario de este hilo (porque los modernos como yo llamamos a estas series "hilos"). Sabes que me encantan tus comentarios siempre atinados y originales. Y he puesto tus opiniones al mismo nivel que las del NYT, para que veas. Así que sigue entrando aquí cuando quieras, porfa, a decir lo que te apetezca.
      Por cierto, durante los primeros meses de encierro, yo tenía tres mascarillas que usaba alternativamente y ponía al sol después de cada uso. Hasta que alguien me dijo que era un gorrino y descubrí que lo era de verdad. Entonces las tiré a la basura y empecé a usar otras nuevas para unos pocos usos.
      Abrazos.

      Eliminar