sábado, 22 de febrero de 2020

913. Los políticos nunca se equivocan

No señor, hay que joderse, al menos en España. Es rarísimo que un político haga autocrítica y admita que se equivocó. Por eso nunca piden perdón o se disculpan. Aquí el único que pidió perdón fue el Rey Emérito, cuando todavía no lo era (emérito). Cierto que la cagada había sido monumental. Lo recuerdan: se rompió una cadera cazando elefantes en Bostwana en compañía de una rubia aristócrata. Percances como este le llevaron a la situación de emeritez, valga el palabro, pero lo cierto es que se disculpó. Los políticos en cambio, jamás lo hacen. Díganme ustedes si recuerdan alguno.

Bien, he de decirles que, con los fastos del cumpleaños y mi celebración con homenaje a la literatura y el erotismo incluido, tengo una serie de temas en cola que se han ido quedando en stand by y que me gustaría ir retomando. Por ejemplo un análisis sobre lo que ha pasado en España en estos últimos tiempos, y cómo es que hemos llegado a la situación en la que estamos, con Sánchez de presidente, Iglesias de vice y los catalanes con la llave para darles una patada en el culo cuando quieran. Me ocuparé hoy de este tema y dejaré otros para después, como la historia del general iraní al que mataron de un pepinazo, o un análisis del tema del Covid-19 más global y no centrado en un caso individual. Tiempo habrá, si es que el maldito coronavirus no se nos lleva por delante, que ya está en Italia, aquí al lado. Una borrasca más como las que nos han azotado recientemente, y los vientos huracanados nos traerán los virus a este lado del Tirreno. Toquemos madera.

En cualquier caso, la actualidad manda y esta tarde-noche continúa la campaña electoral americana con los caucus de Nevada. Para la preparación del asunto, el otro día hubo un debate en Las Vegas, en el que por primera vez participó Bloomberg, aunque no concurre al caucus. Como era de esperar, todos los demás lo atacaron con furia. Los candidatos bajaron a la arena y se fajaron duramente. Volaron los cuchillos. Vean aquí el anuncio del debate, que tuvo lugar en la sede de la CBS de Las Vegas.


Veremos que sucede esta noche (en España) y si esta vez son capaces de contar los votos con una aplicación que funcione y no hacen el ridículo. De momento, a nivel nacional los sondeos van dando ganador a Sanders, por delante de Biden y Bloomberg, lo cual me encanta por lo que supone de cambio en la mentalidad americana. Lo que pasa es que el objetivo es derrotar a Trump en noviembre y hay dudas sobre si Sanders es el más adecuado para ello. Si llegara a presidente sería una pasada. En cuanto a los sondeos locales de Nevada, Sanders obtiene casi un tercio de la intención de voto, una holgada ventaja que, de confirmarse, le hará salir muy reforzado. Vean una imagen reciente de este soñador y altruista caballero.


Algunos de mis lectores no acaban de entender mi fascinación por Bloomberg, al que en el debate le dijeron a voces que no es muy distinto de Trump. Como ya he explicado, esa fascinación me viene de cuando coincidí con él en la fiesta que nos dio como alcalde a los participantes en el Congreso Greater and Greener de Nueva York, fiesta en la que se quedó hasta el final, se lo pasó de puta madre con todos nosotros y, como ya he contado veinte veces, tuve la oportunidad de saludarlo y me dio buen feeling. Más todo lo que lo he ido siguiendo después y la importancia que tiene dentro del grupo C40 con el que estoy colaborando en estos últimos tres años. Pero además de todo eso, no puedo negar también que tengo una vena macarra, que nunca he escondido en este blog. Y es que yo veo la imagen que les voy a poner abajo, de la sede de la Bloomberg News en Nueva York, desde donde se gestiona, entre otros medios de comunicación, la Web de información económica con más visitas del mundo, y es una imagen que me retrotrae al mundo de Blade Runner.









Como les he dicho, hace un par de días hubo un debate de los seis candidatos involucrados, que se celebró en la CBS de Las Vegas. Les voy a poner un enlace a la información que sobre este evento difundió la cadena de televisión Tele Mundo Arizona, que emite en castellano para la población latina de ese estado (recuerden, donde están Phoenix, Tucson y Nogales, las dos últimas visitadas por mí). Es un reportaje cortito pero interesante. Para escucharlo han de pinchar AQUÍ y activar el volumen (y cerrarlo en cuanto termine, si no quieren que les entren otra serie de vídeos en cadena). ¿Ya lo han escuchado? Si es así, habrán comprobado que a la senadora Amy Klobuchar la pillaron no hace mucho en una entrevista, en esta misma cadena, en la que no supo decir el nombre del presidente de México. Interpelada sobre ello en el debate, admite que se equivocó, que tuvo un lapsus y pide disculpas por ello y esto nos lleva directamente al tema enunciado en el título de este post.

Porque hay dos noticias en estos días que tienen relación con ello. La señora Carmena reconoce que se equivocó separándose de Podemos y montando una alternativa con Errejón. Yo discrepo, creo que no le faltó mucho para ganar y, si hubiera ganado, no tendría la sensación de haberse equivocado. Pero lo que quiero destacar aquí es que esta señora sale a la palestra y dice que se equivocó. Algo totalmente inusual entre los políticos, una muestra de por qué esta señora suscitaba tantas adhesiones, entre ellas la mía. En mi opinión, los dos tipos que más se han equivocado en los últimos tiempos en España son Pablo Iglesias y Albert Rivera. Y no hemos escuchado una sola autocrítica de ninguno de los dos, nada, ni un leve titubeo en sus declaraciones: ellos lo hicieron todo bien, somos los ciudadanos los que nos equivocamos y no los entendimos. Rivera dice incluso que está escribiendo un libro en el que se explicará (esta es la segunda noticia relacionada). Lo lleva crudo. Dudo que aporte luz al mayor caso de soberbia y contumacia que se ha visto en el mundo occidental. Porque hasta Iglesias ha recapacitado y plegado velas, cuando ha visto que podía pillar poder. 

Viene bien que recapitulemos, porque el tiempo va muy deprisa y la memoria nos juega malas pasadas. No me quiero remontar mucho, pero recuerden que la segunda legislatura de Zapatero, catastrófica por la crisis económica mundial imprevista y mal gestionada por el gobierno, estaba previsto que finalizara en abril de 2012, cuatro años después de iniciarse. Pero hubo un momento en que la cosa ya no se podía aguantar más y Zapatero fijó las nuevas elecciones el 20-N (ocurrencia muy zapateril) de 2011. Resultado: mayoría absoluta del PP de Rajoy. Este señor inicia un desmontaje salvaje del estado del bienestar (o así) que disfrutábamos y que ha desembocado en la calamitosa situación laboral actual. Por cierto, a ese primer gobierno de Rajoy se suma Gallardón, abandonando el barco del Ayuntamiento en manos de la señora Botella, lo que precipitó la llegada al Área de Urbanismo de la concejala zombie que estuvo en el origen de mi decadencia municipal y de la inauguración de este blog.

En ese momento no existían ni Podemos ni Ciudadanos, y nos manejábamos por un cómodo bipartidismo que se iba turnando: que uno la cagaba, pues votábamos al otro. Pero vayámonos a cuatro años después. A finales de 2015, Rajoy ya ha perpetrado su fechoría, todo va mejor para los de arriba, las cifras macroeconómicas van mejorando y nuestra prima de riesgo está controlada. La polarización social se ha agudizado, pero no es de eso de lo que quiero hablar hoy. Rajoy, con su proverbial inmovilismo, estira la legislatura todo lo que puede y termina convocando las nuevas elecciones el 20 de diciembre de 2015 (ocurrencia muy rajoyana, que le jode las navidades a más de uno). Resultado: el PP pierde la mayoría absoluta y pasa de 186 diputados a 123 (la mayoría absoluta está en 176). El PSOE baja también, pero menos. ¿Y qué es lo que ha sucedido? Pues que hay dos partidos nuevos, Podemos y Ciudadanos, que irrumpen en el panorama y se llevan respectivamente 40  y 30 diputados. El bipartidismo ha saltado en pedazos.

El Rey inicia sus consultas y Pablo Iglesias le dice que quiere un gobierno de progreso, con Sánchez de presidente y él de segundo. Un auténtico visionario, oyes. Esto sólo planteaba un problema: que no se lo había dicho a Sánchez y que este se entera por la prensa y se echa las manos a la cabeza. El Rey encarga formar gobierno a Rajoy y este dice: yo paso. Increíble, pero cierto. Entonces, el Rey le pasa el encargo a Sánchez y este suscribe un acuerdo con Rivera basado en un programa de 200 medidas, entre las que estaban la oposición a un referéndum en Cataluña, o la derogación de la reforma laboral del PP. No les bastaba para ganar la investidura, pero pedían a derecha e izquierda que se sumaran apoyos, porque un gobierno de amplio espectro era justo lo que necesitaba España en ese delicado momento post-crisis. Pero, tanto el PP como Podemos, dinamitaron ese acuerdo y votaron juntos en contra. Iglesias se equivocó y bien que lo pagó. Pero quiero que vean la foto de la firma del acuerdo ¿Se acuerdan? 


Conviene acordarse de todo esto, porque ahora se le acusa a Sánchez desde la derecha de ser un veleta, de cambiar todo el rato de principios, según convenga. Esto es cierto, pero los demás también han dado bandazos, y si no, vean al señor Rivera, qué contento parecía en la foto. El caso es que la investidura de Sánchez fracasó y se volvieron a convocar elecciones. A todo esto Rajoy seguía en funciones, fumándose sus puros mientras asistía al espectáculo de la inutilidad de los demás. La ciudadanía estaba cada vez más cabreada, con un argumento imposible de discutir: nosotros ya hemos votado, ha salido lo que ha salido y lo único que les pedimos a los políticos es que se entiendan, que dejen de pegarse entre ellos y hagan su trabajo. Yo formalicé esa irritación con una foto histórica (una de esas que sólo se pueden ver en mi blog y que nadie sabe de dónde saco). La tienen abajo y venía a decir: ¿cómo van a llegar a acuerdos si no son capaces ni de tirarse un pedo al unísono, aunque lo intenten?


Se celebran entonces nuevas elecciones y los votantes castigan mucho a Podemos, que pierde un millón de votos y también a PSOE y Ciudadanos, que pierden, pero poco. Eso es suficiente para que gobierne otra vez Rajoy, ya en minoría, y después de haber perdido, con todo este merdé, seis meses de tiempo legislativo. Pues bien, yo no le he oído a Iglesias una mínima autocrítica, ni por esto, ni por ser después el principal culpable de la derrota de la izquierda en Ayuntamiento y Comunidad de Madrid, tesis que he sostenido en este blog con argumentos y datos y que nadie me ha convencido de que sea errónea. Cierto que Iglesias ha rectificado después (o tal vez ha aprendido), y lleva ya un tiempo sin cagarla demasiado. Pero por entonces iba de error en error y nunca lo ha admitido. El caso es que el gobierno de Rajoy echó a andar y aquí empezó la deriva del señor Albert Rivera. 

Este caballero estaba en una situación privilegiada. Tenía el partido del centro, la clave de la bóveda con capacidad para apoyar a un lado o a otro, según conviniera al partido y al país. Que el de la derecha se pone burro, pues voto al de la izquierda. Que al de la izquierda se le va la olla, pues apoyo al de la derecha. Pero le pasa entonces lo mismo que antes le había pasado a Iglesias. Que le puede la soberbia y el sueño loco de hacerle el sorpasso al PP (en el caso de Iglesias era al PSOE). Por cierto que, como yo aconsejé, la palabra sorpasso ha desaparecido del vocabulario de la actualidad política: está claro que trae mal fario. Rivera se escora hacia el lado diestro y empieza a apoyar descaradamente al gobierno, a pesar de que el discurso fundacional de Ciudadanos hablaba de regeneración democrática y lucha contra la corrupción, y Rajoy se está sumergiendo en un mar de corrupción que le llega ya hasta las cejas.

En ese ínterin, los catalanes empiezan a dar por culo, y no por casualidad. Han visto su oportunidad frente a un gobierno débil y sin mayoría absoluta. Esta es la nuestra, piensan y aceleran el prusés, con los resultados desastrosos que conocemos, entre ellos forzar el surgimiento de Vox. El gobierno Rajoy dura hasta el 31 de mayo de 2018. Ese día, Sánchez presenta por sorpresa una moción de censura, seguro de que la perderá, y va y la gana, asunto que se ha analizado aquí hasta la saciedad. A Rivera el tema le pilla con el pie cambiado. Empieza a mostrarse cada vez más enfurruñado, se aisla y termina acudiendo a la manifestación de Colón, que sella la alianza del trifachito, ya ensayada en Andalucía. Esa será su sentencia política. Sánchez empieza a gobernar bajo la hipoteca de los catalanes, hasta que estos se descuelgan con el voto negativo a los presupuestos. Entonces, vamos a nuevas elecciones y se produce el derrumbe bíblico de Ciudadanos. Sánchez, que ya había dejado bien claro que prefería gobernar con socios a su derecha, que la idea de tener a Iglesias en el gobierno con la coleta le producía pesadillas, ve que todo se está yendo a la mierda y se apresura a escenificar el abrazo sobre el que ahora se sustenta todo el tinglado (El Roto ya dijo que parecía que se estaban abrazando, pero en realidad se apoyaban el uno al otro para no caerse).

¿Han escuchado ustedes una mínima frase de autocrítica de Rivera? Ninguna. Si este hombre no se hubiera puesto tan burro, tal vez tendríamos otro panorama. Un gobierno de las opciones más centradas, con la oposición en su sitio: en los extremos. Rivera es el principal culpable de lo que está pasando en España en estos momentos. Al escorarse casi hasta las posiciones de Vox, le ha dejado todo el espacio del centro a Sánchez. Pero este no tiene bastantes apoyos, sometido como está a un cordón sanitario desde todos los grupos a su derecha. ¿Qué podía hacer? Sólo dos cosas. Una suicidarse. La otra, aguantarse sus remilgos y darle un abrazo a Iglesias, aunque no le guste cómo le huele la coleta. Este es el análisis que yo hago de la situación. Una situación apenas enhebrada con imperdibles, que los catalanes pueden descoser en cuanto quieran.

¿Y qué van a hacer los catalanes? Pues eso depende de Esquerra Republicana de Catalunya. Un partido que debería llamarse Por la Independencia, porque ese es su único objetivo. Se han puesto Esquerra, porque piensan que en España gobierna por definición la derecha y Republicana porque en España hay una monarquía. Si aquí tuviéramos una república, ellos serían Esquerra Carlista de Catalunya. También por eso son antitaurinos, por ejemplo. La cosa es que, como dejen caer al gobierno de Sánchez, entonces van de culo, porque el trifachito, reconvertido en bifachito tras la muerte por inanición de Ciudadanos, se hará con el poder y les aplicará el 155. El gobierno actual es su última esperanza. Y además, algunos de ellos, como Rufián, se han llegado a creer que son de izquierdas. Algo curioso, cuando su líder reza el rosario en la cárcel a diario.

En fin, se admiten opiniones. Dicho lo cual, vuelvo al principio, porque no puedo negar que me da mucha envidia cómo funciona la política en Estados Unidos, salvando al payaso del pelo naranja que les gobierna. La carrera por la nominación demócrata avanza y mañana tendremos nuevas noticias y sabremos cómo ha influido en la suma de delegados el caucus de Nevada. Les dejo con una foto de los seis del debate del otro día, saludando al público al final. Que lo pasen bien en este finde casi primaveral del que estamos disfrutando.  






5 comentarios:

  1. Sin ser exhaustiva, sí ha habido políticos españoles que han pedido perdón, a algunos les ha debido de costar mucho, porque son percibidos como individuos extraordinariamente soberbios. Ejemplos: el ministro Antoni Asunción, que presentó su dimisión cuando "se le escapó" Luis Roldán; Mariano Rajoy pidió disculpas por la corrupción de su partido; Pablo Iglesias por la imagen de trifulca interna de su partido y sus mareas y corrientes; Rocío Monasterio, por meterse con el noviazgo de Albert Rivera y Malú; Alberto Núñez Feijoo, por los graves fallos de la Xunta en materia de sanidad; Íñigo Urkullu en numerosas ocasiones; Manuela Carmena, más aún; Felipe González, por un montón de salidas de tono que han dañado a su partido mientras él vive su cómodo papel de jarrón chino... En fin, que los políticos españoles saben pedir perdón, aunque no les divierta locamente. Solo puedo señalar a uno con un ego que no cabe en la galaxia: Se llama José María Aznar y jamás ha pedido perdón por meternos en una guerra injusta con un chorro de mentiras (Blair y Bush sí dijeron que se habían equivocado y se mostraron "contritos"), don Ánsar, jamás; tampoco se ha disculpado nunca por mentir a España y al mundo, por manipular y confundir a la gente sobre la autoría del atentado del 11-M. Si tu referente ha sido ese impresentable, tienes razón en que no es un hábito de la clase política española pedir disculpas.

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    1. Querida, tú tienes bula para decir aquí lo que te apetezca. Sentado esto, creo que esta vez te has pasado de frenada con este comentario, exhibición de genuina memoria "africana", que es una enmienda a la totalidad de mi primer párrafo. Imagino que lo has escrito y publicado nada más leer ese primer párrafo y sin leer lo demás. Este parrafito sólo era una introducción genérica, admito que no muy afortunada, para lo que se cuenta después y sobre lo que no comentas nada. En lo que te doy la razón es en lo de Aznar, pero es un asunto que ya se ha analizado repetidamente en el blog y como de otro orden, porque ni la cabezonería de Iglesias ni la de Rivera han causado un solo muerto.
      Un abrazo, amiga.

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  2. Lo había leído enterito y es cierto que, en el desarrollo de tu artículo matizas mucho y bien, como siempre. Y como siempre, me lo paso en grande con tus andanadas contra los indepes, pero no quería entrar a ese trapo. En cuanto a Rivera, no sé si fuiste tú quien lo citó entre los políticos más bolos de su clase. Si no se hubiera puesto tan estupendo tras las elecciones de abril, podría estar tan ricamente como vicepresidente del gobierno de Sánchez, a quien incluso podría haber sacado un ministerio para Malú... Yo también te quiero.

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    1. Jajajajá, disculpa, sólo quería chincharte un poquito.
      Y comprobar si entras a leer mis respuestas. Sabes que tu amor es correspondido.

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    2. Y lo del ministerio para Malú es genial. Desde que ya no trabajas conmigo, no puedo robarte ideas como esta, que luego publicaba como mías.

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