miércoles, 23 de mayo de 2018

731. Fotillos

Pues nada, que aquí les traigo algunas imágenes de esa actividad vertiginosa que me caracteriza últimamente, para que vean que no son invenciones mías. Lo que pasa es que yo no puedo hacer fotos al mismo tiempo que atiendo las visitas, así que las fotos las hacen los demás, los visitantes, y luego me cuesta un tiempo que me las manden. Dice mi amigo X que, cada vez que lee uno de los posts en los que cuento mis actividades cotidianas, acaba estresado y agotado. No siempre es así a lo largo del año. En estos últimos días se ha juntado el arreón final de la primera fase de Reinventing Cities, con la habitual punta primaveral de mis actividades de Secretario del Foering Office. Por eso la sobresaturación.

Empezaremos por una información, la que publica la Web internacional del Ayuntamiento, que atiende por el pintoresco nombre de madridforyou. Es la reseña sobre nuestra presentación del proyecto Reinventing Cities en la sede de ASPRIMA, de la que se dio cuenta en el blog. Me adelanto a una pregunta que sé que se harán. ¿Por qué la noticia da los nombres de todos los presentes menos el mío? Pues la respuesta es sencilla. Porque la reseña la he escrito yo y la he enviado para que la publicaran. Y yo tengo dos caras; una, digamos, narcisista/exhibicionista que es la que se manifiesta en el blog, y otra más contenida/tímida que es la que muestro en mi vida social y profesional. Para ver la información han de pinchar AQUÍ ¿Cómo? ¿Que no se ve bien la foto? No hay problema. Aquí la tienen más grande.


Sigamos con más imágenes. El Alcalde de Guaymallén (Mendoza-Argentina) se erigió en fotógrafo y sacó cientos de imágenes del río. Me envió unas cuantas en las que aparecía yo con su ayudante Alejandrina (de catorce sílabas), pero, no sé por qué, se empeñó en cortarnos los pies en todas ellas. Aquí tienen una de las más aparentes.


Pero vamos entrando en materia. Una de mis actividades más destacadas de las últimas semanas fue el paseo en bicicleta por Madrid Río, organizado por mi amigo Werner Dürrer, por encargo de Sarah van Lindt, de la Embajada de Bélgica. Ya dije que Sarah era una mujer muy atractiva, con un punto chic-años setenta. Por si pensaban que exageraba, aquí tienen una imagen, rodando por Madrid con otra colega de la excursión. Sarah es la de la blusa azul cobalto.


Y aquí, el guía de la visita a Madrid Río, explicando el proyecto sobre la marcha, con el correspondiente pinganillo, como el que llevan los cantantes de Eurovisión.



No me dirán que no estoy guapo. Con el grupo de munícipes chilenos nos hicimos también alguna foto, pero no me las han mandado todavía, y es posible que no lo hagan nunca. Es algo habitual con las delegaciones latinoamericanas. Te escuchan con veneración, te hacen sentir como si fueras alguien muy especial para ellos, te prometen amistad eterna y, en cuanto doblan la esquina, se olvidan de ti. Sin embargo es algo que no suele suceder con los asiáticos, que son gente más ordenada y cumplidora, con la que tienes la impresión de que lo que te dicen es sincero. Un ejemplo de esa formalidad es la joven estudiante vietnamita Ly Nguyen, según me dispongo a contarles. Ly escribió desde Singapur un correo a la Concejalía de Desarrollo Urbano Sostenible, antes Urbanismo, en el que se presentaba como estudiante de tercer curso de la Yale-NUS University de Singapur, en la rama de Urbanismo. Dijo estar estudiando también español y anunció que se disponía a viajar a Madrid con su profesor de lengua española.

En su correo, Ly preguntaba si alguien de nuestras dependencias le haría el inmenso favor de dedicarle 15 minutos de su tiempo, para explicarle algo del urbanismo de Madrid. Como de costumbre, el correo terminó en mi buzón de entrada. Le escribí enseguida citándola para el pasado día 14 y le advertí que yo con 15 minutos no tengo ni para empezar; que le proponía al menos una hora de entrevista. Su respuesta no tardó en llegar y comenzaba diciendo textualmente lo siguiente: Estimada sir, por supuesto! Una hora es genial, solamente no tú tienes el tiempo. Estoy emocionada. Después precisaba que su español no es estupendo (sic) y preguntaba si me importaría hacer la entrevista a ratos en inglés. El día convenido apareció puntual por la oficina. Ly es una chica menuda, vivaz y muy inteligente. Un encanto. Estuvimos más de una hora repasando la historia del urbanismo madrileño. Tenía una grabadora con la que grabó todo lo que yo le iba contando, para escucharlo después más despacio y usarlo también como práctica de español.

Como les digo, ella se había presentado únicamente como estudiante en Singapur, pero, al final de la entrevista, se desarrolló entre nosotros la siguiente conversación. Ly, ¿sabes que te digo? que me parece que tú no eres de Singapur. Creo que eres de Vietnam. Es verdad, ¿cómo lo has acertado? –Pues por varias cosas. En primer lugar el apellido, que es típicamente vietnamita. Luego tus rasgos y la forma de tu cara. Y además, porque estoy leyendo en estos momentos una novela de una escritora vietnamita que se llama Kim Thúy y me estás recordando a ella todo el rato. Me dijo que Nguyen es el apellido más corriente en Vietnam, como Pérez aquí. Y que ella era de un pueblo de Vietnam y había conseguido una beca para estudiar urbanismo y español en Singapur. No conocía el libro de Thúy y se apuntó el nombre (Man). Más adelante, me devolvió la jugada. ¿Sabes que te digo, Emilio? Que me parece que tú no eres sólo un arquitecto. También eres un escritor. Pues has acertado, ¿cómo lo has adivinado? Pues porque no todo el mundo lee libros de escritoras de mi tierra y por tu forma de contar la ciudad de Madrid y, no sé, por un aura general que desprendes.

A partir de ahí ya no hablamos más de urbanismo. Me preguntó por mi trabajo literario y le expliqué que en mi reencarnación anterior había ganado un premio de novela corta, pero que ahora canalizaba mi vocación a través de un blog. Me pidió la dirección y le dije que se la daría. Pero que era una página muy personal, humorística y con un lenguaje coloquial que no estaba seguro que ella pudiera entender. ¡Oh! –me dijo– es perfecto para mí, necesito practicar español del que se habla en la calle. Cuando ya nos despedíamos me pidió hacerme un selfie con ella. Lo hicimos a su estilo, en plano primerísimo, ya saben que yo suelo alejarme más. Entonces le dije que tenía que mandarme la foto para colgarla en mi siguiente post. Y que, sólo entonces, le daría la dirección del blog. Ya de regreso en Singapur, me ha escrito para enviarme la foto y me ha recordado mi promesa. Así que aquí abajo tienen la imagen con mi nueva amiga vietnamita, con la que espero mantener el contacto mucho tiempo, como con tantas otras personas todo a lo largo de este mundo globalizado. En cuanto publique este post, le escribiré para explicarle cómo acceder al blog y mandarle dos besos.


Pero mi vida acelerada no terminaba con ese encuentro. Pasada la fiesta de San Isidro, el  miércoles tuve una mañana de trabajo intenso, como todas últimamente. Por la tarde tenía cita con Jurgen para que me cortara el pelo y, desde allí, me fui a la calle Quintana 21, en Argüelles, donde tiene su nueva sede la denostada Universidad Rey Juan Carlos. Tal vez recuerden que yo solía dar una clase de cuatro horas en el Máster (con perdón) de Economía Creativa, que dirige mi amiga Belén Díez. El año pasado no me llamó para la clase (aún no sé el motivo), pero sigo conectado a su página y por ella supe que ese día daba una clase magistral la escritora Espido Freire, una mujer de origen gallego, que me parece un personaje súper interesante. Acudí a escucharla y acabamos tomando unas cañas los tres, después de una de esas clases de cuatro horas que programa Belén. Y me fui de allí con la invitación a dar este año otra vez una clase magistral. El networking/lobbying es lo que tiene.

El jueves 17 hube de dedicar la tarde a la enojosa tarea de hacer la Declaración de la Renta, para lo que suelo tirar de un vecino y amigo, al que luego le doy 50 euros por el coñazo. Por hache o por be, esta es una tarea en la que siempre surgen obstáculos aparentemente insalvables, que luego se resuelven de forma milagrosa. Pero echas la tarde entera. El viernes, por fin, tuve una mañana más tranquila y, por la tarde, me fui al teatro a ver El Concierto de San Ovidio, de Buero Vallejo, una obra estremecedora con un montaje espectacular, a cargo de Mario Gas. Tras el alivio del fin de semana, volví a mis mañanas de trabajo intenso el lunes y por la tarde fui al dentista. Ya saben que llevo desde marzo del año pasado haciéndome un implante al ritmo pasito-a-pasito-suave-suavesito. El otro día me perpetraron algo que definieron como La-Co-Nec-Sion, que no sé lo que es, pero que incluía tres pinchazos en la encía para anestesiarme, en los que me hicieron un daño horrible y con un resultado francamente penoso, porque todas las maniobras subsiguientes me siguieron haciendo mucho daño. En un momento dado, mis gritos alcanzaron tal nivel que el sacamuelas paró y preguntó –¿Quiere usted que le pongamos un poco más de anestesia? Mi grito de NOOOOO, NOOOOO se debió de oír en todo el barrio.

Ayer miércoles hube de desplazarme al Hotel Palace, en mi barrio, en donde estaba citado a las 11.30 para hablar a los participantes en el congreso España GRI 2018, una reunión de inversores inmobiliarios del más alto rango internacional. Un día antes me había enterado de que debía representar al Ayuntamiento en tan exclusivo foro, sustituyendo al Coordinador de mi Área, y además para hablar de varios temas que desconozco y que me tuve que preparar. Ya contaré más extensamente todas estas cosas, hoy me limito a enunciarlas. Me quedé a comer con los inversores y luego caminé hasta mi casa, en donde apenas pude descansar una hora, porque a las 19.30 tenía sesión de Billar de Letras para analizar Man, de Kim Thúy. Esta mañana me he pasado tres horas atendiendo al arquitecto judío Guido Segal, asesor de Planificación Estratégica del Ayuntamiento de Tel Aviv. Y por la tarde, 18.30, hemos presentado en Cibeles la Estrategia de Regeneración Urbana, en la que la Dirección General a la que pertenezco lleva trabajando tres años. Y luego nos hemos ido a tomar unas cañas para celebrar lo bien que nos ha salido la presentación.

Mañana por la mañana tengo tres entrevistas con sendos equipos que vienen a enseñarme las propuestas que han elaborado para Reinventing Cities, para un último cambio de impresiones, antes de subirlos en la Web del proyecto, para lo que tienen de plazo hasta el día 31. Me toca recibirlos a mí porque tanto mi jefa como mi colega M. están ocupadas con otros temas de nuestra unidad. Y por la tarde, de cinco a nueve, tengo que dar mi clase en el Máster (con perdón) de Economía Creativa. El título de la clase: Reinventando las Ciudades: regeneración urbana y transformación social. Así que, ¡hala! vayan con Dios, que yo me voy corriendo a dormir. 

4 comentarios:

  1. La chica vietnamita parece muy simpática. Apenas una adolescente.
    Un alivio en medio de ese ritmo casi agónico en el se ha visto inmerso en los últimos tiempos. Espero que lo sepa controlar. Sí no, le va a dar algo.

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    1. Tranqui. Esta marcha me va. Ahora mismo estoy en el aeropuerto de Atlanta, después de 9 horas de vuelo y atravesar la seguridad yanqui, que es como un dolor de huevos. Y aquí me tiene tan fresco, dispuesto a otras cinco horas revuelo a LA

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  2. Se le ve muy aparente sobre la bici. En todo el tiempo del blog no le hemos oído nada en relación con esa habilidad.

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    1. La verdad es que no había vuelto a montar en bici desde que me rompí el brazo. Pero estas cosas no se olvidan.

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