martes, 15 de mayo de 2018

729. Caretos

Mmmmm… qué gustazo de semana otra vez con puente. Hoy es festivo en Madrid y estoy cumpliendo el programa de vida que tengo diseñado para cuando me jubile, de acuerdo con el modelo Murakami. Quiero decir que esta mañana he madrugado, me he calzado mis nuevas Nike Epic React Flyknit y he salido a hacer mis 5 kms. por el Retiro, atravesando las obras de montaje de las casetas de la inminente Feria del Libro, de la que ya he dicho que este año tendrá como país invitado a Rumanía y que me encantaría saludar a Ana Blandiana. Con la vorágine de mi vida en estos últimos tiempos, tengo pocas ocasiones de salir a correr, pero cuando las tengo las aprovecho.

Después, me he duchado, he desayunado abundantemente y me he puesto a trabajar. Quiero decir que he revisado el correo, he contestado a Sirpa Kallio, de Helsinki, y a Shannon Ryan, de LA, entre otros comunicantes, y he debido hacer una serie de gestiones en relación con unas obras que tengo en mi casa y también con la preparación de el viaje soñado, al lugar que aun no les digo, que todavía tenemos que divertirnos un poco. De las obras tampoco quiero hablar, porque no puede haber tema más aburrido y más alejado de los objetivos de este blog. No quiero que abran el ordenador, lean mis posts y se pillen un aburrimiento como el del león de la imagen.

Hoy es un día de ínterin, en medio de una semana en la que sigue el trabajo intenso. Sin ir más lejos, ayer me pasé media mañana con una chica vietnamita interesada en el desarrollo urbanístico de Madrid, de la que ya se hablará en textos posteriores. Y, a partir de mañana, continuará mi cotidiana vida acelerada, si bien ya prácticamente hemos dado por cerrada nuestra actividad difusora de Reinventing, a la espera de que los potenciales concursantes presenten sus propuestas, para lo que tienen de plazo hasta el 31 de mayo. Al día siguiente, 1 de junio, tendré que ir al trabajo en Metro, por no tener ya plaza de garaje en el edificio. Y el día 2 sábado saldré en un vuelo a donde todavía no les revelo (hay tiempo para ello).

Cumplido mi trabajo del día en esta jornada piloto de mi futuro tiempo de jubilado, me encuentro con que son las 12.00 y aun tengo un rato antes de comer. Así que me he puesto a escribir este post, un tipo de tarea que yo encuadro en la parte del ocio creativo y, por tanto, debería acometer por la tarde. Pero así ya voy adelantando. Y me encuentro con el tema del día: el nuevo gobierno catalán. A mí, desde luego, no me sorprende el talante del señor Torra, muy al contrario, viene a confirmar lo que yo empecé a clamar en el desierto periodístico al respecto, hace ya más de cinco años: que el nacionalismo es una línea ideológica retrógrada y reaccionaria, que es prima hermana del racismo, el fascismo y cualquier otra tendencia xenófoba. Hace tiempo que desde diferentes ángulos se viene diciendo lo mismo y yo confiaba en que por fin el cordero descubriera la patita de lobo. Pero creía que la cosa debutaría con algún incidente violento, con muertos. Por fortuna, la cosa ha sucedido con palabras, y quizá la gente se dé cuenta de la verdadera naturaleza de estos sujetos, antes de que haya víctimas.

Desde un punto de vista personal (egoísta), a mí no me va nada en este envite. Lo único que quiero es que se constituya el gobierno autonómico, que se levante el artículo 155, aunque sea cinco minutos (lo suficiente para que se aprueben los presupuestos del Estado, en cuya Ley va una importante subida de sueldo de los funcionarios y la prórroga de la aplicación de los criterios de sostenibilidad a las pensiones hasta dentro de cuatro años) y luego ya que se lo vuelvan a aplicar cuando proceda. Eso es lo que pretenden poniendo a un tipo tan radical como Torra al frente del tinglado, al ordeno y mando de Puigdemont desde Berlín. Lo de los cinco minutos es una exageración, tal vez el PNV necesite algo más para salvar la cara pero, en los tiempos líquidos que corren, cinco minutos son un intervalo a tener en cuenta. Ya lo dijo Victor Jara: la vida es eterna en cinco minutos. Y recuerden también este archifamoso chiste del añorado Forges.


Imposible mayor precisión en una viñeta. Como les decía, a mí lo que suceda en Cataluña no me afecta directamente, por ahora. Pero no es malo recordar que así empezaron en Yugoslavia. Y que este es un virus letal para la propia Unión Europea, que tanto deberíamos preservar. Y además, hay un 53% de la población catalana que no está por la labor. Y que están acojonados y esperan que les ayudemos. Una de sus mentes más preclaras, mi admirado Oscar Tusquets lo dijo, cuando recogió el año pasado un premio a su figura en Madrid: Por favor, no nos abandonéis. A mí me dejó helado el mensaje, pero aun más el tono lúgubre que usaba una persona a la que nunca hasta ahora había visto perder el sentido del humor. Y esa misma petición de socorro se deduce del excelente artículo de Javier Cercas (otra persona a la que sigo y admiro), hoy en El País. Creo que todos los españoles deberíamos leerlo (si no lo han hecho ya, pueden consultarlo AQUÍ). ¿Hay motivo para el miedo? Yo creo que sí y basta con ver alguna de las caras de los prusesistas.


¡Joder! A este lo pilla Orson Wells en sus buenos tiempos y le da un papel en Sed de Mal. Este sujeto de torva mirada, en los largos meses en que ha ejercido de presidente del Parlament, no se ha dignado recibir siquiera a Inés Arrimadas, cabeza de la lista más votada en las elecciones regionales. A pesar de que la chica le ha llamado muchas veces. Nada. Problemas de agenda, dice. Es que Arrimadas es la jefa de los otros. Y los otros no existen. No hace falta exterminarlos, escolti, tu, que luego nos llamarán nazis y esas cosas. Tú, como que no están. Ya se adaptarán, o si no que se vayan. La cosa tiene mala salida, porque en Cataluña, ahora mismo hay dos mitades que se encaminan indefectiblemente a un choque de trenes, este sí, dramático. Mi amiga J. es catalana de la parte más enxebre del Ampurdán. Trabaja en Madrid, pero mantiene una relación muy estrecha con su familia, a la que visita con regularidad. Le he preguntado y me ha dicho lo siguiente.

Desde que tengo uso de razón, en mi familia había gente independentista y gente que no lo era (yo entre ellos). Pero todos nos llevábamos bien, nos relacionábamos, nos queríamos e incluso hacíamos bromas al respecto con los del lado contrario. Bueno, pues, desde el verano pasado, las dos partes de la familia ni se hablan. Es terrible, para mí.  

Una descripción perfecta de lo que esta sucediendo. La ilustración del artículo de Cercas es muy expresiva al respecto. Pero hay una mitad de los catalanes que nos está pidiendo ayuda y no podemos negársela, a pesar de la pasividad de Rajoy. En este sentido, es bastante expresiva también la ilustración siguiente.

La verdad es que mis opiniones sobre este asunto ya quedaron escritas hace tiempo. Y tras el artículo de Cercas, poco queda por añadir. Pero, como digo siempre, este es un blog en el que prima el sentido del humor y no debemos abdicar de ello por nada del mundo. Así que vamos a hablar de caretos, de acuerdo con el título del post. Que dicen que la cara es el espejo del alma, osti, tú. Y los caretos son importantes en esta historia. Hemos mostrado ya dos. Sí, sí, no me he confundido, son dos: el del león y el del unurabla Turrent. Bien, ahora les voy a mostrar otros dos, el del no menos unurabla Turra, y el de la figura emergente del pujolismo, según El Triangle: el bueno de Eduard Pujol, que no tiene nada que ver con Jordi. Véanlos y seguimos.


Y digo yo. Cómo podemos ser tan burros los españoles como para no darnos cuenta de que esta gente es diferente. ¡Por Dios! Basta verles la cara (o el careto) para darse cuenta de que tipos así no pueden ser extremeños o de Murcia (con perdón). ¿O sí? Ustedes dirán. En fin. Creo que esto define perfectamente el conflicto, el grado de enloquecimiento de estos señores. Es un conflicto terrible y dramático, pero, como todo lo catalán, con un punto bufo, fallero, caganer. Joder, los nazis al menos eran altos, rubios y con ojos azules. Lo de este nuevo Pujol es tremendo, vean abajo esta otra foto y observen con qué reverencia paleta sujeta el móvil, como si fuera un artilugio mágico. No sé qué tal se arreglará con el teclado, con semejantes dedos. Y no descartaría que, cuando no oye bien a su interlocutor, se acerque a alguna ventana para mejorar la señal, como hacían nuestras abuelas.


Pero, ya que hemos dedicado este post a hablar de caretos, no podemos despedirnos sin mostrar uno más. Ojo: que no se tome esto como muestra de equidistancia. Los anteriores son culpables por acción y este lo es por omisión. Este lo es por absentismo. Por no hacer lo que tiene que hacer, tal vez por vagancia y tal vez por inutilidad. Equiparar su culpabilidad sería un ejercicio similar al que hacían los vascos cuando condenaban todo tipo de violencia, igualando a etarras y policías. O el de los que te roban y te explican que la situación no les ha dejado otro remedio que dedicarse a robar. Los del prusés también dicen que España no les ha dejado otra salida. Pero ellos y nosotros sabemos que tenían muchas otras. Y que les entró la prisa para tapar las vergüenzas del otro Pujol, el Jordi. Y que la cosa ha terminado por írseles de las manos. Ellos solos han llegado hasta donde han llegado. Mientras, el de abajo permanecía tumbado leyendo el Marca, esperando a ver si la situación se arreglaba sola. Para mí la diferencia está clara: los de arriba son los malos de esta película y los primeros culpables. El de abajo es sólo un vago y/o un inútil.




4 comentarios:

  1. Sin dudarlo: el careto más interesante e inteligente, el del león.

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    1. No es muy difícil ser más atractivo que los otros...

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  2. Lo de que se acercan a las ventanas para captar mejor la señal del móvil es brutal. hacía tiempo que no te leía una cosa tan buena.

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    1. Me pareció una imagen potente de ciertos paletos que se permiten proclamar que son diferentes de nosotros (para bien), sólo porque hablan un derivado del latín ligeramente distinto del nuestro. Hay que ser muy corto para tragarse ese rollo.

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