jueves, 18 de mayo de 2017

635. Al recreo

Tal vez ustedes recuerden aquel momento mágico en que el profesor nos sorprendía con la frase que titula este post, en medio de la ardua resolución de un difícil ejercicio en el que nos afanábamos sobre el pupitre de madera, sacando la punta de la lengua por el esfuerzo. Estábamos enfrascados en nuestro afán y, de pronto, el profesor pronunciaba la frase mágica –¡Niños, al recreo! La reacción era instantánea: tirábamos el bolígrafo y echábamos a correr dándonos empujones y gritando a coro un eeeeeeeeh ensordecedor que se prolongaba en la bajada de la escalera (siempre había una escalera en estos casos). El profesor toleraba benévolo esa expansión colectiva y animaba a los dos ordenaditos de la clase (que se sentían obligados a colocar primero sus cosas en orden, guardar el bolígrafo en el plumier y cerrar la cremallera completa) a salir también detrás de la marabunta.

Bien, pues yo soy en este caso el profesor y les aviso, así, por sorpresa, de que cierro el quiosco por una semana, y van a tener recreo de blog. Así que ya pueden apagar el ordenador (una vez que lean este texto) y bajar corriendo las escaleras de sus casas respectivas, gritando: –bieeeeeeeeen, porque van a tener ustedes unos cuantos días de asueto, de suelta de blog. ¿Y el motivo? Pues es muy sencillo: me voy de viaje y lo hago acompañado y ya saben que ésta es una norma del blog; cuando viajo solo, puedo dedicar unas horas nocturnas a tenerles al día de mis andanzas, pero hacer eso cuando tengo compañía me parecería una intolerable falta de educación. Ya sucedió en anteriores viajes a Japón, Polonia, Rumanía y otros lugares y estos lapsus vienen bien para recargar las pilas literarias. En esos viajes no solía llevarme ni el ordenador. Eran los tiempos de mi viejo y pesado portátil de toda la vida. De viaje me llevaba sólo la táblet y el móvil, para seguir conectado al mundo. Esta vez creo que me llevaré el Lenovo, que es un poco más grande que la táblet, pero mi intención es no escribir nada en el blog. Tomaré notas escritas y mentales, para contarles luego mis aventuras. 

¿Y a dónde voy? Pues a la región italiana de La Toscana. De sábado a sábado. En los días pasados no he tenido apenas un rato para escribir, porque, como saben, sigo en activo y, cuando uno está en una estructura laboral-administrativa y anuncia que se va una semana, lo fríen a nuevas tareas, para que las deje todas terminadas antes de irse; esa es una ley universal. Mañana viernes tendré que rematar todos los temas pendientes y vendré a casa a hacer la maleta. Me tengo que acostar pronto, porque he de estar en la Terminal 1 de Barajas a las 5 de la mañana, para coger el vuelo de Ryan Air a Roma-Ciampino. Desde allí iremos en autobús a Perugia, donde dormiremos la primera noche. El plan es visitar Perugia, Arezzo, Siena, San Gimignano, Orvieto y otros lugares. Y, por supuesto, Florencia, en donde tenemos reservadas tres noches en el Grand Hotel Adriático, para intentar ver las maravillas de la ciudad en unos días no demasiado atestados de turistas.

Es un viaje organizado por la empresa cultural Aularte, los mismos con los que fui a Japón, y también nos acompaña el profesor de Arte Luis Santamaría, que conoce bien lo que vamos ver. Creo que seremos 14 personas en el grupo. Regresaremos el sábado, día 27 de mayo e inmediatamente me incorporaré a la vorágine de mi vida: el mismo domingo 28 tengo un bolo matutino, consistente en hacer de guía en una visita de inscripción libre al parque Madrid Río, dentro de los actos y visitas organizados en el marco de la Semana de la Ingeniería, que cada año organiza el Colegio de Caminos y en la que ya he colaborado varias veces, incluso alguna en bicicleta. Ya ven, no deja de mandar carallo que me llamen para estas cosas los ingenieros de caminos y no los arquitectos. Mi desafección con el mundillo de los arquitectos es mutua y ya se la explicaré algún día, tal vez cuando esté jubilado. Otra cosa es el mundo de los urbanistas, de donde me llaman con regularidad para colaborar en másters y otras actividades.

En cuanto a lo de la jubilación, de momento mantengo mi idea de largarme el 19 de febrero, cuando cumpla 67. Para ello tendría que mandar a Personal el escrito correspondiente el 19 de noviembre próximo. Hasta entonces tengo para pensármelo. Ahora mismo estoy un poco más enganchado y entretenido en el trabajo, pero no lo suficiente como para plantearme seguir un año más. De aquí a noviembre veremos lo que pasa. El 1 de junio (dentro de nada), me quedo sin plaza de garaje en el curre, probablemente para siempre, porque las solicitudes son más del doble de las plazas existentes que se van sorteando, así que lo más probable es que tampoco tenga plaza después del 1 de diciembre. Este es un punto a tener en cuenta también porque, desde que nos trasladaron a la isla de Alcatraz, el seguir trabajando me supone invertir en ello 9 horas diarias, sumando los trayectos de ida y vuelta. Y el año pasado tuve seis meses de baja en los que pude ponderar lo que cunden esas 9 horas cada día.

Mientras tanto en la Tierra, la vida sigue con normalidad, a pesar del ciberataque masivo y lo que pueden suponer nuevos hechos en esta línea. Algunos piensan que detrás del ataque está el gordo Kim Jong-un (una amiga mía le llama King Kong-un). A mí me extraña bastante que un tipo que se dedica a lanzar misiles caducados que le estallan a los cien metros sea capaz de organizar ese quilombo. Yo lo veo tan incapaz como a Maduro. Ambos son del tipo bravucón pero no tienen demasiados medios. En paralelo, vuelven a subir las apuestas sobre un posible impeachment que haga que Trump no complete la legislatura. Incluso hay apuestas a que no llega al primer año. El nuevo presidente francés Macron va a aprovechar su victoria para calzarles a sus compatriotas una política de derecha liberal rabiosa, que encontrará respuesta en los potentes sindicatos galos. A este también le van a tirar los tomates a la carretera. Se va a enterar de lo que son los melenchonitas y similares.

La verdad es que, ahora que hemos pasado el susto de la posible victoria de la señora Le Pene, yo creo que eso hubiera generado un escenario más divertido, incluyendo el espectáculo de ver como dicha señora se agarraba del moño con la bruja May. Pero ganó Macron y, entre él y Merkel se van a encargar de que los bancos y los grandes empresarios se sigan forrando sin obstáculos. En ese contexto, hay quien piensa que la crisis económica se va a cronificar en Europa y otros que creen que lo peor ha pasado y los grandes números no van a parar ya de mejorar. Ya saben que yo tiendo a escorarme del lado más optimista, pero esta vez no sé qué pensar, porque escucho voces autorizadas en ambos sentidos. Hablaremos de ello a mi vuelta.

Y en nuestro querido país, ¿qué está pasando? Pues los principales partidos, uno a uno, están desenterrando el cainismo secular de estas tierras. Al PP le sube la corrupción, cual gangrena piernas arriba. A este paso le va a quedar sólo la cabeza, es decir, Rajoy, que hace como si con él no fuera la cosa. Pero el ruido de sables ha empezado y no tienen más que ver la declaración de Cifuentes, que dice que ve “fuego amigo” detrás de su involucración en las diversas corruptelas que se investigan. Pero Rajoy puede seguir tranquilo, porque sus contrincantes políticos se esfuerzan en pelearse a garrotazos, como en el cuadro de Goya. Y encima lo escenifican ante las cámaras de TV. Para el PSOE, yo no sé qué será peor. Si gana Díaz, se van a la mierda. Si gana Sánchez, ídem. Y, en el supuesto imposible de que ganara López, la cosa no sería mucho mejor. Por cierto, ¿se han fijado qué apellidos más corrientes tienen los aspirantes. Sólo les falta García y Rodríguez. Bueno, y Martínez.

Y qué decir de Iglesias el humano. Pues que, después de fulminar a Errejón y anular a Izquierda Unida, se sigue equivocando clamorosamente. La moción de censura que prepara es un puro postureo. Como las niñas que jugaban a “yo era”, Iglesias recita: –yo hacía una moción de censura y todo el mundo me apoyaba y yo-zolito me cargaba al dragón Rajoy. El día de la representación llevará a la puerta de Las Cortes a las masas vociferantes, con el Tramabús en el centro dando bocinazos rítmicos. Y enhebrará su discurso con los suficientes tacos como para que veamos lo chulo que es: a Rajoy se la sudan los españoles, se la trae al pairo la corrupción y se pasa por los cojones la justicia. Luego, se procederá a votar y el sueño del asalto a los cielos se desvanecerá. Como mucho, tal vez concite el apoyo de Bildu. Y a lo mejor hasta el de ERC. Este último sería sólo por joder, porque ya se sabe que a estos señores los problemas de España, nación vecina de la suya, no les conciernen en absoluto.  

Cada grupo tiene su relato (esta palabra está de moda) y ningún político consiente que la realidad le estropee su relato particular. Seguiremos a la vuelta. Pórtense bien mientras estoy fuera, que ya saben que los creyentes (que también tienen su relato) dicen que Dios les observa desde arriba. Que pasen una buena semana.

2 comentarios:

  1. El 19.05.17, Anónimo escribió:
    Querido amigo: la Toscana merece que vayas sin ordenador, sin Lenovo, sin tablet y sin móvil y que desconectes tú también. Lleva sólo un lapiz y un cuaderno pequeño, cuadriculado o a rayas, para tomar esas notas que luego nos contarás o sorprendernos con un dibujo de cualquier lugar de Florencia o Siena, por ejemplo. Cuando yo la conocí por primera vez en uno de mis primeros viajes al extranjero no llevaba nada, apenas dinero para unos espaguetis,aunque de eso hace mucho tiempo Que lo disfrutes mucho y nos lo cuentes luego. Un abrazo. Alfred.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mi respuesta, el 19.05.17:
      Muchas gracias, haré lo que pueda, pero por las noches me gusta conectarme un rato y enterarme de lo que ha pasado en el mundo. Hasta en Birmania lo hacía. Vicios de estos tiempos. Un abrazo.

      Eliminar