lunes, 28 de diciembre de 2015

459. Al volver la vista atrás

Fin de año, a falta de tres días, momento de rememorar lo sucedido y destacar los cambios en relación con la situación a finales de 2014. Podemos empezar por el final: el sainete catalán. Que Artur Más haya fiado el destino de esa Catalonia que is not Spain al lanzamiento de una moneda a cara o cruz, es de por sí bastante surrealista. Que se tiren diez horas para dirimir el asunto, entra en el terreno de lo esperpéntico (¿habrán pedido pizzas a mediodía?). Pero que la moneda caiga luego de canto, es ya digno de un guión de Azcona para ser dirigido por Berlanga. Están haciendo un ridículo planetario sin vuelta de hoja. Los lanzadores de la moneda al aire, los que se han jugado el destino de Cataluña este domingo, son una panda de porreros, rastafaris y antisistema, que tienen todos mis respetos, aunque no dejan de producir un cierto sonrojo por su ingenuidad. 

AQUÍ pueden consultar el testimonio de un par de ellos, que dan el nivel del colectivo. Uno no fue a la asamblea porque le daba pereza. El otro se marchó a Andalucía a disfrutar del pescaito y el Moriles. Los dos pensaban votar contra Más y están ahora abochornados y compungidos pensando que, si hubieran acudido, habrían ayudado a evitar este adefesio de inequívoco perfume a pucherazo: desactivada la elección asamblearia, el llamado Consejo Político de las CUP, tiene vía libre para investir a Más. Es significativo que las votaciones fueran secretas, contra la costumbre del grupo; si llegan a votar a mano alzada, muchos de los que apoyaron la investidura de Mas habrían cambiado el sentido de su voto por vergüenza torera. Lo dicho: de traca.

Ya que he hablado del Moriles, tal vez ustedes (enólogos eminentes) sepan que se trata del mismo vino que el Montilla. Es un solo vino, con dos nombres. El que no lo sabía era yo, hace unos cuantos años, la última vez que fui a Córdoba, a ver la mezquita y callejear por los barrios del centro. Es un viaje que se recomienda especialmente para el mes de enero. En cualquier otra época hace un calor de la leche y la ciudad está petada de turistas. Pues un enero de esos recalé yo unos días en un hotelito del centro y encontré cerca un bar cojonudo, que no puedo menos que recomendarles: Casa Pepe el de la Judería, en la calle del Romero, 1. Tienen un salmorejo y unas berenjenas rebozadas con miel para chuparse los dedos. Me senté y me preguntaron: –¿Y para beber, qué, jefe, un Moriles, un Montilla? Vale, pues un Moriles.

Me gustó tanto que regresé al día siguiente a repetir de salmorejo y berenjenas. Y añadí: –Como ayer me pusieron un Moriles, hoy deme usted un Montilla. El camarero se agarró un ataque de risa del que no lograba volver, a pesar de los golpes que se daba en el muslo con la mano abierta. Cuando pudo hablar, me reveló que se trataba del mismo vino. Para que no me volviera a suceder, me recitó un refrán con efectos mnemotécnicos acreditados: la cosa es bien sencilla/ o Moriles, o Montilla. Por cierto, si consiguen hotel en el centro de Córdoba, cójanlo sin desayuno. Ninguno de los buffets de hotel iguala el chocolate con tejeringos de la Cafetería Don Pepe, en la plaza Bañuelos, cerca de Las Tendillas. Luego no me digan que no les doy referencias y consejos desde mis experiencias viajeras.

El año que se va me ha llevado a algunos viajes interesantes por España. Desde el Frente del Agua, en el norte de la provincia de Madrid, hasta la Serranía de Cuenca, dos incursiones extremeñas por el entorno del embalse de la Serena y la zona de Las Hurdes y, por último, la visita breve a mi Coruña natal y la extensión a la preciosa villa de Noya, junto a la ría de su mismo nombre, zona marisqueira por excelencia. También he salido algo al extranjero: gira de conferenciante por Leipzig, Erfurt, Dresde, Weimar y Berlin, recorrido por el interior de Polonia con paradas en Varsovia y Cracovia y, por fin, visita relámpago a Hamburgo. Tierras llenas de referencias a la Segunda Guerra Mundial y a los tiempos de la Guerra Fría. Episodios tremendos, como los que se relatan en la última película de Spielberg, El puente de los espías, muy recomendable, a pesar de contar con uno de esos finales patriótico-edulcorados que a veces tiene a bien largarnos este excelente director. La historia es real y está centrada en el intercambio de prisioneros entre USA y la URSS, por el que se liberó al piloto del avión espía U2 Francis Gary Powers, derribado sobre territorio soviético.

Este incidente se produjo en mayo de 1960 y la liberación de Powers casi dos años más tarde. Se lo crean o no, yo seguí el asunto por la prensa en La Coruña. Tenía entonces entre 9 y 11 años, pero cada día repasaba los titulares de La Voz de Galicia y el ABC, los periódicos que compraba mi padre. Yo los pillaba después de leerlos él y, en el caso de La Voz, primero lo recomponía, lo ordenaba y lo doblaba bien: mi padre solía dejarlo hecho una ruina. Una vez arreglado, lo ojeaba y me quedaba con los titulares, aunque no entendiera gran cosa. Y les juro que el asunto del piloto del U2 derribado ocupó las cabeceras durante meses. El otro día, al ver la película, que tiene a un Tom Hanks sobresaliente como siempre, me vinieron a la memoria aquellos años.

Muchas cosas han cambiado en estos doce meses. Para empezar, la concejala inane que okupó el Área de Urbanismo en los tres años anteriores, pasó en mayo a mejor vida (administrativa): ahora se dedica a tareas de ama de casa, como corresponde a su preparación. La alcaldesa del relaxing cup of café con leche, también está retirada. Y por los pelos sorteamos a la Esperanza desencadenada, asistiendo al espectáculo de ver como ella solita estropeaba su posición ganadora de salida y le hacía gratis la campaña a la señora Carmena, a la que unos meses antes nadie conocía. El cambio en el Ayuntamiento es sustancial, hemos pasado de estar gobernados por una panda de incapaces, casposos y sospechosos de connivencia con los grandes intereses inmobiliarios (con excepción de Dancausa y algún otro), a tener al frente a unos tipos honrados. ¿Nada más que honrados? Por ahora no han conseguido grandes resultados, admitámoslo. La herencia recibida es letal y hay que darles un margen, pero lo cierto es que la situación es un poco caótica. Confiemos en que mejore.

En el aspecto personal, yo estoy encantado. Como saben, barajaba la idea de jubilarme el próximo 19 de junio, algo que hubiera hecho con toda seguridad si llega a vencer Esperanza. Al haber ganado la señora Carmena, he cambiado de opinión. No se lo he contado pero, el pasado día 22, La Lotería, bajé al registro del edificio de mi destierro y eché la instancia pidiendo el reenganche. Esa instancia inicia tres trámites paralelos. UNO: un reconocimiento médico (me acaban de hacer uno completo, cuyo resultado aun desconozco, pero no vale, han de hacerme otro específico). DOS: un informe de mis jefes diciendo que soy cojonudo y hago mucha falta (no tengo la menor duda de que mentirán de manera convincente). TRES: un informe interno de Recursos Humanos, en el que comprobarán si he sido un tipo muy absentista, si he tenido muchos días de baja médica, si he hecho huelgas y cosas por el estilo. Con los tres papeles sellados y rubricados a la vista, el responsable de Recursos Humanos del Ayuntamiento, adoptará la resolución que estime conveniente. El proceso se lleva unos dos meses.

Si no llego a echar ese papel, el 20 de junio ya no podría ni entrar en el edificio. En cambio, si me dan la prórroga, me puedo ir luego cuando me dé la gana. La diferencia es sustancial. Tan sustancial como la que existe entre ir por la calle con mis nuevas gafas o sin ellas. Otra de las novedades del año. Y a partir de un diagnóstico preciso: principio de cataratas, que me genera una miopía, que compensa la presbicia, de forma que sigo viendo de cerca como Dios y ahora también de lejos (con las gafas). Además de esto, he mantenido la natación con regularidad y también el running hasta hace dos semanas. Ahora estoy en el dique seco, porque no he tenido tiempo de entrenar estos días. Y una constatación preocupante: desde que he dejado de correr, mis molestias en la espalda han mejorado de forma notable. Eso sugiere una relación causa efecto, que me lleva de cabeza a un examen médico como los que les hacen a los futbolistas, con resonancia magnética incluida. Ya tengo tarea para el año entrante. Y, a partir de los resultados, pues a ejercer mi derecho a decidir.

Ya que hablamos de fútbol, el Dépor se salvó en junio del descenso, de forma milagrosa, a lo que se contribuyó en este blog con las pertinentes rogativas y jaculatorias a San Benitiño de Lerez. En verano me saqué mi carnet de socio amigo, con el que pude ver en directo el partido con el Rayo Vallecano y me dispongo a verles también contra el Getafe, pasado mañana, y contra el Real Mandril el 9 de enero. Creo que no vamos a tener mejor ocasión de ganar a los mandriles, que en este momento esperpéntico que atraviesan, con Benítez prácticamente sentenciado. De momento, se está comiendo el turrón. Espero que lo aguanten hasta el roscón de Reyes. Que, como vengan con entrenador nuevo, nos crujen. El Dépor de esta temporada juega muy bien, ha construido un equipo muy aseado (el que recibe menos disparos a puerta de España) y tiene una figura estelar: el gran Lucas Pérez, cuya importancia puedo presumir de haber anticipado hace mucho (ver posts #295 y #296), y que va directo a la selección nacional.  

Mantengo mi asistencia al club de lectura Billar de Letras, que nos brindó un encuentro inolvidable con Leonardo Padura, del que se dio cuenta en el blog con algunas fotos. Y tengo una nueva actividad: el taller de conversación inglesa e ingesta masiva de cerveza, en el que comencé en el nivel A2 y ya me han subido al B1, donde están las chicas más guapas (ya saben que soy el único participante varón, además del profesor). Así que ya ven si han sucedido cosas en estos 362 días (faltan tres más para cerrar el año). El año que entra es bisiesto, algo que les da igual a los secesionistas catalanes, que seguirán con su raca-raca a pesar del esperpento de ayer. Llegados a este punto, para resolver el empate y siguiendo la reciente recomendación de un comentarista anónimo de este blog, yo les propongo que recurran al lanzamiento de penaltis.


4 comentarios:

  1. Déjese de falsas modestias. Sus jefes no tendrán que mentir mucho a la hora de ponderar sus méritos.

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    1. No es falsa modestia. Es sólo la conciencia de ser una especie de vieja gloria municipal, que a veces estorba más que ayuda. La edad no perdona, amigo.
      Feliz año también para usted

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  2. A ver cuando nos trae una foto de sus compañeras del grupo de inglés, de cuya belleza tanto presume. Al menos serán más guapas que Padura...

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    1. Todo llegará. Padura es un tipo con un encanto personal natural, que no necesita ser más guapo para cautivarte.

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