viernes, 28 de julio de 2023

1.237. Qué risa Marialuisa

Todavía no he parado de reírme con el resultado de las elecciones generales pero, siguiendo con la rutina habitual del blog, he de hacer al menos una referencia resumida de mi estancia en La Coruña, donde viví unos días arropado por la familia con motivo del 50 cumpleaños de mi sobrino Alejandro, que nos convocó para conmemorarlo allá por el mes de enero, para que tuviéramos tiempo de planificarlo. Como les conté, el jueves 20 de julio arribaron a Madrid mis hijos Kike y Clarice que vinieron a dormir a mi casa. El viernes Kike teletrabajaba desde casa y yo aproveché para ver por la tele el debut de España en el Mundial de futbol femenino, frente a Costa Rica, con Athenea del Castillo de titular, partido que acabó con resultado de 3-0. El sábado madrugué para terminar mi post anterior y, en cuanto lo cerré, cogimos carretera en dirección a mi patria chica adonde llegamos en torno a las siete de la tarde.

Localizamos la casa que habíamos alquilado, en la céntrica calle de San Nicolás, aparcamos, tomamos posesión y salimos a dar una vuelta por la ciudad, rematada con un pulpo estupendo en la mítica Pulpeira de Melide. El domingo aprovechamos para levantarnos tarde, nos tomamos un primer café en casa y salimos a desayunar por el entorno. Y cogimos de nuevo el coche para acercarnos al pueblo costero de Mera. Allí habíamos quedado con mis sobrinos Óscar y Olalla que terminaban ese día sus vacaciones en una autocaravana por toda la costa gallega. El primer plan era quedar a comer, pero ellos debían irse antes para llegar a tiempo de votar en sus respectivas circunscripciones, así que sólo nos quedaba la posibilidad del almuerzo de las once. Por cierto, antes de colgar una foto de este venturoso encuentro, quiero aprovechar para saludar tanto a Óscar como a su padre Chus, seguidores ambos fieles de este blog. Aquí la imagen prometida. 

Tras despedirnos de Óscar y Olalla, pusimos rumbo a Betanzos, donde dimos una vuelta por el centro histórico, seguida de una tortilla al estilo local acompañada de unas cervezas 1906 de grifo, estupenda comida que nos llevó a una siesta en la casita de San Nicolás. Tras el descanso, vuelta a coger el coche para salir a El Carballo, donde mi hermano Pepe tiene una parcela con una magnífica casa de campo. Allí nos empezamos a reunir toda la familia, que ya iba llegando a destino. A pesar de estar atento a lo que me hablaban, yo tenía mi teléfono móvil conectado y le echaba un vistazo de reojo de vez en cuando. Eso me permitió comprobar que, contra todo pronóstico, en el recuento de votos se mantenía un empate casi total hasta el 50% del escrutinio. En ese momento yo supe ya que, aunque el PP remontara y sacara una diferencia importante, como así sucedió, el resultado no sería una debacle de las izquierdas, como machaconamente pronosticaban todas las encuestas, incluso la que recogía las opiniones a pie de urna.

Por la noche, regresamos a la ciudad y yo me subí ya a descansar, mientras mis hijos salían a dar una vuelta por la ciudad vieja, engalanada a la manera medieval y llena de vida callejera por la fiesta de Santiago. El lunes, me levanté más pronto que mis hijos y aproveché para hacer una sesión completa de yoga, puesto que me había traído en el coche la esterilla y la equipación correspondiente. Tras una ducha y un buen desayuno, salimos a dar una vuelta y nos llegamos a la Torre de Hércules, para visitar el parque que han ejecutado a su alrededor, en la zona más batida por los vientos de la ciudad. Allí nos hicimos también algunas fotos como esta.

Recorrimos todo el paseo marítimo hasta llegar a la calle Alfredo Vicenti, donde nos tomamos unas milnueves con mi amigo Alfred, también seguidor ilustre del blog al que saludo desde aquí. Alfred y yo nos fuimos luego a comer a la calle de la Franja, para comentar los resultados electorales alrededor de una botella de Godello helado, que nos zampamos entre los dos. Alfred está pletórico con el resultado, que ha puesto a Vox en el lugar del que nunca debería haber salido. Caminamos por el centro urbano para bajar los vapores del Godello y esta vez no nos hicimos ninguna foto para la posteridad, como solemos, salvo una que les pongo abajo, frente a una pantalla de realidad virtual que Abanca tiene instalada en su sede. Alfred es un hombre puesto al día, como no podía ser de otra manera.

Nos despedimos y yo me fui a cumplir con el ritual de la siesta, junto con Kike y Clarice, que se habían obsequiado con unos percebes y unas cigalas, entre otras delicatessen locales. Por la tarde caímos de nuevo a Mera para visitar en su lugar de veraneo a mi sobrino Alejandro, ocasión en la que nos volvimos a reunir toda la familia. De vuelta en la ciudad, yo volví a retirarme mientras mis hijos salían de nuevo a la noche coruñesa. He de aclarar que a mí no me hubiera importado salir las dos noches por ahí, pero entiendo que hay que respetar la intimidad de las parejas y a mí no me gusta el papel de cesto o carabina, así que, nada: a casita a leer, que ya llevábamos un trote importante.

El martes, día de Santiago, era la fecha marcada para el festejo familiar principal, que se celebraba en un lugar para eventos en el término municipal de Oleiros a partir de la una del mediodía. Allí fuimos llegando los invitados, con presencia masiva de amigos del homenajeado con sus familias, lo que nos llevó a un total de unos 130 asistentes. Fue una fiesta muy emotiva, en la que bebimos bastante y fuimos picando de lo que se iba sacando, bastante rico, pero no especialmente abundante, como suele ser norma en estos lugares. Al final, proyección de fotos del festejante, desde que era pequeñito hasta ahora, tarta con velas, cánticos, café de pota con jotas (el llamado café aragonés), licor café y similares, bailes y risas a cientos, niños correteando por en medio y todo lo que se puedan imaginar. Abajo una selección de algunas fotos destacadas, Kike y yo, mi hermano con un amigo, grupos alegres, una de mis sobrinas preferidas.





El festejo fue languideciendo poco a poco, los amigos fueron desfilando y, en un momento dado, mis sobrinos Javi y José, los pequeños de la parte coruñesa, dos gigantes que me pasan a mí más de cuarta y media y comen como auténticos cosacos, decidieron que no se había comido lo suficiente en el sarao y que reunión familiar tan sonada y prestigiosa se merecía una cena en condiciones. Los que nos apuntamos cogimos carretera hacia el pequeño puerto de Lorbé, el lugar donde se cultivan los mejores mejillones de la costa coruñesa (a mi padre le encantaba venir a este lugar). Allí, en una vieja tasca del puerto reconvertida en restaurante popular nos obsequiamos con un menú pantagruélico, compuesto por mejillones al vapor, mejillones en salsa de tomate y pimentón, tortilla de patatas más cuajada que la de Betanzos y raxo de cerdo con patatas, todo ello regado con Ribeiro de la casa.

Hacía tiempo que no comía tanto, de modo que, con los demás, renunciamos al postre, aunque no al café de pota con jotas ni a los licores. Al terminar, me pedí conducir el coche hasta La Coruña, que los boomers tenemos mucha más experiencia que los jóvenes en el tema de conducir bebidos. Fue un fin de fiesta maravilloso y llegamos a destino sin mayores inconvenientes. El miércoles, yo me levanté para ver el partido España Zambia de futbol femenino y, hasta que no se terminó, no salimos para el viaje de vuelta, lapsus que mis hijos aprovecharon para recoger, bajar a desayunar y comprarse quesos del país en un mercado cercano. Terminado el partido, metí mis cosas a mogollón en la maleta y salimos. Por cierto, en ese partido se marcó un gol sensacional y su autora fue Tere Abelleira, pontevedresa que fue del Deportivo, de donde la fichó el Real Madrid junto con Athenea del Castillo y la portera de la selección Misa Rodríguez, Florentino sabe lo que hace. Les voy a pedir que lo vean; será sin duda uno de los goles del mundial y su autora se emocionó mucho al marcarlo. Para verlo han de pinchar AQUÍ, buscarlo abajo en Twitter y ponerse la pantalla grande. Merece la pena.

Volvimos a Madrid, donde nos esperaba Tarik, que nos recibió con una serie de refunfuños, en los que se podía captar el mensaje central: no hay derecho a que le dejen a uno solo cinco días, enseguida derretido en el aluvión de alegría de que volviéramos y pudiera mostrarnos su cariño desmedido, a base de lengüetazos sucesivos con esa lengua que rasca como una lija del doce. Ayer jueves ya se fueron mis hijos en diferentes vuelos y hoy estoy aquí de nuevo solo después de tantas emociones, disfrutando de un verano que no está siendo ni la décima parte de terrible que el pasado. En 2022, desde el 20 de junio hasta el 10 de septiembre no se pudo apenas salir a la calle antes de las once de la noche. Este año, al menos en Madrid, ha habido algunas olas de dos o tres días así, pero separadas por alivios que permiten dormir con cierta frescura y poder hacer una vida bastante normal. Eso sí, las escapadas a Béjar y Coruña han sido una delicia.

Y llega el momento de hablar del resultado electoral. Discúlpenme, pero no puedo parar de reírme, en paralelo a lo que están rabiando todos los que daban ya el pescado por vendido. El resultado es un despelote que refleja lo fragmentado de nuestra sociedad, pero a la vez es completamente absurdo: el que ha ganado, pierde y el que ha perdido, gana. Vayamos por partes. ¿Qué es lo que ha pasado con las encuestas? Yo creo que esto es más que un fallo estrepitoso. Si todas las encuestas (menos el denostado CIS de Tezanos) daban mayoría absoluta al PPVox, cómo se explica que se hayan quedado tan lejos. Hay dos explicaciones posibles. La primera sería que la gente miente a los encuestadores. Que hay mucho personal que ha afirmado que votaba al PPVox y luego ha votado a izquierdas. Pero yo no creo que esto sea determinante. Sólo queda la segunda explicación.

Y la segunda explicación es que las encuestas estaban manipuladas para crear un estado de opinión (la de Tezanos también, pero para crear el estado de opinión opuesto). Estos instrumentos basados en aplicaciones informáticas son muy manipulables, como sabe cualquiera que trabaje en ese sector. Me viene a la memoria un caso que viví. Cuando estábamos elaborando el vigente Plan General, se planteó el tema de qué carácter darle a la vía que estructuraría los desarrollos del sureste. Desde la oficina queríamos que fuera una gran vía urbana de futuro, e incluso la bautizamos como la Gran Vía de Felipe VI, entonces casi un mozalbete. Desde la Comunidad de Madrid, se sostenía en cambio que era necesaria una nueva autovía, la M-45, para que los obreros que viven en el sur accedieran al corredor industrial del Henares.

En la discusión apareció un personaje bastante sinvergüenza, un auténtico fenicio que a la sazón era el propietario en España de un modelo de transporte en el que se cargaban los datos previstos de tráfico, se daba a un botón y el aparato determinaba la necesidad o no de una autovía. El tipo nos vendió el uso del modelo, lo cargó con unos datos razonables (75% de ocupación de las viviendas previstas y 50% de las oficinas) y el modelo concluyó que la M-45 no era necesaria. A continuación, puso el modelo a disposición de la Comunidad, y lo cargó con el 100% de ambos usos. El modelo dijo que la M-45 era imprescindible y la Comunidad, que tenía la última palabra, decidió imponer esa autovía. El del modelo cobró dos veces, como buen fenicio, la M-45 se construyó y ahí sigue funcionando, a pesar de que la mayor parte de esos desarrollos sigue sin construirse. 

Pues esto es igual. Pero, prescindiendo del fallo de las encuestas, ¿qué le ha pasado al PPVox? Pues yo creo que estaban tan seguros de arrasar, de acabar con el llamado sanchismo, que se han pasado y han sobreactuado un tanto. Y han metido miedo al personal. Yo creo que el PP, como todos los partidos, dispone de encuestas veraces, que le decían que la cosa no estaba tan clara. Y tal vez por eso la estrategia. Yo estoy convencido de que pactaron con Vox que estos sacaran un programa de máximos para recuperar parte de su electorado. Y se les fue la mano. En el debate, claramente ganado por Feijoo, puede que el ganador sobreactuara en exceso y lograra lo contrario, porque Sánchez realmente dio pena y mucha gente prefiere votar a alguien que da pena, para consolarlo, que a otro que actuó como un verdadero sádico. Además, después se verificó que había dicho muchas mentiras, que no supo aclarar.

A más ganar (o, más propiamente, perder) cometió el error de no ir al último debate, metió la pata unas cuantas veces en la última y fatídica semana y para colmo, la izquierda tenía reservado estratégicamente sacar en esos últimos días el tema de su amistad con el narco Marcial Dorado, tema para el que lo único que supo decir es que creía que era un simple contrabandista. En fin, que difícilmente se puede esperar que un tipo así gobierne bien. A la vista del fracaso en su empeño de llegar a la Moncloa, ahora todos se tiran los trastos a la cabeza. Abascal dice que la estrategia de Feijoo ha sido malísima. ¿Qué estrategia? ¿La que yo digo de que ellos asustaran para que el PP recuperase votantes? Si es así, está claro que a Abascal lo han liado y por eso está tan enfadado. Sin embargo, es él quien se ha pasado, con las diferentes medidas que ha impuesto en gobiernos regionales. No dejen de observar que el PSOE ha ganado en Extremadura y subido un montón en Castilla León, donde más brutos están siendo los de Vox.

El shock de la derecha ha sido tal, que Feijoo salió diciendo que ofrecía un pacto de estado entre los dos partidos de verdad grandes y constitucionales. ¿Pero esto qué es? ¿No estábamos en que Sánchez era el mismo demonio, que quería cargarse el país. Después de cinco años poniendo verde al sanchismo, después de tener como único objetivo programático la derogación del sanchismo, ahora se le ocurre pedir el apoyo de Sánchez para que le ayude a derogar el sanchismo. Este hombre está enloqueciendo y ya le han llamado la atención desde dentro del partido: oye tú, que a Sánchez, ni agua. A todo esto, Pedro Sánchez se ha ido de vacaciones a Lanzarote. Debe de tener una sensación de alivio acojonante. ¿Se habrá ido con el Falcon? Yo creo que, a la vuelta de vacaciones, le podría dar el indulto a Puigdemont, para que aumente el grado de ebullición del PPVox y su corte de fachapobres.

En realidad, el sanchismo no es nada, es un concepto huero (y un concepto no se deroga, se derogan únicamente las leyes). Según el discurso de la derecha, Sánchez no tiene ideología, él sólo quiere el poder, para poder viajar en Falcon. Y, por mantenerse, es capaz de pactar con cualquiera. Pues eso es exactamente el retrato de Feijoo, un tipo que quiere a toda costa el poder y está dispuesto a pactar hasta con Vox para conseguirlo. Él es realmente el sanchista. Y, ¿qué será lo que venga ahora? Pues en primer lugar, Sánchez no tiene ninguna prisa, no pasa nada por tener un gobierno en funciones, en Bélgica estuvieron más de 500 días sin gobierno, sin que la economía del país se resintiera. Y, puestos a ser malvados, el presidente de un Gobierno en funciones también puede viajar en Falcon.

La verdad es que lo bueno de estas elecciones es que Vox se ha ido a la mierda. Abascal es un borrico y sus bravatas asustan al personal. No sólo iba a prohibir el aborto, sino también el estado de las autonomías, los partidos nacionalistas y hasta el divorcio. No se acordó de incluir el permitir que se volviera a fumar en los bares. Y, seguramente, volvería a cambiar los nombres de las calles, prohibiría que se sigan buscando fosas en las cunetas de la guerra y volvería a traer los restos del Caudillo a su tumba de Cuelgamuros. La gente no quiere eso y es posible que Vox se convierta en un partido testimonial, como Falange Española y de las JONS, que sigue existiendo con ese nombre en democracia. Yo creo que debería de cambiar de nombre y pasar a llamarse Vox y de las JONS. A Abascal deberíamos desterrarlo a la isla Perejil, a que se rompiera la camisa como Camarón y lanzara bravatas hacia la costa marroquí.

Yo estaba convencido de que este señor sería el vicepresidente del país y no se imaginan la alegría que me he llevado. España es un país que mira a la modernidad y somos pioneros en muchas cosas. Salirse de ese camino por la tontuna del antisanchismo, volver a los tiempos de Franco y arriesgar una economía que no va mal, es algo que los españoles no han querido finalmente. Pero hay que seguir vigilantes. Sánchez hará bien de intentar gobernar para todos y explicar bien sus decisiones. Ya no va a tener un perro fraCasado ladrándole todo el rato, y es de esperar que la derecha cambie de discurso y haga una oposición más civilizada y de fondo, no de ladridos. El presidente tiene la ventaja de que todos sus socios potenciales le han visto las orejas al lobo y no quieren que gobierne un PPVox que los ilegalizaría a todos. En cambio, al PP, su unión con Vox le ha hecho enemistarse con muchos de esos socios que ahora le vendrían muy bien.

Por cierto, eso que yo he dicho de que los de la derecha de verdad son muy pocos y, en democracia han de engañar a muchos del pueblo (los denostados fachapobres), resulta que no es una idea original mía como yo presumía en el blog. La había esbozado ya hace mucho tiempo nada menos que Emilio Romero, el creador del diario Pueblo, maestro de pedrojotas, cebrianes, melchoresmiralles, casimirosabadillo y otros especímenes de la prensa carroñera. Con esa imagen les dejo. Sean buenos. Y paren de reírse, coño.  




2 comentarios:

  1. Me alegro que se lo haya pasado tan bien en su tierra. Creo que se le ha olvidado una de las reacciones más graciosas, la de Vox ofreciendo abstenerse si Feijoo consigue convencer a unos cuantos "socialistas buenos". Esto ya es de traca. En su día encontraron en UPN a dos "requetés buenos" que votaran en contra de la Reforma Laboral y no dijeran nada hasta el final. Menos mal que El de la Chacina votó con las pezuñas y se confundió de tecla.
    A seguir bien.

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    1. Gracias, había olvidado responderle. Lo de los socialistas buenos es realmente hilarante, pero Vox da mucho miedo, amigo. Por un pelo no los tenemos en el Gobierno. Esperemos que en los distintos gobiernos autonómicos muestren su verdadera cara y en adelante se queden reducidos a un grupo testimonial, como la Falange.

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