viernes, 7 de julio de 2023

1.233. Take back the power

Van pasando los días en medio de un calor bastante asfixiante, aunque por ahora no deja de refrescar un poco por las noches. Anuncian que eso ya dejará de suceder desde el domingo, cuando en el centro se empiecen a alcanzar temperaturas del entorno de los 40 grados. De todas formas, el año pasado por estas fechas ya llevábamos un tiempo totalmente achicharrados, en una ola que se extendió más de dos meses. Fue un verano terrible, que yo soporté malamente con un par de escapadas a Cazorla y Jerez de la Frontera a ver a Samantha Fish, como ya se contó. El caso es que hoy viernes por primera vez he puesto el aire acondicionado en mi casa, porque ya no aguantaba más a pesar de la ventilación cruzada nocturna, que me aliviaba las noches.

En los primeros días del verano había mosquitos, que yo conjuraba con el típico enchufe antimosquitos que venden en cualquier colmado. Ahora ya no me hace falta ponerlo. Con este nivel de calor, los mosquitos desaparecen. Hasta hoy, yo andaba por la casa medio en bolas, soportando la chicharrina, por un mínimo resabio de proteger el medio ambiente. Pero hoy ya he tirado la toalla. En realidad, lo he hecho en buena parte por mi gato Tarik Marcelino Martínez, que no puede desprenderse del abrigo de pelo que lo recubre, y a quien ayer encontré enroscado dentro del lavabo, en busca de un poco de frescor. Pensé que, si no refrigeraba mi piso, al pobre animal le podía dar un perreque. A las cualidades de mi gato que he reseñado en posts anteriores, han de añadir ustedes otra: es súper aseado. Ni una sola vez se ha hecho pis fuera del arenero. Y vean ustedes los cuidados que se toma para limpiarlo bien, una vez que termina de hacer sus cosas.


A pesar del acoso térmico, yo sigo manteniendo todas mis rutinas y acudiendo a todas mis citas a pie, si es posible, eso sí, por la sombra. Por ejemplo, el lunes hube de cruzar el Retiro de ida y luego de vuelta para acudir a la clínica dental en donde estaba convocado para una limpieza rutinaria. Hasta hace poco, estas limpiezas me las hacía una señora que se ha jubilado a mediados de este año y ha sido sustituida por una chica más joven. La antigua hablaba todo el rato con un tono de voz soporífero, de fuertes efectos analgésicos, narrando todo lo que iba haciendo, con una utilización ciertamente abusiva del gerundio: abriendo un poco más la boca… apurando la parte de abajo con la cureta… inspeccionando una pequeña bolsa en este lado… La nueva ya no abusa del gerundio y, en cambio, utiliza unas comparaciones metafóricas de lo más divertido. Por ejemplo, dice que el sarro dental es como el gotelé y por eso cuesta tanto eliminarlo. O que los cepillos interdentales de molinillo son mejores que el hilo dental, porque hacen una limpieza similar a la de los lavaderos de coches.

Tenía la cita a media mañana y estuve en la consulta más de una hora. Así que llegué a casa cerca del mediodía sin haber sacado nada del congelador para la comida. Era lunes, pero no tenía yoga por ser la luna llena y había avisado a los del Ricla que no iría. Pero llegado a casa y con el Matilda cerrado, se me vinieron a la mente los manjares del Ricla, así que les llamé y les di la contraorden. Por la sombra y provisto de un sombrerito, eché a andar hacia el lugar por el camino habitual. Cruzando la plaza de Tirso de Molina, vi bastante revuelo de policías y gente por allí sobresaltada. No le di mayor importancia: en la plaza se reúne una panda de drogadictos, alcohólicos, marroquíes, negros del top manta, etc. que yo he de atravesar para ir al yoga, y no es la primera vez que vienen una o dos patrullas policiales que proceden a identificar a los habituales. En mi taberna favorita me obsequié con unas albóndigas súper, pero las acompañé con un vino blanco helado, en vez de los dobles de cerveza que suelo tomarme después de sudar hora y cuarto en el yoga.


De vuelta a casa, en la plaza de Tirso de Molina seguía el ambiente enrarecido, con una sombra de desolación entre los numerosos curiosos que ahora observaban las evoluciones de los polis desde detrás de unas cintas plásticas con las que habían acordonado el entorno de una vieja sastrería que se llama Vistebién (imagen de arriba) y que hasta ahora mantenía el negocio. A su lado, otras como Medias Puri se han reconvertido en discotecas o similares. Me detuve un momento y pregunté qué estaba pasando. Un tipo de acento rumano me dijo: ꟷLa señora de la tienda, que la han matado. Subrayó su frase con un gesto inequívoco pasándose el lateral del índice horizontalmente por la garganta. Supongo que ya han leído sobre el tema, ha salido en todos los periódicos. Y también cómo desde Vox se atribuyó el crimen a un magrebí, para sacar tajada electoral de esta desgracia, cuando la policía no tardó ni 24 horas en detener a una pareja de delincuentes españoles, identificados por las cámaras del local. Cualquier cosa vale para estos señores, como pude comprobar un poco más abajo, cuando descubrí en la acera de enfrente la lona de la vergüenza. Véanla.

Leo que ayer unos activistas antidesahucios se subieron con cuerdas y taparon la imagen de la ignominia con diferentes pancartas, que fueron pronto retiradas por la empresa que ha contratado la lona. Yo sería partidario de dejarla ahí, hasta las mismas elecciones. Para que la gente vea el grado de barbarie de esta gente. Leo también que el energúmeno vociferante cuya imagen aparece en la parte de la derecha, es el mismísimo director de la empresa Desokupa, un nazi convencido que usa métodos bastante menos sofisticados que los del Cobrador del Frac, por decir un grupo bastante conocido. Esto es lo que nos espera si finalmente gana el PP de la manita con Vox, como pronostican las encuestas. Aún podemos evitarlo, votando con cabeza. Yo ya tengo claro que voy a votar a Pedro Sánchez, basándome en criterios de voto útil y a pesar de haberme declarado yolandista irredento. A no mucho tardar, dedicaré un post específico a explicar mi postura y las razones que me llevan a ella, a ver si consigo convencer a alguno de mis lectores más propensos a la abstención o a votar a alguien estrambótico, como hice yo con los de Recupera Madrid, extravagancia por la que ya he pedido perdón en este foro.

Por cierto, sigo esperando que me llegue por correo el material para votar anticipadamente, dado que el fin de semana de las elecciones espero estar en mi tierra comiendo percebes y camarones. Cómo me gustaría poder celebrar una derrota de la derecha cavernícola que amenaza nuestro futuro y nuestra línea más europea. Pero la cosa está difícil, aunque no imposible. Un amigo que maneja en su trabajo técnicas prospectivas y encuestas, me dice que Sánchez ha saltado al ruedo demasiado tarde, que no le va a dar tiempo a remontar toda la desventaja que tiene, que él pensaba que gobernando bien y teniendo una imagen internacional potente le sería suficiente para ganar. Que lo normal es que pierda, salvo alguna debacle causada por un fallo garrafal de sus contrincantes. Por eso digo yo que la lona de Atocha no deberían de quitarla. Porque ese puede ser el fallo necesario. En cualquier caso, como suele decirse, hay partido. Y en los partidos de futbol pasan cosas inesperadas, como que el mejor portero de la categoría se vuelva loco, haga un par de cantadas memorables y luego se autoexpulse en el último minuto (estas cosas le suceden a mi Dépor).

Ya que estamos con el fútbol, les diré que estoy muy ilusionado con el juego de la selección española femenina, a la que veo por televisión siempre que puedo. El otro día jugó muy bien contra Dinamarca y muy pronto empieza el Mundial de Australia y Nueva Zelanda, en el que yo creo que podemos hacer un buen papel. Pocas selecciones cuentan con jugadoras de la categoría de Alexia Putellas, Aitana Bonmatí (que yo creo que es todavía mejor), por no hablar de mi musa Athenea del Castillo, o la explosiva sevillana Olga Carmona, cuya nariz confirma la etnia que sugiere su apellido. Con la diferencia horaria, creo que los partidos se van a poder ver en la tele a las nueve de la mañana, pero va a ser un buen espectáculo. España ocupa actualmente el puesto 6 del mundo en el ranking FIFA, sólo por detrás de USA, Alemania, Suecia, Inglaterra y Francia.

Pero, como les digo, yo procuro mantener mi agenda a pesar del bochorno y ayer asistí al primer concierto en España de mis admirados Interrupters, el grupo de Los Ángeles que formaron los tres hermanos Bivona (guitarra, bajo y batería), con la cantante Aymee Allen. En los últimos tiempos han añadido a un teclista gordo, barbudo y con gafas negras, que a ratos saca un trombón de varas y le pone un punto aun más potente al ska-punk que desarrolla el grupo. Quedé para el concierto con Joe, mi hermano mexicano, y un par de amigos suyos. Y nos citamos previamente en La Casa de los Minutejos, un bar bastante curioso por la zona de Marqués de Vadillo. Finalmente, los minutejos son una especie de mini sándwiches tostados que llevan dentro una fina capa de algo que puede ser oreja o morro de cerdo, no supe identificarlo. Con una cerveza bien tirada, son el combustible perfecto para un concierto en el que se podía intuir que íbamos a botar mucho, como siempre con el ska. En la puerta de La Riviera me hice un selfie con Joe, que pueden ver aquí.

Entramos y la sala estaba literalmente petada, con un público bastante intergeneracional, gente de mi quinta y chavales más jóvenes. Cuando accedimos al interior, ya estaban tocando (es un decir) una banda de teloneros, íntegramente compuesta por chicas jovencísimas que a voz en grito desarrollaban un punk aguerrido y no demasiado sutil, al pie de una gran pancarta con la A del anarquismo. No era un mal aperitivo, aunque los Interrupters son además músicos y muy buenos. Estas chicas eran pura energía, se apoyan en un bajo y una batería potentes y bastante correctos y lo que hacen las dos chicas guitarristas es arrollador, está trufado de fallos, pero no importa. Las chicas tocaron la media hora estipulada y enseguida entraron los técnicos del grupo principal para ajustar toda la maquinaria. Grabé un clip de las chicas, aunque les prevengo que mi móvil no graba demasiado bien cuando el ruido es tan elevado. 

En el ínterin, cargamos nuevas cervezas y yo aproveché para infiltrarme a las primeras filas, como me gusta hacer últimamente. Los de mi grupo optaron por quedarse más atrás y mis dos nuevos amigos debieron de pensar que era un borde y un huraño, pero Joe les aclaró que es una manía mía y que no se preocuparan por mí. Lo cierto es que en estos conciertos de ska, la gente salta mucho y se empujan (es lo que se llama el pogo) y a lo largo del concierto estuvieron a punto de tirarme dos veces y me llevé algún que otro pisotón. Pero a mí, a los buenos artistas me gusta verlos de cerca, caiga quien caiga. Era la primera vez que este grupo de LA tocaba en España, varias veces en sus parlamentos entre canción y canción, se disculparon por no haber venido antes y prometieron que nos visitarán más seguido.

El día 4 habían tocado en París y mi hijo Kike me mandó a las once de la noche, saliendo de verlos, el siguiente mensaje: padre, menudo conciertazo, se te va a poner celosa la Samantha y todo. La verdad es que el concierto fue fabuloso. Arrancaron con mi tema favorito Take back the power a toda pastilla y se sorprendieron mucho al ver que toda la sala se sabía la canción y la coreaba a voz en grito. La cantante se callaba, adelantaba el micrófono y no salía de su asombro al escuchar a toda la audiencia como una sola voz. La verdad es que este tema es un auténtico himno, con una letra única: ¿Cuál es tu plan para mañana? ¿Eres un líder o a quién sigues? ¿Eres un luchador o un gallina? Va siendo hora de que recuperemos el poder. Aquí pueden ver un pequeño clip a media actuación, con la salvedad del mal sonido de mis vídeos, pero para que vean cómo se desempeñaba el grupo.

Fue una actuación ciertamente memorable y al estar casi en primera fila tuve la oportunidad de estrechar la mano sudorosa de Aymee cuando pasó por allí saludando para preocupación de los de seguridad y también me hice con uno de los pins de solapa del grupo que ella repartió al final. Terminaron saludando emocionados, yo creo que no se esperaban un recibimiento como el que les dispensamos y no creo que sea muy diferente hoy en Barcelona o mañana en el País Vasco. Después, estuvimos en la tienda de merchandising donde me compré una camiseta negra del grupo para mis sesiones de yoga. En fin, una noche rockera como las de los buenos tiempos, que culminamos luego en una terraza de la calle Segovia, al pie del Viaducto, donde nos tomamos la penúltima. Desde allí subí a casa andando para no perder las buenas costumbres.

Hoy he tenido día de descanso en casa, con mi gato y el aire acondicionado, que los excesos hay que descansarlos adecuadamente. Mañana, el sinvivir sigue su curso, tendré una clase de inglés de recuperación de dos horas y luego cogeré el coche y me subiré a Torrelodones, en donde he quedado a comer con un amigo que hace un tiempo que no veo. El domingo tendré yoga matutino, para recuperar el día de la luna llena, y después espero obsequiarme con mi desayuno habitual en esas tesituras, en la popular Casa de las Torrijas. Continuará. De momento, aguanten el calor, sean buenos como de costumbre, y recuerden: Take back the power, es momento de recuperar el poder o, digamos, de no perderlo.

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