jueves, 11 de mayo de 2023

1.224. Un post a galope

Digo a galope, porque ya el blog es a la carrera y esto va más allá. Para que lo sepan, mi ordenador está sufriendo un fallo multiorgánico agudo, se está viniendo abajo estrepitosamente, un proceso que se venía anunciando desde que se me cayó en casa de mi hijo Lucas en Lille hace poco más de año y medio. Lo he tenido entre algodones y le he prolongado la vida lo que he podido, pero esta vez ya parece que la cosa no tiene arreglo. La antena de WiFi ya no funciona, de modo que estoy sobreviviendo con un conector de Internet de diez metros de largo y soportando unas velocidades de reacción lentísimas para cualquier operación que intente. La cosa es tal que, mañana me voy a Cáceres con mi colega Henry Guitar y no me lo voy a llevar, porque no tengo garantía de que el router del hotel esté a menos de diez metros de mi cuarto.

Por eso estoy escribiendo hoy, en condiciones precarias, porque no podré volver a usar el ordenador hasta mi vuelta de Cáceres, el lunes a mediodía. Por si esto fuera poco, encima, mi ordenador tiene hormigas. ¿Cómo dicen? ¿Que si son virus? No, no. Virus también tiene, pero además han anidado dentro unas hormigas minúsculas que salen a pasear por la pantalla cada rato y que seguramente se han comido parte de las piezas de materiales valiosos que forman un ordenador, para excavar allí su nido de insectos okupas. Este ordenador me lo compré en enero de 2017 y, si no fuera por estos sucesivos imponderables, supongo que habría durado más, pero es lo que toca. Intentaré quedar la semana que viene con un amigo experto en estos temas, para irme a comprar un ordenador nuevo y tratar de tenerlo formateado antes del día 23, fecha en la que ya tengo un vuelo a París para pasarme un par de semanas por esa zonas del norte, en donde tengo un programa que no les voy a adelantar.

Por lo demás, mañana tengo mi conferencia en inglés a los representantes de la ciudad holandesa de Almere. Es una delegación muy amplia, compuesta por 42 personas, entre arquitectos, promotores, constructores, inmobiliarios y funcionarios del Ayuntamiento. Los trae mi amigo Werner, que les ha organizado un programa extenso y denso como acostumbra. Mañana por la mañana harán diversas visitas de campo con Werner, que los traerá a la una a la torre ahora llamada Emperador (antes Torre Espacio). Allí, en la última planta, hay un restaurante muy lujoso, en el que vamos a comer después. En la antesala del restaurante les esperaré yo para la charla. Tengo que presentarme con antelación, con mi ordenador para mostrarles mi power point. Como no tengo que conectarme a Internet, el ordenador no será un problema. Salvo que las hormigas salgan en estampida y me dejen en mal lugar. No creo que suceda esto, son unas hormigas muy aseadas y recatadas.

Los del restaurante ya tendrán preparada una pantalla grande y 44 sillas del comedor orientadas hacia ella. Yo sólo tengo que llegar, conectar mi aparato a esa pantalla y esperar a Werner y su multitudinaria compañía. Después, como es natural, me invitan a la comida. Y me llevo un pequeño pago, cuyo monto no les voy a revelar, para el que tengo que llevar una factura según el modelo que ya he usado en ocasiones similares. Acabado el sarao, cogeré el Metro a mi casa, me cambiaré para recuperar mi imagen habitual y saldré con el coche a recoger a Henry y poner rumbo a Cáceres. Finalmente no voy a llevar a Tarik a casa de mi amiga África. Hace unos días me pasé por la clínica del veterinario, para que me sellara la cartilla con su última vacuna y este hombre me dio buenas razones para dejar al gato en casa. Si le dejo comida y agua en abundancia en diferentes boles por la casa, él esperará resignado a que vuelva, pero se va a estresar menos que si lo llevo a otra casa.

La verdad es que los gatos son más de las casas que de sus amos. Tarik ya ha integrado mi casa como suya, incluso manda un montón y me lleva por donde quiere. Es un gato muy sociable, al que le gusta que haya gente en casa, pero cuando no hay nadie no se agobia especialmente. La terraza ya la ha cartografiado y medido en todas sus dimensiones, descubriendo escondrijos y recovecos que yo desconocía y ahora pasa mucho tiempo por allí, acechando bichos o aves reales o imaginarias. Según el veterinario, para viajes de hasta cuatro o cinco días es mejor no moverlo. Si tiene comida y agua en abundancia, él se las apaña sin problemas. Lo que pasa es que mañana tendré que dejarle el arenero bien limpio y todo bien preparado, algo que no puedo hacer hasta por la tarde. No podremos salir muy pronto, aunque a Cáceres son apenas tres horas de carretera.

En fin, este tipo de líos como mi conferencia a los holandeses o mi viaje a ver el Womad, debo cultivarlos con esmero, porque es inevitable que se vayan acabando. Mi amigo Alain Sinou, ya me ha dicho que el año que viene será su último curso lectivo. En el verano de 2024 se jubila sin posibilidad de seguir en la enseñanza. Así que las clases en París tienen para mí los días contados. En la ETSAM este año no me han llamado para ninguna tampoco. Prácticamente el único que sobrevive es Werner, que dice que ya me tiene dos bolos preparados para el otoño. Pero poco a poco, mis actividades se irán reduciendo, en consonancia con la edad que ya voy teniendo. Así que he de disfrutar de ello mientras dure. Estos días he estado bastante ocupado. Mi hijo Kike vino el pasado fin de semana para un asunto de trabajo que tenía este martes. Luego el asunto se complicó y se tuvo que quedar hasta hoy jueves en que ha volado finalmente de vuelta.

Además, he estado atento a pedir el voto por correo, porque el día 28 estaré en París. Para ello, entré en Internet, hice una larga operación, rellenando un montón de campos y me dijeron que ya estaba. Y que si quería guardarme una copia en pdf. Un par de días después, entré en un seguidor que tiene la página de correos, para ver cómo iba la cosa y me salió que yo no había iniciado ningún procedimiento. Revisé el pdf y entonces caí en la cuenta de que lo único que había hecho era grabar un formulario para luego imprimirlo y llevarlo a una oficina de correos. Lo hice así, acudí a Cibeles y allí me dijeron que la fecha era de dos días antes y no valía. Así que tuve que rellenar otro a mano y entregarlo. De este sí que tengo un número de referencia para seguir el procedimiento on line. La cosa sigue con que dentro de unos días me visitará el cartero para hacerme entrega de las papeletas de voto y el sobre para enviar la que yo elija. Esto sólo me lo puede entregar a mí, en mano, no le vale el portero.

Cuando tenga las papeletas, elegiré las que yo quiera, las meteré en los sobres correspondientes (uno para la ciudad y otro para la región) y tendré que irlo a depositar a Cibeles. Ya ven qué complicado es el procedimiento. Pero es que yo no quiero tirar mi voto absteniéndome, sino tirarlo con clase, en el caso de que finalmente vote a Luis Cueto. De una manera o de otra, yo creo que se nos viene encima una debacle histórica de la izquierda madrileña; que Ayuso va a arrasar y Almeida ganará también por mucho. Es una debacle merecida, no puede ser que para una ciudad como esta se presenten PSOE, Podemos, Más Madrid y Recupera Madrid. Mi esperanza es que aprendan la lección y se unan para las Generales, pero no las tengo todas conmigo, a pesar de la propuesta unificadora de Yolanda. Por ahí detrás está el Emérito de Podemos, dando minuciosamente por culo.

Miren, yo les voy a proponer a los de Recupera Madrid un órdago. Que salga Cueto y diga que está dispuesto a retirarse y pedir el voto para Rita si los de Podemos hacen lo mismo. Es un farol brillante que iluminaría bastante el terreno. Pero no creo que lo hagan, es una gamberrada y estos señores son serios. Aunque alguna trastada sí que hacen. Por ejemplo, el otro día se colaron Cueto y Calvo en un mitin de Abascal y lo grabaron diciendo que le habían escribido en redes sociales. El vídeo se convirtió en viral y pueden escucharlo pinchando AQUÍ.

Otra de mis actividades de estos días ha sido visitar la exposición Bowie By Duffy, en el COAM. A mí me resultó fascinante, me pasé una hora increíble y salí totalmente ido, directo a la taberna de Ángel Sierra en Chueca a tomarme un vermú con unas guindillas. Pero ya saben que yo soy un forofo de Bowie, el único personaje del rock al que le he dedicado tres posts seguidos con motivo de su fallecimiento. Los que no sean tan forofos, conviene que sepan que la entrada a la exposición cuesta 16€, un precio que me parece bastante exagerado. Pero la expo es magnífica. Duffy es uno de los mejores fotógrafos británicos de la historia y se encontró con Bowie en cinco ocasiones en los años dorados de su carrera. Después de la última, le dio una especie de crisis existencial, quemó todos sus negativos en el jardín y se dedicó a pintar hasta su muerte. No volvió a hacer más fotos. Su hijo, que también es fotógrafo, pudo salvar parte de los originales, con los que creó la colección que aquí se muestra en parte. Entre ellas la famosa portada del Aladdin Sane.



Se me ha hecho de noche y voy a prepararme una cena ligera, que mañana me espera un día duro. Les diré que, para mantenerse bien a estas edades es fundamental estar entretenido. Yo esta mañana he tenido una hora de inglés, he estado haciendo gestiones diversas hasta la una, luego me he ido a mi sesión de yoga, he comido en el Ricla y he cogido el Metro para el número 1 de María de Molina, en donde tenía una reunión con un abogado para un tema de los que no se cuentan en este blog. De vuelta a casa, he ensayado una vez más mi presentación en inglés de mañana y aun me ha quedado un hueco para escribirles a ustedes antes de cenar. Estar muy ocupada es el secreto de longevidad de una paisana mía que acaba de cumplir 109 años y anda por ahí paseando por las playas, comiéndose buenos guisos de lamprea y más contenta que unas pascuas. Por si no me creen, les pido que pinchen AQUÍ y lean el reportaje que le dedicó por su cumple el digital de La Voz de Asturias. Sin duda, esa es la actitud. Sean buenos y aprovechen el finde, que viene con lluvias ligeras.

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