viernes, 8 de octubre de 2021

1.089. De la bastez, los orzuelos y otros temas recurrentes

Bueno, pues a pesar de mis reservas y quejas encubiertas, lo cierto es que el post anterior ha cosechado un moderado éxito según el contador de visitas y pienso que quizá se deba en parte al magnífico comentario del Ateo Piadoso, con quien tuve el placer de comer el miércoles, en compañía de otros amigos y amigas, ocasión que aproveché para agradecerle por lo ajustado y pertinente de su extenso comentario y la exquisita calidad de su prosa, que otros lectores me han alabado profusamente. La verdad es que seguidores como el Ateo Piadoso hacen que merezca la pena continuar con este blog que siguen cuatro gatos, eso sí, fieles de verdad.   

Pero, siendo un poco malvado, podría yo pensar que el aumento de visitantes se deba a la exhibición de la anatomía de Britney Spears y Chiara Ferragni. Algún lector me ha dicho que no ve diferencia entre la postura vital de una y otra. Yo sí la veo, porque Spears muestra su cuerpo en una foto bastante fea y, digámoslo claro: basta. Y su mensaje es: ya no tengo la tutela de mi padre y lo primero que hago es un selfie en pelotas para que lo vean todos mis seguidores, lo que da una idea de su nivel mental y cultural. Chiara Ferragni, en cambio, no es nada basta y tiene una cabeza bastante más compleja y bien amueblada, como se vio en el documental del que les hablé y que se exhibió en Venecia. Y sus fotos son una forma de criticar a esa censura absurda por la que se rigen Facebook, Instagram, etc.

En efecto, estas normas de censura que no sé quién ha establecido, pero que comparten todas las redes mal llamadas sociales, establece que los varones no pueden mostrar la polla, los huevos ni el agujero del culo (no sé cómo decirlo con otras palabras). En el caso de las señoras, además de su sexo y el citado agujero del culo, han de cubrirse estrictamente los pezones. El resto de la anatomía de ambos géneros puede mostrarse libremente. Por eso, la Ferragni ha diseñado unos accesorios dorados que resaltan las contradicciones básicas de esa normativa no escrita ni aprobada por nadie. Porque los que, como yo, amamos el cuerpo humano, sabemos que esas partes que se han de esconder son exactamente iguales que el resto: piel, cartílagos, mucosas y membranas. En ese mismo sentido crítico y rompedor va la conocida rapera que se hace llamar La Mala Rodríguez, quien se presentó el otro día a un concierto, nada menos que en Valladolid, con el atuendo que pueden ver en la foto y que no incumple tampoco la norma. Es una imagen estratégicamente tomada desde el ángulo más adecuado.

Es obvio que esta mujer es crítica y rompedora, pero a la vez bastante basta, por seguir con el término, que lo uno no descarta lo otro. Siempre en mi modesta opinión. La verdad es que es una artista a la que no sigo demasiado, porque el rap no está entre las músicas que me enajenan, aunque no le tengo tanta manía como Keith Richards, que dice que es puro ruido, o los seguidores más puristas de Samantha Fish, que han puesto el grito en el cielo porque en su último disco, al final de una de las canciones salen dos minutos de rap: ¡Horror y estigma! Ella ha explicado que, con su productor y sus músicos, se fueron a grabar el disco a Los Ángeles y les prestaron el estudio de grabación de un conocido y veterano rapero. Y que un día pasó por allí y les pilló con una canción que no sabían cómo rematar. Le propusieron entrar al final y el hombre se entusiasmó y le da a la canción un punto cojonudo, otro día se la traigo.

Porque en realidad, hoy les quiero hablar de C.Tangana, el último fenómeno de ventas en el rock español, cuyas letras corean hoy los adolescentes y no tan adolescentes de ambos sexos. Les confieso que me he acercado a este sujeto con una triple prevención o prejuicio, porque desconfío de los grandes lanzamientos mediáticos, porque como he dicho no me gusta el rap y, en tercer lugar, porque menudo nombre se ha puesto este señor. Es que creo que C.Tangana es el nombre más ridículo del rock desde Nacha Pop. ¿Cómo puede un tipo llamarse C.Tangana?

A pesar de ello, ya saben que nunca me cierro a lo nuevo, así que he escuchado el disco entero, que se llama El Madrileño, y he de decirles que me encanta. Este señor recrea un universo canalla y barriobajero, provisto de un nivel de ternura, de fragilidad anímica a pesar de su aspecto de duro del extrarradio, que me parece muy atractivo. Y qué letras: Tú me dejaste de querer/cuando menos lo esperaba/cuando más te quería/se te fueron las ganas. La historia del mundo cabe en esa estrofa. Bueno, escúchenlo. No están obligados a que les guste. A mí sí y por eso lo traigo al blog. 

Ya lo ven. Fusión de muchas cosas: rap, reggaetón y un toque flamenco aportado por La Húngara y El Niño de Elche. Si le pillas el punto es bastante adictivo. Por cierto, el vídeo mezcla escenas en el Hotel Riu, en el llamado Edificio España, con imágenes de Los Ángeles y del vuelo entre ambas ciudades. Es que este señor, como Sam, se fue allí a grabar su disco, porque es sabido que los mejores estudios de sonido están en esa ciudad. Tengo una nostalgia grande de volver a LA, donde vive mi amiga Shannon con la que sigo en contacto. El otro día me recordó por Whatsapp la foto maravillosa que nos hicimos la última vez que nos encontramos, en el workshop de C40 en Chicago, hace ahora justo tres años. Una foto mítica que en su día subí al blog, pero se la traigo de nuevo para que la vean otra vez.

¡Cuántos recuerdos! El 2018 fue mi año dorado, con los viajes a San Francisco-Los Ángeles-San Diego-Tijuana, Chile y Chicago. En el 2019 mantuve el tipo con el viaje a Madagascar y algunas escapadas a Oslo, Innsbruck y París por partida doble. Pero en el 2020 llegó la mierda de la pandemia y se acabó lo de viajar por el mundo. Mi próximo viaje a París, del que ya tengo los billetes, romperá este impasse, que yo trato de rellenar con apasionantes historias de la insignificancia, como lo de descolgarme desde la azotea o restaurar los muebles de mi terraza deteriorados por el Filomena. Minucias al lado de mi actividad viajera de esos años, desde que me recuperé de la fractura de húmero el día de mi cumpleaños 65. Hasta que me vaya a Paris, eso es lo que tengo para contar, historietas nimias centradas en mi casa y en mi barrio.

Por ejemplo, el martes pasado estuve cenando con una amiga en las Bodegas Rosell. La llevé luego en coche a su casa y, volviendo a la mía, empecé a notar el ojo izquierdo irritado y como lleno de arena. Antes de acostarme me eché unas gotas de suero fisiológico que me aliviaron ligeramente. A media noche me desperté con un dolor acusado en todo el párpado. He de decirles que yo en mi vida había tenido una conjuntivitis o problema similar en los ojos. Así que no sabía qué me estaba pasando, sólo que era muy molesto. Amanecí el miércoles bastante jodido y se me planteó un dilema. Ya saben que empiezo los miércoles con una carrera por el Retiro. ¿Qué hacía? ¿Salía o no? Decidí que sí. La cosa es bastante obvia: ¿se puede correr con un ojo chungo? ¿Sí? Pues entonces no hay caso.

Me tomé mi café bebido y mi medio litro de agua y salí arreando. A media carrera me empezó a entrar sudor caliente en ambos ojos (porque a los 70 uno ha perdido cejas de cojones), pero la sensación fue que a mi molestia en el párpado no le iba mal ese calor y el sudor propio. Ya de vuelta, rebasé la estatua del Ángel Caído y me dispuse a bajar la cuesta hasta Atocha, en donde la pendiente me hace aumentar la velocidad. Y, casi llegando a la Cuesta de Moyano, me adelantó un patinete eléctrico a toda hostia y recibí el saludo de su ocupante, hasta luego Emilio. Era, como se imaginan, mi amigo Juanmi el Guitarrero, al que en una ocasión similar confundí con Mefisto recién descendido de la estatua antes citada. Seguí a mi buena velocidad, alcancé la acera del Paseo del Prado y subí hasta el paso de peatones frente al Caixaforum.

Allí estaba Juanmi, esperando el semáforo verde. Hablamos un poco, me preguntó por distancias y marcas. Le comenté que estaba un poco jodido del ojo izquierdo. Respuesta: Calla, calla, que tengo yo una conjuntivitis de caballo en los dos ojos y llevo más de un mes con ella. Se abrió el semáforo y Juanmi salió a toda velocidad. Yo seguí corriendo hasta mi casa, despacio y atónito: estaba claro que tenía una conjuntivitis y que me la había pegado el Juanmi, durante nuestros numerosos negocios y afanes en torno a mi guitarra eléctrica, en el cuchitril que es en realidad la vieja tienda y taller de su padre. Desayuné, me duché e hice inmediatamente dos llamadas. La primera a la chica de la noche anterior para que se cuidara, y extremara la higiene y la vigilancia: la conjuntivitis es algo muy contagioso. La segunda, a mi amiga y médica L.

En cuanto me escuchó, su consejo fue tajante: Vete ahora mismo a urgencias oftalmológicas, porque, si es una conjuntivitis, es mejor que te la trates cuanto antes para que no te pase lo de tu amigo, que lleva un mes con ella. Así lo hice. Cogí el coche y me presenté en urgencias de la Clínica Nuestra Señora de América. Allí, la doctora de guardia me examinó y me dio buenas noticias: no era conjuntivitis, sino un orzuelo, algo que tampoco había tenido en mi vida. La amiga con la que me había dado algún que otro achuchón la noche antes no tenía nada que temer porque los orzuelos no son contagiosos. Y yo tenía por delante un tratamiento con una pomada antibiótica, que me doy ahora cada ocho horas. Además, he de aplicarme calor durante veinte minutos cada día, para lo que me he comprado un gel que viene en un plástico y que se ha de poner previamente un rato en el microondas. Parece que el calor le va mal al bicho del orzuelo, como yo había intuido. Pero eso del calor he de hacerlo durante un mes, tras del cual tengo una consulta para que vean si he hecho bien los deberes, porque los orzuelos tienen la mala costumbre de rebrotar.

Desde la Clínica me fui a la comida con el Ateo Piadoso y los demás colegas. Allí, mi amiga África me dijo que todo ese tratamiento eran zarandajas, que tradicionalmente los orzuelos se curaban con el sistema siguiente. Había que conseguir una llave de las antiguas, de hierro, de una bodega o viejo almacén. Con toda seriedad (porque estas cosas hay que hacerlas con fe; si no, no funcionan), había que pasarse la llave herrumbrosa por el ojo, mientras se repetía tres veces el conjuro: San Juan del Pozo, quítame este orzuelo, que tengo en el ojo. Y, al final, escupir con convicción. Parece que era un sistema infalible y mucho más cómodo que darte calor veinte minutos todos los días durante un mes.

En fin, como ya no viajo a lugares como Chicago o Madagascar, he de centrarme en estas pequeñas aventuras cotidianas, que también tienen su interés, como explica el Ateo Piadoso en su comentario antes citado. Es que, encima, la realidad circundante es bastante previsible y aburrida. Lo del fraCasado es de traca. Ha sido llegar a un acuerdo en el Gobierno para aprobar algunas medidas para intentar controlar el mercado del alquiler y apresurarse este señor a decir que es una medida comunista, cuando ni siquiera lo ha podido leer, porque no se han explicado los detalles. Para él, la cosa está mal porque la hace Sánchez, antes incluso de que la cuente. Y anuncia que la va a recurrir en el Constitucional y que va a decir a los presidentes de comunidades autónomas regidas por el PP que no la apliquen. Si la medida, una vez aprobada, se aplicara y se evidenciase que no sirve para nada, me parecería bien que se criticara. Pero no antes, cuando ni siquiera se conoce su contenido. El fraCasado es un orzuelo del sistema político. 

Ese tipo de medidas de control del mercado del alquiler es algo habitual en países tan comunistas como Alemania, Holanda, Bélgica o Dinamarca. Pero este señor no se entera. Él dice que Sánchez es un okupa de la Moncloa, porque accedió al poder mediante una añagaza llamada moción de censura. Olvida que ese truco es perfectamente legal y que luego este señor ganó claramente dos elecciones, en las que el PP sacó los peores datos de su historia (en la primera; la segunda recuperó un poco). Si Sánchez tuviera una mínima talla política, arrasaría con este niñato pollopera y chiquilicuatre (así lo ha llamado Esperanza Aguirre). Como no la tiene, están las cosas bastante igualadas, con ligera ventaja del fraCasado en todas las encuestas salvo la del CIS del ínclito Tezanos.

Historietas insignificantes, críticas al fraCasado y seguimiento de la gira que está haciendo Samantha Fish por los USA. De eso está hecha mi vida a la espera de poder viajar. Bueno, y también de running y de yoga y de blues y de literatura. Lo de Sam es un verdadero portento. Con su nueva banda ha callado ya todas las voces críticas, porque las canciones de tres minutos de su último disco, se alargan en sus actuaciones con punteos estratosféricos, la banda suena como un reloj, la nueva baterista es una bomba y se palpa la complicidad entre ambas en todos los escenarios. Nadie que no sea un cabezota puede decir que eso no es rock del bueno. 

El 3 de octubre tocaron en el Troubadour, la mítica sala de conciertos de Hollywood Oeste. Otra vez LA en este post. Youtube está lleno de fragmentos de ese concierto. Les he seleccionado su interpretación de uno de sus temas más legendarios No Angels. Esta es la Sam actual, más mujer, eufórica, exuberante y con la energía de siempre, cantando como nunca, besando el micrófono como sólo ella hace y sacando el máximo partido de su fabulosa guitarra Firebird. Y aprovechando que tiene que afinar la guitarra para intercalar en la canción una larga parrafada celebrando estar de vuelta en el Troubadour y animando al público a corear el no there ain't del estribillo. Pónganse la pantalla grande y disfrútenla.

De acuerdo con los temas con que hemos comenzado este post, Sam se ajusta también a lo que prescribe la censura de las imágenes, pero se exhibe al borde de los límites, con un escote que no todas pueden llevar, porque exige tener un pecho firme y en su sitio para mantenerse bien sin suje. Samantha es una mujer a la que le gusta salir muy sexi y gustar a su público. Yo creo que en esta gira está callando la boca a los que la criticaron cuando publicó su disco hace un mes (un disco que todavía no me ha llegado, por cierto). Recordarán que uno de los aspectos más criticados por los puristas fue la portada en la que sale con cara de mala lamiendo el mástil de su estupenda Firebird. Pues hasta eso se han tenido que tragar estos puritanos, porque alguien ha rescatado una vieja imagen de Howling Woolf, el irreverente y mítico bluesman de los años 80, el rey del blues de Chicago, autor, entre otros temas, del Killing Floor que yo interpreto a la guitarra y que admiró a tantos. Vean la foto de marras.

Queda un tema pendiente. En este post hemos hablado de bastez. ¿Qué es o no es basto? No pretendo ser el árbitro de una cuestión en la que cada uno puede tener su propia opinión, o sus gustos al respecto. Y desde luego yo tengo la mía. Y la mía es que mujeres como Chiara Ferragni, Samantha Fish o mi amiga Shannon Ryan son personas finas, nada bastas, sino con una especie de elegancia natural. En cambio, Britney Spears o la Mala Rodríguez, me resultan un tanto bastas. Pero se puede ser basto y a la vez tener talento y les voy a cerrar el post con un ejemplo meridiano. Aquí se habla mucho de Sam, la auténtica reina del blues blanco. Pues han de saber que el boogie-woogie también tiene una reina. Se llama Dona Oxford y es un verdadero portento al piano. Respecto a si es o no basta, lo dejo a su criterio, queridos seguidores, con mis mejores deseos para todos ustedes. Que pasen un finde otoñal a la altura de sus expectativas.

4 comentarios:

  1. Observo una gran admiración suya por la guitarra "Firebird" de Doña Sam. Sé que usted anda cavilando comprar una guitarra eléctrica, pues bien, no le aconsejo una "Firebird" por varias razones: Es incomodísima de tocar debido a su descompensación formal, es muy pesada al ser de cuerpo macizo, se desafina constantemente, su sonido tiende a chillón en registros agudos y para mas inri es fea con saña. Parece una guitarra parida al revés. Yo tuve una.
    Consejos le dará su maestro blusero (hágale caso) pero para tocar blues le sugiero una electro-acústica del tipo ES335 de Gibson. Existen segundas marcas (Epiphone) con la misma referencia y que son más baratas.
    En fin querido brother, doctores tiene la iglesia pero en esto de las guitarras déjese aconsejar por su maestro y piénselo bien porque es un producto caro y uno tiene que sentirse cómodo con él.
    Un fuerte abrazo.

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    1. Querido Coronel, sus consejos en asuntos guitarreros son oro para mis oídos. Pero no tengo intención de comprarme una guitarra propia de momento. Intento recuperar la de mi hijo, que es bastante para mi nivel musical actual. En un futuro quién sabe. Si me da por comprar una, me asesoraré debidamente.
      Abrazos a porrillo.

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  2. He oído a algún médico llamar "canal anal" al agujero del culo. En mi familia se le llama "el ojete". Pero sin duda que lo más preciso, sincero y contundente es llamarlo "el agujero del culo". Para mí lo has clavado.
    En cuando al fraCasado, yo diría que un orzuelo es demasiado benigno para semejante insecto. Yo diría que es la orquitis de Pedro Sánchez, pero como es a la vez un terrible dolor de güevos para millones de españoles, el tipo se está aproximando a un cáncer testicular.
    Abrazos.

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    1. Lo del ojete es bastante usado. Algo menos "el ojo moreno". Y los argentinos dicen el orto.
      Lo del fraCasado es penoso. A mí me pone nervioso verlo. No puedo con él.
      Un abrazo, amigo.

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