viernes, 20 de diciembre de 2019

894. Más sobre el clima y la reforestación

Héteme aquí disfrutando de la continuidad de este tiempo gallego que tanto me gusta. Por estos pagos, los manchegos y similares se quejan todo el rato de la lluvia (como si esto fuera el diluvio) y también del viento. ¡Joder! Me gustaría a mí verlos por el paseo marítimo de La Coruña, en esas tardes en que el mar sube la arena de la playa a la vía de circunvalación con olas de cinco metros y, cuando se retira, se ha llevado toda la barandilla y media playa. Mi padre era un gran caminante urbano y gustaba darse un largo paseo matutino después de desayunar y antes de abrir su consulta médica. En los últimos años solía irse hasta la punta del espigón, lo que motivó que más de una vez lo trajera a casa la Guardia Civil, porque lo habían pillado en medio de una situación climatológica ciertamente peligrosa. Yo que no soy tan valiente, he de decir sin embargo que no uso jamás paraguas, que me basta con la capucha de mi chamarra de Desigual con la que me paseo por todos los barrios de Madrid. Vean aquí lo guapo que estaba ayer saliendo de la estación de Atocha.



O sea, que esto del clima condiciona nuestras vidas a todos los niveles. Mi último post ha causado sensaciones encontradas. Por un lado, algunos empezaron a leer, vieron que defendía a muerte a Greta Thunberg y se relamieron de placer esperando un alegato incondicional a favor de las teorías dominantes sobre la emergencia climática, los relatos de terror sobre lo que nos espera, etc., para encontrarse luego en el texto con algunos argumentos a favor de atribuir el calentamiento de la Tierra a otros factores. Bien, siento decepcionar a la gente, pero yo no soy ningún fanático. Lo que intento es estimular el acercamiento científico a los temas. Si alguien aborda un asunto informándose debidamente y no dejándose llevar por impresiones superficiales y apresuradas, posiblemente llegue a conclusiones interesantes, sobre las que formarse una opinión. Luego, uno puede tener una opinión o la contraria, yo no estoy en posesión de la verdad (si lo estuviera, sería el Papa) y lo que quiero es generar debate.

En segundo lugar, a algunos les ha sorprendido la virulencia del arranque del post, por la que no puedo menos que pedir públicamente disculpas. Retiro mi maldición y desde luego que no quiero que nadie tenga un hijo con Asperger, es algo que no le desearía ni a mi peor enemigo. Ese exabrupto tiene un origen y quiero explicárselo. En los días de la Cumbre del Clima, yo seguí comiendo en el restaurante casero al que voy con más frecuencia, hasta el punto que ya son amigos míos. Es un lugar donde come y bebe un público de oficinistas y currantes del entorno y no se vio especialmente concurrido con motivo de la Conferencia, porque, como ya les he contado, los de la Zona Azul disfrutaban del menú de Can Roca, y los de la Zona Verde eran más bien activistas, veganos y similares, y este personal suele llevar tupers con crudités, en vez de comerse un buen cocido, como el que preparan en el bar, entre otros platos riquísimos.

En ese contexto, llegué yo un día al lugar, vi una mesa libre y me dispuse a sentarme. Entonces vino una de las chicas que sirven y me dijo muy seria: –No, no, no, que esta mesa está reservada. –¿Y eso? –Es que la tenemos reservada para la Greta. En ese momento todo el mundo estalló en carcajadas. Era la broma que estaban gastando a los clientes que llegaban despistados, una especie de inocentada. Me parece bien, estos del restaurante son unos tíos cojonudos y yo los sigo queriendo. Lo que pasa es que continuaron con la coña, siguió entrando gente a la que le daban el mismo chasco y cada vez la clientela estaba más pedo y más lanzada, con lo que empezaron a menudear los insultos a Greta a voz en grito, por parte de una serie de energúmenos, que parecían retarse entre ellos a ver quién decía la barbaridad más grande, que se iban envalentonando cada vez más y que saludaban las sucesivas invectivas dándose golpes con la mano abierta en el muslo, para no mearse de la risa.

En definitiva, tipos con un nivel cultural, moral y personal ínfimo dedicándose a insultar a una niña que pesa apenas 35 kilos y que está luchando también por ellos, esté o no equivocada. Los insultos eran además soeces, machistas, ventajistas y crueles, con una persona que ni siquiera estaba presente. La típica chulería barata y alcohólica de unos sujetos que no suelen ser tan valientes cuando se trata de enfrentarse a la cara con enemigos de su talla. Total que casi me sienta mal el cocido, me fui a casa cabreado y, cuando me puse a escribir, me salió del alma el párrafo de marras, inhabitual en mí, que no suelo atacar de manera tan directa. Lo que vino detrás eran una serie de historias y apreciaciones sobre el cambio climático que ya he desarrollado en otros textos del blog. Escribí un texto muy largo, que tuve que recortar para que entrara en el formato, así que hoy estoy elaborando otro con los flecos pendientes. Es decir, que les estoy calzando un post de recuelo, por lo que les pido también disculpas.

Por ejemplo, les dije que el calor medieval (superior al que tenemos ahora mismo, por eso estaba verde Groenlandia), trajo un bienestar generalizado en Europa, floreció la agricultura y la ganadería, aparecieron las ciudades-estado italianas y las hansas del norte, interesantes ejemplos ambos de organización predemocrática, y todo esto se relaciona también con la aparición del Renacimiento. Bien, pues cuando llegó la peste en sus diferentes versiones, todo eso se fue a la mierda. La gente se moría, había mucho miedo, las cosechas se perdían, todo salía mal. ¿Y cuál fue la reacción de la sociedad a este desastre global? Pues una muy propia de una colectividad bárbara e inculta como era aquella: echarle la culpa a las mujeres, en especial, a las que se salían un poco del papel pasivo y maternal que se les asignaba. Ese es el origen de la Inquisición y la quema de brujas en hogueras por toda Europa. Bastaba una denuncia anónima de alguien que te tuviera manía, para que te achicharraran vivo en la plaza del pueblo. A ver. No estoy diciendo que toda la historia de la Humanidad esté condicionada y determinada por el clima. Fenómenos como el Renacimiento o la Inquisición son el resultado de una suma compleja de factores. Lo que digo es que el ambiente más o menos cálido o gélido fue uno más de esos factores y no el menos decisivo. 

Otro tema a matizar. En mi texto afirmo con rotundidad que la Tierra es indestructible. Debería decir indestructible por el hombre. Pero si llega un asteroide de tamaño suficiente, claro que se la puede cargar. Es como cuando antes se vendían relojes y otros objetos con la vitola de irrompibles. Les aseguro que, si usted coge un reloj irrompible, lo pone en el suelo y lo taconea repetidamente con saña, se queda hecho una lástima. Pero aun en el caso del asteroide gigante potencial, podríamos defendernos. Porque los sistemas de observación y modelización espacial nos permitirían predecir su trayectoria. Y podríamos enviar a Bruce Willis en una nave kamikaze cargada de bombas nucleares, a que se estrellara contra la amenazadora roca. Y, en caso de que fallara, aun nos quedaría Sylvester Stallone. ¿Cómo? ¿Que no han visto la película? Ese es problema de ustedes, no mío. Sabemos que la Tierra se defiende del ser humano con distintas estrategias. Y aquí les traigo un par de imágenes. Un derrumbe de barro en Brasil que inutiliza completamente una carretera y la imagen desde el aire de la última erupción del Stromboli, en medio del Mar Tirreno.



Vamos con el tema de la reforestación de la Tierra, como forma de atacar el problema climático desde el otro lado, como proponen los de Arriba las Ramas, a la vista de que el cambio de conductas de la gente, si acaso llega a producirse, no empezará a producir efectos visibles en el planeta hasta medio plazo. Esto no es algo nuevo. Y esta tendencia tiene una figura emblemática. Se llama Wangari Maathai, una portentosa mujer keniana que fue nada menos que la primera mujer africana distinguida con el Premio Nobel de la Paz (2004). Hablo de ella en pasado porque falleció en 2011 a los 70 años. Antes de ese galardón, había sido también la primera mujer de África del Este en obtener un doctorado (en la universidad de Atchinson-Kansas), y también la primera profesora de Anatomía Veterinaria y luego la primera Decana de la Universidad de Nairobi. En 1976 fundó el Movimiento Cinturón Verde, Green Belt Movement, que sigue funcionando y que ha plantado en África nada menos que 14 millones de árboles desde entonces. Es un movimiento dirigido y gestionado por mujeres, aunque no desdeñan la ayuda masculina. El lema con el que arrancaron es no podemos quedarnos sentadas a ver cómo nuestros hijos se mueren de hambre. Por esa formidable iniciativa le dieron el Nobel. Luego se dedicó a la política, fue elegida miembro del Parlamento de Nairobi y hasta llegó a presentarse a presidenta, al frente de una coalición verde, logro que no llegó a conseguir porque se murió. 


Hermosa imagen la de esta mujer extraordinaria, un icono del movimiento por la plantación masiva de arbolado. En Madrid, otra mujer muy guapa, Begoña Villacís, encabeza el proyecto que se ha dado en denominar El Bosque Metropolitano, que bebe de esta tendencia. Su grupo, Ciudadanos, ha aprendido que, si no quiere desaparecer, tiene que diferenciar su discurso del recetario rancio y pedorro del PP. Ojo con el grupo que encabeza esta señora, que esta misma mañana ha votado en el Pleno con la izquierda, a favor de mantener Madrid Central sin variaciones en su régimen de accesos, para cabreo supino de Borja Carburante y sus colegas, que querían abrir el acceso a los vehículos con distintivo C. El Bosque Metropolitano es uno de los proyectos en los que se ha involucrado la Dirección General a la que pertenezco y también una de las razones de que yo haya decidido seguir en el curre un año más. 

Ya les hablaré más en detalle de este tema. Por hoy basta con que les dé unas informaciones más. A nivel mundial, el porcentaje de habitantes que viven en ciudades es ahora mismo del 55%, dato que supongo conocen (se dice también que en 2050 esa proporción será de 2/3). Pero lo que tal vez ignoren es que en la vieja Europa, el porcentaje de población urbana es ya del 74% y en España sube hasta el 79%. Datos de 2019 del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU. Así que hay que renaturalizar las ciudades e introducir el factor verde en el medio urbano. Para evitar que se generalicen algunas patologías de la población urbana, que ya empiezan a aparecer y no me refiero sólo a las respiratorias. La población humana nació en un entorno natural y la adaptación al medio urbano conlleva algunas disfunciones, como la llamada solastalgia, el trastorno de déficit de naturaleza, e incluso la llamada ecoansiedad, forma de depresión derivada del bombardeo que sufrimos de noticias catastrofistas relacionadas con el clima. Como más de uno ya estará pensando que les estoy tomando el pelo, pueden leer algo al respecto pinchando AQUÍ.

Frente a eso, existen técnicas contrastadas, como la japonesa shinrin-yoku (baño de bosque), que es lo que se pueden imaginar: sumergirse en la naturaleza, no tener prisa y hacer una especie de yoga verde. En Madrid hay centros de shinrin-yoku, técnica sobre la que pueden leer ACÁ, por cierto, un enlace sacado de la página del Marca. El shinrin-yoku se puede combinar con el hygge danés, otra receta de la felicidad, sobre la que pueden informarse ACULLÁ. Todas estas cosas las averigüé yo en una jornada de happytología en la que participé como ponente hace como año y medio y que tuvo su correspondiente reseña en el blog, pero no se preocupen: es normal que se les haya olvidado.

Bueno, la de cosas que aprenden ustedes en este blog. Me queda contarles los otros cánticos que proferían los activistas chilenos, además del relativo a los pacos culiaos. El más repetido y generalizado era Piñera, devuélvenos los ojos, grito que hace referencia a los más de 300 tuertos causados por los perdigones que disparan los pacos. Los chilenos que marchaban por la Castellana el 6 de diciembre habían viajado miles de kilómetros, pero estaban felices de poder manifestarse y tocar sus zampoñas y charangos sin que nadie les disparase. Y otro canto, a ritmo de habanera:

                                                         Piiiñeeeeeeera
                                                         La concha’e tu madre
                                                         Asesiiiiino
                                                         Igual que Pinochet (tararán tan-tan)

En fin, ya saben que me he definido últimamente como ecologista, feminista, errejonudo y colaborativo. Estuve tentado hasta de cambiar mi perfil de blogger, pero no lo he hecho porque uno nunca sabe si estas cosas son pasajeras. Después de estos dos posts, creo que mi primera caracterización ha quedado clara y meridiana. Ya iremos con las otras tres. En los albores de una nueva década, creo que está claro que las generaciones emergentes vienen con dos revoluciones bajo el brazo, la climática y la feminista, que son ya imparables. Y yo estoy encantado con ambas. Un tipo que se pasea por ahí con una chamarra de Desigual como la que yo llevo, tiene que estar siempre en la onda. Terminaré con un lema. Está sacado de un texto de Eduardo Galeano. La frase es tan potente, que el colectivo artístico Boa Mistura decoró con ella una pared de Lavapiés. Se la dejo de despedida. Pórtense bien. Aún tengo margen de un último post para felicitarles las pascuas.






4 comentarios:

  1. Pues, para ser un post de recuelo, es bastante contundente...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me encanta la calificación. Antes de la guerra, e incluso en los posteriores años del racionamiento, se vendía en los bares café de recuelo, que consistía en pasar el agua caliente por el mismo café ya usado para las tazas vendidas a precio más caro. En los texto de Valle Inclán es bastante frecuente. Contemporánea de esa costumbre de los años de la miseria, era otra tradición similar, la de los pitillos confeccionados con restos de colillas, que implicaban toda una cadena laboral que iniciaban los colilleros, generalmente niños, que recogían las colillas. Luego venía un largo proceso de expurgue, lavado del tabaco y secado, antes de confeccionar los nuevos cigarrillos. Cosas de otros tiempos.
      Feliz Navidad, amigo, quien quiera que usted sea.

      Eliminar
  2. Magnífica la definición de Eduardo Galeano... Era uno de los grandes.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gran tipo, Galeano, en efecto. Un abrazo, amiga y Feliz Navidad.

      Eliminar