miércoles, 22 de marzo de 2017

618. Triscando por las Batuecas

Bueno, pues aquí me tienen de vuelta de mi viaje senderista del puente de San José. Como les adelanté, el viernes agarré mi estupendo Nissan Micra y salí arreando del trabajo a eso de las 4 de la tarde. Atravesé un par de atascos hasta rebasar el túnel del Guadarrama y luego empecé a pisarle, recuperando viejas sensaciones: subir cuestas a toda pastilla, adelantar a los coches grandes, jugar con el cambio de marchas y poner la radio a tope. Todo eso me está vedado, o al menos matizado, con mi civilizado Toyota Auris híbrido y automático, aún en el taller. Incluso intenté llegar a mi destino sin ayudas de Gps o tontón alguno. Resultado: en Salamanca me perdí en un mar de glorietas mal indicadas y me tuve que apartar a un arcén. Allí conecté la aplicación del móvil que te va guiando a viva voz. Por los jeribeques que tuve que hacer al principio, hasta alcanzar la CL-512, es fácil deducir que me había equivocado a conciencia, que estaba completamente herrado, así, con hache.  

Mi loro mecánico me guió hasta la misma puerta del hotel Antiguas Eras de La Alberca, un lugar grato y cómodo, en cuyos comentarios del Trip Advisor hay división de opiniones, de lo cual deduzco que hay habitaciones buenas y malas y que yo tuve la suerte de que me reservaran una de las buenas. Allí advertí enseguida que, contra lo que yo imaginaba, el grueso del grupo había venido el jueves y estaban todos derrengados tras una marcha extenuante en el entorno de la Peña de Francia. Yo creía que el jueves sólo iban a venir los jubilados, pero resulta que era también día de fiesta en la enseñanza. Así que los profesores que forman el núcleo más numeroso de nuestro grupo habían aprovechado para disfrutar de un día más. El diseño del fin de semana incluía dos caminatas fuertes el viernes y el domingo y una más suave el sábado. Así que yo empecé por lo suave, un recorrido por el Valle del Cabril.

La cosa empezaba algo más arriba de La Alberca, en un parking desde donde algunos conductores llevaron los coches necesarios hasta el punto final, el pueblo de Riomalo de Abajo, en donde nos esperaba un almuerzo de bocadillo gigante y cerveza fría que habíamos reservado en un bar. El recorrido era cómodo, excepto un atajo final que nos supuso subir y bajar un cerro empinado, por un cortafuegos recién abierto. Especialmente, la bajada era un poco incómoda, pero corta. Después de comer nos fuimos en coche a visitar un lugar emblemático, el mirador sobre el meandro de El Melero, una curva natural que forma el río Alagón. Les dejo la mejor de las fotografías que pude tomar, con la luz del sol poniente a favor. Ya ven que para contemplar una maravilla como esta no hace falta irse a Birmania.


El domingo, nos hicimos un recorrido serio. Se trata de la bajada completa del río Batuecas, el que da nombre a la comarca por la que nos estábamos moviendo. Es un camino de cabras de 17 kilómetros en el que se va cruzando todo el rato el río, por regueros de piedras para encontrar en cada momento el paso más practicable. El suelo es infernal y acaba uno bastante cansado. Hay tramos que discurren al borde de cortadas profundas y otros de suelo inclinado, bastante resbalosos, como pueden observar en las fotos de abajo.



El recorrido terminaba junto al convento de las Batuecas. Allí cogimos los coches y los fuimos al cercano pueblo de Las Mestas, a comer en el restaurante Casa Cirilo, el mítico lugar fundado por el famoso Cirilo Marcos Domínguez, el inventor del Ciripolen. Este emprendedor local de la región de Las Hurdes, en cuyos límites se puede incluir Las Mestas, fue un famoso del postfranquismo, a partir de su invento de un licor a base de miel, polen y jalea real, que se vendía como afrodisiaco, y que le llevó a los platós de la telebasura en los noventa, llegando incluso a patrocinar al Rayo Vallecano, en cuyas camisetas lució durante un año. El ciripolen se vendía como vigorizante, incluso para niños enclenques y le proporcionó a su creador muchos beneficios. El problema es que se buscó un socio que le estafó, como a Leonard Cohen su representante, y eso lo llevó a la ruina.

Ahora ha dado en mezclarle al invento un poco de aguardiente, consiguiendo un licor para chupitos, cuyo sabor recuerda mucho al Baileys y que le está permitiendo rehacer su patrimonio, del que sólo conserva el restaurante y bar anejo. El día anterior a nuestro desembarco masivo para comer, unos del grupo se acercaron al lugar para hacer la reserva y se encontraron allí al auténtico Don Cirilo, que estuvo departiendo con ellos. Pero el domingo no lo vimos y no le pude hacer ninguna foto. Sólo la entrada que ven abajo y su foto enmarcada en el bar, donde convive con instantáneas al lado del rey Juan Carlos, Aznar, Gallardón, Cospedal, Rodríguez Ibarra y otros famosos que se pasaron por allí, con la excusa de saludar al prohombre local, pero supongo que con el secreto propósito de les vendiera sendas garrafas del producto afrodisiaco contrastado. Si quieren leer un amplio retrato de este personaje, que lo es también de una cierta España profunda, con aromas de Puerto Hurraco, las caras de Belmez y otros portentos similares, pues no tienen más que pinchar AQUÍ.

 

Aquí arriba tienen las fotos antes citadas. Lo cierto es que comimos fenomenal en el lugar, regentado ahora por la hija de Don Cirilo, de rotunda figura y verbo suelto e ingenioso. Y que redondeamos la manduca con el consabido chupito de ciripolen, antes de coger los coches y volvernos al hotel, donde todos los demás se subieron a descansar y ducharse después de la soberana paliza que nos habíamos dado, pero yo me limité a dejar la mochila y largarme a un bar del pueblo a ver el Depor-Celta. Ya han de saber que el Celta terminó de consumar la paliza ganándonos por 0-1, resultado sobre el que ya he comentado mis impresiones en la respuesta a un forofo que entró a comentar el post #615. A las 20.30 había quedado con los demás para la cena, compuesta por mi parte de una sopa castellana y un helado, para equilibrar el gin-tonic con el que había acompañado el partido. Me creerán si les digo que llegué al hotel bastante cansado, aunque tuve el suficiente arranque como para ducharme, antes de caer rendido en la cama.

El domingo por la mañana regresé con mi Nissan Micra, con tiempo para bajar a tomarme un vermú con un pepinillo gigante en las Bodegas Casas de la avenida Ciudad de Barcelona, comerme algo en casa y echarme una merecida siesta. El lunes pasé consulta con el doctor Gárate, tras un TAC que reveló que mi húmero dista mucho de estar bien consolidado y, por el contrario, muestra diversos cuévanos óseos en el interior del bolondrio que se palpa desde el exterior, lo cual me condena a seguir alojando al general De Gaulle al menos hasta después del verano. No tuve mucho tiempo para lamentar la contrariedad, porque por la tarde hube de acudir a la Junta de Puente de Vallecas, de donde salimos a las 9 de la noche. Este es mi ritmo actual de vida: hoy he trabajado en mi oficina hasta las 5 de la tarde, de allí me he ido a la Junta de Usera y al salir me he incorporado al taller de conversación inglesa hasta las 10 de la noche. Y al llegar a casa me he puesto a rematar este post que empecé anoche. Así que no se quejen que bastante hago por mantener vivo este foro en medio de tal vorágine. Ya les sigo contando.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario