viernes, 3 de marzo de 2017

613. Mejor seguir hablando de Birmania

Algunos de mis lectores me piden que comente algo sobre la actualidad patria, incluso echan de menos mi antaño habitual verborrea anti-independentista. La verdad es que la situación, tal como yo la veo, es aburrida de cojones. Aquí seguimos gobernados por el señor Rajoy, prácticamente por desistimiento de los demás actores del esperpento. Eso hace que nos sintamos en una especie de bucle temporal, como el de la película El día de la marmota. Atrapados en el tiempo. Dado el nivel ínfimo de los políticos de este país, y en espera de que algún día aparezca un líder con carisma y autoridad moral, sea de izquierdas o de derechas (algo que, a día de hoy, parece bastante improbable), pues yo creo que casi lo mejor es que siga Rajoy, como explicaré más abajo. 

Hubo una ocasión pintiparada para echar del sillón a este señor barbado e impasible. Me refiero, por supuesto, al acuerdo Sánchez-Rivera, que a mí no me parecía mala idea. Pero los de Podemos, que sólo tenían que abstenerse, no tuvieron la suficiente visión a largo plazo. Les cegó la posibilidad del sorpasso y el asalto inmediato a los cielos. Con su actitud cerril perdieron un millón de votos, entre ellos el mío. Después, de la mano de Iglesias, Podemos se ha deslizado hacia los esquemas y los postulados de la izquierda más clásica y rancia, con los que nunca ganarán. Para ello se han fundido la línea completa de Errejón, Rita Maestre y otras voces de enjundia. En su día me declaré errejonista, o más bien errejonudo, así que ya saben lo que pienso al respecto. A Errejón le mandan de candidato a Madrid. Cuando Verstringe tuvo la ocurrencia de proponer a Fraga como candidato a la alcaldía de Madrid, el capón de Villalba lo fulminó cual Zeus iracundo y lo mandó a las tinieblas del destierro (donde todavía sigue). Por cierto, su sustituto en la secretaría general del partido fue un tal Gallardón, jovenzano cachorro de la derecha, hasta entonces perdido en el disfrute de la música y la poesía.

En cuanto al PSOE, pues se ha medio suicidado a la manera del PASOK griego. Otra cerrazón más, la de Sánchez, enrocado en el no es no como proyecto político de futuro, como un bebé enfurruñado que no escucha a nadie. Después de las segundas elecciones, parece que el tipo quería confeccionar un gobierno modelo ensalada mixta o zarzuela de verduras varias, mezclando Ciudadanos, con Podemos, vascos, canarios y hasta los independentistas catalanes.  No incluía a los partidarios del Cantón de Cartagena, porque no tienen escaño. ¿Se imaginan ustedes la jaula de grillos ingobernable que hubiera sido eso? Por favor, seamos serios. El amigo Oriol Junqueras ya mostró su capacidad colaborativa en el funesto tripartito que provocó la vuelta al poder de los convergentes, desde entonces transmutados en divergentes.

Con Sánchez empecinado en un afán imposible, el partido tuvo que tomar cartas en el asunto (otra cosa es que lo hiciera de forma poco elegante), porque Mister Noesnó les llevaba directos al precipicio de unas terceras elecciones en las que hubieran hecho un ridículo histórico, entregando en bandeja la mayoría absoluta al PP. Tras la intervención de la gestora, los medios de la izquierda se han empeñado con fruición en orquestar una campaña de llanto y crujir de dientes atribuyendo el cese de Sánchez a los poderes económicos. Qué escándalo, los grandes poderes de la banca y la gran empresa interfiriendo en la sagrada voluntad de los militantes de un partido para torcer su sana deriva democrática. Pero esto es sólo un postureo para consumo de sus propias filas. Todo el mundo sabe que lo de Sánchez no iba a ninguna parte. Es por eso por lo que yo opino que, ya si eso, casi mejor que siga Rajoy que, sin hacer nada, más que esperar sentado, se ha encontrado revalidado como presidente para otros cuatro años.

Mi silencio sobre lo que está pasando en Cataluña. Joder, es que el tema del prusés me aburre soberanamente. Allá por 2012 empecé a dar la murga anti-independentista, porque me parecía que mucha gente, en el estrato en el que yo me suelo mover, no tenía claro el verdadero talante de Artur Mas y compañía. Yo lo tenía clarísimo y me esforzaba en abrirles los ojos a mis lectores (ahí quedan mis posts recopilados en la etiqueta correspondiente). Ahora creo que no hay que seguir insistiendo, que ya todo el mundo se ha convencido de que el secesionismo catalán está del mismo lado que los demás movimientos nacionalistas que brotan como hongos por todo el mundo. El lado de Trump, Farage, Le Pene, Wilders y demás.

Una característica de este tipo de fanatismos es que, todo lo que sume, se admite sin demasiados escrúpulos morales. Vale hacer trampas a la Ley (y jactarse de ello, como Mas), vale cualquier tipo de deslealtad, argucia, triquiñuela, martingala, adulteración o componenda. Si suma, se admite. Y vale también cualquier persona que esté dispuesta a arrimar el hombro por la causa. Eso explica que en el lío aparezcan frikis como el juez Vidal, mi primo lejano, supongo. Finalmente, las cosas han llegado a un punto en el que, siempre según mi opinión, sólo puede haber una solución buena: que convoquen de una puta vez la consulta y que la pierdan. Así que, por mi parte, adelante. Y, si finalmente la ganan y se separan, pues allá les den. Por mí como si deciden extirparse colectivamente el apéndice (sería otra forma paralela de ejercer el derecho a decidir). Y, como suele decirse, que Dios les dé tanta suerte como descanso dejan. Qué alivio para los españoles el día que nos dejen de dar la plasta identitaria.

Eso sí: si el señor Rajoy consigue resolver este entuerto sin hacer nada, salvo esperar sentado como don Tancredo a ver si la cosa se va pudriendo sola, entonces sí que me quito el sombrero, me bajo los pantalones y me planto ante él diciéndole mon cul, como en el viejo chiste de Jean Bosc en Paris Match. Así que, como les digo en el encabezamiento, casi mejor seguimos hablando de Birmania, porque la situación internacional tampoco está como para tirar cohetes. Y del Dépor ni les cuento. Su único objetivo es que al final de la Liga haya al menos tres equipos peores. Y ni eso veo yo claro.

Ya ven lo que pasa. Ustedes me pican, me ponen el anzuelo, entro al trapo como un pánfilo y ahora sucede que ya me he comido la mayor parte del espacio del post sin empezar siquiera a hablar de Birmania. Les diré que, a lo largo de mi viaje, he hecho un montón de fotos. Esas imágenes me sirven ahora como base para rescatar mis recuerdos. Entre todas las fotos que he tomado, una de mis preferidas es la que les voy a dejar como cierre. Una noche en Hsipaw, estado de Shan, dimos en cenar en un lugar que tenía todas las características de ser el antro duro del lugar, adonde la gente joven acudía a beber y confraternizar. En un momento dado, pregunté por las toilettes. Me dijeron que estaban al fondo del edificio, atravesando un amplio local intermedio. Y en ese local me encontré un auténtico club de snooker. Hube de esperar a que los chavales remataran la jugada en la que estaban enfrascados, porque no me dejaban pasar. Entonces visualicé la imagen. Les pedí permiso para la foto y posaron con gusto.

He de aclararles que, en los ratos libres del viaje (aviones, esperas en aeropuertos) me he leído entera una novela que se llama Cerveza en el Club de Snooker, única obra del escritor egipcio Waguih Galhi, publicada en 1964. Este lunes debatimos largamente sobre este libro en mi club de lectura Billar de Letras. Es un libro que por supuesto les recomiendo y que disecciona como pocos el alma de un grupo de tres jóvenes egipcios que emigran por un tiempo a Londres, tras de lo cual ya nunca serán ni egipcios ni londinenses. El problema existencial que acecha a las personas interculturales como yo. La novela es bastante autobiográfica, si bien en la realidad Waguih Galhi nunca volvió a su tierra y siguió en Europa hasta su suicidio en Londres en 1969, a los 39 años. El Club de Snooker de Hsipaw (Birmania) es la versión cutre del elitista club de El Cairo que da título al libro. La cerveza, Myanmar de medio litro, bien fresquita. Les dejo con la imagen en cuestión. Buen finde.



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