martes, 4 de febrero de 2014

227. Violencia intolerable

Mira uno el periódico y no encuentra más que motivos para la tristeza, como si no tuviera uno bastante con las desgracias personales y privadas de las que me esfuerzo en no hablar en este blog desde el momento mismo de su fundación, y de las que les ruego que no me hagan preguntas. Respeten mi dolor, por favor, que no es éste el lugar para hablar de ciertas cosas. Que si el paro desbocado, que si los catalanes, que si la Gurtel, que si el juez Garzón castigado por investigarla, que si ahora el juez Elpidio sigue el mismo camino por tocar a Blesa, el virrey de Cajamadrid, que si aumentan los suicidios en nuestro país. Y encima, Rajoy nos suelta otra de sus frases que pasarán a la historia: España se ha rescatado ella sola. Manda huevos.

Nada de esto entristece a Gallardón, que, como siempre, va a la contra. Él tiene otras preocupaciones. Superada la desazón de saber si la señora Urdangarín habría de hacer a pie el trayecto al Juzgado, donde declarará como imputada en los chanchullos de su cónyuge, ahora sale a la luz todo compungido, con ese morrete de despecho que sabe poner cuando está de verdad irritado, para decir que el ataque de las chicas de FEMEN a Monseñor Rouco es un acto de violencia intolerable. Como cuando le increparon a él mismo frente a su casa, un día en que fue a sacar al perro. Pero qué se ha creído este señor. ¿Que va a poder ir por ahí perpetrando leyes como la del aborto sin que la gente haga nada?

Curiosamente, a mí la noticia esa de las FEMEN me ha levantado el ánimo, y me parece lo único divertido del periódico de ayer. Las imágenes de mis paisanas, tetas al viento con el frío que hace, me resultan altamente estimulantes. El país está vivo y se defiende de los atropellos como gato panza arriba. El fenómeno FEMEN surgió en Ucrania, como saben, y se ha hecho internacional. Hasta ahora era un movimiento muy guerrero, meritorio y arriesgado, pero, en mi opinión, falto de un poquito más de sentido del humor. Y ese último aliño que le faltaba, lo han puesto las chicas españolas. El lema que llevaban ayer pintado en sus cuerpos desnudos, me parece genial: ”Toño fuera de mi coño”. A Rouco Varela no le llamaban Toño, desde que era un rapaz en Villalba de Lugo, la tierra donde se crían los mejores capones, dicho esto último sin segundas intenciones, que mira que son ustedes retorcidos. 

En España somos los reyes del ripio y lo expresamos así en todas las manifestaciones y performances. Santi de la Fuente/no es un delincuente. Aznar co’ bigote/que limpe o chapapote. El próximo parado/que sea un diputado. La ley de extranjería/pa la reina Sofía. Y tú qué estás mirando/también te están robando. Rajoy, cariño/colócame a mi niño. Luego diréis/que somos cinco o seis. La cosa de la rima ha forzado a las chicas a imaginar que a Monseñor le llamaban Toño de pequeñito. Pero la cosa podría tener otras variantes: Toñin, sal de mi chochín. Tonino, suelta mi chumino. Tonecho, aquí tienes mi pecho. La supuesta agresión se efectuó “a bragazos”. Las chicas llevaban bragas manchadas de falsa sangre (usaron pintura roja, supongo, para evitar tentaciones a los purpurados).

Las imágenes han aparecido en todos los medios y no por casualidad. Estas chicas llevan fotógrafos preparados, porque sus acciones serían inútiles sin la visibilidad que les dan las fotos circulando por la red. A ver si va una a enseñar la pechuga, con la que está cayendo, arriesgándose a pillar una pulmonía, para que luego no se las vea en ninguna parte. No, hija, no. Se trae a unos fotógrafos y a un tipo con cámara de vídeo y listo. Creo que estas fotos se merecen un lugar en este Blog por derecho propio. Sobre las imágenes, haremos una recreación de lo sucedido, como siempre, imaginaria y PRESUNTA, que no quiero que me empapelen como a Elpidio. Lo de que me excomulguen me la trae al fresco.


Primera imagen. Rouco acaba de bajar del coche y se le ve a la izquierda de la foto. Como ven, lleva sus habituales gafas, y el bonete cardenalicio de color rojo. Las chicas se acaban de quitar el abrigo de pieles y muestran sus espaldas con el lema elegido. Puede verse cómo esgrimen las bragas pintadas y las levantan en alto para tirárselas al Cardenal a la cara.


Segunda imagen. La agresión está en marcha. Al lado del Cardenal aparece por primera vez el tipo del bigote recortado, seguramente uno de sus ayudantes.


Tercera imagen. Los curas tratan de quitarle las bragas de la cara a Rouco. Su cogote, todavía con bonete y gafas, asoma por detrás. El del bigote parece estarse meando de la risa. Tal vez sea una risa nerviosa.



Cuarta imagen. Tanto empeño han puesto sus ayudantes en quitarle a Rouco las bragas de la cara, que le han dejado sin bonete, ni gafas, seguramente caídas en el suelo. El del bigote se ha dado cuenta y trata desesperadamente de apartar a los otros del lugar para que no le pisen las gafas al Monseñor, como a Woody Allen en Toma el dinero y corre.


Quinta imagen. Rouco y los demás miran al suelo buscando las gafas. Joder, qué mala suerte, para un día que puede uno ver unas tetas, me quedo sin gafas. Estos ayudantes son unos inútiles. No sé cómo los aguanto. Mientras tanto, la chica de FEMEN, a su bola gritando sus consignas.


Sexta imagen. Se intuye a Rouco agachado en el lado de la derecha buscando a tientas las gafas por el suelo. Un sacristán observa atentamente cómo se desarrolla la operación rescate de gafas, mientras una beata saca a estirones a una de las activistas.


Séptima foto. Otro sotanáceo colabora al desalojo usando la mano izquierda, pero se debate arduamente (como revela su gesto crispado), en un grave dilema: ayudarse o no de la mano derecha, para empujar a la chica, lo que le supondría palpar solomillo, algo que tiene prohibido por el voto de castidad.


Octava foto. La fiesta ha terminado. Las chicas parecen gritar ¡Hurra! Mientras una beata las increpa por frescas y desvergonzadas.

Ahora díganme. ¿Se puede llamar a esto violencia? Dado el suave tejido de que están compuestas las armas arrojadizas utilizadas, parece que su facultad para causar daños es bastante inferior a la de ciertas leyes. ¿Tiene motivos el señor Gallardón para mostrarse tan compungido? Supongo que los tiene. A mí, sin embargo, me parece que la violencia intolerable es la que ejercen leyes como la que él patrocina. Por mi parte, estas fotos me han dado una alegría adicional. Ayer se las mostré a alguien que está muy mal y conseguí que riera con ganas. Sólo por eso merece la pena la performance de estas señoritas. Al que le moleste que se joda. 

2 comentarios:

  1. No le conozco y no le pregunto sobre lo que no quiere que le preguntemos. Sólo le digo que tiene todo mi apoyo y le agradezco su intención de continuar con el blog, que tan divertido e interesante me resulta casi siempre.
    Mi comentario tiene relación con el pronunciamiento del TSJM sobre los escraches, a los que caracteriza como una forma más de participación ciudadana. ¿Eso mismo serían las acciones de las chicas de FEMEN?
    Gracias y mucho ánimo.

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    1. Gracias. Al ciudadano le quedan pocas vías de protesta frente a leyes o decisiones que le perjudican o que se meten en los ámbitos más íntimos de su vida, como esta del aborto. Entre el silencio y la defensa a puñetazos hay un margen inicialmente amplio. Pero a medida que el establishment se vuelve más agobiante ese margen se estrecha. Los escraches buscan aprovechar ese pequeño espacio resultante, sin caer en la violencia real. Es bueno que los tribunales lo hayan reconocido así. Lo que hacen las chicas de FEMEN ni siquiera es frente al domicilio del tipo que motiva su ira. Y que las chicas salgan a tirarle bragas a un obispo con el cuerpo desnudo decorado con lemas como !"Toño, sal de mi coño" me parece francamente refrescante.

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