martes, 6 de septiembre de 2022

1.165. La culpa no es del cha-cha-chá

Bien, terminamos hoy el concierto de Samantha Fish en Jerez, con los vídeos de las dos últimas canciones (dejamos el bis para el post siguiente), para alivio de algunos empachados/as, que se han empachado porque han querido: nadie está obligado a seguir este blog y cualquiera puede saltarse los párrafos dedicados a temas que no les interesen, como hacen algunos/as con el futbol. Pero vamos con ello. El primero de los dos vídeos de hoy corresponde a la canción Dream Girl. Después del carrusel de tres canciones rápidas del último corte que vimos, Sam baja el tono, el sonido, la luz, para interpretar una de sus canciones más intimistas, personales y sentidas. La letra es conmovedora: soy la chica de tus sueños, juntos volamos hasta donde la vista se pierde, pero cuando estás listo vuelves al suelo, y yo ya no puedo bajar.

Siempre he interpretado ese mensaje en clave sexual, el descontento de la mujer cuando el hombre ya ha saciado sus instintos y, digamos, empieza a mirar el reloj. Pertenece al penúltimo disco, cuyas letras contenían mensajes similares de rabia y desengaño, aparentemente contra un hombre casado que no ha querido romper con su mujer por ella (por qué tienes que irte a dormir con la otra, si es a mí a quien quieres, dice otra de las letras). Pero frente al cabreo sordo de algunas de estas letras, Dream Girl es melancólica, como asumiendo que el tema no tiene arreglo. Te ayudo y lucho contra tus demonios, como si fuera mi propia cruzada dice en otro momento, y no te imaginas la negrura en la que ingreso cada vez que te vas. En Jerez, la banda acompañó estos versos en tono bajo y acabó con un coro que hacía uuuuuh-uh, mientras Sam jugaba con los botoncitos del pedal-board para hacer efectos que subrayasen el punto onírico del tema. Véanlo si les apetece. Si no, ustedes mismos.

Bonito-bonito. En otro tipo de conciertos esta sería una canción de levantar mecheritos encendidos, pero los seguidores del blues no somos tan horteras. Dejemos el otro vídeo para el final, que hoy quiero hablarles de un tema que me parece capital. Me refiero a las posiciones críticas con la ayuda que el mundo occidental está prestando a Ucrania, para que se defienda de la agresión del señor Putin. Es una línea de pensamiento que me cabrea bastante. Y ya he explicado mi postura hace muchos posts, con un ejemplo que no admite matizaciones. Yo voy por la calle con un amigo, nos asalta un atracador, mi amigo hace la tontería de resistirse y lo matan. Es que si algo tan horrible sucede, yo no quiero saber cuáles son las razones del atracador para ser un atracador, me la bufa si es un tipo al que han echado de su trabajo injustamente, o le ha dejado su mujer, o está viviendo en la calle, o ha caído en el alcohol o tiene un trastorno bipolar. Es que no quiero ni saberlo, ninguna de esas razones me sirve para modificar mi opinión sobre la condena que merece ese señor por el empleo de la fuerza bruta con resultado de víctima inocente.

Si alguno de ustedes, queridos lectores, no comparte esta apreciación, pues mejor será que no siga leyendo. Pero ni este post, ni ninguno de los venideros. Y ahora díganme. ¿Qué diferencia hay entre el caso que acabo de contar y lo que ha hecho el señor Putin? Para mí ninguna, conceptualmente hablando; sí la hay cuantitativa: el atracador hipotético ha causado un muerto, mientras que el señor Putin los ha causado por decenas de miles, desde que invadió Ucrania en el mes de febrero pasado. Miren, esto no se trata de ser de izquierdas o de derechas, esto es previo, es una cuestión ética. A mí mi padre me enseñó tres reglas básicas para que guiara toda mi actividad por ellas: no matar, no robar y, ante cualquier alternativa, elegir siempre la solución que cause menos daño a menos gente.

Pues en Ucrania, las imágenes no mienten. Hemos visto barrios residenciales totalmente arrasados por los bombardeos rusos. Y eso no es de recibo. En las guerras, las cifras de bajas son poco de fiar, puesto que se convierten también en armas de propaganda, pero se estima que al menos 35.000 ucranianos y 20.000 rusos han muerto en esta guerra absurda. Más los mutilados, heridos, desplazados, refugiados y traumatizados. Un caso que conozco de cerca. La hija de mi amiga P. es profesora en una escuela de primaria de Castilla la Mancha. Y allí han llegado tres niñas ucranianas que se han incorporado a las clases. Bueno, pues han tenido que cambiar el sonido de la sirena que marcaba el final del recreo, porque las tres niñas se aterrorizaban y literalmente se meaban de miedo al oírla. La guerra es el mayor de los horrores, creíamos haberla superado en occidente, después de casi 80 años de paz y el señor Putin nos ha hecho retroceder al pasado más tenebroso.  

El señor Putin es un matón de barrio que se ha hecho con el poder en Rusia por mera casualidad, pero lleva años demostrando ser un tipo muy peligroso. Capaz, por ejemplo, de saltarse la constitución rusa que limitaba los mandatos de sus presidentes, poniendo a su perro Medvedev durante un mandato, para volver después y cambiar esa constitución y poder perpetuarse en el cargo. Además, está demostrado que ha enredado informáticamente para favorecer la elección de Trump, el Brexit y el secesionismo catalán. Con tal de joder, cualquier cosa le vale. Por otro lado, tiene a su país sometido a un régimen sin libertades, donde los rusos no le pueden echar a él con sus votos, como hicieron los americanos con Trump. Yo no quiero vivir en un régimen así, ni en el que tienen en China, prefiero nuestro mundo, aunque sea un mundo de tramposos, como vimos hace poco.

Yo tenía una amiga de San Petersburgo, Svetlana, a la que conocí cuando visité esa bella ciudad rusa y me mantenía en contacto con ella por Facebook. Pues ya no tiene Facebook. En cuanto empezó la invasión de Ucrania, se lo caparon. Tengo su número de móvil, pero no me atrevo a llamarla, no sea que recibir una llamada de occidente le traiga problemas, en este tipo de regímenes hay que tener cuidado con lo que se escribe en Whatsapp, por ejemplo, y sé de lo que hablo. También conozco a otra rusa, Daria, que se ha marchado de su país aprovechando que tiene pasaporte inglés por haber estado casada con un británico del que se separó hace mucho. Cuando empezó esta guerra, Daria se fue para siempre de Rusia y ya no quiere volver, ahora vive en la costa catalana, con la pensión del inglés. Se está yendo mucha gente de Rusia, sobre todo jóvenes titulados, informáticos, ingenieros. Se marchan por Armenia, de donde luego se pueden ir a otros lugares. Se libran así de ser movilizados y luego encuentran trabajo fácil porque están muy cualificados.

Yo tengo muy claro que la agresión a Ucrania no se puede consentir, hay que ayudarles, porque no es justo que los dejemos en manos del autoritarismo ruso, como ya ha sucedido con los ciudadanos de Bielorrusia, Kazajistan y Siria, entre otros países. Si no les ayudamos, Rusia los machacará aún más y luego irá a por Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, etc. Por cierto, yo he visitado todos esos países y he detectado un sentimiento de miedo al ruso bastante general. Ya han tenido bastante con el largo período soviético y ahora están encantados de ser independientes. Ellos votaron ingresar en la OTAN, precisamente para estar bajo un paraguas que les protegiera de los rusos. Yo lo tengo claro, como digo, pero aquí es donde aparecen los disidentes con su frase mágica: las cosas no son tan sencillas (tampoco lo serían para ellos, supongo, en el caso del atracador hipotético de más arriba).

Estos son de varios tipos. En primer lugar los antiyanquis rancios, como mi querido amigo Diego Moreno. A Diego lo conocí en 2004/2005 y ya estaba convencido entonces de la inminente debacle del imperio americano. Dieciocho años más tarde, América sigue tan pancha y Diego me sigue diciendo que espere, que ya está al caer el fin del imperio. Diego me manda regularmente reportajes en los que algún militar español extra-rancio nos intenta vender que Putin ha actuado así porque le han provocado. El militar utiliza argumentos que le permitirían entrar en Vox sin problema. Toda la extrema derecha europea tiene contactos y financiación rusa, como los catalinos de Puigdemont. Es cierto que en todos los países de la antigua URSS hay misiles apuntando a Moscú, pero, que yo sepa, la OTAN no ha bombardeado barrios civiles en este conflicto. Y para mí, el responsable de cualquier pelea o conflicto violento es el que lo empieza, lo hayan o no provocado.

Respecto a esto de la provocación, me viene a la memoria una anécdota de hace años. Estábamos reunidos un grupo de parejas con niños pequeños, entre ellas una que tenía dos hijos, uno mayor que era (y es de mayor) un auténtico zoquete, y su hermana pequeña, guapa, lista y brillante. El mayor le tenía una envidia tremenda a su hermana y, en esa reunión, algunos padres le estaban alabando a la pequeña lo maja y lo graciosa que era. Entonces, sin venir a cuento, el hermano le dio una bofetada. Se la quería dar flojita, sólo por chinchar un poco, pero se le pasó la mano de fuerza (como buen zoquete que era) y la hostia sonó estentórea. La niña se echó a llorar y todos miramos al agresor, que tenía los ojos muy abiertos, consciente de que la había cagado una vez más. Entonces, sin mediar dos segundos, el chaval señaló a su hermana con el dedo acusador y gritó: M’ha provocao. Lo castigaron, como correspondía, pero ya les digo que el chico es ahora una desgracia, mientras que su hermana se va valiendo para ganarse la vida.

Cosas de niños, desde luego, pero el ejemplo me parece pertinente. Los antiyanquis le echan la culpa a América tanto cuando empieza la pelea, como cuando se defiende de otro que la ha empezado. Es una lógica compartida con los etarras, los del IRA, o cualquier otro movimiento que haya optado por la lucha armada. Les han provocado, ellos no querían matar a nadie. La culpa es siempre del otro. Pero en este repaso de gente que se opone a que se le ayude a Ucrania, hay otros grupos. Uno muy nutrido es el de aquellos que están predispuestos a creerse cualquier teoría que vaya contra el discurso oficial. Por ejemplo, mi amiga M, antivacunas y seguidora del presidente de México, cuyo programa de televisión en directo (en la línea del Aló Presidente de Hugo Chávez) se escucha todas las mañanas para empaparse bien de las teorías contra. Y no es terraplanista, porque le da vergüenza que nos riamos de ella.

Una anécdota de esta chica. Un día me llama y me pregunta como estoy. Le digo que bien y que me acabo de poner la primera vacuna Covid. Entonces me pide que coja un imán de la nevera y me lo ponga sobre el pinchazo, porque es la forma de comprobar si me han implantado un chip para que me sigan Bill Gates y no sé quién más. Me resisto: ¿de verdad me vas a obligar a hacer esa tontería? Pero insiste: ay porfi, porfi, porfi. Lo hago finalmente, el imán se cae al suelo, se lo cuento y suspira: Uff, gracias, no sabes qué alivio me da saberlo. Bueno, pues esta señora está convencida de que la culpa es de los americanos, el mundo al revés. Que además todo viene de los negocios en Ucrania del hijo de Biden. Añade que Zelensky le cae muy mal, que es tan nefasto y malvado como Putin y se hace una pregunta retórica: ¿pero quién es ese señor, que ahora parece que es el rey del mambo? Y se contesta a sí misma levantando ambas manos al cielo, cargada de razón: ¡¡¡UN ACTOR!!! En este sentido, es genial la viñeta de El Roto del otro día.

A esta señora ya la pillé en las patatas hace unos días con otro asunto similar. Era el momento de máxima tensión en Taiwan, con la visita de Nancy Pelosi. Ese día hablamos también por teléfono y me dijo lo siguiente: esto de Taiwan es como lo de Ucrania, todo viene de que el marido de Pelosi tiene negocios en la isla, esta mañana mismo me ha llegado la información por las redes. Ahí la pillé y le dije: querida M, parece mentira que seas tan burra como para creerte eso. Es que, si fuera verdad, ahora mismo estaría saliendo en El Mundo, La Razón, el ABC, El Confidencial, El Español, el Voz Populi y el OKdiario. ¿Por qué no sale en esos libelos? Pues porque no es una información contrastada y fiable. Pero lo más importante: ¿por qué te llega eso a ti y no me llega a mí, por ejemplo? Pues porque hay un algoritmo que hace tiempo ha constatado que tú te crees ese tipo de mentiras y yo no.

Pero hay más grupos en este repaso. Además están los pacifistas. Los partidarios de no involucrarse, porque dicen que todo esto se ha montado para que hagan el agosto las grandes industrias de armamento. A este respecto sólo diré que mi padre lamentó toda su vida que Francia e Inglaterra no ayudasen a la República, por la maldita política de no intervención de Lord Chamberlain y Daladier, mientras alemanes e italianos ayudaban abiertamente a Franco. Por cierto, a la República la ayudó sólo Rusia enviándole barcos estropeados y armas caducadas. En el propio USA hubo una corriente fuerte de no intervención en la Segunda Guerra Mundial, que intentó presentar un candidato a presidente, el aviador Lindberg. Pero este declinó la oferta. Hay una novela excelente de Philip Roth que se llama La Conjura contra América, que narra una distopía, a partir de que Lindberg ganara, pactara con Hitler y le dejara ganar la guerra. Es terrorífica. Yo sigo en mis trece: lo que le han hecho a Ucrania no se puede consentir, hay que ayudarles y no dejarles tirados como en su día dejaron tirada a la República Española.

Y por último, está la izquierda podemita ortodoxa, que como no espabile puede tener un futuro similar al de Ciudadanos. Yo, desde ya, me declaro partidario de Yolanda Díaz, aunque estoy empezando a llamarla Yolanda Godot, porque no acaba de llegar nunca. Pero los más auténticos (entre los que también hay bastantes amigos míos) tuercen el gesto, miran hacia abajo, dicen que las cosas no son tan sencillas y pasan de apoyar el envío de armas a los ucranianos, porque no les parece bien. A estos les pregunto que cuál es la alternativa que proponen. Porque si no les apoyamos, los ucranianos tienen los días contados como país (ya saben que Putin dice que Ucrania no existe, que fue un invento de Lenin).

Pero hay otra cosa más. Para mí, la agresión a Ucrania no es distinta a la agresión USA a Irak (la segunda, porque la primera estaba justificada por la agresión de Sadam a Kuwait). Pero con motivo de la agresión USA a Irak, la izquierda en pleno montó unas manifestaciones masivas en todas las ciudades. Yo fui a muchas de ellas con mis hijos que eran pequeños entonces, enarbolando una pancarta que me fabriqué yo mismo y que rezaba Give peace a chance. ¿Donde están ahora esa indignación y esa sublevación callejera? Joder, ¿dónde está Bardem? ¿Dónde están Ana Belén y Miguel Ríos y Sabina y el resto de los artistas de la ceja? ¡Ah! ¿Es que sólo protestamos cuando las cosas vienen desde un lado, pero no cuando vienen desde el otro?

No cuenten conmigo para esto. Y les rogaría que no me escriban comentarios en esta línea, porque yo no voy a cambiar de postura y lo único que van a lograr es cabrearme. Vale, son ustedes libres de opinar lo que quieran, tienen la suerte de vivir en un país en donde hay libertad de opinión. Por eso yo opino lo que quiero en mi blog, faltaría más. Muy bien, piensen ustedes también lo que quieran, lo único que les digo es que no me lo vengan a contar al blog. Porque estoy harto de escuchar que la culpa de todo esto no es de Putin, sino de otros; sólo me falta oír que la culpa fue del cha-cha-chá. Y la culpa no es del cha-cha-chá, es de Putin. Yo creo que los ucranianos están luchando por su libertad, y también por la nuestra. Por eso soy partidario de ayudarles de todas las maneras. Y no hay más que hablar. Por suerte, creo que hay una gran mayoría de personas e instituciones que están en línea con esa idea básica.

El Deportivo de La Coruña invitó a su trofeo Teresa Herrera a un equipo ucraniano y allí estuvieron sus seguidores en Riazor agitando sus banderas nacionales. Un amigo que acaba de llegar de pasar una semana en Praga, me cuenta que en la ciudad ondeaban casi más banderas ucranianas que checas. Los checos saben muy bien lo que se juegan en este envite, ya les tocó sufrir la represión de la Primavera de Praga. Y los Stones tocaron a mediados de julio en Viena su canción You can’t always get what you want acompañados de un coro de niños ucranianos, que al final sacaron la bandera de su país. ¿No lo han visto? Pues aquí lo tienen.

Espectacular Mick Jagger que, unos días después, cumplió 79 años, ya ven cómo está. Y yo no me imagino a Mick Jagger torciendo el gesto, mirando para abajo y diciendo que las cosas no son tan sencillas. Cuando cada día están matando a más de 100 personas, las cosas son bastante sencillas. Al menos para mí. Desde luego que yo no me siento obligado a creerme cualquier teoría que vaya contra el discurso oficial. Además, ya saben por el post anterior que soy un yanqui camuflado. Y estoy encantado de vivir en occidente, aunque este sea un mundo de tramposos. Para nada quiero vivir como en Rusia o en China. Y en el colmo de su cinismo, el Hijo de Putin (mira, me había olvidado de que en este blog se le llama así) ha editado un vídeo de propaganda, que ha ordenado difundir a todas las embajadas: Vénganse a vivir a Rusia, gas baratito, mujeres guapas, vodka. ¿Cómo dicen? ¿Qué no se lo creen? Pues aquí está. Recientito de publicar por la embajada en Madrid.

Muy bien. A todos los que he puesto verdes en este post los invito a irse a vivir a Rusia. Es el momento, antes de que llegue el invierno y empecemos a pasar frío. Si tienen tan claro que este conflicto, del que se derivan la inflación, el desabastecimiento energético y el aumento de la pobreza (más las hambrunas en África) es culpa de USA y de la OTAN, no sé a qué esperan para largarse. Allí les van a tratar muy bien, como hacen en estos países con cualquiera que apoye con sus opiniones las teorías que ellos quieren oír. Es verdad que hace mucho frío, pero como les sobra gas (hasta el punto de estarlo quemando frente a la frontera finlandesa), pues todo solucionado. Otro tema derivado es el del cambio climático, oportunamente relegado a un segundo plano por esta guerra, a pesar de que este verano nos hemos achicharrado en el sur de Europa y sufrimos una sequía nunca vista. ¡Ah, no! que esto también es culpa de los yanquis. Quizá deberían preguntarle a Almeida qué hacer para terminar con la guerra. Él tiene la solución: cerrar el Retiro. Dejémoslo aquí.

Pero nos queda el vídeo de la última canción de Samantha Fish en Jerez de la Frontera. Es esa inquietante canción en que Sam se va a dormir pero deja la ventana abierta para que trepe hasta allí su amante. Se acerca una tormenta. Un relámpago ilumina la silueta del chico llegando al alfeizar, pero el trueno coincide con un disparo con el que alguien lo abate y entonces se desata un viento negro aullante, A Black Wind Howlin’. Es el tema de cierre del concierto y Sam lo da todo, con uno de sus solos de guitarra más largos y complejos, ocasión que aprovecha para hacer una de sus travesuras preferidas: saltar a los bafles que están delante del escenario, separados por un hueco en el que no es difícil matarse en la oscuridad de la noche. Al otro lado del bafle estaba yo. Y termina el concierto con el apoteosis de la baterista y el reglamentario salto de la cabra, a la manera de El Cordobés. Véanlo, si quieren, merece la pena. Sean buenos como de costumbre. Y no se dejen comer el coco hasta extremos que van en contra de la lógica más elemental.  

4 comentarios:

  1. Mejos es tener un amigo que tener razón.

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  2. Creo que, entre esos grupos de gentes que opinan diferente de usted, ni una sola persona duda de que Putin es un sátrapa, un tipo frío y despiadado y finalmente un asesino en serie, como Hitler o Stalin. Pero eso no quita para que intentemos colectivamente conocer las razones que han llevado a esta guerra, que todo el mundo considera horrorosa y peligrosa. Ahora, si usted nos prohibe aportar opiniones matizando las suyas, pues no podemos hacer nada, es su blog. Pero creo que el tema se merecería un cierto debate. Por lo demás, Samantha es maravillosa. Abrazos.

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  3. Hijoputin es un vesánico que tiene completamente abducido al pueblo ruso. Sabes que más del ochenta por ciento de la población apoya la que ellos llaman operación militar? Por otra parte, Zelensky es un frívolo que, mientras hace teatro ante el mundo para pedir ayuda y manda a la muerte a la flor y nata de la juventud ucraniana, protagoniza reportajes en el Vogue, aprovecha el lío para machacar los derechos de los trabajadores y no olvides que Ucrania no es una democracia ejemplar, el PC está ilegalizado, mientras se han fomentado movimientos de ideología inequívocamente nazi. Europa se pliega a las órdenes del amo y recibe en su cara todas las hostias que da al hijoputin. Anda ya, Emilio, cuántas más armas, más se prolongará la guerra, más gente morirá, más ciudades destrozadas, más pobreza..
    Y total, pa na. Desde luego, si fueran mis hijos quienes tuvieran que empuñar esas armas, yo me plantearía seriamente tu postura beligerante, pero las opiniones son como los culos, cada uno tiene la suya y la mía es diametralmente opuesta a la tuya: Si vis pacem, para pacem.- África.

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  4. Gracias a los tres por seguir mi blog. Os responderé conjuntamente en el siguiente post de esta serie. Abrazos múltiples.

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