sábado, 22 de septiembre de 2018

773. Un sinvivir

Nada, con lo tranquilo que estaba yo en agosto y ya he entrado otra vez en la vorágine en que se ha convertido mi vida en los últimos tiempos. Esto es de nuevo un sinvivir. Les voy a contar lo que se puede traer aquí al blog, que ya les he dicho que sobre la segunda fase de Reinventing Cities no puedo hablar por el momento. Así que me centraré en lo demás. Por ejemplo, la semana pasada, el miércoles por la tarde, bajé a la estación de Atocha y me cogí el AVE a Ciudad Real. Con la tarjeta dorada me costó exactamente 41,40€, ida y vuelta. Se tarda en llegar menos de una hora, así que el coche no puede competir con esto. En CR me esperaba mi amigo Alfredo, el organizador y amable líder del grupo de viajeros veteranos con los que visité Birmania a primeros de 2017. Ellos han hecho ya otro viaje, a finales del año pasado, a las kasbahs del sur de Marruecos, aventura que yo me salté para guardar días de vacaciones que utilicé visitando Nápoles y Roma.

Ahora estamos terminando de preparar un nuevo viaje, que ya diré a dónde nos va a llevar, no se me apresuren. En realidad, los billetes de avión los tenemos pagados y el alojamiento reservado, desde mediados de marzo; así es como se consiguen precios aceptables a los lugares lejanos. O sea que yo ya tenía este asunto cerrado cuando me surgió en junio la posibilidad de hacer una escapada a San Francisco, Los Ángeles, San Diego y Tijuana, en lo que yo creo que ha constituido mi viaje más redondo desde el punto de vista del blog. Así que: ¿quién sabe? A lo mejor aun me sale otro viaje intermedio, antes del 24 de octubre, que es cuando tenemos el vuelo de ida. Para ese día queda mucho tiempo. Para irles endulzando la espera, les voy a poner una música muy tranquila y sugerente. Se trata del grupo Wilco, del que ya se ha hablado aquí en alguna ocasión. Pueden dejársela de fondo y seguir leyendo.


Como les digo, Alfredo me esperaba en la estación y me llevó en coche hasta su casa, donde nos reunimos por primera vez los que compartiremos tres semanas en ese viaje que todavía no les voy a revelar a dónde me llevará. Esta vez seremos seis personas, cuatro supervivientes de Birmania y dos nuevos que no conocía. Estuvimos un buen rato confirmando la ruta, estudiando nuestras opciones y perfilando las diferentes etapas. Luego salimos a tomar unas cervezas con algo de picar en una terraza del centro, en donde nos reunimos con el resto del grupo, los que esta vez no vienen, como mi amigo Paco Matas, recién llegado de Togo como cada verano. No estuvimos hasta muy tarde, que ya vamos estando mayores (Paco y yo somos los únicos recalcitrantes que seguimos trabajando). Y me quedé a dormir en casa de Alfredo.

El jueves regresé temprano en el AVE y llegué un poco tarde al trabajo, pero este mes me sobran horas. Esa noche salí para acudir a la fundación Moneo-Brok y asistir a la inauguración de la exposición del fotógrafo esloveno Primoz Bizjak, que se dedica a buscar viejas estructuras industriales o bunkers, abandonados por el hombre y en proceso de ser reconquistados por la naturaleza. Primoz ha de explorar terrenos ignotos, en los que se interna con su mochila en busca de estos vestigios de otros tiempos. Estuve hablando con el artista un buen rato, con unas cervezas. El lugar de la exposición es un antiguo local industrial en el barrio de Prosperidad, en donde tienen su estudio Belén Moneo, hija del famoso arquitecto, y su marido el neoyorkino Jeff Brock. Conocí a esta prestigiosa pareja en el MIPIM de Cannes, les estuve vendiendo el Reinventing y les di una de mis tarjetas. Desde entonces me tienen en su mailing, pero hasta ahora no había acudido a ninguno de sus eventos. Aquí una de las fotos de Primoz, que corresponde a una antigua fortificación a las afueras de Venecia.




El viernes salí también por la tarde/noche para asistir a la presentación del último libro de Lola López Mondejar, escritora y psicoanalista, que se llama Qué mundo tan maravilloso. La presentación tenía lugar en la librería Cervantes y compañía, en la calle del Pez y allí me encontré con un grupo de gentes relacionadas con la literatura, que hacía tiempo que no veía. Por ejemplo, mi amigo Juan Casamayor, reconocido como editor distinguido en la penúltima Feria del Libro de Guadalajara (Mexico). Antes de circunscribirme al blog, yo escribía relatos que nunca me animé a enviarle, porque no hay que mezclar la amistad con los negocios. Ahora ya no tengo nada que mandarle. Estaba también Clara Obligado, acreditada escritora argentina, de las que salieron por piernas de su país en los tiempos más difíciles de la dictadura de Videla y ya se quedó por aquí.

Y Javier Saez de Ybarra, que ha publicado varios libros de poesía y otros narrativos inclasificables. Nos dimos un abrazo y me recordó la ocasión en que, en un club de lectura de Billar de Letras, yo descubrí un fallo garrafal en su texto, que nadie más había advertido. El bueno de Javier, a medio escribir el libro, cambió el nombre de uno de los personajes centrales. Pero olvidó hacerlo en algunos de los pasajes del principio, lo cual inducía una confusión notable. A mí me produjo cierto bochorno revelar esto en el club, y aun me lo produce, pero él siempre me lo recuerda y se muestra agradecido, porque, dice, en una eventual segunda edición, el libro saldría corregido. Me temo que esa segunda edición nunca llegará a ver la luz y no quiero ser agorero. Finalmente, la persona que más me alegré de ver: la gran Valeria Correa, guapísima poetisa rosarina, autora de La Condición Animal, una colección de relatos muy heavy, que se comentó en su día en el blog. Arriba tienen su foto. Con todos ellos estuve un buen rato sentado en una terraza de la calle del Pez.

Este lunes tenía un encuentro muy especial. Como les conté, mi hijo Lucas pasó hace poco tres semanas en Osaka (Japón), trabajando en un laboratorio de la Universidad. Pues resulta que tres de los compañeros que convivieron con él en ese breve tiempo, están ahora en Toledo, cuya Universidad está hermanada con la de Osaka, haciendo un curso de diez días. Se trata del profesor Shyonzi Ito y los estudiantes de postgrado Mashafumi Koga y Shinya Nakamura. Nada más llegar a España pasaron un día visitando Toledo, al siguiente fueron a Granada y luego venían a Madrid. Mientras hacían esas actividades turísticas, absorbían el jet lag. Sólo después de esos tres días, empezaba su trabajo. Gente práctica, los japoneses. Así que el lunes, a las 19.45, estaba yo en la salida de viajeros del tren de Toledo, vestido con una camiseta que me compré en Kyoto y que reza Emilio en japonés, así como un gran cartelón en el que ponía KOGA, para que me reconocieran. Aquí pueden verme, de esa guisa preparado.


Nos encontramos, subimos andando a Tirso de Molina, donde tenían su hotel, hicieron la inscripción, dejaron sus bolsas y nos dirigimos también andando al lugar que había reservado para ellos: el tablao flamenco Casa Patas. Allí cenamos muy bien, con nuestra correspondiente botella de Protos, y luego pasamos a la sala donde se desarrollaba el show, en donde cayeron también sendos gin-tonics. Lucas me había avisado que sus amigos no son muy resistentes al alcohol, pero aguantaron el tipo sin problemas. No obstante, volvimos al hotel entonando el Osaka Patria Querida. Aquí unas imágenes del grupo, para que vean que majos eran.





El martes me lo había pedido de permiso en el curre, para acompañar debidamente a mis amigos japos. A las 10.00 les estaba esperando a la puerta del hotel para ir a desayunar chocolate con churros a San Ginés. Después recorrimos la zona de plaza de Oriente, Viaducto, Las Vistillas, vuelta por el barrio de los Austrias, Mercado de San Miguel (donde picamos alguna cosa), Puerta del Sol, Plaza de Santa Ana, etcétera. Pasamos por su hotel a recoger sus maletas y nos encaminamos al Reina Sofía, que encontramos cerrado (cómo puede cerrar un museo los martes). Una pena porque tenían muchas ganas de ver el Gernika. Como alternativa, fuimos al Caixaforum, donde había una exposición sobre los trucos técnicos de la primera época Disney, que les encantó. Luego comimos en la cafetería del museo, donde nos hicimos esta otra foto.


Les dejé en la estación de Atocha a las cuatro y cuarto y salí cagando virutas hacia mi oficina, en donde tenía una call con Flavio Coppola, para chequear imagen y sonido del webinar que estábamos preparando para el jueves. Esto del webinar corresponde a la serie Recovering myself, pero ha asomado por aquí. El jueves, mi compañera C. y yo estuvimos una hora conectados con técnicos de otras veinte ciudades, explicando en inglés nuestra estrategia de regeneración de la periferia y el sistema de participación ciudadana que hemos utilizado. Flavio se quedó muy contento con el resultado. También mi amiga Shannon Ryan de LA me mandó un whatsapp para felicitarme por el webinar al que había asistido. Pero mi semana no había acabado todavía. Ayer viernes a las 13.00 estaba en la planta 18 de Torre Espacio, para dar una charla de una hora en francés a un grupo de directivos de la empresa inmobiliaria gala COGEDIM, que venían pastoreados por mi amigo suizo Werner Dürrer. Les conté la historia más reciente del urbanismo madrileño y les mostré algunas imágenes de la operación Nuevo Norte, antes llamada Chamartín, para que vayan teniendo información a ver si se animan a invertir.

Al acabar teníamos comida en el restaurante que hay en la planta 30 y última de la tercera torre del Real Madrid, según se cuentan desde el norte. Varios se acercaron a felicitarme por mi exposición, especialmente por mi punto de vista crítico con la administración y los políticos. Llevaban varios días de visitas y entrevistas y estaban un poco hartos de la visión autocomplaciente que les habían dado otros. Yo hablo a la gente como en el blog, criticando lo que hay que criticar, procurando mostrar una visión positiva y optimista, pero nunca autocomplaciente. Los asistentes eran casi todos de mediana edad de esas generaciones intermedias con las que no suelo entenderme demasiado. Pero entre ellos localicé a uno algo más mayor, digamos de unos 55, completamente rapado y vestido de negro, como gustan de vestirse los arquitectos. Me las arreglé para sentarme a su lado en la comida y acerté. Era un tipo muy interesante.

Se trata de Jean-François Drevon, arquitecto, que es asesor externo de esta empresa, pero con una trayectoria más amplia, que incluye la dirección durante años de la revista AMC, del grupo Le Moniteur. Este grupo tenía una librería especializada en arquitectura, en la zona del Odeon, donde yo solía entrar a comprar libros y revistas en mis visitas a París. Jean-François me dijo que ahora había cerrado y se había trasladado a la nueva Ciudad de la Arquitectura. Encontramos muchas cosas de que hablar, desde la alcaldesa Hidalgo, el concejal de Urbanismo Jean-Louis Missika, el Atelier Parisien d'Urbanisme con el que yo colaboré en el proyecto LASDO en Sri Lanka, el Reinventer Paris y su ampliación internacional y otros asuntos de interés. Me confesó que en Francia la situación del planeamiento es similar a la española, con el sistema tradicional colapsado y prácticamente ninguna ciudad grande revisando su planeamiento general; por el contrario, todo el mundo intenta hacer planificación estratégica, que es mucho más práctico. Sobre esto ya les daré algunas explicaciones otro día, que también hay temas ahora mismo "en el horno" en relación con ello.

Fue, pues, una sobremesa muy agradable, tras la que Werner se los llevaba a ver el nuevo desarrollo de Sanchinarro (venían de visitar el de Valdebebas). Repartí tarjetas, me despedí y cogí el Metro hasta Mar de Cristal. En el Centro Comercial Gran Vía de Hortaleza debía recoger el dorsal para mi carrera de mañana, la Global Energy Race, una idea similar a la de la Human Race que yo corrí en 2008 y que inspiró mi novela corta premiada en 2009. Esta vez me he apuntado a la carrera de 5 kilómetros, que no me veo actualmente para mayores trotes, aunque este año estoy entrenando de forma muy sostenida. Hasta que empiece con mis viajes. Vale, ya les digo que antes de mi largo y lejano viaje que empieza el 24 de octubre, tengo otro en perspectiva. Cuando urdí mi viaje a San Francisco, les puse una imagen mía como cebo, a ver quién acertaba con mi destino, y fue Paco Couto el que se llevó el premio. Este post contiene alguna clave al respecto, pero esta vez es más difícil. ¿Adonde voy? A ver quién descifra el mensaje. Les dejo con otro mensaje, el destinado a un tal Rudy, que grabaron los Specials en 1979. Todo un clásico. Pónganlo en pantalla grande. Buen fin de semana.

   

2 comentarios:

  1. Me ha dado pereza releer el post completo para rastrear las posibles pistas sobre tu viaje, pero voy a aventurar una posibilidad.
    Por la foto fija de Marina City del vídeo de Wilco podría ser una escapada a Chicago.
    Si yo fuese a Chicago no estaría mirando hacia arriba para ver los edificios sino hacia abajo para encontrar lugares donde se pudiese disfrutar de buen blues. No dudo que tú harías ambas cosas.
    Un abrazo y buenos viajes.

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    1. Bueno, eres un genio. Ya te contesto en el post siguiente. Un abrazo.

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