jueves, 8 de enero de 2015

328. Sobre la violencia y el riesgo

Aterrorizado estoy, como ustedes, supongo, tras el bárbaro ataque a la sede del periódico Charlie Hebdo en París. Doblemente afectado porque adoro esa ciudad por la que tanto he circulado, donde vive Philippe, mi alma gemela parisiense, y encima los hechos han sucedido en el barrio en que vive mi sobrina, enfrente de la guardería a la que iba el año pasado Olivia, su hija, hermana del Gran Nicolás cuyas fotos les mostré el otro día y que, como pudieron comprobar, no tiene nada que ver con el Pequeño Nicolás. Bastante cerca también del Boulevard Morland, donde está la sede del APUR, en cuyas salas asistí a innumerables reuniones de trabajo del Proyecto LASDO, por lo que puedo imaginar lo que es ver entrar de pronto a unos encapuchados armados con AK-47, que empiezan a disparar indiscriminadamente.

Me viene a la memoria  la matanza de Atocha, a unos pasos de mi casa, el 24 de enero de 1977, hace casi 40 años. Y mi primer viaje a Colombo, con Philippe y otro colega francés, cuando, recién empezada una reunión en el Ayuntamiento, un suicida hizo estallar la carga que llevaba adosada al cuerpo en la puerta del jardín por la que habíamos entrado diez minutos antes, matando al policía que acababa de cuadrarse para saludarnos y a un peatón que pasaba por allí. La violencia es algo con lo que estamos obligados a convivir, pero no deja de sorprendernos cuando estalla cerca de nosotros. Es 8 de enero, escribo en mi casa con un té Earl Grey en la mano y, en este momento, está en marcha la caza del hombre que mantiene acorralados a los autores de la terrible matanza en el norte de Francia, por fortuna lejos de donde vive mi hijo Lucas, con quien acabo de hablar por el Skype. No sé si acabaré hoy mi post, teniendo en cuenta que lo que quiero decir es delicado y difícil y requiere un poco más de reflexión que la que suelo dedicar a mis textos cotidianos.

Esta mañana en periódicos, radios y televisiones, todo el mundo ha expresado su horror, su solidaridad con Charlie Hebdo, su condena del fanatismo y su determinación de luchar contra él, para defender nuestro sistema de vida y nuestra libertad de expresión, de la que los asesinados (entre ellos algunos de los mejores dibujantes de Francia) son considerados como auténticos héroes y mártires. ¿Todo el mundo? Bueno, como era de esperar, se han desmarcado de esta unanimidad el Ejército Islámico de Siria e Irak, Al Qaeda en el Magreb Islámico y Willy Toledo, que es subnormal y tiene la rara habilidad de situarse siempre en el lado equivocado. Yo también estoy sin dudarlo en ese movimiento unánime de repulsa, ni siquiera haría falta que lo dijera, cómo no estarlo. Es terrible que maten a gente por dibujar viñetas. Lo que pasa es que, como siempre, quiero hacer unas reflexiones al respecto que se salen un poco de lo manifestado por todo el mundo. ¿Qué sentido tendría repetir lo ya dicho?

A toro pasado, la condena de este crimen horrendo es inexcusable. Pero estas cosas hay que combatirlas también preventivamente. ¿Y cómo se hace eso? Pues con vigilancia, información permanente de qué gente va a luchar a Siria, quién entra en determinadas páginas de Internet, quien deja de ir a las discotecas y de mirar a las chicas y hasta, si me apuran, quién se deja la barba y se pone turbante. Por supuesto. Pero también haciendo un esfuerzo de integración de todas las culturas, de modo que este mundo urbano y avanzado que estamos construyendo, sea de verdad un escenario intercultural en el que los musulmanes, como cualquier otro colectivo, se sientan acogidos y a gusto, en el seno de una sociedad integradora y amable. Dicho esto, les pregunto: ¿creen ustedes que una revista que publica en portada una viñeta en la que se lee “el Corán es una mierda” contribuye a esa tarea? Por no hablar de esa otra en la que un actor que supuestamente interpreta a Mahoma, es dibujado desnudo, tendido en la hierba y preguntándole al director que le filma: ¿te gusta mi culo?

Espinoso tema. ¿La libertad de expresión ha de ser infinita? ¿O hay que ponerle límites? ¿Qué límites? Yo no tengo la respuesta. Me limito a dejar la pregunta en el aire. Vivimos en un mundo hipócrita, con mucho postureo y mucho fariseísmo. Los dibujantes, como cualquiera de nosotros, tienen muchos marcos de autocensura. Deben cuidar de no ser machistas, ni homófobos, ni racistas, ni antisemitas, entre otros sambenitos que te pueden colgar si ofendes la sensibilidad de las mujeres, los homosexuales, los negros o los judíos. En ese contexto, ¿por qué a los musulmanes sí se les puede ofender? Desde luego que yo soy partidario acérrimo de la libertad de expresión. Pero en mi blog no hallarán un solo comentario ofensivo contra los musulmanes. Ni contra los católicos. Ni siquiera contra los seguidores de la Iglesia de la Cienciología. ¿Por qué? Pues por respeto a sus seguidores.

En el caso del Islam, la respuesta a la última pregunta del párrafo precedente tiene una segunda respuesta: por miedo. No me avergüenza decirlo, y aquí nos salimos del terreno ético y nos vamos al otro aspecto del título de este post: el riesgo. Yo no insulto a los musulmanes en mi blog por respeto hacia ellos pero, también, porque no quiero que irrumpan en mi casa y me ametrallen. Ya se sabe cómo se las gastan los fanáticos extremistas de esa creencia con quienes les ofenden. Hace diez años mataron al cineasta holandés Theo Van Gogh por una nadería. Los de Charlie Hebdo sabían perfectamente a lo que se exponían. Como el tipo que se tiró al foso de los tigres en el zoo de Barcelona. O los reporteros de guerra. Si no estaban acojonados permanentemente es que eran unos inconscientes. Y no tiene ni puta gracia que tuvieran su sede enfrente de una guardería. Hasta hace unos meses, había un par de policías en la puerta. Se podía haber montado una balacera como las de Ciudad Juárez, con riesgo para los niños.

Siento decirlo, pero yo no quiero este tipo de héroes cerca de mí. Para mí, los héroes son los que se esfuerzan en tender puentes entre las culturas, no en dinamitarlos. Ya sé que no tiene nada que ver, pero me remito a la historia que les conté hace unos cuantos posts. Llego a mi casa y pillo a un tipo meando en mi pared. Desde atrás le digo que me parece mal lo que está haciendo, que hay otros lugares para eso y que qué le parecería a él si al llegar a su casa encontrara a otro meando en su puerta. Sin volverse y con la polla en la mano, el tipo me grita: vete ya de aquí abuelo, que te doy una hostia que te mando de vuelta al asilo. Y yo me di la vuelta y me fui al portal. ¿Por qué? Pues también por dos razones. Primera, porque a mí no me molesta que vayan a la plaza con sus perros, me gusta que estén allí, aunque son un poco bastos, pero no me molestan; lo que no quiero es que meen en mi puerta. Yo quiero que se encuentren a gusto en la plaza y se integren en el barrio.

Segunda y principal razón: por miedo. ¿Qué hubiera pasado si le doy un empujón o le insulto o me pongo borde? Pues que el tipo me hubiera dado una hostia, me hubiera tirado al suelo (era más fuerte y más joven que yo) y tal vez me hubiera golpeado la cabeza con el bordillo. Después, hala, a jugar al victimismo. Todo el mundo condenaría el tema y yo sería un héroe del civismo. La señora Botella le pondría una medalla a mis hijos. La violencia engendra más violencia y ¡OJO! la pluma y el lápiz pueden ser instrumentos muy violentos. Recuerden si no a los intelectuales serbios que jaleaban a Milosevic. ¿Acaso no fueron ellos los que incendiaron la situación yugoslava? La gente que asume determinados riesgos sabe lo que le puede pasar. Tengan o no la razón, que ese es otro tema. Les confieso que, la última vez que me lié a bofetadas, tenía 14 años. Desde entonces siempre he preferido dialogar y tender puentes.

Si alguien deduce de este texto que me estoy desmarcando de la condena del fanatismo y el homenaje a los dibujantes muertos, y me estoy alineando con Willy Toledo, es que es tan subnormal como él.


8 comentarios:

  1. Yo no sé quien es Willy Toledo pero siento deseos de enviarte un abrazo de infinita solidaridad con tu sentimiento y pensamiento, hoy, cumpleaños de mi ahijada Eva. Alfred

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    1. No te pierdes nada con no conocer a dicho sujeto. Gracias por tu apoyo y feliz año.

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  2. Bueno, con los católicos en general no te metes, pero ¡anda que no se nota que don Rouco no es santo de tu devoción!

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    1. Rouco era un insulto para los verdaderos creyentes. Menos mal que el Papa Curro lo ha jubilado de una vez.

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    2. Pues los que hacían la papanatada de "las familias" en la plaza de Colón están que no viven, porque el sucesor del gallego ha suprimido tan emocionante evento. En todo caso, es terriblemente complicado hacer humor sin tocar las narices a algún colectivo; quizá la medicina sea precisamente esa: desarrollar el sentido del humor y aceptar de buen grado los chistes que se ríen de los de Lepe, de los catalanes, de los judíos, de los negros, de los blancos, de los chinos, de los católicos, de los protestantes, de los budistas, de los de la cienciología, de las mujeres, de los paletos, de los madrileños, de los políticos, de los gays, de los machos alfa, de los informáticos, de los telecos... En fin, de todo, menos de los musulmanes integristas, que estos no tienen sentido del humor, como ya se ha visto. Es que no es fácil estar de un humor excelente cuando no se puede tomar una copa, ni degustar jamón de jabugo, ni disfrutar de la música, ni tratar a las mujeres como iguales. Una pena.

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    3. Quizá sea esa la explicación del fanatismo. Un buen jamón de jabugo bien cortado te reconcilia con el mundo. Por lo demás, yo creo que hay viñetas que son sólo una provocación, ni siquiera tienen gracia, sólo ofenden. Y que tal vez su publicación debería impedirse, por respeto a determinados colectivos. Pero no lo tengo claro.
      A la vista del comentario que sigue al tuyo, me temo que tendré que dedicar otro post a aclarar lo que se dice en este. Te remito a él.

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  3. Me parece bien que intentes diferenciarte de la opinión unánime, pero supongo que no ignoras que tu versión del tema culpabiliza a los dibujantes, lo cual es una forma de justificar a los agresores. Si unimos esto a tus opiniones tras el crimen del seguidor del Depor, en donde te dedicaste a poner verde al muerto, culpándole en parte de que lo molieran a palos, pues te falta sólo un paso para culpar a la mujer violada por llevar minifalda y andar provocando por ahí a los pobres que la agredieron.

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    1. Amigo, su comentario anónimo me deja atónito. Tal vez pretende usted provocarme a mí, siguiendo su lógica, para que le conteste con un merecido exabrupto y luego jugar al victimismo. No voy a entrar al trapo, aunque no me han faltado ganas de, simplemente, eliminar su comentario, que demuestra que no ha entendido nada de lo que yo he escrito más arriba. Bien, como al anterior comentarista, le remito al siguiente post, en el que intentaré explicar mi posición, que por cierto comparte mucha gente, como me han hecho llegar por vías diferentes de este foro. De todas formas, le agradezco que se digne entrar aquí a dejar sus comentarios. Eso fomenta el debate.

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