Tengo que aclarar que Philippe habla un castellano casi
perfecto, por lo que estos días nos hemos entendido sobre todo en español. Va a
ser en Nantes donde voy a tener que estirar mi dominio del francés para entenderme
con Tangi y Michel, que no hablan una palabra de español. Así que voy a repasar
algunas cosas del idioma. Por si a alguien le resultan de utilidad. Por ejemplo,
los saludos. Aparte de Bonjour, bon soir
y bonne nuit, “adiós” se dice Au
revoir. Hasta pronto, es À bientot, pero
si uno se va a encontrar enseguida con su interlocutor hay que decir: à tout à l’heure.
Sigamos con los cafés. Si uno llega a un bar francés y pide
simplemente un café, se sobreentiende
que es solo. El cortado se llama noisette
(literalmente, avellana) y el café con leche, largo de desayuno, es un café-crème. Y, si uno quiere un café
americano (mismo café, más agua), debe pedir un elongé. También hay que saber que a quien pida un café au lait, normalmente le pondrán
un noisette.
Los croissants de Francia son inigualables. Son ligeros y
pequeños y se llaman así por el ruido que se hace al morderlos. Se sirven
siempre en una cestita a un lado, sin cubiertos, porque el cliente debe
trocearlos con la mano. En España se llama muchas veces croissant a un denso
bollo suizo al que se le da la forma de croissant, pero no tiene nada que ver
con el francés. Para colmo lo pintan por encima con un engrudo de almíbar,
transparente y muy pegajoso. Los franceses que vienen a nuestro país y piden croissants,
empiezan por sorprenderse de que se los pongan en un platito y con tenedor y
cuchillo al lado. Luego, intentan partirlo con la mano y el engrudo se les
adhiere a los dedos y les trepa por la mano. Entonces entienden para qué eran
los cubiertos, pero la cosa ya no tiene remedio. Si se intentan limpiar con una
servilleta de papel acaban con trozos de servilleta pegados hasta en los codos.
Se cuenta de alguno que tuvo que volver a ducharse.
No se puede decir que se domina un idioma hasta que se
conocen sus tacos y sus giros coloquiales. En Francia, el insulto más corriente
es connard, o su abreviatura con. La traducción más exacta sería
cabrón. Para contestar a un agravio se suele decir ta gueule, o ta soeur. La
gueule es, digamos, la jeta. Los
animales tienen gueule y las personas
visage. Combinando estas palabras
llegamos a la expresión con la que debemos contestar a un tipo que nos grita,
por ejemplo, en una discusión de tráfico: ¡¡Ferme
ta gueule, espece de connard!!
En Italia, en casos similares, puede decirse vaffanculo, cretino,
o stronzo, que significa cagallón. Es
frecuente el uso de mascalzone, que quiere
decir listillo, o sea que no es muy peyorativo y por ejemplo valora la
habilidad que ha tenido el tipo para colarse delante de nosotros. Si se quiere
algo más insultante, lo más conveniente es utilizar el esquifoso, literalmente, asqueroso: ¡¡Ma guarda quello esquifoso!! ¡¡Sei
un cretino tú!!
Volviendo al francés, la palabra comodín, tal como utilizamos
los españoles “la hostia”, podría ser la vache.
En Francia, la vaca es un taco. Incluso la expresión ha derivado en el adverbio vachement, una palabra ésta que continuamente
usan hombres y mujeres, porque no queda mal hacerlo. La traducción aproximada
de vachement sería “a lo bestia”, “a
saco” o “en plan basto”.
Sin embargo, una expresión que queda muy mal, y por la que
inmediatamente te catalogarían de ordinario, basto y paleto es à chier. Literalmente, “de cagarse”. Si yo dijera que me lo estoy pasando à chier, cualquiera pensaría que soy un
animal de pezuña. Sin embargo, es una expresión que usan los chavales que van
de maleducados, es decir, los que practican el botellón, dejan toda la calle perdida, dan
patadas a las papeleras, hacen concursos de eructos y otros
entretenimientos de noche de fin de semana. En Francia es igual que en España. La
única diferencia es que aquí suelen terminar la fiesta quemando unos cuantos
coches aparcados en la calle. Es divertidísimo, realmente se lo pasan à chier.
Otra cosa que me llama la atención es la afición de los franceses a sincopar las palabras a partir de una sílaba tónica, muchas
veces una “o”, ahorrándose el resto. Ejemplos: restó por restaurante, demó,
por demostracón, simpá por simpathique. Por la misma regla se llama
a las bicicletas un vélo, que debe
ser una abreviatura de algo. Un tipo que trabajaba en publicidad me dijo: Maintenant je travaille à la promó d’un restó
bien simpá. Hace unos años me tocó ver por televisión el debate previo a
las primeras elecciones que ganó Sarkozy, a su contrincante Segolène Royal. El
titular de los periódicos era “Le combat
Sarkó-Segó”. (Hablando de debates, BARACK IS BACK, para alivio de algunos
como yo).
Me acaba de llegar un mail de Lisardo, que dice que estoy
incumpliendo todos mis propósitos. Que me salto el calendario que yo mismo me fijé, que aunque prometí
no contar al minuto lo que me iba pasando para no resultar pesado, mi última
entrada es lo contrario y que, encima, me siguen saliendo unos textos
larguísimos. Está bien, espero que éste le guste más. Termino rápido.
Estos días con Philippe hemos intercambiado expresiones de éstas.
A mi amigo le hace mucha gracia que en España se diga de los homosexuales que “pierden
aceite”. Aquí se dice: Ils sont de la
chaquette, ces deux-là. Pero lo que le maravilla a Philippe es el uso en
España de la palabra “michelines”. Que el nombre de una marca francesa de neumáticos haya derivado en forma
coloquial de designar las lorzas que poco a poco van ocultando nuestras
cinturas, es para él algo sencillamente extraordinario.
Para acabar, les dejo de regalo una expresión que designa
una conducta muy habitual de los franceses: scier
la branche sur laquelle on est assis, y un refrán: Comme on fait son lit, on se couche.
Bonne journée pour touts.
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