Hoy jueves ha amanecido despejado
en Ámsterdam, lo que es una maravilla. Ayer no les dije que estaba nublado y
lloviznando, porque eso es algo que se da por sentado en estas tierras. A pesar
de que estuve hasta tarde rematando mi post TD#7, me he despertado pronto, pero
estaba cansado. He abierto las cortinas y he estado leyendo un rato sobre la
aldea Ding, mientras el sol iba saliendo y sus rayos inundaban mi cuarto como
una oleada de buenos augurios. La hora del desayuno es hasta las 10 y hoy he
bajado a las 9.30. Estaba abarrotado. Se ve que aquí la gente trasnocha. Hasta
los chinos de ayer han bajado más tarde.
Hoy no me he fijado mucho en ellos, porque la
vista se me iba a una chiquita de veinte y pocos años que comía frente a mí con una amiga y que se ha retocado los
labios. En mi opinión, está horrorosa, se ha desgraciado la cara. Cuando está
seria, su boca es como la de Angelina Jolie. Pero cuando se ríe, es una máscara
horripilante. No entiendo qué puede impulsar a una chica guapa como esa a caer
en manos de un cirujano plástico de tres el cuarto. Es algo que no me cabe en
la cabeza. Debería haber un cuerpo de psicólogos para asesorar a estas
personas, una asociación de afectados y que se castigara con cárcel a más de un
carnicero de estos. Cuando yo era joven, esto era impensable, así que no he
tenido ocasión de besar una de estas bocas estándar de película de terror. Pero
sí he podido tocar alguna teta de silicona y les puedo jurar que no es como una
natural.
Desayuné poco esta vez, porque
era tarde y además tenía una cita con Martijn Blom, para comer a las 12, según
el horario europeo (por cierto, ¿para qué les servirá a los holandeses la jota
después de la i? Por ejemplo, vino se dice wijn). Martijn es uno de los
arquitectos a los que hablé en un bar de la plaza de Santa Ana y luego acompañé
en bicicleta por Madrid Río bajo una manta de agua (ver post #292). Como
siempre, repartí tarjetas entre todos y pensé que no volvería a tener noticias
de ninguno, pero Martijn me escribió poco después. Les había comentado que a lo
mejor me daba pronto una vuelta por Ámsterdam y me dijo que no dejara de
llamarle. Hemos quedado en el Hotel Americain, en la Leidseplein, que está en
mi ruta más repetida por esta ciudad. Hemos comido unas ensaladas en un lugar
cercano y luego hemos ido a buscar el coche de Martijn para un tour por los
barrios nuevos de Ámsterdam.
En el restaurante, Martijn ha
abierto su Ipad y, sobre el plano de Ámsterdam, me ha explicado la estructura de
la ciudad. El centro, rodeado por las murallas que limitaron su crecimiento
hasta el siglo XIX, donde viven 300.000 personas, y los tres barrios
fundamentales del crecimiento en el XX, con unos 100.000 habitantes cada uno.
Junto con los nuevos desarrollos que visitaremos hoy, se totalizan los 850.000
habitantes del municipio (el área metropolitana cuenta con millón y medio).
Cuando he visto a Martijn venir hacia mí en la puerta del Hotel Americain,
apenas lo he reconocido y se lo he dicho. En Madrid no fue de los que más habló
conmigo. Escuchando sus explicaciones he entendido por qué me escribió
enseguida. Este hombre ama su ciudad y le gusta estudiarla y explicarla de
manera sencilla, como para tontos, tal como me dicen a mí que hago. Seguro que
en Madrid le gustó lo que yo les conté.
Con el BMW de Martijn, hemos ido
bordeando la muralla decimonónica por el lado oeste, hasta llegar al borde del
mar. Allí hemos cruzado a la primera de las islas desarrolladas a partir de las
antiguas instalaciones portuarias. En esta primera hay interesantes edificios
de Rem Koolhas y del equipo MVRDV. Entre los edificios destaca la nueva Ciudad
de la Justicia, donde se han reunido todos los tribunales con jurisdicción en
Holanda. Es un conjunto bastante sorprendente y muy interesante como nueva
arquitectura. Aquí algunas imágenes.
Desde allí se ve a un lado la
Central Station, con la nueva estación de autobuses situada en paralelo a la de
trenes, aun en obras. Y al otro lado, la siguiente isla, donde estaban los
antiguos astilleros y a donde cruzaremos después. Esta isla se ha reconvertido
completamente en espacio de oficinas, hoteles y actividades culturales y artísticas.
Allí está el museo Eye, algunos antiguos contenedores reconvertidos en lofts
que se alquilan a artistas locales, otro edificio emblemático, el
Nemo, obra de Renzo Piano, en forma de proa de barco, cuya cubierta inclinada es un parque infantil
en el que los niños se lo pasan pipa, un bar-restaurante construido sobre la
antigua viga por la que deslizaba una grúa del puerto y también una gran explanada
para conciertos y eventos y muchas cosas
más. Todo eso lo gestiona la empresa mixta NDSM, cuya Web les pongo AQUÍ. Si la ponen en inglés y
entran en Stories, encontrarán mucha
información al respecto. Abajo el Nemo, el Eye y el bar sobre la viga.
Otra de las curiosidades que
hemos encontrado en la zona es una antigua grúa reconvertida por Jean Nouvel en
un hotel de tres habitaciones, posiblemente el más pequeño del mundo (en la
isla del Hierro visité hace tiempo uno que decía estar registrado como tal en
el Guiness, pero tenía cuatro habitaciones). Como se pueden imaginar, el hotel
es carísimo y hay una cola de reservas de más de un año. AQUÍ
les pongo el link a una de esas páginas estúpidas para pijos, donde se habla de
este hotel (para que vean las imágenes; los textos se los pueden ahorrar).
De vuelta en tierra firme tras
tomarnos un té en la cafetería del Eye, hemos bordeado el casco antiguo por el
este, cruzando una zona en donde se concentran los judíos de Ámsterdam. Me
cuenta Martijn que son en torno a 10.000 y que antes de la guerra había 80.000.
Allí está la llamada Sinagoga Portuguesa, del siglo XVII, bien conservada a
pesar de los pesares y que se mantiene iluminada con candelas de sebo, como
antiguamente. Al lado hay una nueva que tiene todos los adelantos. Esto se me queda
para una próxima visita. Por allí hemos llegado al Zuidas, una operación que le
he pedido yo a Martijn que me enseñara. Hace bastantes años, en un congreso en
Amberes en el que yo expliqué el Madrid Río, alguien de Ámsterdam contó esta
operación, entonces empezando, que incluía el soterramiento de la carretera de
circunvalación (el Ring) en un tramo de apenas 1,2 kilómetros para desarrollar
un barrio de oficinas alrededor de la zona verde recuperada sobre la carretera.
Los de Amberes buscaban
confrontar experiencias similares a la que ellos proyectaban en el llamado
Groene Singel, operación muy similar a Madrid Río, que sigue guardada en un
cajón, porque ni encuentran financiación, ni han logrado el consenso ciudadano
que en Madrid obvió el ínclito señor Gallardón. Ese señor que cada vez define
su ideología con mayor claridad. Su reaparición manifestando el asco que le
producen los motivos de la retirada de su (para mí asquerosa) Ley del Aborto,
es definitiva (en el sentido de definir). Bien, el Zuidas es una actuación más
parecida a la Operación Chamartín que, en este caso, va para adelante y está a
medio desarrollar. Como en la controlada por NDSM, hay numerosos solares vacantes.
Aquí la crisis no se ha notado tanto; en el tema de la construcción la crisis es
selectiva por zonas y hay mucha nueva edificación en curso, sobre todo para
usos no residenciales.
Para terminar el tour, Martijn
quería enseñarme el trabajo al que se dedica ahora, que por primera vez en su
carrera tiene que ver con la construcción. Ha formado una sociedad con dos arquitectos
amigos suyos. Uno de ellos es el que hace los diseños, el otro es el dibujante
y él mismo se ocupa de los aspectos de gestión. Es una buena distribución de
tareas. Su primera obra es la rehabilitación y reconversión de un bloque de los
70, para venta de las viviendas renovadas. Hoy dan una fiesta para celebrar que
ya tienen vendida la última de las 500 viviendas de la promoción. Para la
comercialización y venta de los pisos se apoyan en una compañía inmobiliaria
asociada. Martijn me ha insistido en que me tomara algo en la fiesta, en la que
los invitados son, en un 80%, compradores de pisos. Y, como se imaginan, no ha
tenido que insistirme mucho.
La fiesta es en el corredor
abierto que da acceso a los pisos de una
fase aun por rematar. Si alguna vez han visitado un edificio en construcción,
sabrán que hace bastante frío. Pero me quedo a tomar un par de copitas de vino
blanco. Allí he coincidido con otros tres colegas de la excursión de Madrid,
que se llaman Frank, Wilhem y Hella. Esta última, muy entusiasta de España, me
ha contado que tiene una hija de Erasmus en Valencia. Martijn me ha explicado
que ellos tienen una red de arquitectos holandeses amigos y de similares gustos
e ideología, por la que circulan iniciativas que puedan interesar a varios y
que fue así como surgió el viaje de Madrid. ¡Cómo me gustaría tener una red de
ese tipo en España! Por lo demás, he abandonado la fiesta pronto. Martijn me había
explicado cómo llegar al Metro, que estaba a unos 500 metros. Por estos nuevos
barrios el Metro va elevado y es alucinante.
Me he bajado en la penúltima
estación antes de la Central Station y he callejeado hasta llegar al Avenue. He
descansado un rato y leído otro poco, porque no funcionaba Internet. Luego he
salido a comerme un filetazo, porque estaba hambriento. Me he calzado un
sirloin de 300 gramos en un asador argentino y luego me he dado un largo paseo
nocturno, para despedirme de la noche de Ámsterdam. Al volver sí que había
Internet, pero no les extrañará saber que el post sobre el día anterior lo tenía a
medias cuando me he quedado frito. Un día intenso de arquitecto.
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