lunes, 28 de enero de 2013

82. ¡Que viva Patxi Andión!

Bueno, pues este post surge de una de esas noches de insomnio a las que me va castigando la edad, a pesar de que me machaque corriendo ocho kilómetros por el Retiro tres veces por semana. El caso es que suelo leer un rato en la cama hasta que la atención se me difumina y los párpados me empiezan a pesar. Cojo el sueño con facilidad, pero muchas veces sucede que luego me encuentro en mitad de la noche totalmente despierto. Miro el reloj y, a menudo, son las cuatro o las cinco. Me fuerzo a quedarme en la cama hasta que suena el despertador, porque pienso que mi cuerpo sigue descansando y a veces entro en una especie de duermevela bastante productiva para el blog.

La otra noche, salí de una de esas duermevelas dando vueltas como el oso del Retiro en torno a un concepto recurrente: son los mismos perros, con los mismos collares, las mismas sonrisas postizas, los mismos intereses, las mismas falacias, la misma hipocresía… Me levanté con el regusto de una vieja melodía. En la prehistoria de mi vida, alguien con la voz rota cantaba machaconamente algo similar: con la misma camisa, los mismos zapatos, la misma miseria, salíamos, Fulanito y yo. Empecé a bucear en las brumas de mi mente a ver si me acordaba del nombre del Fulanito ese que compartía tantas cosas con el cantante de la voz rota, pero lo primero que conseguí atrapar fue el nombre del propio cantante: Patxi Andión. 

Como ahora existe un sucedáneo de la memoria colectiva, llamado Internet, encendí el ordenador, aunque eso me supusiera llegar más tarde al trabajo, porque tenía una primera urgencia: saber si este hombre vive (estoy tan desconectado del mundo de la farándula y el famoseo, que tenía un vago presagio al respecto). Con gran alegría he comprobado que, no sólo vive, sino que además está en plena forma. De hecho, en los periódicos digitales dan cuenta de su participación en diversos actos de protesta contra los recortes a la educación y la investigación. A sus 65 años, continúa actuando en escenarios esporádicamente, aunque vive en primer lugar de su sueldo como profesor de la Universidad de Castilla la Mancha.

Buscando en su discografía he encontrado por fin la canción de que les hablaba: Rogelio. Ese era el nombre del amigo que yo no recordaba. Se trata de la primera canción de la cara A del primer long play de este señor, “Retratos”, publicado nada menos que en 1969. Tenía yo dieciocho añitos por entonces. Aquí abajo les pongo el enlace, para que la escuchen con atención. Es todo un testimonio de una época, y anticipaba el tsunami de arribismo, de pérdida de ideales, de traición a los amigos por intereses políticos o económicos que ha llevado a este país adonde ahora mismo está. Escúchenla y seguimos.


Impresionante ¿no? Busco más datos del personaje y encuentro lo siguiente. Patxi Andión es vasco, aunque nació en Madrid (ya saben que los vascos nacen donde les sale de los cojones, cagüendiós, faltaría más, hostia). Parece que empezó tocando en grupos de rock madrileños. Tocando que no cantando, su voz era demasiado potente para lo que se requería en aquellos años fundacionales, dominados por los Brincos y otros grupos de voz fina. Enseguida derivó su carrera hacia los terrenos del cantautor con inquietudes sociales, el profesional de la canción protesta. Lo curioso es que, si buscan ustedes en Internet con la entrada “Canción protesta española”, no encontrarán un solo párrafo sobre Andión. Hablan de Paco Ibáñez, Chicho Sánchez Ferlosio, Raimón y muchos otros. Hay hasta referencias a Moncho Alpuente. Pero ni una línea sobre nuestro hombre.

Parece claro que Patxi fue siempre una persona incómoda para el poder. Un hombre íntegro que aún mantiene su integridad. Y una persona polifacética que siempre ha ido por libre. Tal vez la clave de ese aislamiento la encontramos en una anécdota de 1984, sobre la que le preguntan en algunas de las entrevistas recientes que se pueden encontrar en Internet. Ese año, el gobierno socialista afrontó el referéndum sobre la integración o no en la OTAN. 

Ustedes no lo recordarán, o a lo mejor ni siquiera habían nacido, pero el gobierno del señor Calvo Sotelo nos había metido en la OTAN en 1982, a capón y sin preguntar, como hace siempre la derecha. El PSOE había montado ese año una campaña con un lema súper calculado: OTAN, de entrada, no. Cuando alcanzaron el poder, pasaron a decir: OTAN, de salida, menos, pero se vieron forzados a hacer la consulta a la ciudadanía, de acuerdo con su promesa electoral, aunque haciendo campaña por el SÍ. 

Patxi Andión participó activamente en la campaña del NO, por coherencia con su ideología. Recuerdo que yo hasta me jugué una cena a que ganaba el NO. En mi ingenuidad pensaba  que eso era lo que iba a pasar. Perdimos, por supuesto, Patxi, yo y tantos otros, no sólo las apuestas sino también la inocencia colectiva. Al final de ese proceso, Patxi se encontró a un amigo del partido socialista, una materialización del Rogelio que él había anticipado quince años antes. El amigo le dijo: no es momento de que nos toquéis los cojones, sino de que nos dejéis trabajar. La respuesta de Patxi: ¿Qué quieres, que me vaya a casa para que ahora hagáis lo que queráis? Pues que sepas que yo voy a seguir tocándote los cojones hasta que me muera.

Tal vez ahí está el motivo por el que este hombre no aparece en los archivos de la canción protesta. Nunca se le vio formar parte del grupo de artistas mimados por el PSOE (Ana Belén, Víctor Manuel, Miguel Ríos y tantos otros). Él siguió a su bola, terminó la carrera de Sociología, trabajó como actor de cine, de teatro y de musicales. Su interpretación del Che Guevara, en el musical Evita (imagen con la que sale en el archivo de Rogelio), le valió un premio que tuvo que ir a recoger a Broadway. 

Ahora escribe libros, da sus clases y mantiene una colaboración fija en el periódico digital República, www.republica.com. Su columna, que pueden buscar en el lado izquierdo de la portada, se llama, como no podía ser menos, La Voz Rota. Cada uno de sus interesantes artículos acaba en una especie de aforismo. Uno de los últimos dice: “Menos mal que la memoria también se empeña en abandonarnos, que si no…” Parece que es también el Director de la Escuela Nacional de Caza. En fin, hombre polifacético, siempre por libre, siempre a su bola, fiel a sus ideales. Tan incómodo que, hasta el corrector de Word, me pone todas las pegas del mundo a la hora de escribir su apellido, empeñado en transformarlo en Andino.

En estos tiempos de recortes y penuria, nuestro hombre ha salido otra vez a la calle, a arrimar el hombro, a cumplir su promesa de seguir tocándole los cojones al poder. Les dejo una imagen reciente y el link de una larga entrevista que le hicieron en mayo en el diario digital El Nuevo Fígaro. Confidencias de un viejo luchador sobre su trayectoria y opiniones sobre esta época lamentable que nos está tocando vivir. ¡Salud, Patxi! Ha sido un placer rendirte este pequeño homenaje.   

 

6 comentarios:

  1. Yo siempre sigo mediante el servicio de alerta de Google con la clave Patxi Andión y por ello siempre tengo alguna noticia todavía nueva de nuestro Patxi.

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    1. Admiro a Patxi y su canción Rogelio me parece extraordinaria y muy de actualidad. Consultaré con Lisardo, mi asesor informático, a ver si puedo ponerme un sistema de alarmas a mí mismo. Creo que no te conozco. Gracias por tu comentario. Como verás, mi Blog es sobre todo variado. Quizá haya otros posts que traten de temas que te interesen. Saludos.

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  2. Y ¿Nadie se acuerda de "El maestro"? Más que canción protesta podría clasificarse como canción amarga.

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    1. Hola Javier, me alegro de que sigas entrando en este Blog. El Maestro es quizá la mejor canción de Patxi. Las fuerzas vivas del pueblo se van a Madrid a quejarse del maestro que les han mandado, que habla a los niños de poesía y otras zarandajas, y consiguen que lo echen. Los de la censura no entendieron la ironía y la dejaron pasar. Un abrazo.

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  3. Está clarísimo que Patxi no pertenece a "los de la ceja" zapateril o a estas alturas estaría en el olimpo de los "pijiprogres"...

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    1. Patxi siempre ha sido un tipo independiente e íntegro.

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