Se habla poco de fútbol en este
blog porque, como les dije, soy del Deportivo, y no hay muchas cosas que
contar de mi equipo, actual colista de un torneo que la prepotencia del Madrí
y el Barça ha convertido en Liga de Dos, como la escocesa. Lo curioso es que el
señor Mourinho ha logrado algo muy cercano a la cuadratura del círculo: que su
equipo vaya el tercero en la Liga de Dos. Es como el chiste del tío que era
tan-gilipollas-tan-gilipollas que, si se hiciera un campeonato mundial de
tontos, quedaría de segundo por gilipollas.
Por todas partes se habla de
Mourinho en estos días, de si se va o se queda, de si los capitanes del Madrí le han dado un
ultimátum a Florentino, y la verdad es que es fastidioso el protagonismo de
este ubicuo personaje que se nos aparece hasta en la sopa, aunque en esta
última semana ha tenido que enfrentar la dura competencia de Esperanza Aguirre,
mucho más suelta desde que ya no es presidenta, sino ejecutiva cazatalentos.
Mourinho siempre ha sugerido que
él llama la atención adrede, para que todo el mundo se encele con su persona y dejen
en paz a sus jugadores. Pero últimamente da la impresión de que la cosa se le ha escapado
de control. Ahora se muestra como un hombre malhumorado de forma permanente,
que ve enemigos en su entorno con obsesión rayana en la paranoia, que ha
entrado en un círculo cerrado del que no sabe cómo salir y que, en definitiva,
se ha convertido en esclavo de su propio personaje.
En el inMundo hay un blog muy
interesante que firma el primatólogo (experto en monos) Pablo Herreros. Este
señor explica la realidad de los humanos por comparación con el mundo de los
grandes simios, como los orangutanes del zoo de Berlín cuya imagen les mostré
en el #79. Eso le lleva a conclusiones sorprendentes. Hace una semana sacó un
largo post sobre el personaje de Mourinho, al que adjudica los rasgos de
“macho alpha” de la manada, lo que explicaría todo su comportamiento. Aquí les
pongo el link, por si quieren leerlo. Es muy interesante, incluye una foto que ilustra perfectamente lo que quiere contar, y termina con una frase que ha resultado al fin
premonitoria: “actuar como lo hace Mourinho, en grupos en que
los miembros comparten todos los días espacio físico y existe una comunicación
cara a cara es un error, ya que las conductas déspotas invitan al
resto a cooperar en su contra.”
Poco puede añadirse a un retrato
tan certero y tan demoledor del personaje. Pero yo quiero traer a mi Blog una
historia antigua: la del momento en el que el señor Mourinho se cruzó en el
camino del Deportivo de la Coruña, con consecuencias desastrosas para mi equipo
del alma. Hablamos del Gran Depor que ganó una Liga, dos Copas del Rey y tres
Supercopas de España. En abril de 2004, ese Gran Depor era uno de los cuatro
semifinalistas de la Copa de Europa, y todos los analistas coincidían en que
era el favorito, por delante del Oporto, su rival en semifinales, y muy por
encima de los dos equipos del otro lado del cuadro: el Mónaco y un Chelsea
todavía lejos de ser el equipo potente de años más tarde.
El 21 de abril de 2004 se jugó el
partido de ida de la semifinal Oporto-Deportivo. ¿Saben quién era el entrenador
del Oporto? Sí, han acertado, ese en el que están pensando, entonces un
perfecto desconocido. Como ha hecho toda su vida, Mourinho planteó el partido
asumiendo la inferioridad de su equipo y jugando como los equipos pequeños: a
destruir juego, defenderse, pillar algún contraataque y, si no, quedarse en
empate a cero, un resultado que él mismo ha dicho que le parece bueno en una
eliminatoria que se juega primero en casa. Ese tipo de juego es precisamente el
que desespera al público del Santiago Bernabeu y disgusta también a sus
futbolistas, que están hasta los huevos de que su entrenador les obligue a salir al campo como si fueran peores que el contrario, cuando ellos saben que son mejores.
En ese esquema es fundamental
jugar duro, con faltas continuas, al borde del reglamento. Los 50.000
espectadores que ese día abarrotaban el Estadio Do Dragao, pudieron comprobar cómo
sus futbolistas freían a patadas a los del Deportivo, ante la permisividad de
un árbitro austriaco, de infausta memoria. Cuando el capitán Mauro Silva, un
brasileño universitario, elegante y súper correcto, se le acercó para protestar
educadamente la enésima entrada que le hacían a sus compañeros, el árbitro le
sacó tarjeta amarilla, lo que le impedía jugar el partido de vuelta.
Pero la historia más llamativa no
llegó hasta el minuto ochenta y tantos, con el partido casi cumplido. El jefe
de la defensa del Deportivo era Jorge Andrade, un negro también culto y
elegante, que había jugado hasta el año anterior en el Oporto, por lo que el
público le pitó ese día durante todo el encuentro. Tenía muchos amigos en el
equipo contrario, especialmente Deco, su habitual compañero de habitación en
las concentraciones. En ese minuto fatídico, Deco inició un slalom hacia la portería, Andrade entró
al corte, y el tipo se derrumbó como si le hubieran dado un tiro (sin duda era
la forma de caer que les enseñaba Mourinho).
Estando en el suelo, Andrade le
dio sonriendo una patadita amistosa, como diciéndole “levántate, hombre, no
seas cuentista, si no te he tocado”. El árbitro, lo vio, entendió que era
agresión y le sacó la tarjeta roja. A la calle y sin jugar tampoco el partido
de vuelta. Todo el mundo pudo ver en la tele a cámara lenta la frase que
Andrade repetía al árbitro “Is my friend, is my friend”. Si Deco se
hubiera levantado y hubiera corroborado esa versión, tal vez el árbitro hubiera
rectificado, o lo hubiera contado así en el acta. Pero Deco se quedó callado.
No ayudó a su amigo en aquel trance difícil. ¿Saben por qué no lo hizo? Porque
su entrenador se llamaba Mourinho y, si llega a hacer tal cosa, le hubiera
cortado los huevos. No hubiera jugado más. (Por cierto, el encuentro terminó cero-cero, un buen resultado para el Depor)
El resto es sabido. En el partido
de vuelta en La Coruña, con toda la ciudad engalanada, entre la habitual
procesión de hormigoneras blanquiazules, Mourinho llegó y cabreó aun más al
personal diciendo: “están ustedes muy creciditos”. El Oporto volvió a salir a
destruir juego y dar patadas y se aprovechó de un Depor agarrotado por la
ansiedad, sin varios de sus jugadores titulares, que concedió un penalty que
desembocó finalmente en el 0-1 que llevó a los portugueses a la final. A partir
de ese día, mi equipo inició una imparable decadencia. El presidente Lendoiro se
había endeudado hasta las cejas, fiándolo todo a la consecución de la Liga de
Campeones. Al fallar, se le vinieron encima los acreedores y tuvo que empezar a
recortar. ¿Qué hubiera pasado si el Depor se proclama campeón de Europa? Terreno para la ficción ucrónica (#10)
Mourinho ganó la final con
facilidad al Mónaco, y ni siquiera celebró la copa con sus jugadores. Ya le
había llamado por teléfono el jeque propietario del Chelsea para ofrecerle el
puesto de entrenador. En su primera rueda de prensa en Inglaterra dijo una
frase que le define: “Ustedes no me conocen, pero yo soy una persona muy
especial (a very special person)”. Eso le valió el mote de “El Especial (The Special One)”,
con el que los periodistas ingleses se burlaron durante años de la prepotencia y
la egolatría de este caballero. En cuanto a Deco, fue fichado por el Barcelona
y se convirtió en una estrella, hasta que llegó Guardiola y lo echó.
Es una historia que completa el
retrato del macho alpha. A mí me parece que Mourinho está ahora exagerando
adrede los matices más odiosos de su perfil, para que lo echen y así cobrar una
buena indemnización. Es algo que con frecuencia hacen los entrenadores, aunque
con más disimulo. Hace años hubo un italiano llamado Claudio Ranieri que era un
verdadero especialista: firmaba un contrato por cuatro años y, al cabo de uno,
forzaba que lo echaran. Supongo que aun sigue viviendo de las rentas.
¡Mira que dedicar un "post" tan grande a un personajillo tan pequeño!
ResponderEliminarCualquier excusa es buena para contar una historia. No todo el mundo sabe que el Gran Depor empezó a declinar gracias a las sucias artimañas del macho alpha. Y aquí se trata de practicar hablando de cualquier cosa, incluso de este ególatra malhumorado.
EliminarOtra cosa. Es curioso que en España se crea que el mote "The Special One" es laudatorio (el propio primatólogo lo entiende así), cuando es la forma en que los periodistas ingleses se burlaron durante años de este sujeto, en un rasgo de típico humor british. El propio entorno del Special se ha encargado de favorecer que lo entendamos así, para mayor gloria de su ego.
EliminarQuerido Miluco, te olvidas que Morito (en español) empezó en esto del fútbol como traductor de Bobby Robson (u otro oculto empleo) cuando a éste lo fichó el Barça. Cuando Robson se fue, el traductor se quedó en can Barça de recogepelotas o algo por el estilo. Con Van Gaal en el banquillo lo nombraron ojeador de no sé que. Cuando este sujeto fue a Gaspart a pedirle aumento de sueldo (cobraba 25.000 pts/mes) le dijeron que se buscara su vida. A partir de ahí empieza la historia de un histriónico personaje con una suerte digna de la virgen de Fátima que lo aúpa, gracias a su "bon faire" con la prensa a entrenador de equipos con gran potencial económico. Resultados...todos lo sabemos, pero que este tio es un fantasma con todas las cadenas no nos cabe duda. Además, es un puñetero maleducado que no merece ni una sola entrevista. Por mi...que se estrelle cuanto antes y si es con el Real Mierdil pues mejor.
EliminarQuerido Groucho, lo que cuentas completa perfectamente el retrato. En realidad yo quería traer a colación sólo el artículo del macho alpha y la historia de cómo este señor jodió al Depor. Y ya has visto que hay lectores a los que esta entrada les parece muy larga. Un abrazo.
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