A 24 horas de las cruciales
Elecciones USA, mi opinión, que ya expresé en entradas anteriores, es que los
demás países del mundo occidental nos jugamos mucho en este envite. Nos jugamos
una alternativa muy clara: que gane un ciudadano del mundo, que piensa en clave
global, o bien alguien que sólo mira hacia el interior y que promete arreglar
la economía norteamericana sin pensar en el exterior. Hay otras diferencias
importantes. Obama tiene un programa, una línea que, casualmente, es la misma
con la que ganó en 2008.
He escuchado a alguien en la
radio que ha dicho: “cuando le seguí por primera vez en la lucha por la
nominación frente a Hillary Clinton, y después en la contienda por la
presidencia, vi tanta honradez, tanta integridad en este hombre, que pensé: no
le van a dejar ganar. Cuando ganó, pensé: lo matarán, como a Kennedy. No han
hecho ni una cosa ni otra. Simplemente no le han dejado gobernar. Han
dinamitado todas sus iniciativas para que no pudiera avanzar en su
programa. Y ahora, esos mismos que no le han dejado gobernar, lo acusan de
prometer cosas que no cumple”. Fin de la cita.
Estoy de acuerdo al 100%
con estas apreciaciones. Ahora lo intenta de nuevo, y enfrente tiene a un tipo
que dice “Haremos lo que hay que hacer”. A que les suena. Un candidato que oculta
sus bazas, que no explica las medidas que piensa adoptar si gana, porque, si las
revelase ahora, no ganaría. Por eso es normal lo que decía John Carlin
anteayer, día 3, en El País: que si se votara en el extranjero, Obama ganaría por
un 80/20. Les pongo el link del artículo, por si quieren leerlo. Es muy bueno,
como todos los de Carlin.
Como sé que esto de los
links no le mola mucho a algunos de mis seguidores, a pesar de lo que diga
Lisardo, les voy a transcribir entero otro artículo, para que no tengan ni que
darle al link. Lo escribe Juan Gabriel Vasquez en el diario digital colombiano
El Espectador, y me lo remite mi amigo Gonzalo López desde San Diego,
California. Cómo estás, Gonzalo. Espero que bien.
En el artículo se define
perfectamente esa disyuntiva entre la Norteamérica admirable, la que es capaz
de generar el mejor cine, la mejor literatura y el mejor rock, y esa otra
América profunda, paleta y conservadora, que es incapaz de ver nada allende sus
fronteras. La primera es la de Bruce Springsteen y Paul Auster y Philip Roth y
Woody Allen. Y hasta la de Clint Eastwood, aunque ahora le dé por chochear un
poco. El mensaje de películas suyas, como Gran Torino, no casa mucho con
las ideas que proclama el candidato Romney, mucho menos con las que se calla.
En fin, el texto del artículo es el siguiente.
El novelista Philip
Roth no fue a recibir el premio Príncipe de Asturias. Fue el único ausente en
la ceremonia; a cambio de su presencia física, mandó un video y un texto que
fue leído por el embajador de Estados Unidos en España, el señor Alan Solomont.
En el video, Roth da las gracias por el premio; lo hace con cortesía y
caballerosidad, pero con evidentes ganas de terminar sus declaraciones lo antes
posible para volver de una buena vez al trabajo. En medio de la impaciencia —la
impaciencia que, lo digo de nuevo, no lo hace volverse maleducado o descortés,
como les sucede a tantos—, Roth dice varias cosas que me interesaron, quizás
por tocar de lado ciertos asuntos que se vuelven de actualidad en época de
elecciones.
Permítanme una cita más bien
extensa. “Soy un escritor estadounidense”, dice Roth. “La historia de los
Estados Unidos, las vidas estadounidenses, la sociedad estadounidense, los
lugares estadounidenses, los dilemas estadounidenses —la confusión, las
expectativas, el desconcierto y la angustia estadounidenses— constituyen mi
temática, como lo fueron para mis predecesores estadounidenses durante más de
dos siglos. El habla estadounidense es mi argot. Si me detengo a pensar en mi
público, el público en el que pienso es un público estadounidense. Por lo
tanto, me ha dejado realmente sorprendido enterarme de que el público español
también se haya fijado en mí; y, lo que es más, un público español agradecido.
¿Qué pueden significar mis historias estadounidenses para los lectores
españoles? ¿Cómo puede mi retrato de la vida de los estadounidenses en novelas
mías como Pastoral americana, Me casé con un comunista o La mancha humana competir con la
representación estereotipada, excesivamente simplificada de los Estados Unidos
que nubla la percepción de mi país en casi todas partes? ¿Puede una obra de
ficción estadounidense —escrita por mí o por cualquiera de mis más que dotados
contemporáneos— penetrar en una mitología de los Estados Unidos que está
arraigada, en tantos ámbitos, en una acérrima animadversión política?”.
Su sorpresa es fácil de entender,
me parece: en Colombia, en España, en Francia, yo he escuchado a gente
supuestamente sofisticada emitir opiniones sobre Estados Unidos que no se
diferencian mucho de las que daría un talibán. Basta asomar la cabeza para
darse cuenta de hasta qué punto el antiamericanismo barato —irracional,
perezoso, acomplejado— domina la percepción que se tiene en el mundo de ese
país esquizofrénico donde la estupidez política, el fanatismo religioso, la
arrogancia y la insolidaridad conviven con algunas de las mejores cosas e ideas
que ha producido la creatividad humana. Lo que me llama la atención, sin
embargo, es que Roth crea o finja creer que los lectores de sus novelas son los
mismos que tienen esa visión simplona de su país. Pero quizá no sea más que un
recurso retórico: la pregunta que le sirve para darse una respuesta. “Sí”, se
contesta Roth. “Una obra de ficción estadounidense seria es, efectivamente,
capaz de atravesar la ignorancia, la mentira y la superstición sin sentido que
generalmente se combinan para mantener a raya la enorme densidad de la
verdadera realidad estadounidense”.
Que es, por otra parte, lo que ocurre
siempre y en todo lugar con toda buena literatura.
Fin del artículo. Roth es un
genuino representante de la Norteamérica que yo amo, porque ya se habrán dado
cuenta de que soy un proyanqui, además de un francófilo, un pedagogo urbano
degarní y, a la vez, un coruñés recalcitrante. Quizá esos deberían haber sido los calificativos de mi perfil para el Blog. He adelantado esta entrada, que pensaba colgar mañana, porque
estoy muy preocupado con las elecciones del primer martes después del primer
domingo de noviembre. Si gana el que yo quiero, lo celebraremos, como la
victoria de ayer del Depor.
Me alegra que proclames valientemente tu proamericanismo. Es el país donde está el germen de la máxima creatividad en todas las facetas de la cultura.
ResponderEliminarY tranquilo, creo que ganará Obama
Siempre he sido proamericano, viajé a New York por primera vez en 1982 y nunca me he recuperado de la impresión que me produjo. Estoy de acuerdo contigo y confío en que gane Obama. Me hubiera gustado que la cosa no estuviera tan reñida. No sé quién eres (¿tal vez el propio Gustavo López?), pero gtacias por entrar a mi blog y hacer comentarios.
ResponderEliminarA pocos horas de conocer el resultado de las elecciones, espero y deseo yo también que gane Obama. El mundo vivirá más tranquilo con él.
ResponderEliminarPero pienso que en EE.UU se ha ido menguando el poder de su presidente, y que en los momentos actuales esta figura si no está completamente encorsetada sí está teledirigida por los grandes poderes económicos. Y estos poderes -no elegidos democraticamente- van a imponer su política al candidato resultante, sea el que sea.
Yo no veo dos Américas, una creativa y dinámica, y otra catetona y vulgar. Yo veo unos señores de la económia y el pueblo. Y el pueblo gravita sobre tres patas: dinero, religión y armas. La combinación de estos factores da el resultado de USA, y la combinación es diferente según el territorio, la clase social, etc. La constante son los poderes económicos, que son dueños de la economía americana y por extensión de la mundo.
Que gane Obama, pero los señores de la economía me dan miedo gane quien gane.
El tema que planteas es muy interesante: ¿Quién controla el cotarro? ¿Los políticos o los economistas? Yo no lo tengo claro. La cosa quizá se merece una entrada específica. Pensaré sobre ello. Gracias por seguir mi Blog y hacer comentarios.
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